El Dios de la vida quiere a los Jóvenes

El Dios de la Vida que ha creado todas las cosas y acompaña a todas sus creaturas a lo largo de su existencia, ha tenido la iniciativa de hacerse presente en el caminar y en la vida de los jóvenes. No quiere dejarlos solos, especialmente en las situaciones más difíciles o cuando creen que están más alejados. Precisamente en esos momentos, su presencia se hace más visible y cercana.
El relato bíblico de Jacob lo asegura. Escapando de su hermano Esaú y volviendo a su tierra en busca de nuevas posibilidades para rehacer y realizar su vida, tuvo un sueño que lo transformó y lo hizo un hombre nuevo, convencido de la presencia y de la cercanía de Dios en su camino. Sus palabras a Jacob son las que vuelve a repetir hoy a los jóvenes:

“Estoy contigo. Te protegeré a donde vayas. No te abandonaré” y las que hacen reconocer
a Jacob que “realmente Yavé está en este lugar y yo no lo sabía” (Gen 28,10-17).

 

 

Es un Dios vivo y verdadero que se juega por la vida, actúa contra todo lo que la amenaza o la destruye y llama a optar siempre por ella: “Te he ofrecido en este día la vida o la muerte, la bendición o la maldición... Elige la vida, para que vivas tú y tu descendencia, amando a Yavé, escuchando su voz y uniéndote a él, pues en eso está tu vida y la duración de tus días” (Deut 30,15-20).

El Dios de la Vida llama a los jóvenes al protagonismo.

Esta presencia de Dios en el caminar y en la vida de los jóvenes es un llamado para que sean protagonistas de su plan de salvación, para que descubran su identidad de hijos de Dios y respondan comprometiéndose con el proyecto que tiene para su pueblo. Así, podrán ir construyendo sus vidas junto con las de todos los demás llamados a caminar hacia el cumplimiento de la promesa. No se trata de un protagonismo triunfalista, sino de un protagonismo de servicio a la vida como don de Dios, al amor, a la misericordia, a la solidaridad, a la justicia, a la paz.

Los jóvenes que Dios llama hoy a ser protagonistas de las luchas de su pueblo, tampoco escapan a los problemas y sufrimientos del mismo pueblo al que quieren ayudar a liberar.
Sus actitudes de valentía, fidelidad, lucidez, amor y generosidad se entremezclan muchas veces con actitudes de miedo, traición, duda, egoísmo, tentación de abandono y postergación. Sin embargo, el Dios de la Vida sigue llamando...

“Numerosos jóvenes de hoy desean ser protagonistas de la evangelización y artífices de la renovación social... Hay que orientar sus cualidades y su capacidad creativa hacia el objetivo más elevado que puede atraerlos y entusiasmarlos: el bien de la sociedad, la solidaridad con todos los hermanos, la difusión del ideal evangélico de vida y de compromiso concreto en bien del prójimo y la participación en los esfuerzos de la Iglesia para favorecer la construcción de un mundo mejor”15

Dios Padre.

Dios invita a los jóvenes a ser destinatarios de su amor. Se hace presente en sus vidas como padre tierno y bondadoso, “lento para enojarse y rico en misericordia” (Ex 34,6), siempre cercano y atento a sus necesidades y a las de su pueblo. Da respuesta así a sus búsquedas de un Dios que los quiera, que los acompañe, que esté siempre a su lado y que no los abandone especialmente en los momentos más difíciles.

En el bautismo, los acoge como sus hijos, los llama por su nombre, comparte con ellos su vida para que sean capaces de amar y ser amados, de sacrificarse por el bien de todos, de jugarse por la verdad contra toda mentira y falsedad y de comprometerse a ser constructores de la nueva humanidad iniciada ya en su propio hijo Jesús.