Folleto EVC No. 461

ARQUIDIOCESIS PRIMADA DE MÉXICO

¿QUÉ SON LOS EVANGELIOS?

R.P. Padre Herrasti, S.M.

 

NIHIL OBSTAT

16 de diciembre de 1998 Pbro. Lic. José Luis G. Guerrero Rosado Censor

IMPRIMATUR

22 de diciembre de 1998 Pbro. Lic. Guillermo Moreno Bravo vicario General

 

¿ QUÉ SON LOS EVANGELIOS ?

INTRODUCCIÓN

 

Sin lugar a dudas el personaje más importante de toda la historia de la humanidad es Jesucristo por el hecho de ser nada menos que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Hijo, "nacido de mujer, nacido bajo la ley en la plenitud de los tiempos". (Gál.4.4)

Por un amor absolutamente gratuito, Dios "nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuesemos santos e inmaculados ante El por el amor. El nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos... por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados". (Ef.1,4-7)

La encarnación del Verbo Eterno de Dios tenía por fuerza que darse en algún momento de la historia, en algún lugar concreto de la Tierra, en algún pueblo determinado y de una mujer concreta. Pero para llevar a cabo su obra de salvación, Dios no eligió a ninguno de los pueblos poderosos que habitaban la tierra, sino que pidió a un anciano caldeo llamado Abraham, mediante un sublime acto de Fe y esperanza contra toda esperanza, la creación de un pueblo nuevo, un pueblo suyo, el Pueblo de Dios. Toda esta historia maravillosa está relatada en un libro, el más importante del mundo: la Sagrada Biblia.

 

¿Qué es la Biblia?

Durante unos 18 siglos, desde Abraham hasta Jesucristo, el pueblo de Israel descubrió, cada vez con mayor lucidez, que el Dios único se había ligado a él con una alianza especial: "Tú serás mi Pueblo y Yo seré tu Dios". Los profetas, que hablaron de parte de Dios, las experiencias positivas y negativas resultado de la Alianza, sus inquietudes, oraciones, triunfos y dramas, fueron pasando de una manera u otra a los libros y documentos que los responsables religiosos de Israel recibieron, escogieron y acreditaron como parte del Libro Sagrado.

Así se formó el Antiguo Testamento de la Biblia. Estos libros son la herencia más preciosa que Dios entregó como Testamento a su pueblo escogido.

Después de tantas experiencias, "en la plenitud de los tiempos", el Padre Eterno envió a su Hijo Unigénito a consumar la obra de la Redención. Los esfuerzos de Jesús para salvar al pueblo judío llevándolo a la madurez de la fe y descubriéndolo a Dios como Padre amoroso; la predicación de la Buena Nueva (Evangelio) de la salvación y después su rechazo, muerte y resurrección dieron origen en la Iglesia por El fundada a la redacción y aprobación de los libros, del Nuevo Testamento.

Los libros de ambos testamentos forman la Biblia completa que consta de 73 libros: 46 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo.

La Biblia fue Inspirada por Dios.

Cuando leemos la Biblia, sobre todo en la Santa Misa, decirnos al final "Palabra de Dios". Eso quiere decir que en las Sagradas Escrituras Dios nos está hablando. En otras palabras, reconocemos que la Biblia está inspirada por Dios, que los autores humanos, Isaías, Jeremías, San Mateo, San Pedro, etc., con lenguaje humano y con su estilo propio, nos están diciendo lo que Dios mismo les ha revelado. Dios es el autor principal de la Biblia.

Otras culturas también tienen sus "libros sagrados", como el Libro de los Vedas de los hindúes, o el Corán del Islam, pero hay una diferencia abismal con respecto a la Biblia. Hemos de reconocer la autoría de Dios en la Biblia al menos por un detalle: el cumplimiento prodigioso de profecías hechas con siglos de anticipación.

¿Cómo explicar, sin la intervención divina el hecho de que el Rey David, 1000 años antes, o Isaías 700, hayan podido describir con detalles sorprendentes la pasión y muerte de Jesucristo? El anuncio del Mesías está presente en todo el Antiguo Testamento, desde el Génesis hasta Baruc, el último de los Profetas, un siglo antes de Cristo.

Por eso la Constitución "Del Verbum" del Concilio Vaticano Segundo nos dice:Las verdades reveladas por Dios, que se contienen en la Sagrada Escritura, se consignaron por base de los Apóstoles, reconoce que todos los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, con todas sus partes, son sagrados y canónicos, en cuanto que, escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor, y como tales han sido confiados a la Iglesia.

En la composición de los libros sagrados, Dios se valió de hombres elegidos, que usaban todas sus facultades y talentos; de este modo, obrando Dios en ellos, y por ellos, como verdaderos autores, pusieron por escrito todo y sólo lo que Dios quería" (DV 1 l).

"Cristo crucificado es una prueba de la solidaridad de Dios con el hombre que sufre"

Juan Pablo II

 

La Interpretación de la Biblia.

Los libros de la Biblia no entregan su mensaje sino al que viene a compartir la experiencia de la comunidad en que se originaron estos libros. Hay una manera de entender la Biblia que es propia del Pueblo de Dios: es lo que llamamos la Tradición del Pueblo de Dios. Jesús recibió en su propia familia y en las sinagogas, la tradición judía. Luego enseñó a sus Apóstoles una nueva manera de comprender la Historia Sagrada: por eso se habla de la Tradición de los Apóstoles o de Tradición de la Iglesia.

Para comprender la Biblia, no podemos confiarnos de cualquier predicador que la manipula a su conveniencia. Debemos recibirla tal como la entiende la Iglesia Católica, que fue fundada por Cristo mismo en los Apóstoles y que en 2000 años ha sabido ser fiel al "Depósito de la Fe" sorteando toda clase de errores y desviaciones.

La Biblia es un libro muy complejo y difícil de leer y entender ya que fue escrito a lo largo de miles de años y por muchos autores humanos inspirados por Dios. No conviene leerla de la página 1 en adelante, del Génesis al Apocalipsis.

Lo mejor para saber lo que la Biblia nos quiere decir es el estudio del Catecismo de la Iglesia Católica, editado por Juan Pablo II en 1992 teniendo a mano la Sagrada Biblia. Cada tema, cada página, cada párrafo, tiene como base la Palabra de Dios (hay en el Catecismo 2927 citas) enriquecido y explicado por la tradición y el Magisterio de la Iglesia. Podemos decir que dicho Catecismo es pura Biblia con el sello de garantía de la Iglesia fundada por el Señor Jesús.

 

LOS CUATRO EVANGELIOS

La palabra "evangelio", del griego "evangelion" quiere decir buena nueva, buena noticia. Y Jesucristo es El mismo la Buena Noticia, el único Evangelio para la humanidad entera. Cuando hablamos de "cuatro Evangelios", estamos designando en realidad cuatro versiones distintas del único Evangelio. Por eso decimos "según San Juan o según San Lucas".

Los Apóstoles y demás Discípulos, fueron comunicando esa Buena Nueva por todo el mundo conocido en aquel entonces. Judíos, griegos, romanos, egipcios, galos, hispanos, etc., se convirtieron gozosos y supieron dar su vida valientemente por la causa del Evangelio durante las persecuciones romanas..

Pero Jesucristo nunca escribió un libro ni la Iglesia al principio pensó en ello: el Evangelio se transmitía oralmente y con eso bastaba, pero llegó el momento en que decidieron los mismos Apóstoles consignar dichos y hechos de Jesús, para evitar deformaciones en el mensaje auténtico del Señor. Así fueron escribiéndose los cuatro Evangelios que conocemos y también los demás libros del Nuevo Testamento.

Es pues muy importante tener en cuenta que la Tradición Apostólica es anterior cronológicamente y en cierta manera más importante que los libros escritos, ya que es la Iglesia la que nos entrega por Tradición cuáles son los auténticamente inspirados por Dios tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.

Error fatal de los protestantes es hacer a un lado la Tradición con la idea de que "solo la Biblia basta". Si no contarnos con la Iglesia Católica que con su Tradición nos interpreta la Biblia, caemos, como vemos sucede en la infinidad de iglesias y sectas protestantes en toda clase de desviaciones y errores que pueden llegar a consecuencias fatales, a la muerte misma por suicidios masivos, como en la Guyana, en Waco y en otras partes del mundo.

Hemos de tener presente que los Evangelios, que narran acontecimientos reales y contienen verdadera historia no fueron concebidos principalmente como biografías de Jesucristo en el sentido actual de esta palabra. Su finalidad primordial es instructiva, formadora, didáctica. Surgieron para el servicio de la predicación cristiana de la primera hora, corra corroboración y ayuda de la predicación oral, para despertar y fortalecer la fe en Jesucristo. (Lc. 1, 1,ss; Jn.20,31)

Todo ello nos explica el porqué las narraciones evangélicas, lejos de ser exhaustivas (Jn.20,30), son sumamente parcas al referir los hechos así como en precisar detalles cronológicos o geográficos. Son de un carácter esquemático y doctrina¡, prescindiendo de detalles que nos hubiera encantado conocer, por ejemplo cómo eran físicamente tanto Jesús, como María

.

Una inquietud pertinente

Habiendo sido escritos los Evangelios al menos 30 años después de los hechos, podemos preguntarnos qué grado de fidelidad pueden contener. ¿No quedarían un tanto deformados por causa precisamente de la predicación que puede ser un tanto subjetiva y aún por la misma buena fe de los creyentes?

Católicos y no católicos, admiten que todo el material que contienen los Evangelios fue algo vivo, permanente, entrañable y de vital importancia en las primeras décadas del cristianismo. Cuando no existían los libros impresos (aún en nuestros días se da en culturas un alto grado de analfabetismo) la mnemotecnia (técnicas para memorizar) y la facilidad asombrosa para repetir fielmente breves relatos, frases sentenciosas y aún pequeños discursos con frecuencia redactados en forma rítmica o cadencioso, garantizan dicha fidelidad al relato apostólico. Los dichos y hechos de Jesús (bienaventuranzas, parábolas, milagros) se repetían con facilidad por parte de los diversos predicadores y aunque se detectan algunas variantes, no existen deformaciones sustanciales. La historicidad básica de los relatos evangélicos es por tanto irrecusable.

Además sabemos que de los cuatro Evangelistas, dos, San Mateo y San Juan, fueron Apóstoles y los otros dos, San Marcos y San Lucas fueron discípulos directos de San Pedro y de San Pablo respectivamente. Hombres que presenciaron los hechos, que estuvieron al lado de Jesús por tres años como los dos primeros o bien hombres responsables como San Marcos y San Lucas que estuvieron ligados a los Apóstoles y que minuciosamente se informaron (Lc. 1, 1 -4) de la verdad y de la exactitud de palabras y hechos, son de una inmediatez evidente, garantía de fidelidad.

Justamente la Iglesia recibió esos libros como Sagrados, por haber sido redactados por los mismos Apóstoles o al menos bajo su vigilancia y dependencia. Ese origen apostólico fue precisamente el criterio para admitir los Evangelios auténticos o rechazar otros pretendidos evangelios surgidos posteriormente, llamados apócrifos.

Pero aún existe el hecho de que fueron escritos bajo la inspiración divina. ¿Cómo pues poner en duda que las narraciones evangélicas sean históricamente fidedignas o cómo pensar que no nos transmiten fielmente el pensamiento de Jesús?

 

Los Evangelios "Sinópticos"

La estructura literaria, el estilo y el plan interno de los Evangelios varían no poco entre sí, especialmente en lo que respecta a los tres primeros comparados con el de San Juan. En efecto: los escritos de San Mateo, San Marcos y San Lucas presentan un cierto paralelismo y son por eso llamados Sinópticos (de "sinopsis", mirada de conjunto) ya que su plan es idéntico y hasta puede ponerse en columnas paralelas, aunque con algunas variantes. Comienzan con la predicación de San Juan Bautista, presentan luego la predicación y actuación de Jesús en Galilea y finalmente su viaje a Jerusalén con los acontecimientos de su pasión, muerte y resurrección. Tienen muchas coincidencias pero cada uno tiene un enfoque distinto y relata algunas cosas de que carecen los otros dos.

Cada Evangelista es responsable de la verdad de sus relatos y de la fidelidad a las palabras de Jesús que aduce, según su modo particular de concebir su libro y redactado, según los fines personales, siempre instructivos, que con ello se propuso.

 

El Evangelio de San Juan.

San Juan, por supuesto, tiene en su Evangelio la misma finalidad e los sinópticos: quiere llevara la mente y el corazón del lector la fe en Jesús como Mesías y como Hijo de Dios, con la vida espiritual en Cristo que ello supone: escribe para "que creyendo en El tengáis la vida en su Nombre" (Jn.20,31).

Pero San Juan discurre por otros caminos que los Sinópticos: habiendo escrito su Evangelio cerca del año 95, supone los otros tres Evangelios y además la Teología desarrollada por San Pablo y la catequesis primitiva. Se basa mucho en sus recuerdos personales acerca de Jesús, al que admiraba fuertemente con su corazón juvenil captando detalles que los demás no notaron. La selección de temas y la manera de presentarlos son pues, muy originales y distintos respecto a los otros Evangelios.

Cuando San Juan escribe ya habían surgido herejías dentro de la Iglesia, como los gnósticos que negaban la perfecta humanidad de Cristo y les sale al paso con un Evangelio muy cristológico. En el versículo 14 del primer capítulo dice fuertemente que "el Verbo se hizo carne", esa carne que San Juan tocó con sus propias manos, ese cuerpo bien humano en el cual se recostó en la Ultima Cena.

Pero por otro lado Cerinto y los Ebiondas negaban la divinidad de Jesús y por eso también, desde los primeros versículos de su Evangelio afirma tajantemente que "el Verbo era Dios".

Presenta al judaísmo como enemigo declarado del cristianismo: siendo él mismo judío, habla de los enemigos de Jesús como de "los judíos".

Omite muchos sucesos ya narrados en los sinópticos pero incluye otros inéditos, como el discurso maravilloso de Jesús en la Ultima Cena y el lavatorio de los pies hecho por el Maestro.

Recordemos una vez más que ninguno de los cuatro Evangelistas intentó darnos una completa biografía de Jesucristo. Nos comunican sus enseñanzas con total fidelidad, sus hechos principales absolutamente históricos y su visión personal de la figura del Señor.

De estas cuatro narraciones evangélicas, "resulta la imagen única de un Judío que superó el judaísmo, la de un Hombre que superó la humanidad, la del Hombre-Dios, Jesús de Nazaret, el héroe y protagonista de la cuádruple narración que forman los cuatro libros del único Evangelio, el libro más hermoso que jamás se ha escrito". (Bover-Cantera).

 

El Evangélico según San Mateo.

¿Quién era San Mateo? Lo dice su mismo Evangelio: "Cuando partía de allí, vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado al banco de los impuestos y le dijo: Sígueme. Y él levantándose, le siguió". (Mt.9,9). San Marcos nos relata el mismo acontecimiento (Mc.2,14) en donde aparece su otro nombre: Leví, hijo de Alfeo.

Era pues, un recaudador de impuestos, un "publicano" y por lo tanto odiado por los judíos que los consideraban traidores a Israel por recaudar los impuestos para el Imperio Romano. Pero Jesús que conoce los corazones, no vaciló en llamarlo y de aquél pecador surgió un Apóstol y Evangelista.

San Mateo escribió su Evangelio entre los años 40 y 50 en arameo que era la lengua popular en esa época, para las comunidades cristianas en las cuales eran muy numerosos los creyentes de origen judío. Encontramos inmediatamente un gran empeño en demostrar cómo en Jesucristo se cumplieron las profecías que bien conocían los compatriotas. Desde el primer capítulo en el versículo 22 nos dice al comentar el nacimiento virginal del Mesías: "Todo lo cual se hizo en cumplimiento de lo que había dicho el Señor por el profeta" (Is.7,14). Y en seguida abundan las citas: 2,6; 2,15; 2,18; 2,23; 3,3; 3,7; 3,10, etc...

Demuestra San Mateo que estaba muy familiarizado con los usos y costumbres de los judíos, así como de los lugares bíblicos y con los Sagrados Escritos. Además en el texto griego no se traducen palabras arameas dado que sus lectores las entendían.

Se notan claramente cinco partes: cada una de ellas empieza con hechos de Jesús y termina con un discurso.

• El Sermón de la Montaña: Caps. 5 al 7.

• Instrucción a los Misioneros: Cap. 10.

• Las parábolas del Reino: Cap. 13.

• La Convivencia en la Iglesia: Cap. 18.

• El porvenir de la Iglesia: Caps.23 al 25.

San Mateo ve en Jesús al Maestro de la humanidad. Sus parábolas y discursos nos enseñan un camino de perfección y dan la pauta para nuestra convivencia en la Iglesia.

El lenguaje que San Mateo emplea en su Evangelio es claro y sencillo, la materia está ordenada cuidadosamente, las descripciones de los hechos de la vida de Jesús poseen con frecuencia interés y emoción dramática y revelan las altas cualidades literarias del autor.

 

 

El Evangelio según San Marcos.

Es el segundo de los Evangelios y también el más breve

de ellos. Fue escrito, como el de San Mateo, por los años 50. Su autor era un judío de Jerusalén llamado Juan Marcos y según se refiere en los Hechos de los Apóstoles (1 2,12) vivían sus padres en Jerusalén y en su casa se reunía para el culto la primitiva congregación cristiana.

Junto con su tío Bernabé, acompañó Marcos a San Pablo en su primer viaje misional, pero surgidas ciertas dificultades en Perge de Panfilia, regresó a su ciudad de Jerusalén. (Hech. 13,13)

San Marcos estuvo en Roma con el Apóstol San Pedro, del que fue discípulo, intérprete y secretario. Por haber sido bautizado por San Pedro, le llama cariñosamente hijo suyo. (1 Pe.5,13)

San Marcos puso por escrito las enseñanzas que aquél había dado de palabra y se valió asimismo de otras fuentes para ello. Refiere de la vida de Jesús ciertos pormenores y revela tal conocimiento de circunstancias de lugar y de tiempo, que ello solo habría sido posible tratándose de una persona que hubiera presenciado los hechos y convivido con las personas que en ellos hubieran intervenido.

Sin embargo, San Marcos no había sido testigo directo de lo que narra, sino que se limita a escribir lo que San Pedro le había contado a su vez. Por esta razón destaca de un modo tan intenso la personalidad del Apóstol en todo el Evangelio, llamado con justo motivo "el Evangelio Petrino".

Como el Evangelio de San Marcos está destinado a los cristianos procedentes del paganismo, cita poco al Antiguo Testamento, explica las costumbres judías y no habla de la Ley de Israel. Reflejando el temperamento fogoso de San Pedro, nos ofrece una imagen vívida e impresionante de Jesucristo. Con maestría incomparable traza un vivo retrato del carácter de Jesús gracias al admirable orden con que presenta los hechos de] Maestro y debido también al fin catequético que con ello persigue y al vigor y estilo de su lenguaje.

 

El Evangelio según San Lucas.

El tercer Evangelio es el de San Lucas, que fue escrito hacia el ano 62 y dedicado a un distinguido cristiano llamado Teófilo, procedente del paganismo y también probablemente a una congregación cristiana fundada por San Pablo. Está redactado en un griego muy literario, lo cual hace suponer la elevada cultura del autor.

La mentalidad de San Lucas no es semítica sino grecolatina, como la nuestra, y además no escribe para judíos sino para griegos y romanos. Es por eso que con una inquietud muy actual, como si fuera un reportero o cronista de nuestro tiempo, investiga minuciosamente y pone todo en orden. Es el Evangelio, para nosotros, más fácil de leer, así como su continuación, los Hechos de los Apóstoles.

San Lucas fue médico de profesión, lo cual puede observarse en las numerosas expresiones técnicas y en diferentes descripciones de enfermedades que aparecen en su Evangelio.

Según Eusebio de Cesarea, historiador de la Iglesia, procedía de Antioquía de Siria. Era de ascendencia gentil y probablemente fue acogido prontamente en Antioquía en el seno del cristianismo. San Lucas fue uno de los amigos más íntimos y leales de San Pablo, a quien acompañó en sus viajes misionales segundo y tercero y con el cual compartió en Cesarea y en Roma los años de cautiverio.

Después de la muerte del Apóstol de los gentiles, lo que la historia nos transmite, no ofrece garantía de veracidad. Parece ser que predicó el Evangelio en Grecia y que murió mártir. La Iglesia lo conmemora y venera el 18 de octubre.

Su Evangelio se caracteriza por la belleza de su estilo, por el calor y sentimiento de sus narraciones, que nos brindan un maravilloso retrato del Salvador. Contiene un buen número de parábolas que solo se encuentran en su Evangelio y que nos revelan claramente el amor de Jesús hacia los pecadores. Es el "Evangelio de la Misericordia".

Debemos a San Lucas, gracias a sus dotes de investigador, lo referente a la infancia de Jesús y podemos imaginario entrevistando a la Santísima Virgen María en la casa de San Juan, para anotarlo todo cuidadosamente.

 

El Evangelio según San Juan.

Como hemos ya dicho, el cuarto Evangelio es muy distinto de los Sinópticos. Fue escrito en Efeso y dirigido a las comunidades del Asia Menos (la actual Turquía) y constituye un complemento de los otros tres. Mientras aquellos relatan sobre todo la actividad de Jesús en Galilea, el Evangelio de San Juan se refiere más bien a la obra realizada por el Señor en Judea y Samaria. Contiene discursos profundos y bellísimos aunque a menudo difíciles de entender, dirigidos a judíos instruidos.

San Juan nació a orillas del lago de Genezaret, hijo del pescador Zebedeo y de María Salomé, emparentada con Jesús. Era hermano de Santiago el Mayor y ejercía, como su padre, el oficio de pescador. Primero fue ferviente discípulo de San Juan Bautista a orillas del Jordán mas luego obedeció junto con San Andrés a la llamada del Señor y fue miembro del Colegio Apostólico, testigo presencial de la Ultima Cena y del drama del Calvario.

Además de San Pedro, era San Juan, tal vez debido a su juventud virginal, discípulo predilecto del Maestro y al que al morir, le confió el cuidado de su Madre Santísima. Desplegó su actividad evangelizadora primeramente en su Galilea natal, en Samaria y Judea, pero después de la muerte de San Pablo fue obispo de Efeso. Durante el reinado del emperador Domiciano fue desterrado a la isla de Patmos, padeció crueles suplicios y en el año 96 bajo el emperador Nerva, regresó a Efeso donde falleció más que centenario entre 96 y 117.

Su Evangelio refleja los destellos del gran amor y fidelidad del discípulo a su Señor. Da testimonio de su fogoso temperamento defendiendo con gran celo la Fe cristiana de los ataques de los primeros herejes.

"Somos llamados, en nuestras propias vidas, a escuchar, conservar y realizar la Palabra de Dios".

Juan Pablo II

 

Representación simbólica de los Evangelistas.

La piedad cristiana se ha complacido en dar por emblema a los Evangelistas, los cuatro seres vivientes misteriosos descritos en el Apocalipsis por San Juan arrebatado en éxtasis: "El primer Viviente como un león; el segundo Viviente como un novillo; el tercer Viviente tiene un rostro como de hombre; el cuarto Viviente es como un águila en vuelo". (Ap.4,7).

Los Santos Padres atribuyeron el hombre a San Mateo porque comienza su Evangelio con la genealogía humana de Jesús.

El león simboliza a San Marcos que principia con la predicación del Bautista, semejante al rugido del león en los desiertos de Judea.

El novillo se atribuye a San Lucas porque da comienzo su Evangelio narrando el sacrificio de Zacarías en donde los novillos eran las víctimas principales.

Por fin, el águila designa a San Juan, cuyo vuelo majestuoso sobrepasa a todas las criaturas y penetra hasta el Seno del Padre Eterno para contemplar desde ahí la Encarnación del Verbo Eterno.

"El verdadero apóstol del Evangelio es el que va humanizando y evangelízando al mismo tiempo, en la certeza de que quien evangelíza, también civiliza".

Juan Pablo II.


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