Folleto EVC No. 93
ADIVINOS Y PROFETAS
DE HOY
Abelardo Hernández
Introducción
Hemos sostenido en la Sociedad
EVC -y de ahí nuestro lema "INSTRUCCIÓN RELIGIOSA Y EUCARISTÍA"-
que la falla principal del católico mexicano es la ignorancia religiosa.
No solamente muchos católicos han apostatado de la Fe de los Apóstoles
y se han adherido a múltiples iglesias y sectas protestantes, sino que
vemos por todos lados los efectos de la corrupción que envenena nuestra
sociedad. Y a todo esto se añade un fenómeno que en pleno tercer
milenio debería haber sido superado hace siglos. Siguiendo el viejo dicho
de que "el que no conoce a Dios, ante cualquier palo se hinca", proliferan
ahora creencias y actitudes que un católico instruido considera absurdas.
En el número 4 del año 17 de la revista MUY INTERESANTE, el mes
de abril de 2000 fue publicado un artículo escrito por Don. Abelardo
Hernández con el título. "TESTIGOS DEL FUTURO" que aborda
e1 tema de los que pretenden adivinar o predecir el futuro, tanto de la humanidad
como de cada uno de nosotros.
La Sociedad EVC, con el permiso de la Editorial Televisa presenta a sus asiduos lectores dicho artículo por considerarlo en realidad MUY INTERESANTE, bien documentado y no exento de sentido del humor. Han sido incluidos algunos subtítulos para hacer la lectura más fácil.
TESTIGOS DEL FUTURO
Más de la mitad de la población mexicana cree que su destino está en alguna parte. Así no es de extrañar que en este país proliferen tantos adivinos y profetas.
Busca en la India.
Si quieres conocer tu futuro, incluso la fecha de tu muerte, no tienes más que rastrear las doce Bibliotecas del Destino que existen en la India. En ellas se custodian cientos de miles de hojas de palma donde se supone que están codificados, en trazos minúsculos de una escritura con 5,000 años de antigüedad, los destinos vitales de todos los habitantes de la Tierra. Lógicamente, la interpretación de estos textos arcanos no está al alcance de cualquiera, sino que se trata de una sabiduría que pasa de padres a hijos desde hace generaciones. Cómo identifican estos iniciados la hoja de palma que corresponde a una persona en concreto, forma parte del secreto.
Futurólogos fallidos.
También existen adivinos
cuyas predicciones afectan a toda la humanidad. El pasado 11 de agosto del 99,
una bola de fuego -que posteriormente se identificó con la estación
orbital MIR- caería sobre París causando millones de muertos.
La declaración del modisto de origen español Paco Rabanne el verano
anterior constituyó un perfecto ejemplo de profecía apocalíptica.
Sobre todo porque, como todas, no se cumplió. Unos cientos de personas
pertenecientes a la asociación Mierda para el Apocalipsis gritaron al
día siguiente sus burlas ante las puertas de su establecimiento parisino...
La MIR continuó en órbita y el mundo siguió rodando aquí
abajo.
Nadie sabe por qué el fallido profeta hizo coincidir su vaticinio con
el suceso astronómico más popular de 1999: el eclipse solar del
11 de agosto. "No se han encontrado evidencias científicas de que
exista ninguna relación entre los eclipses y las catástrofes naturales",
aseguró en un comunicado el gobierno de México. Y no fue una declaración
oficial gratuita. Existía un miedo disculpable porque en México
se había producido un terremoto el 15 de junio, y otro el 31 de septiembre,
seguidos por tremendas inundaciones que casi sepultan el país en una
ciénaga de agua y barro. Y como en muchas partes del mundo, el eclipse
había desatado de nuevo los terrores milenaristas.
Como si quisiera darles
la razón a los profetas que vaticinaban el fin del mundo, este pasado
año hubo grandes terremotos en Turquía, Atenas y Taiwan. Son manifestaciones
que utiliza la Tierra para demostrar que es un planeta geológicamente
vivo. Pero tampoco precedieron al fin del mundo.
Otro temor apocalíptico vino de los bombardeos de la OTAN sobre las tropas
serbias en Bosnia. Cuando el presidente ruso, Boris Yeltsin amenazó con
enfrentarse a la Alianza Atlántica, los fantasmas de la guerra se levantaron
para recordarnos que el primer conflicto mundial que asoló Europa también
comenzó en los Balcanes. Pero tampoco. La situación dista mucho
de haberse resuelto y, sin embargo, el riesgo de una guerra nuclear -para muchos,
la única causa que podría provocar el fin del mundo- se alejó
de nuevo.
¿Qué hay
de Nostradamus y San Malaquías?
Para justificar que se encendieran
las alarmas, algunos echaron mano del pobre Nostradamus, que nunca pasa de moda.
"En el año 1999, séptimo mes, del cielo llegará un
gran rey del terror..." ¿Se estaba refiriendo con ese séptimo
mes a julio? Y...¿hablaba del eclipse, de un cometa o de un meteorito?
Nadie lo sabe, porque, como todas las profecías, las de Nostradamus fueron
lo suficientemente ambiguas como para admitir cualquier interpretación.
Pero si las profecías pretenden ser advertencias, ¿por qué
no son tan claras como para que todo el mundo pueda comprenderlas?
Otro miembro del club de los profetas muertos es el buen San Malaquías.
En 1595, el monje benedictino Arnold de Wyon publicó la obra Lignum Vitae
ornamentum et decus Ecclesiae, donde incluye 111 temas correspondientes a otros
tantos Papas, que pasarán a la posteridad. Según ese listado,
además del actual, Juan Pablo II, sólo queda por llegar un Pontífice
más al trono del Vaticano, tiempo en el cual "la ciudad de las siete
colinas" (¿Roma?) será destruida y el mundo juzgado".
Bueno, mucho tendrían que precipitarse los acontecimientos para que el
Apocalipsis suceda en este año.
El peligro de los tres ceros.
Por increíble que parezca, el repetido fracaso de los profetas no ha mermado la credulidad de sus seguidores. Ya en la última noche del año 999, las iglesias de Europa se encontraban llenas de fieles arrepentidos que lloraban mientras confesaban sus pecados. Muchos creyentes incluso se suicidaron. Algo mejoramos en 1999, pues que se sepa tan sólo siete personas prefirieron autoinmolarse ante los terrores suscitados por el famoso eclipse. Aún así, son demasiados.
Seudo profetas seudo bíblicos.
Acaso no lo habrían
hecho si hubieran recordado algunas de las profecías apocalípticas
más famosas que tuvieron lugar el siglo XIX. Entre ellas, la protagonizada
por un pastor bautista llamado William Miller, que a partir de 1818 examina
la Biblia y realiza ciertos cálculos que le llevan a predecir el regreso
de Jesucristo a la Tierra, y con ello el comienzo del Juicio Final, para el
21 de marzo de 1843. Como nada sucedió, sus discípulos -que posteriormente
fundarían la Iglesia Cristiana Adventista del Séptimo Día-
aseguraron que en realidad, el Mesías había vuelto... pero sólo
en espíritu. Parecida creencia sostuvo Charles Tazel Rusell, cuyos seguidores
fundarían más tarde el grupo religioso Testigos de Jehová.
Rusell demoró el terrible acontecimiento, primero hasta 1874, y después
hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914. Pero él mismo
murió en 1916 sin que se hubiera producido otro fin que el suyo propio.
No hay que preocuparse. Tras los pronósticos fallidos, los profetas o sus seguidores afirman que en realidad no se anuncia el fin del mundo, sino un periodo de convulsiones y cambios de todo tipo que darán lugar al fin de nuestro mundo, tal como lo conocernos. Pero para eso no nos hacen falta adivinos.
Los profetas ecológicos.
Los profetas se frotan las manos cada vez que aparecen pronósticos sombríos sobre las temibles consecuencias de cualquier avance tecnológico, sea el agujero de ozono, el calentamiento global, la contaminación, la pérdida de la biodiversidad, los peligros de la energía nuclear -guerra atómica incluida-, la aplicación indiscriminada de la ingeniería gen ética. .. Y, por supuesto, el tantas veces traído y llevado Efecto 2000.
El 2000 y las computadoras.
Cuando lea estas líneas,
ya habrá pasado más de un año desde la entrada en el año
2000. Y todos ya habremos experimentado las supuestamente catastróficas
consecuencias del milenarismo moderno: el Y2K (Year 2000), capaz de paralizar
los computadores del mundo entero. ¿Quién pudo creerse eso? Muchos.
Así pudimos ver cómo una feria celebrada a finales del mes de
septiembre de 1999 en la ciudad de Charlotte (Carolina del Norte) mostraba todo
un arsenal de productos pensados para la pura y dura sobrevivencia. Y anuncios
que pregonaban: "Pistolas y equipos que necesitarás para sobrevivir
al Efecto 2000". Y otros: "Si tienes municiones, tendrás alimentos".
No era para menos. Se hablaba de misiles nucleares que podrían salir
disparados de sus silos, de centrales atómicas que fallarían dejando
escapar mortífera radioactividad de bancos, hospitales, aeródromos
y supermercados cuyos sistemas informáticos se volverían locos...
En 1993, un caballero llamado Peter De Jager, escribió un artículo catastrofista titulado Doomsday. Dos años después creó una página en Internet -que llegó a tener hasta 800,000 visitantes al mes- para explicar el caos informático que se avecinaba, lo cual le valió ser llamado "El Profeta del Efecto 2000". Y todavía en 1999, el senador norteamericano Bennet, presidente del Comité Especial del Senado para el Problema Tecnológico del Año 2000, advirtió que los sectores menos r. preparados eran los de telecomunicaciones, el de salud y el"" del transporte aéreo. " ¿ Dónde pasará la Nochevieja?", le preguntó poco antes de finalizar el año un periodista a De Jager. "En un avión, -respondió-, volando de Chicago a Londres". Menos mal. Un profeta que rectificó a tiempo-
Tu destino personal.
Bueno. De lo anterior se
deduce que quizá profetizar el I futuro global de una nación o
de una sociedad sea imposible. ¿Debido acaso a la complejidad resultante
del gran número de personas implicadas? Si así fuera, ¿quizá
sería más fácil predecir qué le sucederá
a un individuo en concreto? Así lo creen muchos. Pues según afirmaba
ya hace años el estudio del sociólogo Amando de Miguel, "en
el conjunto de la población consultada, la mitad dice creer que el destino
está escrito en alguna parte, sólo que no lo conocemos bien."
Los cálculos indican que en España, por ejemplo, un país
del llamado Primer Mundo, quizá haya unos 50,000 adivinos aunque ellos
prefieren denominarse videntes, y un número incalculable de ellos en
todo el mundo. Los métodos más populares son el tarot, la lectura
de las rayas de la mano, de los posos del café o de la bola de cristal,
si bien existen casi medio centenar de mancias o artes adivinatorias, algunas
de ellas ciertamente originales, como las Bibliotecas del Destino mencionadas
al principio.
¿Se puede realmente adivinar el futuro? El error está implícito en la pregunta. No existe un futuro único y determinado, sino un abanico de futuros posibles que nuestras acciones crean a cada instante. Pero es que, además, si creemos en la adivinación, dejamos de creer en la libertad de cada individuo. Si, hagamos lo que hagamos, el futuro ya está escrito, ¿qué importaría actuar de una u otra forma? Claro que tampoco vale la pena preocuparse, pues hasta los videntes dicen no creer en la inexorabilidad del destino e invocan una de las frases predilectas de la astrología, que también se podría aplicar a cualquier otra forma de adivinación: "Las estrellas inclinan, pero no obligan". De modo que volvemos a estar como al principio.
Los adivinos y la Ciencia.
Durante muchos siglos, las
supuestas capacidades de los videntes, adivinos o profetas provenían
directamente de la divinidad. El siglo pasado apareció la llamada ciencia
de la parapsicología, y sus estudiosos bautizaron la videncia con el
nombre de precognición, palabra que pese a su aparente carácter
científico tampoco explica nada sobre sus causas. Para conseguir la necesaria
respetabilidad, entre 1928 y 1950 un psicólogo llamado Joseph Banks Rhine
comenzó a realizar pruebas de laboratorio en la Universidad de Duke (Carolina
del Norte, EE.UU.) Sus investigaciones afirmaron que sí era posible adivinar
el futuro. Pero los científicos que han tratado de reproducir sus trabajos,
estableciendo los protocolos adecuados y siendo muy cuidadosos, no han encontrado
resultados significativos.
Incluso el famoso físico Stephen Hawking, que en su juventud se interesó
por este tipo de cosas, se encontró con esta realidad inexorable: "Muchas
veces hallamos únicamente lo que deseamos encontrar". Paradójicamente,
la ciencia suele ser invocada a menudo por los parapsicólogos y videntes.
"Uno podría esperar -puede leerse en una enciclopedia sobre parapsicología-
que fenómenos como la telepatía, la clarividencia o la precognición
encontrarían ubicación en un cuerpo de teorías RC (realidad
clarividente) análogo alas teorías de la relatividad y la mecánica
cuántica. En el mundo de lo paranormal, la capacidad de un sensitivo
para adquirir información parece independiente de los intervalos de distancia
o de tiempo".
Pues lástima, pero pese a la desesperada necesidad de encontrar puntos
de apoyo, ni la relatividad ni la mecánica cuántica parecen representar
una base suficiente para dar carta de verosimilitud a supuestas capacidades
adivinatorias. El mismo Hawking engloba todos estos fenómenos bajo el
breve y despectivo epígrafe de "toda esa basura de moda". Del
mismo modo, el excepcionalmente benévolo Albert Einstein confesaba su
escepticismo "con respecto a todas estas creencias y teorías",
pues le parecía extremadamente raro justamente esa característica:
que los fenómenos descritos pudieran ser independientes del espacio y
del tiempo.
¿Por qué los horóscopos son falsos?
Cuando construimos un edificio,
por bello que parezca, cimentado en lodo o paja, se va a derrumbar inevitablemente.
Eso es lo que pasa con el mito de la Astrología, de la cual se deducen
los horóscopos que vemos publicados en revistas, escuchamos en la radio
y hasta son difundidos por televisión.
El error fundamental de la Astrología radica en el concepto totalmente
anticientífico de lo que son las Constelaciones. No por nada no hay ni
un Astrónomo que sea Astrólogo.
Desde siempre el hombre
ha observado el cielo e intentado explicarlo. Ya los antiguos griegos sabían
que la tierra era redonda y conocían la distancia y tamaño del
Sol y de la Luna. Pura matemática, pura ciencia exacta.
Pero otros, relacionando
a las estrellas entre sí con una imaginación exhuberante, como
cuando los niños ven figuras en las nubes, creyeron ver lo que conocemos
por Constelaciones: Escorpión, Orión, las Osas Mayor y Menor,
Sagitario, etc... Sin embargo, no todas las culturas vieron o imaginaron las
mismas figuras, lo cual ya habla del error de aceptar las Constelaciones como
tales.
El problema científico
radica en lo siguiente: 1o que vemos en una noche estrellada, como en un plano,
es en realidad una simple ilusión de óptica. Las diversas estrellas
de una constelación, digamos por ejemplo Orión, no tienen nada
que ver entre sí, porque están a distancias muy diversas del planeta
tierra o de nuestro sistema solar o hasta de nuestra Galaxia. Algunas ni siquiera
son estrellas sino nebulosas o aún galaxias de millones de estrellas
que vemos como un punto luminoso de tan lejos que están.
Uno de los signos zodiacales, por ejemplo Escorpión, tiene una estrella
supergigante, Antares, a una distancia de 600 años luz de la Tierra,
pero otra de sus estrellas, la M7 dista 750 y la M6, 1900. O sea, no tienen
ninguna relación entre sí. El concepto de Año Luz es muy
útil es muy útil en Astronomía, pero se presta a una especie
de engaño a nuestra mente, porque el manejar cifras como 600 o 1900,
nos imaginamos distancias como si fueran kilómetros terrestres y en realidad,
son distancias descomunales, inimaginables, "distancias astronómicas".
Un Año Luz es la distancia que recorre la luz en un año a razón
de 300,000 km. por segundo, lo que al final nos da un 93 seguido de doce ceros,
es decir, 93 millones de millones de kilómetros. Para llegar en una nave
espacial de la NASA a la estrella más cercana a la Tierra, la Alfa del
Centauro, necesitaríamos nada menos que 1400 siglos y eso que está
tan solo a 4.3 Años Luz.
Debemos preguntarnos honestamente
si algún cuerpo celeste, por grande que fuera, a una tal distancia, puede
tener alguna influencia en nuestras vidas.
Lo que es más, si creo que las diez o doce estrellas de una constelación
-simple ilusión engañosa de óptica- se relacionan entre
sí y además, se relacionan todas juntas con mi persona, y todavía
complico la cosa con un planeta con respecto a nuestro mismo Sol, estoy armando
un edificio tan absurdo y complicado como absolutamente falso.
Hay sin embargo dos cuerpos
celestes que de hecho sí influyen, no en cada persona o su destino, pero
sí ciertamente en toda la humanidad que habita en la Tierra: el Sol y
la Luna. El primero, para qué decirlo, dada la inclinación del
eje de la tierra con respecto a la órbita en la que giramos alrededor
del Sol, determina las estaciones y podemos padecer frío o calor. El
Sol de invierno no calienta gran cosa que digamos. Y también, si nos
exponemos a los rayos solares en verano, adquirimos un atractivo bronceado.
No pasa de ahí. Pretender que en un solsticio, encaramados en una pirámide,
nos llenamos de "energía" (sobretodo si llevamos un cinturón
rojo) es simplemente una falacia, un sin sentido.
La Luna, por su parte, aunque
es muy pequeña, por estar tan cerca de la Tierra, (un segundo y pico
en Años Luz) controla magnéticamente las mareas e inspira romances
y canciones en no pocos terrícolas. Es comprensible. Pero ya los otros
Planetas de nuestro sistema, están tan lejos, que su influencia magnética
o de otra clase, es prácticamente nula.
Evidentemente al partir de una teoría tan falsa -la existencia de constelaciones-
todo lo demás carece de fundamento y veracidad. La prueba más
fehaciente de todo esto es la incompatibilidad de los horóscopos. La
tabla del 2 es válida aquí y en China, pero no hay dos horóscopos
iguales para una misma persona. Regir la conducta a partir de uno de ellos,
(¿con qué criterio escojo el "bueno"?) es capricho,
ignorancia, inseguridad y error.
Conclusión.
Finalmente, debemos responder
a la pregunta más importante: ¿aciertan los adivinos en sus visiones
del futuro? La respuesta es sí. Igual que la gente normal y corriente,
es decir, lo que sería de esperar debido al simple azar. ¿Y cuál
es la forma más fácil de comprobar su ineficacia? Según
la psicóloga Mercedes Quintana, miembro de la asociación escéptica
ARP, "basta con que una misma persona acuda al consultorio de varios adivinos
y coteje luego sus predicciones". La ARP (Alternativa Racional alas Pseudociencias)
es una versión del CSICOP estadounidense (Comité para la investigación
Científica de los Supuestos Fenómenos Paranormales), y tanto unos
como otros han comprobado repetidamente la no validez de las pomposamente llamadas
Artes Adivinatorias.
Y es que ya lo decía la Biblia" "Si un profeta afirma que habla
en nombre de Yahvé y su profecía no se cumple, es que Yahvé
no ha dicho tal cosa". Amén.
EL PASAPORTE Y LA VISA
PARA LA VIDA ETERNA
El principal elemento para
el ingreso o salida de un i viajero de un País, es por supuesto, tener
pasaporte, pero este no es suficiente, necesita además, la visa del país
a donde va, pues sin ella no podrá entrar. Esta es una analogía
sumamente importante para un católico cuando se dispone al "viaje
sin retorno".
La Iglesia Católica nos extiende el pasaporte con el i agua del Bautismo,
y lo revalidamos por tiempo indefinido, con el Sacramento de la Confirmación.
Pero al llegar a la "Jerusalén Celestial" se nos pedirá
la "visa" y ésta solamente se puede adquirir con el total cumplimiento
de la Ley de Dios, que es posible con la ayuda de los Sacramentos, el estudio
y conocimiento de su Doctrina y la práctica de las Buenas Obras.
En la EVC pensamos que la mejor de las Obras de Misericordia que podemos hacer
en provecho de nuestro prójimo, es el ayudarlo en su Instrucción
Religiosa.
Ayúdenos usted a la difusión de los Folletos EVC, pues es posible
que la lectura de uno de ellos, sea la causa de que alguna alma se acerque a
la Iglesia Católica, y consiga "pasaporte y visa".
"INSTRUCCIÓN RELIGIOSA Y EUCARISTÍA"
AUTOR: SR. ABELARDO HERNÁNDEZ.
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