¿Quién es?
Viene bajando, de la montaña, cargado con un fardo de leña muy
pesado. Camina todo encorvado.
Es Jesús, el hijo de José, el carpintero de la aldea de Nazaret.
Debe tener unos catorce años.
Pero se ha detenido a tomar aliento y ha puesto en el suelo su carga.
Tiene el rostro encendido. Se limpia el sudor de la frente y contempla los campos.
Luego, junta las manos y pone los ojos en el cielo azul.
Algo como una sonrisa. En aquel rostro se refleja su alma; todo en ella es dulzura
y paz. Está hablando con su Padre celestial. Levanta de nuevo su carga.
A poco andar, llega al taller.
- Descansa un poco - , le dice José. - Y luego ve al cobrar ese dinero
que te dije antes.
José necesita dinero.
A la puerta de una casa está esperando Jesús. Sale el dueño,
malhumorado.
- ¿ Vienes por el dinero?
Dile a tu padre que venga. Le expliqué
todo bien claro; no sirve lo que hizo. ¡Todo lo han de entender ustedes
al revés!
Jesús vuelve al taller, regañado y sin el dinero que José
esperaba.
- No te aflijas - , le dice al niño después de oírlo. -
- Voy a ir yo mismo. Pero ahora, barre de una vez; ya es tarde; ya nos vamos.
En la noche están sentados los tres en el banco de piedra, fuera del
cuartito en que han cenado.
No hay luna; pero en el cielo limpio hay polvo de diamantes.
Platican María y José; el hijo escucha. .
Se alarga la conversación.
De pronto, en una pausa, dice Jesús unas palabras. Es sólo una
reflexión; pero tan original y tan profunda que sus padres se quedan
sin hablar: Se miran; y los dos piensan: "Con razón tenía
admirados a los doctores de Jerusalén"
Ya es hora de dormir.
Y entran a la casita... Se oyen las tres voces juntas. Son las últimas
oraciones de aquel día.