Dom |
Lun |
Mar |
Mié |
Jue |
Vie |
Sáb |
|
||||||
MISAL ABRIL DEL 2014 / www.laverdadcatolica.org |
INTENCIONES DEL SANTO PADRE PARA ABRIL |
|
INTENCIÓN UNIVERSAL: | |
Para que los gobernantes promuevan el cuidado de la creación y la justa distribución de los bienes y recursos naturales. |
|
INTENCIÓN POR LA EVANGELIZACIÓN: | |
Para que el Señor Resucitado llene de esperanza el corazón de quienes sufren el dolor y la enfermedad. |
UN MANANTIAL INAGOTABLE
Ez 47, 1-9. 12; Jn 5, 1-3. 5-16
Para quienes hemos habitado en páramos resecos, resulta estimulante imaginar un manantial desbordante, que conforme avanza, extrañamente aumenta su caudal. El agua para quien vive de la tierra, es la presencia cercana y apetecible del favor divino. Con ese manantial extraordinario toda la estepa del Jordán se llenaría de frutos, peces y comida. El agua es fuerza vivificante que solamente requiere de tierra y trabajo humano. Un manantial es una bendición; si además lo vemos como símbolo de dones espirituales adquiere mayor sentido. En ese caso, el relato del Evangelio de san Juan nos encamina en esa dirección. La piscina del templo de Jerusalén será removida por la fuerza de Dios y se convertirá en instrumento de sanación para el paralítico. Jesús discierne el designio de Dios y detiene el malestar del enfermo, mostrando que efectivamente, Dios trabaja y ha trabajado siempre, para favorecer la vida abundante de su pueblo.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Is 55, 1)
Todos los que están sedientos, vengan por agua, dice el Señor; aunque no tengan dinero, vengan a beber con alegría.
ORACIÓN COLECTA
Que los sacrificios y oraciones
cuaresmales dispongan, Señor, a tus hijos para celebrar dignamente el
misterio pascual y trasmitir al mundo el feliz anuncio de la salvación.
Por nuestro Señor Jesucristo... LITURGIA DE LA PALABRA
Vi salir agua del templo: era un agua que daba vida y fertilidad.
Del libro del profeta Ezequiel: 47, 1-9. 12
En aquellos tiempos, un
hombre me llevó a la entrada del templo. Por debajo del umbral manaba
agua hacia el oriente, pues el templo miraba hacia el oriente, y el agua bajaba
por el lado derecho del templo, al sur del altar.
Luego me hizo salir por el pórtico del norte y dar la vuelta hasta el
pórtico que mira hacia el oriente, y el agua corría por el lado
derecho. Aquel hombre salió hacia el oriente, y con la cuerda que tenía
en la mano, midió quinientos metros y me hizo atravesar por el agua,
que me daba a los tobillos. Midió otros quinientos metros y me hizo pasar;
el agua me daba a las rodillas. Midió quinientos más y me hizo
cruzar; el agua me daba a la cintura. Era ya un torrente que yo no podía
vadear, pues habían crecido las aguas y no se tocaba el fondo. Entonces
me dijo: "¿Has visto, hijo de hombre?"
Después me hizo volver a la orilla del torrente, y al mirar hacia atrás,
vi una gran cantidad de árboles en una y otra orilla. Aquel hombre me
dijo: "Estas aguas van hacia la región oriental; bajarán
hasta el Arabá, entrarán en el mar de aguas saladas y lo sanearán.
Todo ser viviente que se mueva por donde pasa el torrente, vivirá; habrá
peces en abundancia, porque los lugares a donde lleguen estas aguas quedarán
saneados y por dondequiera que el torrente pase, prosperará la vida.
En ambas márgenes del torrente crecerán árboles frutales
de toda especie, de follaje perenne e inagotables frutos. Darán frutos
nuevos cada mes, porque los riegan las aguas que manan del santuario. Sus frutos
servirán de alimento y sus hojas, de medicina". Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 45 R/.
Con nosotros está Dios, el Señor.
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, quien en todo peligro nos socorre.
Por eso no tememos, aunque tiemble, y aunque al fondo del mar caigan los montes.
R/.
Un río alegra a la ciudad de Dios, su morada el Altísimo hace
santa. Teniendo a Dios, Jerusalén no teme, porque Dios la protege desde
el alba. R/.
Con nosotros está Dios, el Señor; es el Dios de Israel nuestra
defensa. Vengan a ver las cosas sorprendentes que ha hecho el Señor sobre
la tierra. R/.
ACLAMACIÓN
(Sal 50, 12. 14) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Crea en mí, Señor, un corazón puro y devuélveme
tu salvación, que regocija. R/.
Al momento el hombre quedó curado.
Del santo Evangelio según san Juan: 5, 1-3. 5-16
Era un día de fiesta
para los judíos, cuando Jesús subió a Jerusalén.
Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las Ovejas, una piscina llamada
Betesdá, en hebreo, con cinco pórticos, bajo los cuales yacía
una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. Entre ellos estaba
un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.
Al verlo ahí tendido y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo en tal estado,
Jesús le dijo: "¿Quieres curarte?" Le respondió
el enfermo: "Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando
se agita el agua. Cuando logro llegar, ya otro ha bajado antes que yo".
Jesús le dijo: "Levántate, toma tu camilla y anda".
Al momento el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a
andar.
Aquel día era sábado. Por eso los judíos le dijeron al
que había sido curado: "No te es lícito cargar tu camilla".
Pero él contestó: "El que me curó me dijo: 'Toma tu
camilla y anda' ". Ellos le preguntaron: "¿Quién es
el que te dijo: 'Toma tu camilla y anda'?" Pero el que había sido
curado no lo sabía, porque Jesús había desaparecido entre
la muchedumbre. Más tarde lo encontró Jesús en el templo
y le dijo: "Mira, ya quedaste sano. No peques más, no sea que te
vaya a suceder algo peor". Aquel hombre fue y les contó a los judíos
que el que lo había curado era Jesús. Por eso los judíos
perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, los dones que tu providencia nos ha dado para sostén de nuestra vida mortal y conviértelos, para nosotros, en alimento que da la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 22, 1-2)
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace reposar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que este sacramento, Señor, purifique y renueve nuestro espíritu e infunda en nuestro cuerpo la fuerza necesaria para vivir y morir cristianamente. Por Jesucristo, nuestro Señor.
DE LA MUERTE A LA VIDA
Is 49,8-15; Jn 5,17-30
En el fragmento del profeta Isaías encontramos la escena del establecimiento del Siervo de Yavhé con el cometido de anunciar el regreso de Israel a su tierra. Para animarlos a emprender el camino de regreso a casa, describe que éste se dará sin sobresalto alguno, dispondrán de forraje para el ganado y de agua en abundancia. La gente regresará a repoblar una tierra desolada. Misión difícil esa de recomenzar una obra que terminó en el fracaso. En esas circunstancias el ánimo, está por los suelos y no se dispone de un mínimo de entusiasmo para intentarlo una segunda vez. Cuando un pueblo está sumido en la desesperanza parece muerto en vida. En el Evangelio de san Juan, el Señor Jesús invita a sus oyentes a que den fe a su mensaje. Quienes reconozcan la validez del camino que Jesús propone, viven como resucitados, ya no serán vencidos por la muerte de manera definitiva, han comenzado a vivir la plenitud del amor del Padre.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 68, 14)
Ahora, Señor, que estás dispuesto a escucharme, elevo a ti mi súplica: Respóndeme, Dios mío, según tu gran amor y tu fidelidad a las promesas.
ORACIÓN COLECTA
Señor, tú que recompensas al justo y perdonas al pecador que se arrepiente, ten piedad de nosotros, para que la humilde confesión de nuestras faltas nos obtenga tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Te constituí como alianza para el pueblo, para restaurar la tierra.
Del libro del profeta Isaías: 49, 8-15
Esto dice el Señor:
"En el tiempo de la misericordia te escuché, en el día de
la salvación te auxilié. Yo te formé y te he destinado
para que seas alianza del pueblo: para restaurar la tierra, para volver a ocupar
los hogares destruidos, para decir a los prisioneros: 'Salgan', y a los que
están en tinieblas: 'Vengan a la luz'.
Pastarán de regreso a lo largo de todos los caminos, hallarán
pasto hasta en las dunas del desierto. No sufrirán hambre ni sed, no
los afligirá el sol ni el calor, porque el que tiene piedad de ellos
los conducirá a los manantiales. Convertiré en caminos todas las
montañas y pondrán terraplén a mis calzadas.
Miren: éstos vienen de lejos; aquellos, del norte y del poniente, y aquellos
otros, de la tierra de Senim"
Griten de alegría, cielos; regocíjate, tierra; rompan a cantar,
montañas, porque el Señor consuela a su pueblo y tiene misericordia
de los desamparados.
"Sión había dicho: 'El Señor me ha abandonado, el
Señor me tiene en el olvido'. ¿Puede acaso una madre olvidarse
de su criatura hasta dejar de enternecerse por el hijo de sus entrañas?
Aunque hubiera una madre que se olvidara, yo nunca me olvidaré de ti",
dice el Señor todopoderoso. Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
Del salmo 144 R/.
El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso
para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende
a todas sus creaturas. R/.
El Señor es siempre fiel a sus palabras y bondadoso en todas sus acciones.
Da su apoyo el Señor al que tropieza y al agobiado alivia. R/.
Siempre es justo el Señor en sus designios y están llenas de amor
todas sus obras. No está lejos de aquellos que lo buscan; muy cerca está
el Señor, de quien lo invoca. R/.
ACLAMACIÓN
(Jn 11, 25. 26) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor; el que cree en
mí no morirá para siempre. R/.
Como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así el Hijo da la vida a quien él quiere dársela.
Del santo Evangelio según san Juan: 5, 17-30
En aquel tiempo, Jesús
dijo a los judíos (que lo perseguían por hacer curaciones en sábado):
"Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo". Por eso los
judíos buscaban con mayor empeño darle muerte, ya que no sólo
violaba el sábado, sino que llamaba Padre suyo a Dios, igualándose
así con Dios. Entonces Jesús les habló en estos términos:
"Yo les aseguro: El Hijo no puede hacer nada por su cuenta y sólo
hace lo que le ve hacer al Padre; lo que hace el Padre también lo hace
el Hijo. El Padre ama al Hijo y le manifiesta todo lo que hace; le manifestará
obras todavía mayores que éstas, para asombro de ustedes. Así
como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también
el Hijo da la vida a quien Él quiere dársela. El Padre no juzga
a nadie, porque todo juicio se lo ha dado al Hijo, para que todos honren al
Hijo, como honran al Padre. El que no honra al Hijo tampoco honra al Padre.
Yo les aseguro que, quien escucha mi palabra y cree en el que me envió,
tiene vida eterna y no será condenado en el juicio, porque ya pasó
de la muerte a la vida. Les aseguro que viene la hora, y ya está aquí,
en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la hayan
oído vivirán. Pues así como el Padre tiene la vida en sí
mismo, también le ha dado al Hijo tener la vida en sí mismo; y
le ha dado el poder de juzgar, porque es el Hijo del hombre. No se asombren
de esto, porque viene la hora en que todos los que yacen en la tumba oirán
mi voz y resucitarán: los que hicieron el bien para la vida; los que
hicieron el mal, para la condenación. Yo nada puedo hacer por mí
mismo. Según lo que oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco
mi voluntad, sino la voluntad del que me envió". Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que el poder de este sacrificio elimine en nosotros las consecuencias del pecado y nos haga crecer en santidad de vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 3, 17)
Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
No permitas, Señor, que el sacramento que hemos recibido, vaya a ser motivo de condenación, pues tu providencia lo ha instituido para salvación nuestra. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UN LLAMADO A LA COMPASIÓN
Ex 32,7-14; Jn 5,31-47
El conocido episodio del "becerro de oro" recoge la experiencia de la idolatría. Israel quería manejar a Dios como si fuera un objeto, controlarlo en una palabra, y por eso, los artesanos lo representaron en forma de un toro, que simbolizaba la fuerza (los cuernos) y la fecundidad (los textos), encarnadas en la productividad agrícola y la proliferación de los rebaños. El símbolo escogido para representar a Dios no es casual, implica la veneración absoluta de las riquezas, no por nada, se escoge el oro como material para hacer aquella imagen. En el cierre del capítulo quinto de san Juan, Jesús argumenta a su favor, mostrando que una serie de acciones testimonian y acreditan que es el enviado del Padre. No es una conclusión vacía o gratuita: el proceder de Jesús mejora la vida de los que se acercan a Él.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 104, 3-4)
Alégrese el corazón de los que buscan al Señor. Busquen la ayuda del Señor; busquen continuamente su presencia.
ORACIÓN COLECTA
Padre lleno de amor, que nos has concedido la gracia de purificarnos con el arrepentimiento y de santificarnos haciendo el bien a los demás, ayúdanos a permanecer fieles a tus mandamientos, para llegar bien dispuestos a las festividades pascuales. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
No castigues a tu pueblo por sus maldades.
Del libro del Éxodo: 32, 7-14
En aquellos días,
dijo el Señor a Moisés: "Anda, baja del monte, porque tu
pueblo, el que sacaste de Egipto, se ha pervertido. No tardaron en desviarse
del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro
de metal, se han postrado ante él y le han ofrecido sacrificios y le
han dicho: `Éste es tu dios, Israel; es el que te sacó de Egipto'
".
El Señor le dijo también a Moisés: "Veo que éste
es un pueblo de cabeza dura. Deja que mi ira se encienda contra ellos hasta
consumirlos. De ti, en cambio, haré un gran pueblo".
Moisés trató de aplacar al Señor, su Dios, diciéndole:
"¿Por qué ha de encenderse tu ira, Señor, contra este
pueblo que tú sacaste de Egipto con gran poder y vigorosa mano? ¿Vas
a dejar que digan los egipcios: los sacó con malas intenciones, para
hacerlos morir en las montañas y borrarlos de la superficie de la tierra'?
Apaga el ardor de tu ira, renuncia al mal con que has amenazado a tu pueblo.
Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, siervos tuyos, a quienes juraste
por ti mismo, diciendo: 'Multiplicaré su descendencia como las estrellas
del cielo y les daré en posesión perpetua toda la tierra que les
he prometido' ". Y el Señor renunció al castigo con que había
amenazado a su pueblo. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 105 R/.
Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.
En el Horeb hicieron un becerro, un ídolo de oro, y lo adoraron. Cambiaron
al Dios que era su gloria por la imagen de un buey que come pasto. R/.
Se olvidaron del Dios que los salvó, y que hizo portentos en Egipto,
en la tierra de Cam, mil maravillas, y en las aguas del Mar Rojo, sus prodigios.
R/.
Por eso hablaba Dios de aniquilarlos; pero Moisés, que era su elegido,
se interpuso, a fin de que, en su cólera, no fuera el Señor a
destruirlos. R/.
ACLAMACIÓN
(Jn 3, 16) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único,
para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. R/.
El que los acusa es Moisés, en quien ustedes han puesto su esperanza.
Del santo Evangelio según san Juan: 5, 31-47
En aquel tiempo, Jesús
dijo a los judíos: "Si yo diera testimonio de mí, mi testimonio
no tendría valor; otro es el que da testimonio de mí y yo bien
sé que ese testimonio que da de mí, es válido.
Ustedes enviaron mensajeros a Juan el Bautista y él dio testimonio de
la verdad. No es que yo quiera apoyarme en el testimonio de un hombre. Si digo
esto, es para que ustedes se salven. Juan era la lámpara que ardía
y brillaba, y ustedes quisieron alegrarse un instante con su luz. Pero yo tengo
un testimonio mejor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar
y que son las que yo hago, dan testimonio de mí y me acreditan como enviado
del Padre.
El Padre, que me envió, ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca
han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no habita en ustedes,
porque no le creen al que él ha enviado.
Ustedes estudian las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues
bien, ellas son las que dan testimonio de mí. ¡Y ustedes no quieren
venir a mí para tener vida! Yo no busco la gloria que viene de los hombres;
es que los conozco y sé que el amor de Dios no está en ellos.
Yo he venido en nombre de mi Padre y ustedes no me han recibido. Si otro viniera
en nombre propio, a ése sí lo recibirían. ¿Cómo
va a ser posible que crean ustedes, que aspiran a recibir gloria los unos de
los otros y no buscan la gloria que sólo viene de Dios?
No piensen que yo los voy a acusar ante el Padre; ya hay alguien que los acusa:
Moisés, en quien ustedes tienen su esperanza. Si creyeran en Moisés,
me creerían a mí, porque él escribió acerca de mí.
Pero, si no dan fe a sus escritos, ¿cómo darán fe a mis
palabras?" Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor
Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Tú, que conoces nuestra fragilidad, concédenos, Señor, que el sacrificio que vamos a ofrecerte nos purifique de nuestros pecados y nos proteja de todo mal. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jr 31, 33)
Esto dice el Señor: Pondré mi ley en lo más profundo de su ser y la escribiré en sus corazones. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, que esta comunión nos purifique de todas nuestras culpas y nos proteja del pecado, para que gocemos de la plenitud salvadora de tu don. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PLANES HOMICIDAS
Sb 2,1. 12-22, Jn 7, 1-2. 10. 25-30
El libro de la Sabiduría expone los planes homicidas que los malvados traman contra el justo. Pretenden quitarlo de en medio y de paso asegurarse de sus pretensiones de ser justo. Extrañamente los malvados afirman la justicia divina y aventuran que el Dios justo no dejara "colgado de la brocha" al que sea justo. El autor del libro de la Sabiduría está convencido que Dios no desampara de forma definitiva a los suyos; la victoria de los malvados es pasajera. Si éstos aplastan para siempre a los justos, también están venciendo a Dios. Los habitantes de Jerusalén hacen un razonamiento semejante con relación a Jesús. Si sus pretensiones de ser el Mesías son genuinas, tendrá que ser autentificado por Dios.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 53, 3-4)
Señor, sálvame por tu nombre y líbrame con tu poder. Señor, escucha mi plegaria, atiende a las palabras de mi boca.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que has preparado en tus sacramentos el auxilio adecuado a nuestra debilidad, concédenos recibirlos llenos de gozo y renovar con ellos nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Condenemos al justo a una muerte ignominiosa.
Del libro de la Sabiduría: 2, 1. 12-22
Los malvados dijeron entre
sí, discurriendo equivocadamente: "Tendamos una trampa al justo,
porque nos molesta y se opone a lo que hacemos; nos echa en cara nuestras violaciones
a la ley, nos reprende las faltas contra los principios en que fuimos educados.
Presume de que conoce a Dios y se proclama a sí mismo hijo del Señor.
Ha llegado a convertirse en un vivo reproche de nuestro modo de pensar y su
sola presencia es insufrible, porque lleva una vida distinta de los demás
y su conducta es extraña. Nos considera como monedas falsas y se aparta
de nuestro modo de vivir como de las inmundicias. Tiene por dichosa la suerte
final de los justos y se gloría de tener por padre a Dios.
Veamos si es cierto lo que dice, vamos a ver qué le pasa en su muerte.
Si el justo es hijo de Dios, Él lo ayudará y lo librará
de las manos de sus enemigos. Sometámoslo a la humillación y a
la tortura para conocer su temple y su valor. Condenémoslo a muerte ignominiosa,
porque dice que hay quien mire por él".
Así discurren los malvados, pero se engañan; su malicia los ciega.
No conocen los ocultos designios de Dios, no esperan el premio de la virtud,
ni creen en la recompensa de una vida intachable. Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.ç
Del salmo 33 R/.
El Señor no está lejos de sus fieles.
En contra del malvado está el Señor, para borrar de la tierra
su memoria. Escucha, en cambio, al hombre justo y lo libra de todas sus congojas.
R/.
El Señor no está lejos de sus fieles y levanta a las almas abatidas.
Muchas tribulaciones pasa el justo, pero de todas ellas Dios lo libra. R/.
Por los huesos del justo vela Dios, sin dejar que ninguno se le quiebre. Salva
el Señor la vida de sus siervos; no morirán quienes en Él
esperan. R/.
ACLAMACIÓN
(Mt 4, 4) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que
sale de la boca de Dios. R/.
Trataban de capturar a Jesús, pero aún no había llegado su hora.
Del santo Evangelio según san Juan: 7, 1-2. 10. 25-30
En aquel tiempo, Jesús
recorría Galilea, pues no quería andar por Judea, porque los judíos
trataban de matarlo. Se acercaba ya la fiesta de los judíos, llamada
de los Campamentos.
Cuando los parientes de Jesús habían llegado ya a Jerusalén
para la fiesta, llegó también Él, pero sin que la gente
se diera cuenta, como de incógnito. Algunos, que eran de Jerusalén,
se decían: "¿No es éste al que quieren matar? Miren
cómo habla libremente y no le dicen nada. ¿Será que los
jefes se han convencido de que es el Mesías? Pero nosotros sabemos de
dónde viene éste; en cambio, cuando llegue el Mesías, nadie
sabrá de dónde viene".
Jesús, por su parte, mientras enseñaba en el templo, exclamó:
"Conque me conocen a mí y saben de dónde vengo... Pues bien,
yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; y a Él ustedes
no lo conocen. Pero yo sí lo conozco, porque procedo de Él y Él
me ha enviado". Trataron entonces de capturarlo, pero nadie le pudo echar
mano, porque todavía no había llegado su hora. Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que el poder salvador de este sacrificio que vamos a ofrecerte, nos libre, Señor, de nuestros pecados, para celebrar dignamente las fiestas pascuales, principio de nuestra salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Ef 1, 7)
Por medio de su Sangre, Cristo nos ha obtenido la redención y el perdón de nuestros pecados. En esto se manifiesta la inmensidad de su gracia.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Por medio de este sacramento, que nos señala el paso de la antigua a la nueva alianza, concédenos, Señor, despojarnos de todo lo que es pecado y revestirnos de la santidad de Cristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Vísperas I del domingo: 1 a semana del Salterio. Tomo II: pp. 1099, 3 y 314. Para los fieles: pp. 472 y 178. Edición popular: pp. 13 y 435. Feria (Morado)
LAS CONJURAS CONTRA LOS PROFETAS
Jr 11, 18-20; Jn 7, 40-53
La semejanza entre Jeremías y Jesús es notoria. Como servidores fieles que fueron del Señor enfrentaron el rechazo, la hostilidad y los ataques de parte de la gente y las autoridades. El profeta Jeremías no se guardaba sus sentimientos, al contrario, los externaba, dando lugar a sus famosas "confesiones". La certidumbre de la presencia y el auxilio de Dios lo mantuvieron fiel a su misión profética hasta el fin de su vida, conociendo la emigración forzosa a Egipto. La presión que las autoridades de Jerusalén iban tejiendo en contra de Jesús era creciente. Las autoridades pretendían acorralarlo, aduciendo evidencias en contra suya. Jesús se va al Monte de los Olivos al final de la escena y de esa manera el narrador nos muestra su situación de desamparo.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 17, 5-7)
Oleaje de muerte me envolvía, torrentes destructores me aterraban; pero en mi angustia invoqué al Señor y Él escuchó mi voz desde su templo.
ORACIÓN COLECTA
Que tu amor misericordioso dirija siempre, Señor, nuestros deseos y actividades, ya que sin tu ayuda no podemos agradarte. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Yo era como un manso cordero, que es llevado a degollar.
Del libro del profeta Jeremías: 11, 18-20
En aquel tiempo, dijo Jeremías:
"El Señor me instruyó y yo comprendí; Él me
explicó lo que hacían. Yo era como un manso cordero que es llevado
a degollar, y no sabía lo que tramaban contra mí, diciendo: 'Talemos
el árbol en su pleno vigor, arranquémoslo de la tierra de los
vivos y que su nombre no se pronuncie más'.
Ahora tú, Señor de los ejércitos, justo juez, que sondeas
lo más íntimo del corazón, haz que yo vea tu venganza contra
ellos, porque a ti he encomendado mi causa". Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
Del salmo 7 R/.
En ti, Señor, me refugio.
En ti, Dios mío, me refugio: de mis perseguidores, sálvame. No
permitas que algunos, como fieras, me destrocen y nadie me rescate.
Tú que llegas, Señor, a lo más hondo del corazón
humano, tú júzgame, Señor, según mis méritos;
conforme a mi inocencia, da tu fallo. Apoya al hombre recto, pon fin a la maldad
de los malvados. R/.
Tengo mi escudo en Dios, que salva a los de recto corazón. Alabaré
al Señor por su justicia y cantaré el nombre del Altísimo.
R/.
ACLAMACIÓN
(Cfr. Lc 8, 15) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Dichosos los que cumplen la palabra del Señor con un corazón bueno
y sincero, y perseveran hasta dar fruto. R/.
¿Acaso de Galilea va a venir el Mesías?
Del santo Evangelio según san Juan: 7, 40-53
En aquel tiempo, algunos
de los que habían escuchado a Jesús comenzaron a decir: "Éste
es verdaderamente el profeta". Otros afirmaban: "Éste es el
Mesías". Otros, en cambio, decían: "¿Acaso el
Mesías va a venir de Galilea? ¿No dice la Escritura que el Mesías
vendrá de la familia de David, y de Belén, el pueblo de David?"
Así surgió entre la gente una división por causa de Jesús.
Algunos querían apoderarse de Él, pero nadie le puso la mano encima.
Los guardias del templo, que habían sido enviados para apresar a Jesús,
volvieron a donde estaban los sumos sacerdotes y los fariseos, y éstos
les dijeron: "¿Por qué no lo han traído?" Ellos
respondieron: "Nadie ha hablado nunca como ese hombre". Los fariseos
les replicaron: "¿Acaso también ustedes se han dejado embaucar
por él? ¿Acaso ha creído en Él alguno de los jefes
o de los fariseos? La chusma ésa, que no entiende la ley, está
maldita".
Nicodemo, aquel que había ido en otro tiempo a ver a Jesús, y
que era fariseo, les dijo: "¿Acaso nuestra ley condena a un hombre
sin oírlo primero y sin averiguar lo que ha hecho?" Ellos le replicaron:
"¿También tú eres galileo? Estudia las Escrituras
y verás que de Galilea no ha salido ningún profeta". Y después
de esto, cada uno de ellos se fue a su propia casa.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, este sacrificio de reconciliación que vamos a ofrecerte y, con la fuerza de tu amor, doblega ante ti nuestras rebeldes voluntades. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 P 1, 19)
Hemos sido rescatados con la Sangre preciosa de Cristo, el Cordero sin defecto y sin mancha.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que tus sacramentos, Señor,
nos purifiquen y nos hagan agradables a tus ojos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
V DOMINGO DE CUARESMA
Santos: Marcelino de Roma, mártir; Trineo de Sirmio, mártir. Beata Petra Morosini, mártir. (Morado)
MÁS ALLÁ DEL SEPULCRO
Ez 37, 12-14; Rm 8, 8-11; Jn 11, 1-45
La profecía esperanzadora de Ezequiel nos da las claves de lectura para que la interpretemos con precisión. El pueblo que vive en el destierro queda representado con un montón de huesos. Vivir en tierra extranjera, alejado de las señales de la presencia divina: el templo, la tierra dada a los padres, la protección del rey, resultaba tan terrible como la muerte misma. El Señor dueño de la vida tendría que hacerse sentir, cambiando la suerte de los desterrados. Cuando regresen a la tierra de Israel, lo experimentarán como una especie de renacimiento. En el Evangelio de san Juan la reanimación de los huesos y la carne de Lázaro no es una pura imagen poética, sino una realidad: Lázaro saldrá del sepulcro para retornar a la vida terrenal. No es todavía propiamente hablando la resurrección, entendida como acceso a la plenitud de la vida, es apenas un triunfo parcial, que no definitivo de Jesucristo, sobre la muerte y el pecado.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 42, 1-2)
Señor, hazme justicia. Defiende mi causa contra gente sin piedad, sálvame del hombre injusto y malvado, tú que eres mi Dios y mi defensa.
No se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Ven, Señor, en nuestra ayuda, para que podamos vivir y actuar siempre con aquel amor que impulsó a tu Hijo a entregarse por nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Les infundiré mi espíritu y vivirán.
Del libro del profeta Ezequiel: 37, 12-14
Esto dice el Señor
Dios: "Pueblo mío, yo mismo abriré sus sepulcros, los haré
salir de ellos y los conduciré de nuevo a la tierra de Israel.
Cuando abra sus sepulcros y los saque de ellos, pueblo mío, ustedes dirán
que yo soy el Señor.
Entonces les infundiré mi espíritu y vivirán, los estableceré
en su tierra y ustedes sabrán que yo, el Señor, lo dije y lo cumplí".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 129 R/.
Perdónanos, Señor, y viviremos.
Desde el abismo de mis pecados clamo a ti; Señor, escucha mi clamor;
que estén atentos tus oídos a mi voz suplicante. R/.
Si conservaras el recuerdo de las culpas, ¿quién habría,
Señor, que se salvara? Pero de ti procede el perdón, por eso con
amor te veneramos. R/.
Confío en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra;
mi alma aguarda al Señor, mucho más que a la aurora el centinela.
R/.
Como aguarda a la aurora el centinela, aguarda Israel al Señor, porque
del Señor viene la misericordia y la abundancia de la redención,
y Él redimirá a su pueblo de todas sus iniquidades. R/.
El Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes.
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 8, 8-11
Hermanos: Los que viven
en forma desordenada y egoísta no pueden agradar a Dios. Pero ustedes
no llevan esa clase de vida, sino una vida conforme al Espíritu, puesto
que el Espíritu de Dios habita verdaderamente en ustedes.
Quien no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. En cambio, si
Cristo vive en ustedes, aunque su cuerpo siga sujeto a la muerte a causa del
pecado, su espíritu vive a causa de la actividad salvadora de Dios.
Si el Espíritu del Padre, que resucitó a Jesús de entre
los muertos, habita en ustedes, entonces el Padre, que resucitó a Jesús
de entre los muertos, también les dará vida a sus cuerpos mortales,
por obra de su Espíritu, que habita en ustedes. Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN
(Jn 1 1, 25. 26) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor; el que cree en
mí no morirá para siempre. R/.
Yo soy la resurrección y la vida.
Del santo Evangelio según san Juan: 11, 1-45
En aquel tiempo, se encontraba
enfermo Lázaro, en Betania, el pueblo de Maria y de su hermana Marta.
Maria era la que una vez ungió al Señor con perfume y le enjugó
los pies con su cabellera. El enfermo era su hermano Lázaro. Por eso
las dos hermanas le mandaron decir a Jesús: "Señor, el amigo
a quien tanto quieres está enfermo".
Al oír esto, Jesús dijo: "Esta enfermedad no acabará
en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo
de Dios sea glorificado por ella".
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo, cuando
se enteró de que Lázaro estaba enfermo, se detuvo dos días
más en el lugar en que se hallaba. Después dijo a sus discípulos:
"Vayamos otra vez a Judea". Los discípulos le dijeron: "Maestro,
hace poco que los judíos querían apedrearte, ¿y tú
vas a volver allá?" Jesús les contestó: "¿Acaso
no tiene doce horas el día? El que camina de día no tropieza,
porque ve la luz de este mundo; en cambio, el que camina de noche tropieza,
porque le falta la luz".
Dijo esto y luego añadió: "Lázaro, nuestro amigo,
se ha dormido; pero yo voy ahora a despertarlo". Entonces le dijeron sus
discípulos: "Señor, si duerme, es que va a sanar". Jesús
hablaba de la muerte, pero ellos creyeron que hablaba del sueño natural.
Entonces Jesús les dijo abiertamente: "Lázaro ha muerto,
y me alegro por ustedes de no haber estado allí, para que crean. Ahora,
vamos allá". Entonces Tomás, por sobrenombre el Gemelo, dijo
a los demás discípulos: "Vayamos también nosotros,
para morir con él".
Cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba ya cuatro días
en el sepulcro. Betania quedaba cerca de Jerusalén, como a unos dos kilómetros
y medio, y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a Maria para
consolarlas por la muerte de su hermano. Apenas oyó Marta que Jesús
llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa.
Le dijo Marta a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí,
no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora estoy segura de que Dios
te concederá cuanto le pidas".
Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará". Marta respondió:
"Ya sé que resucitará en la resurrección del último
día". Jesús le dijo: "Yo soy la resurrección
y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo
aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre.
¿Crees tú esto?" Ella le contestó: "Sí,
Señor. Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de
Dios, el que tenía que venir al mundo".
Después de decir estas palabras, fue a buscar a su hermana María
y le dijo en voz baja: "Ya vino el Maestro y te llama". Al oír
esto, María se levantó en el acto y salió hacia donde estaba
Jesús, porque Él no había llegado aún al pueblo,
sino que estaba en el lugar donde Marta lo había encontrado. Los judíos
que estaban con María en la casa, consolándola, viendo que ella
se levantaba y salía de prisa, pensaron que iba al sepulcro para llorar
allí y la siguieron. Cuando llegó María adonde estaba Jesús,
al verlo, se echó a sus pies y le dijo: "Señor, si hubieras
estado aquí, no habría muerto mi hermano". Jesús,
al verla llorar y al ver llorar a los judíos que la acompañaban,
se conmovió hasta lo más hondo y preguntó: "¿Dónde
lo han puesto?" Le contestaron: "Ven, Señor, y lo verás".
Jesús se puso a llorar y los judíos comentaban: "De veras
¡cuánto lo amaba!" Algunos decían: "¿No
podía éste, que abrió los ojos al ciego de nacimiento,
hacer que Lázaro no muriera?"
Jesús, profundamente conmovido todavía, se detuvo ante el sepulcro,
que era una cueva, sellada con una losa. Entonces dijo Jesús: "Quiten
la losa". Pero Marta, la hermana del que había muerto, le replicó:
"Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días". Le
dijo Jesús: "¿No te he dicho que si crees, verás la
gloria de Dios?" Entonces quitaron la piedra.
Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: "Padre, te doy gracias
porque me has escuchado. Yo ya sabía que tú siempre me escuchas;
pero lo he dicho a causa de esta muchedumbre que me rodea, para que crean que
tú me has enviado". Luego gritó con voz potente: "¡Lázaro,
sal de allí!" Y salió el muerto, atados con vendas las manos
y los pies, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: "Desátenlo,
para que pueda andar".
Muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María,
al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en Él. Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Credo
PLEGARIA UNIVERSAL
A Jesús, que es nuestra resurrección y nuestra vida, pidámosle por nosotros y por los hombres y mujeres del mundo entero.
A cada petición
diremos:Kýrie, eléison.
Por todos los cristianos, para que vivamos con intensidad este tiempo de
conversión y compartamos con Jesús su muerte y resurrección.
Oremos.
Por todos los que, en cualquier lugar del mundo, se preparan para recibir el
Bautismo en la próxima Pascua. Oremos.
Por los creyentes de las religiones no cristianas. Oremos.
Por los que, como Marta y María, lloran por la muerte de un ser querido.
Oremos.
Por los que nos hemos reunido hoy en esta iglesia para compartir la fe y la
esperanza del Evangelio. Oremos.
Escúchanos, Señor Jesús, y ten piedad de nosotros y
de toda la humanidad. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Tú, que nos has iluminado con las enseñanzas de la fe, escucha, Señor, nuestra oración y purifícanos por medio de este sacrificio. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque Cristo, Señor nuestro, que como verdadero hombre lloró
la muerte de su amigo Lázaro y, como verdadero Dios, lo hizo salir vivo
del sepulcro, se ha compadecido de todos los hombres y por medio de sus sacramentos,
nos hace pasar de la muerte a la vida.
Por eso, los mismos ángeles te cantan con júbilo eterno y nosotros
nos unimos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 11, 26)
El que está vivo y cree en mí, dice el Señor, no morirá para siempre.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Dios todopoderoso, a cuantos participamos del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, vivir siempre como miembros suyos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO -Si tomamos la imagen de los huesos secos de Ezequiel para expresar la situación de desamparo y desesperanza que tantas personas "de a pie", experimentan en nuestro país a causa de la inseguridad y todas las injusticias colaterales que acarrea, podemos apropiarnos ese pasaje en todas sus dimensiones y afirmar que esos huesos secos volverán a tener carne, piel y tendones. Si traspasamos la imagen a la experiencia histórica nacional, tenemos que afirmar que en unos años, las plazas volverán a ser lugares de encuentro para niños y viejos, que los extorsionadores y cuantos siembran el terror, serán justamente castigados; que los jueces venales no se corromperán y que los ciudadanos y los creyentes viviremos de manera más congruente, tratando de conducirnos por las sendas de la justicia, la civilidad y el bien común.
Santos: San Juan Bautista de La Salle, fundador; Germán José de Colonia, presbítero. Beata María Asunta
Pallota, religiosa. Feria (Morado)
LAS VÍCTIMAS DE LA ARROGANCIA MASCULINA
Dn 13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-62; Jn 8, 1-11
El relato de Susana y de la mujer adúltera del cuarto Evangelio no son dos casos aislados en las páginas de la Biblia. Dichas situaciones se han multiplicado en la historia de miles de mujeres, víctimas del hostigamiento y el chantaje de hombres abusivos. Afortunadamente en el relato ambas historias tuvieron un desenlace favorable: la valentía y la sensatez del joven Daniel impidieron que una inocente fuese condenada; la firmeza y la mirada crítica del Señor Jesús frenaron la lapidación de la adúltera. Detrás de esos hechos y de todos los que ocurren en la vida real, hay una mentalidad que denigra y pisotea a las mujeres, y menores de edad, reduciéndolos a objetos de los deseos y la lujuria de los "fuertes" que abusan de sus cargos para allegarse favores sexuales. El Evangelio marca un límite a la prepotencia. La corrupción de lo mejor (la administración de la justicia), resulta detestable (abuso de autoridad).
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 55, 2)
Ten compasión de mí, Señor, porque me pisotean y acosan todo el día mis enemigos.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que con el don de tu amor nos colmas de bendiciones, transfórmanos en una nueva creatura, para que estemos preparados a la Pascua gloriosa de tu Reino. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
La inocencia de Susana.
Del libro del profeta Daniel: 13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-62
En aquel tiempo vivía
en Babilonia un hombre llamado Joaquín, casado con Susana, hija de Quelcías,
mujer muy bella y temerosa de Dios. Sus padres eran virtuosos y habían
educado a su hija según la ley de Moisés. Joaquín era muy
rico y tenía una huerta contigua a su casa, donde solían reunirse
los judíos, porque era estimado por todos. Aquel año habían
sido designados jueces dos ancianos del pueblo; eran de aquellos de quienes
había dicho el Señor: "En Babilonia, la iniquidad salió
de ancianos elegidos como jueces, que pasaban por guías del pueblo".
Éstos frecuentaban la casa de Joaquín y los que tenían
litigios que resolver acudían ahí a ellos. Hacia el mediodía,
cuando toda la gente se había retirado ya, Susana entraba a pasear en
la huerta de su marido. Los dos viejos la veían entrar y pasearse diariamente,
y se encendieron de pasión por ella, pervirtieron su corazón y
cerraron sus ojos para no ver al cielo ni acordarse de lo que es justo.
Un día, mientras acechaban el momento oportuno, salió ella, como
de ordinario, con dos muchachas de su servicio, y como hacía calor, quiso
bañarse en la huerta. No había nadie allí, fuera de los
viejos, que la espiaban escondidos. Susana dijo a las doncellas: "Tráiganme
jabón y perfumes, y cierren las puertas de la huerta mientras me baño".
Apenas salieron las muchachas, se levantaron los dos viejos, corrieron hacia
donde estaba Susana y le dijeron: "Mira: las puertas de la huerta están
cerradas y nadie nos ve. Nosotros ardemos en deseos de ti. Consiente y entrégate
a nosotros. Si no, te vamos a acusar de que un joven estaba contigo y que por
eso despachaste a las doncellas". Susana lanzó un gemido y dijo:
"No tengo ninguna salida; si me entrego a ustedes, será la muerte
para mí; si resisto, no escaparé de sus manos. Pero es mejor para
mí ser víctima de sus calumnias, que pecar contra el Señor".
Y dicho esto, Susana comenzó a gritar. Los dos viejos se pusieron a gritar
también y uno de ellos corrió a abrir la puerta del jardín.
Al oír los gritos en el jardín, los criados se precipitaron por
la puerta lateral para ver qué sucedía. Cuando oyeron el relato
de los viejos, quedaron consternados, porque jamás se había dicho
de Susana cosa semejante.
Al día siguiente, todo el pueblo se reunió en la casa de Joaquín,
esposo de Susana, y también fueron los dos viejos, llenos de malvadas
intenciones contra ella, para hacer que la condenaran a morir. En presencia
del pueblo dijeron: "Vayan a buscar a Susana, hija de Quelcías y
mujer de Joaquín". Fueron por Susana, quien acudió con sus
padres, sus hijos y todos sus parientes. Todos los suyos y cuantos la conocían,
estaban llorando.
Se levantaron entonces los dos viejos en medio de la asamblea y pusieron sus
manos sobre la cabeza de Susana. Ella, llorando, levantó los ojos al
cielo, porque su corazón confiaba en el Señor. Los viejos dijeron:
"Mientras nosotros nos paseábamos solos por la huerta, entró
ésta con dos criadas, luego les dijo que salieran y cerró la puerta.
Entonces se acercó un joven que estaba escondido y se acostó con
ella. Nosotros estábamos en un extremo de la huerta, y al ver aquella
infamia, corrimos hacia ellos y los sorprendimos abrazados. Pero no pudimos
sujetar al joven, porque era más fuerte que nosotros; abrió la
puerta y se nos escapó. Entonces detuvimos a ésta y le preguntamos
quién era el joven, pero se negó a decirlo. Nosotros somos testigos
de todo esto". La asamblea creyó a los ancianos, que habían
calumniado a Susana, y la condenaron a muerte.
Entonces Susana, dando fuertes voces, exclamó: "Dios eterno, que
conoces los secretos y lo sabes todo antes de que suceda, tú sabes que
éstos me han levantado un falso testimonio. Y voy a morir sin haber hecho
nada de lo que su maldad ha tramado contra mí". El Señor
escuchó su voz. Cuando llevaban a Susana al sitio de la ejecución,
el Señor hizo sentir a un muchacho, llamado Daniel, el santo impulso
de ponerse a gritar: "Yo no soy responsable de la sangre de esta mujer".
Todo el pueblo se volvió a mirarlo y le preguntaron: "¿Qué
es lo que estás diciendo?" Entonces Daniel, de pie en medio de ellos,
les respondió: "Israelitas, ¿cómo pueden ser tan ciegos?
Han condenado a muerte a una hija de Israel, sin haber investigado y puesto
en claro la verdad.
Vuelvan al tribunal, porque ésos le han levantado un falso testimonio".
Todo el pueblo regresó de prisa y los ancianos dijeron a Daniel: "Ven
a sentarte en medio de nosotros y dinos lo que piensas, puesto que Dios mismo
te ha dado la madurez de un anciano". Daniel les dijo entonces: "Separen
a los acusadores, lejos el uno del otro, y yo los voy a interrogar".
Una vez separados, Daniel mandó llamar a uno de ellos y le dijo: "Viejo
en años y en crímenes, ahora van a quedar al descubierto tus pecados
anteriores, cuando injustamente condenabas a los inocentes y absolvías
a los culpables, contra el mandamiento del Señor: No matarás al
que es justo e inocente. Ahora bien, si es cierto que los viste, dime debajo
de qué árbol estaban juntos". Él respondió:
"Debajo de una acacia". Daniel le dijo: "Muy bien. Tu mentira
te va a costar la vida, pues ya el ángel ha recibido de Dios tu sentencia
y te va a partir por la mitad". Daniel les dijo que se lo llevaran, mandó
traer al otro y le dijo: "Raza de Canaán y no de Judá, la
belleza te sedujo y la pasión te pervirtió el corazón.
Lo mismo hacían ustedes con las mujeres de Israel, y ellas, por miedo,
se entregaban a ustedes. Pero una mujer de Judá no ha podido soportar
la maldad de ustedes. Ahora dime, ¿bajo qué árbol los sorprendiste
abrazados?" Él contestó: "Debajo de una encina".
Replicó Daniel: "También a ti tu mentira te costará
la vida. El ángel del Señor aguarda ya con la espada en la mano,
para partirte por la mitad. Así acabará con ustedes".
Entonces toda la asamblea levantó la voz y bendijo a Dios, que salva
a los que esperan en Él. Se alzaron contra los dos viejos, a quienes,
con palabras de ellos mismos, Daniel había convencido de falso testimonio,
y les aplicaron la pena que ellos mismos habían maquinado contra su prójimo.
Para cumplir con la ley de Moisés, los mataron, y aquel día se
salvó una vida inocente.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 22 R/.
Nada temo, Señor, porque tú estás conmigo.
El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar
y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. R/.
Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así,
aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás
conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad. R/.
Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges
la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días
de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin
término. R/.
ACLAMACIÓN
(Ez 33, 11) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
No quiero la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva, dice el Señor.
R/.
Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra.
Del santo Evangelio según san Juan: 8, 1-11
En aquel tiempo, Jesús
se retiró al monte de los Olivos y al amanecer se presentó de
nuevo en el templo, donde la multitud se le acercaba; y Él, sentado entre
ellos, les enseñaba. Entonces los escribas y fariseos le llevaron a una
mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola frente a Él, le dijeron:
"Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés
nos manda en la ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?"
Le preguntaban esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero Jesús
se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían
en su pregunta, se incorporó y les dijo: "Aquel de ustedes que no
tenga pecado, que le tire la primera piedra". Se volvió a agachar
y siguió escribiendo en el suelo.
Al oír aquellas palabras, los acusadores comenzaron a escabullirse uno
tras otro, empezando por los más viejos, hasta que dejaron solos a Jesús
y a la mujer, que estaba de pie, junto a Él.
Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: "Mujer,
¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?"
Ella le contestó: "Nadie, Señor". Y Jesús le
dijo: "Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concede, Señor, a tus hijos, reunidos para celebrar esta Eucaristía, ofrecerte como fruto de su penitencia, una conciencia limpia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de la Pasión del Señor
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 8, 10-11)
Jesús le preguntó: Mujer, nadie te ha condenado? Ella respondió: Nadie, Señor. Él le dijo: Yo tampoco te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que la fuerza de tus sacramentos nos libre, Señor, de nuestras malas inclinaciones y nos ayude a seguir a Cristo, para acercarnos cada vez más a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.
LO DE ABAJO Y LO DE ARRIBA
Nm 21, 4-9; Jn 8,21-30
Desde estas imágenes contrastantes podemos entender las opciones opuestas que las personas asumimos. Vivir a ras de tierra, encerrándose en el nivel de las satisfacciones materiales: el pan, el vestido, la diversión, termina empobreciendo la vida. Vivir así es vivir a la manera de las gallinas; en cambio quien aspira a la consecución de valores trascendentes: el arte, la ciencia, la conciliación y la paz entre las naciones se está ocupando de "las cosas de arriba"; vive y vuela alto como las águilas. El Señor Jesús no se desentiende del cuidado de las cosas de abajo, por eso multiplica los panes y cura a los enfermos. Sabe que eso es fundamental en la vida humana y lo promueve; pero persigue también los valores definitivos: la fidelidad a la voluntad del Padre, el amor universal y la compasión.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 26, 14)
Espera en el Señor, sé valiente; ten ánimo, espera en el Señor.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Señor, la gracia de perseverar en el fiel cumplimiento de tu voluntad, para que tu pueblo santo aumente en número y crezca en santidad. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Si alguno era mordido y miraba la serpiente de bronce, quedaba curado.
Del libro de los Números: 21, 4-9
En aquellos días,
los hebreos salieron del monte Hor en dirección al Mar Rojo, para rodear
el territorio de Edom; pero por el camino, el pueblo se impacientó y
murmuró contra Dios y contra Moisés, diciendo: "¿Para
qué nos sacaste de Egipto? ¿Para qué muriéramos
en el desierto? No tenemos pan ni agua y ya estamos hastiados de esta miserable
comida".
Entonces envió Dios contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían,
y murieron muchos israelitas. El pueblo acudió a Moisés y le dijo:
"Hemos pecado al murmurar contra el Señor y contra ti. Ruega al
Señor que aparte de nosotros las serpientes". Moisés rogó
al Señor por el pueblo y el Señor le respondió: "Haz
una serpiente como ésas y levántala en un palo. El que haya sido
mordido por las serpientes y mire la que tú hagas, vivirá".
Moisés hizo una serpiente de bronce y la levantó en un palo; y
si alguno era mordido y miraba la serpiente de bronce, quedaba curado.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 101 R/.
Señor, escucha mi plegaria.
Señor, escucha mi plegaria; que a tu presencia lleguen mis clamores.
El día de la desgracia, Señor, no me abandones. Cuando te invoque,
escúchame y enseguida respóndeme. R/.
Cuando el Señor reedifique a Sión y aparezca glorioso, cuando
oiga el clamor del oprimido y no se muestre a sus plegarias sordo, entonces
al Señor temerán todos los pueblos y su gloria verán los
poderosos. R/.
Esto se escribirá para el futuro y alabará al Señor el
pueblo nuevo, porque el Señor, desde su altura santa, ha mirado a la
tierra desde el cielo, para oír los gemidos del cautivo y librar de la
muerte al prisionero. R/.
ACLAMACIÓN
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquel que lo
encuentra vivirá para siempre. R/.
Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy.
Del santo Evangelio según san Juan: 8, 21-30
En aquel tiempo, Jesús
dijo a los judíos: "Yo me voy y ustedes me buscarán, pero
morirán en su pecado. A donde yo voy, ustedes no pueden venir".
Dijeron entonces los judíos: "¿Estará pensando en
suicidarse y por eso nos dice: 'A donde yo voy, ustedes no pueden venir'?"
Pero Jesús añadió:
"Ustedes son de aquí abajo y yo soy de allá arriba; ustedes
son de este mundo, yo no soy de este mundo. Se lo acabo de decir: morirán
en sus pecados, porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados".
Los judíos le preguntaron: "Entonces ¿quién eres tú?"
Jesús les respondió:
"Precisamente eso que les estoy diciendo. Mucho es lo que tengo que decir
de ustedes y mucho que condenar. El que me ha enviado es veraz y lo que yo le
he oído decir a Él es lo que digo al mundo". Ellos no comprendieron
que hablaba del Padre.
Jesús prosiguió: "Cuando hayan levantado al Hijo del hombre,
entonces conocerán que Yo Soy y que no hago nada por mi cuenta; lo que
el Padre me enseñó, eso digo. El que me envió está
conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que a Él le
agrada". Después de decir estas palabras, muchos creyeron en Él.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, el sacrificio de reconciliación que vamos a ofrecerte, perdona nuestros pecados y orienta hacia ti nuestros corazones. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de la Pasión del Señor
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 12, 32)
Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí, dice el Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Dios todopoderoso, que la asidua participación en tus sacramentos nos acerque cada vez más a ti, que eres el único bien verdadero. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Santos: Hugo de Rouen, obispo; Casilda de Burgos, virgen. Beato Tomás de Tolentino, mártir.
Feria (Morado)
LA VERDAD QUE INCOMODA
Dn 3,14-20. 49-50. 91-92. 95; Jn 8,31-42
Los israelitas tanto dentro como fuera de su tierra viven de forma peculiar, no se avienen a las costumbres y prácticas sociales de sus vecinos. Tienen una serie de dinámicas culturales propias nacidas de su conciencia de ser pueblo elegido. Esa existencia alternativa incomodaba a los gobernantes que pretendían controlar a las naciones que colonizaban, aplicando el mismo "rasero". Para imponer el principio de autoridad de forma absoluta, castigaban a los judíos disidentes por medio de torturas. El Evangelio presenta una situación similar, cuando nos muestra al Señor Jesús manifestándose como el testigo de la Verdad que libera de toda opresión y toda manipulación. Los dirigentes judíos se incomodan y traman quitarlo de en miedo para consolidar los mecanismos opresores, que tanto les beneficiaban.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 17, 48-49)
Tú me libras, Señor, de la ira de mis enemigos, me haces triunfar sobre mis adversarios y me salvas del hombre malvado.
ORACIÓN COLECTA
Ilumina, Señor, el corazón de tus hijos, purificado por las penitencias cuaresmales y concédenos manifestar en nuestra vida el deseo de servirte que nos has inspirado. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Dios mandó a su ángel para liberar a sus siervos.
Del libro del profeta Daniel: 3, 14-20. 49-50. 91-92. 95
En aquellos días
dijo el rey Nabucodonosor: "¿Es cierto, Sedrak, Mesak y Abednegó,
que no quieren servir a mis dioses, ni adorar la estatua de oro que he mandado
levantar? Pues bien, si no es cierto, estén dispuestos para que, al oír
sonar el cuerno, la flauta, la cítara, el salterio, la chirimía
y toda clase de instrumentos, se postren y adoren la estatua que he mandado
hacer. Pero si no la adoran, serán arrojados inmediatamente a un horno
encendido. ¿Y qué dios podrá librarlos entonces de mis
manos?"
Pero Sedrak, Mesak y Abednegó contestaron al rey Nabucodonosor: "No
es necesario responder a tu pregunta, pues el Dios a quien servimos puede librarnos
del horno encendido y nos librará de tus manos; y aunque no lo hiciera,
sábete que de ningún modo serviremos a tus dioses, ni adoraremos
la estatua de oro, que has mandado levantar".
Entonces Nabucodonosor se enfureció y la expresión de su rostro
cambió para Sedrak, Mesak y Abednegó. Mandó encender el
horno y aumentar la fuerza del fuego siete veces más de lo acostumbrado.
Después ordenó que algunos de los hombres más fuertes de
su ejército ataran a Sedrak, Mesak y Abednegó y los arrojaran
al horno encendido.
Pero el ángel del Señor bajó del cielo, se puso junto a
ellos, apartó las llamas y produjo en el horno un frescor como de brisa
y de rocío, y el fuego no los atormentó, ni los hirió,
ni siquiera los tocó. El rey Nabucodonosor, estupefacto, se levantó
precipitadamente y dijo a sus consejeros: "¿Acaso no estaban atados
los tres hombres que arrojamos al horno?" Ellos contestaron: "Sí,
señor". El rey replicó: "¿Por qué, entonces,
estoy viendo cuatro hombres sueltos, que se pasean entre las llamas, sin quemarse?
Y el cuarto, parece un ángel".
Nabucodonosor los hizo salir del horno y exclamó: "Bendito sea el
Dios de Sedrak, Mesak y Abednegó, que ha enviado a su ángel para
librar a sus siervos, que confiando en Él, desobedecieron la orden del
rey y expusieron su vida, antes que servir y adorar a un dios extraño".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Daniel 3 R/. Bendito
seas para siempre, Señor.
Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres. Bendito sea tu nombre santo
y glorioso. R/.
Bendito seas en tu templo santo y glorioso. Bendito seas en el trono de tu reino.
R/.
Bendito eres tú, Señor, que penetras con tu mirada los abismos
y te sientas en un trono rodeado de querubines. Bendito seas, Señor,
en la bóveda del cielo. R/.
ACLAMACIÓN
(Cfr. Lc 8, 15) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Dichosos los que cumplen la palabra del Señor con un corazón bueno
y sincero, y perseveran hasta dar fruto. R/.
Si el Hijo les da la libertad, serán realmente libres.
Del santo Evangelio según san Juan: 8, 31-42
En aquel tiempo, Jesús
dijo a los que habían creído en Él: "Si se mantienen
fieles a mi palabra, serán verdaderamente discípulos míos,
conocerán la verdad y la verdad los hará libres". Ellos replicaron:
"Somos hijos de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo
dices tú: 'Serán libres'?"
Jesús les contestó: "Yo les aseguro que todo el que peca
es un esclavo del pecado y el esclavo no se queda en la casa para siempre; el
hijo sí se queda para siempre. Si el Hijo les da la libertad, serán
realmente libres. Ya sé que son hijos de Abraham; sin embargo, tratan
de matarme, porque no aceptan mis palabras. Yo hablo de lo que he visto en casa
de mi Padre: ustedes hacen lo que han oído en casa de su padre".
Ellos le respondieron: "Nuestro padre es Abraham". Jesús les
dijo: "Si fueran hijos de Abraham, harían las obras de Abraham.
Pero tratan de matarme a mí, porque les he dicho la verdad que oí
de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Ustedes hacen las obras de su padre".
Le respondieron: "Nosotros no somos hijos de prostitución. No tenemos
más padre que a Dios".
Jesús les dijo entonces: "Si Dios fuera su Padre me amarían
a mí, porque yo salí de Dios y vengo de Dios; no he venido por
mi cuenta, sino enviado por Él". Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, estos dones que tú has querido que te ofrezcamos para alabanza tuya y salvación nuestra. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de la Pasión del Señor
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Col 1, 13-14)
Dios nos ha hecho entrar al Reino de su Hijo amado, por cuya sangre recibimos la redención y el perdón de los pecados.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Señor, que este sacramento que hemos recibido, nos purifique de todos nuestros vicios y nos confirme para siempre en tu amistad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
MÁS QUE ABRAHÁN
Gn 17, 3-9; Jn 8, 51-59
Abrahán se animó a empacar sus escasos bienes y se puso en marcha hacia la tierra de Harán, movido por las promesas que Dios le había anunciado: tierras anchas para sus ganados y descendencia numerosa que perpetuaría su nombre. Un anciano difícilmente se entusiasmaría con esos proyectos en plena vejez. Abrahán se alistó a seguir la promesa, sabiendo que Dios honraría su palabra. Todos esos beneficios permanecen entre los consuelos terrenales que la muerte desbarata. En ese sentido, el Señor Jesús rebasa las fronteras de las promesas hechas a Abrahán, porque propone dar crédito a su mensaje a fin de alcanzar la plenitud de la vida. Quien transite por la vida, haciendo suyo el camino de Jesús, no será encerrado para siempre por la muerte, sino que recibirá el don de la vida que no termina.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Hb 9, 15)
Cristo es el mediador de la nueva alianza, porque mediante su muerte, aquellos que han sido llamados, reciben la herencia eterna que les había sido prometida.
ORACIÓN COLECTA
Asiste y protege siempre, Señor, a esta familia tuya, que ha puesto en ti toda su esperanza, a fin de que purificados de nuestros pecados, permanezcamos fieles a nuestro compromiso bautismal y obtengamos la herencia prometida. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Serás padre de una multitud de pueblos.
Del libro del Génesis: 17, 3-9
Cuando Dios se le apareció,
Abram se postró con el rostro en el suelo y Dios le dijo:
"Aquí estoy. Ésta es la alianza que hago contigo: Serás
padre de una multitud de pueblos. Ya no te llamarás Abram, sino Abraham,
porque te he constituido como padre de muchas naciones.
Te haré fecundo sobremanera; de ti surgirán naciones y de ti nacerán
reyes. Contigo y con tus descendientes, de generación en generación,
establezco una alianza perpetua para ser el Dios tuyo y de tus descendientes.
A ti y a tus descendientes les daré en posesión perpetua toda
la tierra de Canaán, en la que ahora vives como extranjero; y yo seré
el Dios de ustedes".
Después le dijo Dios a Abraham: "Cumple, pues, mi alianza, tú
y tu posteridad, de generación en generación". Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 104 R/.
El Señor nunca olvida sus promesas.
Recurran al Señor y a su poder, búsquenlo sin descanso. Recuerden
los prodigios que Él ha hecho, sus portentos y oráculos. R/.
Descendientes de Abraham, su servidor, estirpe de Jacob, su predilecto, escuchen:
el Señor es nuestro Dios y gobiernan la tierra sus decretos. R/.
Ni aunque transcurran mil generaciones, se olvidará el Señor de
sus promesas, de la alianza pactada con Abraham, del juramento a Isaac, que
un día le hiciera. R/.
ACLAMACIÓN
(Cfr. Sal 94, 8) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice: "No endurezcan su
corazón". R/.
Su padre Abraham se regocijaba con el pensamiento de verme.
Del santo Evangelio según san Juan: 8, 51-59
En aquel tiempo, Jesús
dijo a los judíos: "Yo les aseguro: el que es fiel a mis palabras
no morirá para siempre".
Los judíos le dijeron: "Ahora ya no nos cabe duda de que estás
endemoniado. Porque Abraham murió y los profetas también murieron,
y tú dices: 'El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre'.
¿Acaso eres tú más que nuestro padre Abraham, el cual murió?
Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?"
Contestó Jesús: "Si yo me glorificara a mí mismo,
mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, aquel de
quien ustedes dicen: 'Es nuestro Dios', aunque no lo conocen. Yo, en cambio,
sí lo conozco; y si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso
como ustedes. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre
de ustedes, se regocijaba con el pensamiento de verme; me vio y se alegró
por ello".
Los judíos le replicaron: "No tienes ni cincuenta años, ¿y
has visto a Abraham?" Les respondió Jesús: "Yo les aseguro
que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy".
Entonces recogieron piedras para arrojárselas, pero Jesús se ocultó
y salió del templo.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Mira, Señor, con agrado el sacrificio que vamos a ofrecerte y concédenos por él la conversión de nuestra vida y la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de la Pasión del Señor
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Rm 8, 32)
Dios no escatimó la vida de su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros y con Él nos ha dado todos los bienes.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Por medio de este sacramento que ya desde ahora nos comunica tu fuerza, concédenos, Padre misericordioso, participar de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
LA CONDICIÓN DIVINA
Jr, 20, 10-13; Jn 10, 31-42
El profeta Jeremías fue un acérrimo crítico de la idolatría, por eso sobrevendría la destrucción contra Jerusalén. La descomposición del tejido social fraterno iría rompiendo los vínculos de solidaridad e iría permeando una dinámica de egoísmo y voracidad que volvería vulnerable a la ciudad a los ataques de las naciones vecinas. Las relaciones idolátricas producen división y enfrentamiento en la sociedad, porque impulsan a luchar de manera despiadada por los valores individuales. El Señor Jesús reclama su condición de Hijo de Dios en el cuarto Evangelio. La divinidad de Jesús no era una especie de resplandor visible en torno a su cabeza, sino una serie de actitudes y obras que evidenciaban que su corazón latía en consonancia con los intereses y designios de Dios.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 30, 10. 16. 18)
Ten piedad de mí, Señor, porque estoy en peligro, líbrame de los enemigos que me persiguen; Señor, que no me decepcione yo de haberte invocado.
ORACIÓN COLECTA
Perdona, Señor, nuestras culpas y que tu amor y tu bondad nos libren del poder del pecado, al que nos ha sometido nuestra debilidad. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
El Señor está a mi lado como guerrero poderoso.
Del libro del profeta Jeremías: 20, 10-13
En aquel tiempo, dijo Jeremías:
"Yo oía el cuchicheo de la gente que decía: 'Terror por todas
partes. Denunciemos a Jeremías, vamos a denunciarlo'. Todos los que eran
mis amigos espiaban mis pasos, esperaban que tropezara y me cayera, diciendo:
'Si se tropieza y se cae, lo venceremos y podremos vengarnos de él'.
Pero el Señor, guerrero poderoso, está a mi lado; por eso mis
perseguidores caerán por tierra y no podrán conmigo; quedarán
avergonzados de su fracaso y su ignominia será eterna e inolvidable.
Señor de los ejércitos, que pones a prueba al justo y conoces
lo más profundo de los corazones, haz que yo vea tu venganza contra ellos,
porque a ti he encomendado mi causa. Canten y alaben al Señor, porque
Él ha salvado la vida de su pobre de la mano de los malvados". Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 17 R/.
Sálvame, Señor, en el peligro.
Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza, el Dios que me protege y
me libera. R/.
Tú eres mi refugio, mi salvación, mi escudo, mi castillo. Cuando
invoqué al Señor de mi esperanza, al punto me libró de
mi enemigo. R/.
Olas mortales me cercaban, torrentes destructores me envolvían; me alcanzaban
las redes del abismo y me ataban los lazos de la muerte. R/.
En el peligro invoqué al Señor, en mi angustia le grité
a mi Dios; desde su templo, Él escuchó mi voz y mi grito llegó
a sus oídos. R/.
ACLAMACIÓN
(Cfr. Jn 6, 63. 68) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras
de vida eterna. R/.
Intentaron apoderarse de Él, pero se les escapó de las manos.
Del santo Evangelio según san Juan: 10, 31-42
En aquel tiempo, cuando
Jesús terminó de hablar, los judíos cogieron piedras para
apedrearlo. Jesús les dijo:
"He realizado ante ustedes muchas obras buenas de parte del Padre, ¿por
cuál de ellas me quieren apedrear?"
Le contestaron los judíos: "No te queremos apedrear por ninguna
obra buena, sino por blasfemo, porque tú, no siendo más que un
hombre, pretendes ser Dios". Jesús les replicó:
"¿No está escrito en su ley: Yo les he dicho: Ustedes son
dioses? Ahora bien, si ahí se llama dioses a quienes fue dirigida la
palabra de Dios (y la Escritura no puede equivocarse), ¿cómo es
que a mí, a quien el Padre consagró y envió al mundo, me
llaman blasfemo porque he dicho: 'Soy Hijo de Dios'? Si no hago las obras de
mi Padre, no me crean. Pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean
a las obras, para que puedan comprender que el Padre está en mí
y yo en el Padre". Trataron entonces de apoderarse de Él, pero se
les escapó de las manos.
Luego regresó Jesús al otro lado del Jordán, al lugar donde
Juan había bautizado en un principio y se quedó allí. Muchos
acudieron a Él y decían: "Juan no hizo ningún signo;
pero todo lo que Juan decía de éste, era verdad". Y muchos
creyeron en Él allí. Palabra del Señor. Gloria
a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que tu ayuda, Padre misericordioso, nos haga dignos de acercarnos a tu altar, a fin de que la asidua participación en este sacrificio nos obtenga la salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de la Pasión del Señor (p. 12).
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 P 2, 24)
En su propio Cuerpo, Cristo subió nuestros pecados a la cruz para que, muertos a nuestros pecados, empecemos una vida santa. En esta forma, por medio de sus heridas, hemos sido curados.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que la fuerza de este sacramento que nos une a ti, Señor, no nos abandone nunca y aleje siempre de nosotros todo mal. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Santos: Julio 1, Papa; Teresa de Jesús de los Andes, religiosa; David Uribe Velasco, Mártir.
Vísperas I de mañana (rojo): 2a semana del Salterio. Tomo II: pp. 1201 y 381. Para los fieles: pp. 555 y 179. Edición popular: pp. 108 y 437. Feria (Morado)
LA RAZÓN DE ESTADO
Ez 37,21-28; Jn 11,45-56
Las divisiones existentes entre las tribus del Norte y del Sur terminaron por fragmentar el reino de Israel; a la muerte de Salomón y durante cerca de 400 años, Israel quedó fracturado en dos comunidades. Los profetas siempre mantuvieron la esperanza en la reconciliación de todo Israel. El profeta Ezequiel lo ratifica en este pasaje: Dios hará una alianza de paz con su pueblo. Como contraparte a las promesas de Ezequiel, asistimos a este desplante de pragmatismo por parte de Caifás, Sumo sacerdote en tiempos del Señor Jesús, quien alegando las discutibles razones de Estado, planea la eliminación del profeta de Nazaret, para perpetuar el maridaje entre la aristocracia judía y el poder romano que dominaba la tierra de Israel.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 21, 20. 7)
Señor, no te quedes lejos; tú, que eres mi fuerza, ven aprisa en mi ayuda porque ya no soy un hombre, sino un gusano, despreciado por la gente y rechazado por el pueblo.
ORACIÓN COLECTA
Señor, tú que nunca dejas de procurar nuestra salvación y en estos días de Cuaresma nos otorgas gracias más abundantes, mira con amor a esta familia tuya y concede tu auxilio protector a quienes se preparan para el bautismo y a quienes hemos renacido ya a una vida nueva. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Haré de ellos un solo pueblo.
Del libro del profeta Ezequiel: 37, 21-28
Esto dice el Señor
Dios: "Voy a recoger de las naciones a donde emigraron, a todos los israelitas;
de todas partes los congregaré para llevarlos a su tierra. Haré
de ellos un solo pueblo en mi tierra, en los montes de Israel; habrá
un solo rey para todos ellos y nunca más volverán a ser dos naciones,
ni a dividirse en dos reinos.
Ya no volverán a mancharse con sus ídolos, sus abominaciones y
con todas sus iniquidades; yo los salvaré de las infidelidades que cometieron
y los purificaré; ellos van a ser mi pueblo y yo voy a ser su Dios.
Mi siervo David será su rey y todos ellos no tendrán más
que un pastor; cumplirán mis mandamientos y pondrán por obra mis
preceptos. Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob y en la que
habitaron los padres de ustedes, y ahí vivirán para siempre ellos,
sus hijos y sus nietos; mi siervo David será su rey para siempre.
Voy a hacer con ellos una alianza eterna de paz. Los asentaré, los haré
crecer y pondré mi santuario entre ellos para siempre. En medio de ellos
estará mi templo: yo voy a ser su Dios y ellos van a ser mi pueblo.
Las naciones sabrán que yo soy el Señor que santifica a Israel,
cuando vean mi santuario en medio de ellos para siempre". Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
Jeremías
31 R/. El Señor cuidará a su pueblo como un pastor a su rebaño.
Escuchen, pueblos, la palabra del Señor, anúncienla aun en las
islas más remotas: "El que dispersó a Israel lo reunirá
y lo cuidará como el pastor a su rebaño". R/.
Porque el Señor redimió a Jacob y lo rescató de las manos
del poderoso. Ellos vendrán para aclamarlo al monte Sión y vendrán
a gozar de los bienes del Señor. R/.
Entonces se alegrarán las jóvenes, danzando; se sentirán
felices jóvenes y viejos, porque yo convertiré su tristeza en
alegría, los llenaré de gozo y aliviaré sus penas. R/.
ACLAMACIÓN
(Ez 18, 31) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Purifíquense de todas sus iniquidades; renueven su corazón y su
espíritu, dice el Señor. R/.
Jesús debía morir para congregar a los hijos de Dios, que estaban dispersos.
Del santo Evangelio según san Juan: 11, 45-56
En aquel tiempo, muchos
de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al
ver que Jesús había resucitado a Lázaro, creyeron en Él.
Pero algunos de entre ellos fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que
había hecho Jesús.
Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron al sanedrín y
decían: "¿Qué será bueno hacer? Ese hombre
está haciendo muchos prodigios. Si lo dejamos seguir así, todos
van a creer en Él, van a venir los romanos y destruirán nuestro
templo y nuestra nación".
Pero uno de ellos, llamado Caifás, que era sumo sacerdote aquel año,
les dijo: "Ustedes no saben nada. No comprenden que conviene que un solo
hombre muera por el pueblo y no que toda la nación perezca". Sin
embargo, esto no lo dijo por sí mismo, sino que, siendo sumo sacerdote
aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación,
y no sólo por la nación, sino también para congregar en
la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos. Por lo tanto, desde aquel
día tomaron la decisión de matarlo.
Por esta razón, Jesús ya no andaba públicamente entre los
judíos, sino que se retiró a la ciudad de Efraín, en la
región contigua al desierto y allí se quedó con sus discípulos.
Se acercaba la Pascua de los judíos y muchos de las regiones circunvecinas
llegaron a Jerusalén antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a
Jesús en el templo y se decían unos a otros: "¿Qué
pasará? ¿No irá a venir para la fiesta?" Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dios eterno y todopoderoso, que por medio del sacramento del bautismo haces renacer a quienes confiesan tu nombre, acepta nuestros dones y plegarias para que, cuantos en ti esperan, puedan ver realizados sus deseos y perdonadas sus culpas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de la Pasión del Señor
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 11, 52)
Cristo fue entregado a la muerte para congregar en la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, tú que nos has hecho partícipes del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, concédenos participar también de su vida divina. Por Jesucristo, nuestro Señor.
DOMINGO DE RAMOS
Santos: Martín I, Papa; Sabás Reyes Salazar, mártir. Beato Pedro Fabro, presbítero. (Rojo)
EL SEÑOR ME AYUDA
Is 50,4-7; Flp 2, 6-11; Mt 26, 14-27, 66
El relato de la pasión en los Evangelios sinópticos sigue una secuencia prácticamente similar. Los testigos de los hechos ocurridos en la pascua del año en Jerusalén preservaron la memoria de los sucesos más significativos sufridos por aquel a quien confesaban como Mesías Jesús. Recordaron los ultrajes y maltratos sufridos por el Señor con la intención de extraer el mensaje de salvación ahí contenido. En la interpretación de esos sucesos, los primeros cristianos recurrieron a los textos proféticos que prefiguraban la existencia de un Siervo de Dios que entregaría su existencia de manera martirial para preservar la vida y la libertad de Israel. El que se había abajado en obediencia al Padre, había sido elevado a su diestra, recibiendo el honor que perdura.
DOMINGO DE RAMOS "De la pasión del Señor"
1. En este día la Iglesia recuerda la entrada de Cristo nuestro Señor en Jerusalén para consumar su misterio pascual. Por lo tanto, en todas las Misas se conmemora esta entrada del Señor por medio de una procesión (I) o de una entrada solemne (II), antes de la Misa principal, y por medio de una entrada sencilla(III), antes de las demás Misas. Pero puede repetirse la entrada solemne (no la procesión), antes de algunas otras Misas que se celebren con gran asistencia del pueblo.
Conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén
I. Primera forma:
Procesión
2. A la hora señalada, los fieles se reúnen en una
iglesia menor o en algún otro lugar adecuado, fuera del templo hacia
el cual va a dirigirse la procesión. Los fieles llevan ramos en la mano.
3. El sacerdote y los ministros, revestidos con los ornamentos rojos requeridos
para la Misa, se acercan al lugar donde el pueblo está congregado.
El sacerdote, en lugar de casulla, puede usar la capa pluvial, que dejará
después de la procesión.
4. Entretanto se canta la siguiente antífona u otro cántico adecuado:
ANTÍFONA (Mt 21, 9)
Hosanna al Hijo de David. Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel. Hosanna en el cielo.
5. Enseguida el sacerdote
saluda al pueblo de la manera acostumbrada y hace una breve exhortación
para invitar a los fieles a participar activa y conscientemente en la celebración
de este día. Puede hacerlo con estas o semejantes palabras:
Queridos hermanos: Después de habernos preparado desde el principio de
la Cuaresma con nuestra penitencia y nuestras obras de caridad, hoy nos reunimos
para iniciar, unidos con toda la Iglesia, la celebración anual de los
misterios de la pasión y resurrección de nuestro Señor
Jesucristo, misterios que empezaron con la entrada de Jesús en Jerusalén.
Acompañemos con fe y devoción a nuestro Salvador en su entrada
triunfal a la ciudad santa, para que, participando ahora de su cruz, podamos
participar un día, de su gloriosa resurrección y de su vida.
6. Después de esta exhortación, el sacerdote, teniendo juntas
las manos, dice una de las dos oraciones siguientes:
Oremos: Dios todopoderoso
y eterno, dígnate bendecir estos ramos y concede a cuantos acompañamos
ahora jubilosos a Cristo, nuestro rey y Señor, reunirnos con Él
en la Jerusalén del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
O bien:
Oremos: Aumenta, Señor, la fe de los que tenemos en ti nuestra esperanza y concede a quienes agitamos estas palmas en honor de Cristo victorioso, permanecer unidos a Él para dar frutos de buenas obras. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
Y, en silencio, rocía los ramos con agua bendita
7. Enseguida se dice
el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, según
san Mateo. Lo lee el diácono o, en su defecto, el sacerdote, de la manera
acostumbrada.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Del santo Evangelio según san Mateo: 21, 1-11
Cuando se aproximaban ya
a Jerusalén, al llegar a Betfagé, junto al monte de los Olivos,
envió Jesús a dos de sus discípulos, diciéndoles:
"Vayan al pueblo que ven allí enfrente; al entrar, encontrarán
amarrada una burra y un burrito con ella; desátenlos y tráiganmelos.
Si alguien les pregunta algo, díganle que el Señor los necesita
y enseguida los devolverá".
Esto sucedió para que se cumplieran las palabras del profeta: Díganle
a la hija de Sión: He aquí que tu rey viene a ti, apacible y montado
en un burro, en un burrito, hijo de animal de yugo.
Fueron, pues, los discípulos e hicieron lo que Jesús les había
encargado y trajeron consigo la burra y el burrito. Luego pusieron sobre ellos
sus mantos y Jesús se sentó encima. La gente, muy numerosa, extendía
sus mantos por el camino; algunos cortaban ramas de los árboles y las
tendían a su paso. Los que iban delante de Él y los que lo seguían
gritaban: " ¡Hosanna! ¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito
el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!"
Al entrar Jesús en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió.
Unos decían: "¿Quién es éste?" Y la gente
respondía: "Éste es el profeta Jesús, de Nazaret de
Galilea".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
8. Después del
Evangelio, si se cree oportuno, puede tenerse una breve homilía. Al iniciar
la procesión, el celebrante u otro ministro idóneo puede hacer
una exhortación con estas palabras u otras parecidas:
Queridos hermanos: Como la muchedumbre que aclamaba a Jesús, acompañemos
también nosotros, con júbilo, al Señor.
9. Y se inicia la procesión hacia el templo donde va a celebrarse la
Misa. Si se usa el incienso, el turiferario va adelante con el incensario, en
el cual habrá puesto incienso previamente; enseguida, un ministro con
la cruz adornada y, a su lado, dos acólitos con velas encendidas. Sigue
luego el sacerdote con los ministros y, detrás de ellos, los fieles con
ramos en las manos. Al avanzar la procesión, el coro y el pueblo entonan
los siguientes cánticos u otros apropiados.
ANTÍFONA 1
Los hijos de Israel, llevando
ramos de olivo, salieron al encuentro del Señor clamando: "Hosanna
en el cielo".
Si se cree conveniente, puede alternarse esta antífona con los versículos
del salmo 23.
SALMO 23
Del Señor es
la tierra y lo que ella tiene, el orbe todo y los que en él habitan,
pues Él lo edificó sobre los mares, Él fue quien lo asentó
sobre los ríos.
¿Quién subirá hasta el monte del Señor? ¿Quién
podrá entrar en su recinto santo? El de corazón limpio y manos
puras y que no jura en falso.
Ése obtendrá la bendición de Dios, y Dios, su salvador,
le hará justicia. Ésta es la clase de hombres que te buscan y
vienen ante ti, Dios de Jacob.
¡Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos,
porque va a entrar el rey de la gloria!
Y ¿quién es el rey de la gloria? Es el Señor, fuerte y
poderoso, el Señor, poderoso en la batalla.
¡Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos,
porque va a entrar el rey de la gloria!
Y ¿quién es el rey de la gloria? El Señor, Dios de los
ejércitos, es el rey de la gloria.
ANTÍFONA II
Los hijos de Israel extendían
sus mantos por el camino y clamaban: "Hosanna al Hijo de David, bendito
el que viene en nombre del Señor".
Si se cree conveniente, puede alternarse esta antífona con los versículos
del salmo 46.
SALMO 46
Aplaudan, pueblos todos;
aclamen al Señor, de gozo llenos; que el Señor, el Altísimo,
es terrible y de toda la tierra, rey supremo.
Fue Él quien nos puso por encima de todas las naciones y los pueblos,
al elegirnos como herencia suya, orgullo de Jacob, su predilecto.
Entre voces de júbilo y trompetas, Dios, el Señor, asciende hasta
su trono. Cantemos en honor de nuestro Dios, al rey honremos y cantemos todos.
Porque Dios es el rey del universo, cantemos el mejor de nuestros cantos. Reina
Dios sobre todas las naciones desde su trono santo.
Los jefes de los pueblos se han reunido con el pueblo de Dios, Dios de Abraham,
porque de Dios son los grandes de la tierra. Por encima de todo Dios está.
HIMNO A CRISTO REY
¡Que viva mi Cristo,
que viva mi Rey,
que impere doquiera
triunfante su ley! (2)
¡Viva Cristo Rey,
viva Cristo Rey!
1. Mexicanos, un Padre tenemos
que nos dio de la patria la unión,
a ese Padre gozosos cantemos
empuñando con fe su pendón.
que su Hijo nos dio por la cruz.
2. Demos gracias al Padre
que ha hecho que tengamos
de herencia la luz
y podamos vivir en el reino
3. Dios le dio el poder,
la
victoria; pueblos todos, venid y
alabad a este Rey de los cielos y
tierra en quien sólo tenemos la paz.
4. Rey eterno, Rey universal,
en quien todo ya se restauró, te
ogamos que todos los pueblos
sean unidos en un solo amor.
10. Al entrar la procesión
en la iglesia, se canta el siguiente responsorio u otro cántico alusivo
a la entrada del Señor en Jerusalén: RESPONSORIO
R. Al entrar el Señor en la ciudad santa, los hijos de Israel, anticipándose
a la resurrección del Señor de la vida, con palmas en las manos,
clamaban: Hosanna en el cielo.
V. Al enterarse de que Jesús llegaba a Jerusalén, el pueblo salió
a su encuentro con palmas en las manos, clamando: Hosanna en el cielo.
11. El sacerdote, al llegar al altar, hace la debida reverencia y, si lo juzga
oportuno, lo inciensa. Luego se dirige a la sede (se quita la capa pluvial,
si la usó, y se pone la casulla) y, omitida toda otra ceremonia, da fin
a la procesión diciendo la oración colecta y prosigue la Misa
de la manera acostumbrada.
II. Segunda forma: Entrada solemne
12. Donde no se pueda
hacer la procesión fuera de la iglesia, la entrada del Señor se
celebra dentro del templo por medio de una entrada solemne, antes de la Misa
principal.
13. Los fieles se reúnen ante la puerta del templo o bien dentro del
mismo templo, llevando los ramos en la mano. El sacerdote, los ministros y algunos
de los fieles, van a algún sitio adecuado del templo, fuera del presbiterio,
en donde pueda ser vista fácilmente la ceremonia al menos por la mayor
parte de la asamblea.
14. Mientras el sacerdote se dirige al sitio indicado, se canta la antífona
"Hosanna al Hijo de David" (n. 4) o algún otro cántico
adecuado. Después se bendicen los ramos y se lee el evangelio de la entrada
del Señor en Jerusalén, como se indicó en los nn. 5-7.
Después del Evangelio, el sacerdote va solemnemente hacia el presbiterio
a través del templo, acompañado por los ministros y por algunos
fieles, mientras se canta el responsorio "Al entrar el Señor"
(n. 10), u otro cántico apropiado.
15. Al llegar al altar, el sacerdote hace la debida reverencia. Enseguida va
a la sede y, omitida toda otra ceremonia, dice la colecta de la Misa, que prosigue
luego de la manera acostumbrada.
III. Tercera forma: Entrada sencilla
16. En todas las demás
Misas de este domingo, en las que no se hace la entrada solemne, se recuerda
la entrada del Señor en Jerusalén por medio de una entrada sencilla.
17. Mientras el sacerdote se dirige al altar, se canta la antífona de
entrada con su salmo u otro cantico sobre el mismo tema. El sacerdote, al llegar
al altar, hace la debida reverencia, va a la sede y saluda al pueblo. Luego
síguela Misa de la manera acostumbrada.
En las Misas sin pueblo y en las Misas en que no es posible cantar la antífona
de entrada, el sacerdote, después de llegar al altar y de haber hecho
la debida reverencia, saluda al pueblo, lee la antífona de entrada y
prosigue la Misa de la manera acostumbrada.
1. ANTÍFONA DE ENTRADA
Seis días antes
de la Pascua, cuando el Señor entró en Jerusalén, salieron
los niños a su encuentro llevando en sus manos hojas de palmera y gritando:
Hosanna en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia.
(Sal 23, 9-10)
Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos,
porque va a entrar el Rey de la gloria. Y ¿quién es ese Rey de
la gloria? El Señor de los ejércitos es el Rey de la gloria. Hosanna
en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia.
18. Cuando no se puede hacer ni la procesión, ni la entrada solemne,
es conveniente hacer una celebración de la palabra de Dios, acerca de
la entrada mesiánica y de la Pasión del Señor, ya sea el
sábado en la tarde, o bien el domingo, a la hora más oportuna.
LA MISA
19. Después de la procesión o de la entrada solemne, el sacerdote comienza la Misa con la oración colecta.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno,
que has querido entregarnos como ejemplo de humildad a Cristo, nuestro salvador,
hecho hombre y clavado en una cruz, concédenos vivir según las
enseñanzas de su pasión, para participar con Él, un día,
de su gloriosa resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo...
Dada la importancia de la Pasión del Señor, el sacerdote, en las
Misas con el pueblo, y de acuerdo con las características de los fieles
de cada asamblea, puede omitir una de las dos primeras lecturas, o ambas, y
leer sólo la Pasión del Señor, aun en su forma breve.
LITURGIA DE LA PALABRA
No aparté mi rostro de los insultos, y sé que no quedaré avergonzado.
Del libro del profeta Isaías: 50, 4-7
En aquel entonces, dijo
Isaías: "El Señor me ha dado una lengua experta, para que
pueda confortar al abatido con palabras de aliento.
Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído,
para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho
oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia ni me he echado para
atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a
los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y
salivazos.
Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso
endurecí mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 21 R/.
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Todos los que me ven, de mí se burlan; me hacen gestos y dicen: "Confiaba
en el Señor, pues que Él lo salve; si de veras lo ama, que lo
libre". R/.
Los malvados me cercan por doquiera como rabiosos perros. Mis manos y mis pies
han taladrado y se pueden contar todos mis huesos. R/.
Reparten entre sí mis vestiduras y se juegan mi túnica a los dados.
Señor, auxilio mío, ven y ayúdame, no te quedes de mí
tan alejado. R/.
A mis hermanos contaré tu gloria y en la asamblea alabaré tu nombre.
Que alaben al Señor los que lo temen. Que el pueblo de Israel siempre
lo adore. R/.
Cristo se humilló a sí mismo; por eso Dios lo exaltó.
De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses: 2, 6-11
Cristo Jesús, siendo
Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de
su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a
sí mismo, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante
a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí
mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre
que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos
doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan
públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN
(Flp 2, 8-9) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso
la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las
cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre. R/.
No se llevan velas ni incienso para la lectura de la Pasión del Señor,
ni se hace al principio el saludo, ni se signa el libro. La lectura la hace
un diácono o, en su defecto, el sacerdote. Puede y también ser
hecha por lectores, reservando al sacerdote, si es posible, la parte correspondiente
a Cristo.
Solamente los diáconos piden la bendición del celebrante antes del canto de la Pasión, como se hace antes del Evangelio.
PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN MATEO (26, 14-27, 66)
¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?
En aquel tiempo, uno de
los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo:
"¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?" Ellos
quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando
una oportunidad para entregárselo.
¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?
El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los discípulos
se acercaron a Jesús y le preguntaron: "¿Dónde quieres
que te preparemos la cena de Pascua?". El respondió: "Vayan
a la ciudad, a casa de fulano y díganle: 'El Maestro dice: Mi hora está
ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa' ".
Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la
cena de Pascua.
Uno de ustedes va a entregarme
Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce, y mientras cenaban, les
dijo: "Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme". Ellos se
pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno: "¿Acaso
soy yo, Señor?" Él respondió: "El que moja su
pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del
hombre va a morir, como está escrito de él; pero ¡ay de
aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera
a ese hombre no haber nacido". Entonces preguntó Judas, el que lo
iba a entregar: "¿Acaso soy yo, Maestro?" Jesús le respondió:
"Tú lo has dicho".
Éste es mi Cuerpo. Ésta es mi Sangre
Durante la cena, Jesús tomó un pan, y pronunciada la bendición,
lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen y coman.
Este es mi Cuerpo". Luego tomó en sus manos una copa de vino, y
pronunciada la acción de gracias, la pasó a sus discípulos,
diciendo: "Beban todos de ella, porque ésta es mi Sangre, Sangre
de la nueva alianza, que será derramada por todos, para el perdón
de los pecados. Les digo que ya no beberé más del fruto de la
vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el Reino de
mi Padre".
Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas
Después de haber cantado el himno, salieron hacia el monte de los Olivos.
Entonces Jesús les dijo: "Todos ustedes se van a escandalizar de
mí esta noche, porque está escrito: Heriré al pastor y
se dispersarán las ovejas del rebaño. Pero después de que
yo resucite, iré delante de ustedes a Galilea". Entonces Pedro le
replicó: "Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré".
Jesús le dijo: "Yo te aseguro que esta misma noche, antes de que
el gallo cante, me habrás negado tres veces". Pedro le replicó:
"Aunque tenga que morir contigo, no te negaré". Y lo mismo
dijeron todos los discípulos.
Comenzó a sentir tristeza y angustia
Entonces Jesús fue con ellos a un lugar llamado Getsemaní y dijo
a los discípulos: "Quédense aquí mientras yo voy a
orar más allá". Se llevó consigo a Pedro y a los dos
hijos de Zebedeo y comenzó a sentir tristeza y angustia. Entonces les
dijo: "Mi alma está llena de una tristeza mortal. Quédense
aquí y velen conmigo". Avanzó unos pasos más, se postró
rostro en tierra y comenzó a orar, diciendo: "Padre mío,
si es posible, que pase de mí este cáliz; pero que no se haga
como yo quiero, sino como quieres tú". Volvió entonces a
donde estaban los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:
"¿No han podido velar conmigo ni una hora? Velen y oren, para no
caer en la tentación, porque el espíritu está pronto, pero
la carne es débil". Y alejándose de nuevo, se puso a orar,
diciendo: "Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que
yo lo beba, hágase tu voluntad". Después volvió y
encontró a sus discípulos otra vez dormidos, porque tenían
los ojos cargados de sueño. Los dejó y se fue a orar de nuevo,
por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. Después de esto, volvió
a donde estaban los discípulos y les dijo: "Duerman ya y descansen.
He aquí que llega la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en
manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya está
aquí el que me va a entregar".
Echaron mano a Jesús y lo aprehendieron
Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegó Judas, uno
de los Doce, seguido de una chusma numerosa con espadas y palos, enviada por
los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El que lo iba a entregar les
había dado esta señal: "Aquel a quien yo le dé un
beso, ése es. Aprehéndanlo". Al instante se acercó
a Jesús y le dijo: "¡Buenas noches, Maestro!" Y lo besó.
Jesús le dijo: "Amigo, ¿es esto a lo que has venido?"
Entonces se acercaron a Jesús, le echaron mano y lo apresaron.
Uno de los que estaban con Jesús, sacó la espada, hirió
a un criado del sumo sacerdote y le cortó una oreja. Le dijo entonces
Jesús: "Vuelve la espada a su lugar, pues quien usa la espada, a
espada morirá. ¿No crees que si yo se lo pidiera a mi Padre, Él
pondría ahora mismo a mi disposición más de doce legiones
de ángeles? Pero, ¿cómo se cumplirían entonces las
Escrituras, que dicen que así debe suceder?" Enseguida dijo Jesús
a aquella chusma: "¿Han salido ustedes a apresarme como a un bandido,
con espadas y palos? Todos los días yo enseñaba, sentado en el
templo, y no me aprehendieron. Pero todo esto ha sucedido para que se cumplieran
las predicciones de los profetas". Entonces todos los discípulos
lo abandonaron y huyeron.
Verán al Hijo del hombre sentado a la derecha de Dios
Los que aprehendieron a Jesús lo llevaron a la casa del sumo sacerdote
Caifás, donde los escribas y los ancianos estaban reunidos. Pedro los
fue siguiendo de lejos hasta el palacio del sumo sacerdote. Entró y se
sentó con los criados para ver en qué paraba aquello.
Los sumos sacerdotes y todo el sanedrín andaban buscando un falso testimonio
contra Jesús, con ánimo de darle muerte; pero no lo encontraron,
aunque se presentaron muchos testigos falsos. Al fin llegaron dos, que dijeron:
"Éste dijo: 'Puedo derribar el templo de Dios y reconstruirlo en
tres días ". Entonces el sumo sacerdote se levantó y le dijo:
"¿No respondes nada a lo que éstos atestiguan en contra tuya?"
Como Jesús callaba, el sumo sacerdote le dijo: "Te conjuro por el
Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios".
Jesús le respondió: "Tú lo has dicho. Además,
yo les declaro que pronto verán al Hijo del hombre, sentado a la derecha
de Dios, venir sobre las nubes del cielo".
Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó: "¡Ha
blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes mismos
han oído la blasfemia. ¿Qué les parece?" Ellos respondieron:
"Es reo de muerte". Luego comenzaron a escupirle en la cara y a darle
de bofetadas. Otros lo golpeaban, diciendo: "Adivina quién es el
que te ha pegado".
Antes de que el gallo cante, me habrás negado tres veces
Entretanto, Pedro estaba fuera, sentado en el patio. Una criada se le acercó
y le dijo: "Tú también estabas con Jesús, el galileo".
Pero él lo negó ante todos, diciendo: "No sé de qué
me estás hablando". Ya se iba hacia el zaguán, cuando lo
vio otra criada y dijo a los que estaban ahí: "También ése
andaba con Jesús, el nazareno". Él de nuevo lo negó
con juramento: "No conozco a ese hombre". Poco después se acercaron
a Pedro los que estaban ahí y le dijeron: "No cabe duda de que tú
también eres de ellos, pues hasta tu modo de hablar te delata".
Entonces él comenzó a echar maldiciones y a jurar que no conocía
a aquel hombre. Y en aquel momento cantó el gallo. Entonces se acordó
Pedro de que Jesús había dicho: 'Antes de que cante el gallo,
me habrás negado tres veces'. Y saliendo de ahí se soltó
a llorar amargamente.
Llevaron a Jesús ante el procurador Poncio Pilato
Llegada la mañana, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo
celebraron consejo contra Jesús para darle muerte. Después de
atarlo, lo llevaron ante el procurador, Poncio Pilato, y se lo entregaron.
Entonces Judas, el que lo había entregado, viendo que Jesús había
sido condenado a muerte, devolvió arrepentido las treinta monedas de
plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo: "Pequé,
entregando la sangre de un inocente". Ellos dijeron: "¿Y a
nosotros qué nos importa? Allá tú". Entonces Judas
arrojó las monedas de plata en el templo, se fue y se ahorcó.
No es lícito juntarlas con el dinero de las limosnas
Los sumos sacerdotes tomaron las monedas de plata y dijeron: "No es lícito
juntarlas con el dinero de las limosnas, porque son precio de sangre".
Después de deliberar, compraron con ellas el Campo del alfarero, para
sepultar ahí a los extranjeros. Por eso aquel campo se llama hasta el
día de hoy "Campo de sangre". Así se cumplió
lo que dijo el profeta Jeremías: Tomaron las treinta monedas de plata
en que fue tasado aquel a quien pusieron precio algunos hijos de Israel, y las
dieron por el Campo del alfarero, según lo que me ordenó el Señor
¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús compareció ante el procurador, Poncio Pilato, quien le preguntó:
"¿Eres tú el rey de los judíos?" Jesús
respondió: "Tú lo has dicho". Pero nada respondió
a las acusaciones que le hacían los sumos sacerdotes y los ancianos.
Entonces le dijo Pilato: "¿No oyes todo lo que dicen contra ti?"
Pero El nada respondió, hasta el punto de que el procurador se quedó
muy extrañado. Con ocasión de la fiesta de la Pascua, el procurador
solía conceder a la multitud la libertad del preso que quisieran. Tenían
entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Dijo, pues, Pilato a los
ahí reunidos: "¿A quién quieren que les deje en libertad:
a Barrabás o a Jesús, que se dice el Mesías?" Pilato
sabía que se lo habían entregado por envidia.
Estando él sentado en el tribunal, su mujer mandó decirle: "No
te metas con ese hombre justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños
por su causa".
Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la muchedumbre
de que pidieran la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús.
Así, cuando el procurador les preguntó: "¿A cuál
de los dos quieren que les suelte?", ellos respondieron: "A Barrabás".
Pilato les dijo: "¿Y qué voy a hacer con Jesús, que
se dice el Mesías?" Respondieron todos: "Crucifícalo".
Pilato preguntó: "Pero, ¿qué e mal ha hecho?"
Mas ellos seguían gritando cada vez con más fuerza: "¡Crucifícalo!"
Entonces Pilato, viendo que nada conseguía y que crecía el tumulto,
pidió agua y se lavó las manos ante el pueblo, diciendo: "Yo
no me hago responsable de la muerte de este hombre justo. Allá ustedes".
Todo el pueblo respondió: "¡Que su sangre caiga sobre nosotros
y sobre nuestros hijos!" Entonces Pilato puso en libertad a Barrabás.
En cambio a Jesús lo hizo azotar y lo entregó para que lo crucificaran.
¡Viva el rey de los judíos!
Los soldados del procurador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron
alrededor de Él a todo el batallón. Lo desnudaron, le echaron
encima un manto de púrpura, trenzaron una corona de espinas y se la pusieron
en la cabeza; le pusieron una caña en su mano derecha y, arrodillándose
ante Él, se burlaban diciendo: "¡Viva el rey de los judíos!",
y le escupían. Luego, quitándole la caña, lo golpeaban
con ella en la cabeza. Después de que se burlaron de Él, le quitaron
el manto, le pusieron sus ropas y lo llevaron a crucificar.
Juntamente con Él crucificaron a dos ladrones
Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo obligaron
a llevar la cruz. Al llegar a un lugar llamado Gólgota, es decir, "Lugar
de la Calavera", le dieron a beber a Jesús vino mezclado con hiel;
Él lo probó, pero no lo quiso beber. Los que lo crucificaron se
repartieron sus vestidos, echando suertes, y se quedaron sentados ahí
para custodiarlo. Sobre su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena:
'Éste es Jesús, el rey de los judíos'. Juntamente con Él,
crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz
Los que pasaban por ahí lo insultaban moviendo la cabeza y gritándole:
"Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reedificas,
sálvate a ti mismo; si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz". También
se burlaban de Él los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos,
diciendo: "Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo. Si
es el rey de Israel, que baje de la cruz y creeremos en Él. Ha puesto
su confianza en Dios, que Dios lo salve ahora, si es que de verdad lo ama, pues
Él ha dicho: 'Soy el Hijo de Dios' ". Hasta los ladrones que estaban
crucificados a su lado lo injuriaban.
Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?
Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, se oscureció toda
aquella tierra. Y alrededor de las tres, Jesús exclamó con fuerte
voz: "Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?",
que quiere decir: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué
me has abandonado?" Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
"Está llamando a Elías".
Enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó en
vinagre y sujetándola a una caña, le ofreció de beber.
Pero los otros le dijeron: "Déjalo. Vamos a ver si viene Elías
a salvarlo". Entonces Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, expiró.
Aquí todos se arrodillan y guardan silencio por unos instantes
Entonces el velo del templo se rasgó en dos partes, de arriba a abajo,
la tierra tembló y las rocas se partieron. Se abrieron los sepulcros
y resucitaron muchos justos que habían muerto, y después de la
resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron
a mucha gente. Por su parte, el oficial y los que estaban con él custodiando
a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que ocurrían, se llenaron
de un gran temor y dijeron: "Verdaderamente éste era Hijo de Dios".
Estaban también allí, mirando desde lejos, muchas de las mujeres
que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo. Entre
ellas estaban Maria Magdalena, María, la madre de Santiago y de José,
y la madre de los hijos de Zebedeo.
José tomó el cuerpo de Jesús y lo depositó en un
sepulcro nuevo
Al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que se había
hecho también discípulo de Jesús. Se presentó a
Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, y Pilato dio orden de que
se lo entregaran. José tomó el cuerpo, lo envolvió en una
sábana limpia y lo depositó en un sepulcro nuevo, que había
hecho excavar en la roca para sí mismo. Hizo rodar una gran piedra hasta
la entrada del sepulcro y se retiró. Estaban ahí Maria Magdalena
y la otra María, sentadas frente al sepulcro.
Tomen un pelotón de soldados, vayan y aseguren el sepulcro como quieran
Al otro día, el siguiente de la preparación de la Pascua, los
sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilato y le dijeron: "Señor,
nos hemos acordado de que ese impostor, estando aún en vida, dijo: 'A
los tres días resucitaré'. Manda, pues, asegurar el sepulcro hasta
el tercer día; no sea que vengan sus discípulos, lo roben y digan
luego al pueblo: 'Resucitó de entre los muertos', porque esta última
impostura sería peor que la primera". Pilato les dijo: "Tomen
un pelotón de soldados, vayan y aseguren el sepulcro como ustedes quieran".
Ellos fueron y aseguraron el sepulcro, poniendo un sello sobre la puerta y dejaron
ahí la guardia.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
O bien: Forma breve
PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN MATEO: (27, 11-54)
¿Eres tú el
rey de los judíos?
Jesús compareció ante el procurador, Poncio Pilato, quien le preguntó:
"¿Eres tú el rey de los judíos?" Jesús
respondió: "Tú lo has dicho". Pero nada respondió
a las acusaciones que le hacían los sumos sacerdotes y los ancianos.
Entonces le dijo Pilato: "¿No oyes todo lo que dicen contra ti?"
Pero El nada respondió, hasta el punto de que el procurador se quedó
muy extrañado. Con ocasión de la fiesta de la Pascua, el procurador
solía conceder a la multitud la libertad del preso que quisieran. Tenían
entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Dijo, pues, Pilato a los
ahí reunidos: "¿A quién quieren que les deje en libertad:
a Barrabás o a Jesús, que se dice el Mesías?" Pilato
sabía que se lo habían entregado por envidia.
Estando él sentado en el tribunal, su mujer mandó decirle: "No
te metas con ese hombre justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños
por su causa".
Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la muchedumbre
de que pidieran la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús.
Así, cuando el procurador les preguntó: "¿A cuál
de los dos quieren que les suelte?", ellos respondieron: "A Barrabás".
Pilato les dijo: "¿Y qué voy a hacer con Jesús, que
se dice el Mesías?" Respondieron todos: "Crucifícalo".
Pilato preguntó: "Pero, ¿qué mal ha hecho?" Mas
ellos seguían gritando cada vez con más fuerza: "¡Crucifícalo!"
Entonces Pilato, viendo que nada conseguía y que crecía el tumulto,
pidió agua y se lavó las manos ante el pueblo, diciendo: "Yo
no me hago responsable de la muerte de este hombre justo. Allá ustedes".
Todo el pueblo respondió: "¡Que su sangre caiga sobre nosotros
y sobre nuestros hijos!" Entonces Pilato puso en libertad a Barrabás.
En cambio a Jesús lo hizo azotar y lo entregó para que lo crucificaran.
¡Viva el rey de los judíos!
Los soldados del procurador llevaron a Jesús al pre- torio y reunieron
alrededor de Él a todo el batallón. Lo desnudaron, le echaron
encima un manto de púrpura, trenzaron una corona de espinas y se la pusieron
en la cabeza; le pusieron una caña en su mano derecha, y arrodillándose
ante él, se burlaban diciendo: "¡Viva el rey de los judíos!",
y le escupían. Luego, quitándole la caña, lo golpeaban
c ella en la cabeza. Después de que se burlaron de Él, quitaron
el manto, le pusieron sus ropas y lo llevaron a crucificar.
Juntamente con Él crucificaron a dos ladrones
Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llama Simón, y lo obligaron
a llevar la cruz. Al llegar a un lugar llamado Gólgota, es decir, "Lugar
de la Calavera", le diera beber a Jesús vino mezclado con hiel;
Él lo probó, pe no lo quiso beber. Los que lo crucificaron se
repartieron sus vestidos, echando suertes, y se quedaron sentados a para custodiarlo.
Sobre su cabeza pusieron por escrito causa de su condena: 'Éste es Jesús,
el rey de los judíos'. Juntamente con Él, crucificaron a dos ladrones,
uno a s derecha y el otro a su izquierda.
Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz
Los que pasaban por ahí lo insultaban moviendo cabeza y gritándole:
"Tú, que destruyes el templo y e tres días lo reedificas,
sálvate a ti mismo; si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz". También
se burlaban de Él los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos,
diciendo "Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo. Si
es el rey de Israel, que baje de la cruz y creeremos en Él. Ha puesto
su confianza en Dios, que Dios lo salve ahora, si es que de verdad lo ama, pues
Él ha dicho: 'Soy el Hijo de Dios'". Hasta los ladrones que estaban
crucificados a su lado lo injuriaban.
Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?
Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, se oscureció toda
aquella tierra. Y alrededor de las tres, Jesús exclamó con fuerte
voz: "Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?",
que quiere decir: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué
me has abandonado?" Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
"Está llamando a Elías".
Enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó en
vinagre y sujetándola a una caña, le ofreció de beber.
Pero los otros le dijeron: "Déjalo. Vamos a ver si viene Elías
a salvarlo". Entonces Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, expiró.
Aquí todos se arrodillan y guardan silencio por unos instantes
Entonces el velo del templo se rasgó en dos partes, de arriba a abajo,
la tierra tembló y las rocas se partieron. Se abrieron los sepulcros
y resucitaron muchos justos que habían muerto, y después de la
resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron
a mucha gente. Por su parte, el oficial y los que estaban con él custodiando
a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que ocurrían, se llenaron
de un gran temor y dijeron: "Verdaderamente éste era Hijo de Dios".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
21. Después de la lectura de la Pasión, puede tenerse, si se cree oportuno, una breve homilía.
Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos ahora con fe,
y pidamos que la vida nueva que nace de la cruz de Jesús llegue al mundo
entero.
Después de cada petición diremos: Señor, ten piedad (o
bien: Krie, eléison).
Por la Iglesia, por todos los cristianos. Que aprendamos a vivir con espíritu
de amor y de entrega, como Jesús. Oremos.
Por los que no conocen a Jesús. Que puedan llegar a sentir el gozo y
la vida que Él nos da. Oremos.
Por todos los que sufren. Que, identificados con la cruz de Jesús, puedan
también gozar de la alegría de la resurrección. Oremos.
Por los que están de vacaciones en estos días santos. Que la Semana
Santa nos haga crecer en la fe, la esperanza y el amor. Oremos.
Por todos nosotros, reunidos en este Domingo de Ramos. Que la Semana Santa que
iniciamos nos haga crecer en la fe, la esperanza y el amor. Oremos.
Escucha, Señor Jesús, la oración confiada que te dirigimos.
Tú, que vives y reinas...
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que la pasión de tu Hijo, actualizada en este santo sacrificio que vamos a ofrecerte, nos alcance, Señor, de tu misericordia, el perdón que no podemos merecer por nuestras obras. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor,
Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
El cual siendo inocente, se dignó padecer por los pecadores y fue injustamente
condenado por salvar a los culpables; con su muerte borró nuestros delitos
y, resucitando, conquistó nuestra justificación.
Por eso, te alabamos con todos los ángeles y te aclamamos con voces de
júbilo, diciendo: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mt 26, 42)
Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Tú que nos has alimentado con esta Eucaristía, y por medio de la muerte de tu Hijo nos das la esperanza de alcanzar lo que la fe nos promete, concédenos, Señor, llegar, por medio de su resurrección, a la meta de nuestras esperanzas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.-Inocentes que sufren nunca faltan. La violencia es un acontecimiento sin sentido que deshumaniza tanto al agresor como al agredido. Da lo mismo si son niños que "sin decir agua va", murieron asfixiados por armas químicas en Siria o migrantes centroamericanos desaparecidos por los grupos criminales al cruzar Veracruz o Tamaulipas. La buena nueva que Jesús proclamó tenía un solo propósito: animar a las personas de buena voluntad a vivir fraternalmente en obediencia a Dios. Desde esa premisa, no cabía la opresión de romanos o saduceos sobre la gente menuda; como tampoco cabe que unos abusivos del signo ideológico que sean, pisoteen la dignidad y los derechos de las mayorías. Un crucificado que entregó su vida por la multitud es suficiente. Jesús entregó voluntariamente su vida para que no se prolongara la dinámica de los verdugos que crucificaban a los "malditos" que el poder había satanizado y estigmatizado previamente.
DE LA SEMANA SANTA
EL SIMBOLISMO DE LA UNCIÓN
Is 42, 1-7; Jn 12, 1-11
El cántico del profeta Isaías comunica la determinación del Señor Dios de Israel, que ha elegido a su siervo preferido, para que cumpla una misión demasiado compleja: establecer el derecho en las naciones de manera resuelta y decidida, pero sin violentar a nadie. El Siervo desechará la coacción y por eso permitirá que siga ardiendo la mecha que sigue encendida. En esa misma tónica el Señor Jesús ejerció su misión en la tierra de Israel. No pretendía avasallar la tozudez de Judas ni aprovecharse del afecto de la familia de Lázaro. Cada cual debía asumir de manera libre y responsable su propia decisión. María, la hermana de Lázaro, se anticipó a ungirle porque comprendía que la decisión de Jesús de entregar su vida, sería el principio de la liberación de Israel.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 34, 1-2; Sal 139, 8)
Combate, Señor, a los que me combaten, ataca a los que me atacan; ponte la armadura, toma el escudo y ven en mi ayuda. Tú eres mi fortaleza y mi salvación.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Señor, nueva fuerza para no sucumbir a nuestras humanas debilidades, por los méritos de la pasión de tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
No gritará ni hará oír su voz en las plazas.
Del libro del profeta Isaías: 42, 1-7
"Miren a mi siervo,
a quien sostengo, a mi elegido, en quien tengo mis complacencias. En él
he puesto mi espíritu para que haga brillar la justicia sobre las naciones.
No gritará, no clamará, no hará oír su voz por las
calles; no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la
mecha que aún humea. Promoverá con firmeza la justicia, no titubeará
ni se doblegará hasta haber establecido el derecho sobre la tierra y
hasta que las islas escuchen su enseñanza".
Esto dice el Señor Dios, el que creó el cielo y lo extendió,
el que dio firmeza a la tierra, con lo que en ella brota; el que dio el aliento
a la gente que habita la tierra y la respiración a cuanto se mueve en
ella: "Yo, el Señor, fiel a mi designio de salvación, te
llamé, te tomé de la mano, te he formado y te he constituido alianza
de un pueblo, luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques
a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 26 R/.
El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy
a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién
podrá hacerme temblar? R/.
Cuando me asaltan los malvados para devorarme, ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen. R/.
Aunque se lance contra mí un ejército, no temerá mi corazón;
aun cuando hagan la guerra contra mí, tendré plena confianza en
el Señor. R/.
La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Ármate de valor
y fortaleza y en el Señor confía. R/.
ACLAMACIÓN
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Señor Jesús, rey nuestro, sólo tú has tenido compasión
de nuestras faltas. R/.
Déjala. Esto lo tenía guardado para el día de mi sepultura.
Del santo Evangelio según san Juan: 12, 1-11
Seis días antes de
la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien
había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una
cena; Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con Él
a la mesa. María tomó entonces una libra de perfume de nardo auténtico,
muy costoso, le ungió a Jesús los pies con él y se los
enjugó con su cabellera, y la casa se llenó con la fragancia del
perfume.
Entonces Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que iba a entregar
a Jesús, exclamó: "¿Por qué no se ha vendido
ese perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?"
Esto lo dijo, no porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón,
y como tenía a su cargo la bolsa, robaba lo que echaban en ella.
Entonces dijo Jesús: "Déjala. Esto lo tenía guardado
para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tendrán siempre
con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán".
Mientras tanto, la multitud de judíos, que se enteró de que Jesús
estaba allí, acudió, no sólo por Jesús, sino también
para ver a Lázaro, a quien el Señor había resucitado de
entre los muertos. Los sumos sacerdotes deliberaban para matar a Lázaro,
porque a causa de él, muchos judíos se separaban y creían
en Jesús. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor
Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Mira, Señor, con bondad, este sacrificio que tú instituiste misericordiosamente para reparar el daño de nuestros pecados, y hazlo producir en nosotros abundantes frutos de vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio II de la Pasión del Señor
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 101, 3)
No te me ocultes, Señor, el día de mi desgracia. Escúchame con bondad, y, siempre que te invoque, respóndeme enseguida.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Quédate, Señor, con nosotros y protege con tu amor infatigable nuestros corazones santificados por esta Eucaristía, para que podamos conservar siempre las gracias que hemos recibido de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
MI SALARIO LO TENÍA MI DIOS
Is 49, 1-6; Jn 13, 21-33. 36-38
Las actitudes que encarnan los personajes de los distintos textos son contrarias. El personaje misterioso que designamos con el nombre de Siervo de Yavhé, reboza confianza en sí mismo, y sobre todo, en Dios. La causa por la que vive y sufre es la causa de Dios y por eso mismo, recibirá su apoyo y sostén. No tiene que preocuparse en demasía, el Señor lo auxilia y lo cubre en las horas adversas. Esa certidumbre era la que no tenían Judas Iscariote y Pedro pues ambos le apostaron más a su propia valentía y perseverancia, pero en el momento que descubrieron que su fidelidad a Jesús se convertiría en un riesgo mortal, prefirieron dejarlo solo y poner a salvo su vida. Jesús mismo sintió miedo, se abandonó confiadamente en el Padre, enfrentó la muerte y amaneció a la plenitud de la vida.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 26, 12)
No me entregues, Señor, al odio de mis enemigos, pues han surgido contra mí testigos falsos, que respiran violencia.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, ayúdanos a celebrar los misterios de la pasión del Señor con tal fe y arrepentimiento, que podamos merecer tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Te convertiré en luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los últimos rincones de la tierra.
Del libro del profeta Isaías: 49, 1-6
Escúchenme, islas;
pueblos lejanos, atiéndanme. El Señor me llamó desde el
vientre de mi madre; cuando aún estaba yo en el seno materno, Él
pronunció mi nombre.
Hizo de mi boca una espada filosa, me escondió en la sombra de su mano,
me hizo flecha puntiaguda, me guardó en su aljaba y me dijo: "Tú
eres mi siervo, Israel; en ti manifestaré mi gloria". Entonces yo
pensé: "En vano me he cansado, inútilmente he gastado mis
fuerzas; en realidad mi causa estaba en manos del Señor, mi recompensa
la tenía mi Dios".
Ahora habla el Señor, el que me formó desde el seno materno, para
que fuera su servidor, para hacer que Jacob volviera a Él y congregar
a Israel en torno suyo —tanto así me honró el Señor
y mi Dios fue mi fuerza—. Ahora, pues, dice el Señor: "Es
poco que seas mi siervo sólo para restablecer a las tribus de Jacob y
reunir a los sobrevivientes de Israel; te voy a convertir en luz de las naciones,
para que mi salvación llegue hasta los últimos rincones de la
tierra". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 70 R/.
En ti, Señor, he puesto mi esperanza.
Señor, tú eres mi esperanza, que no quede yo jamás defraudado.
Tú, que eres justo, ayúdame y defiéndeme; escucha mi oración
y ponme a salvo. R/.
Sé para mí un refugio, ciudad fortificada en que me salves. Y
pues eres mi auxilio y mi defensa, líbrame, Señor, de los malvados.
R/.
Señor, tú eres mi esperanza; desde mi juventud en ti confío.
Desde que estaba en el seno de mi madre, yo me apoyaba en ti y tú me
sostenías. R/.
Yo proclamaré siempre tu justicia y a todas horas, tu misericordia. Me
enseñaste a alabarte desde niño y seguir alabándote es
mi orgullo. R/.
ACLAMACIÓN
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Señor Jesús, rey nuestro, para obedecer al Padre, quisiste ser
llevado a la cruz como manso cordero al sacrificio. R/.
Uno de ustedes me entregará. No cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces.
Del santo Evangelio según san Juan: 13, 21-33. 36-38
En aquel tiempo, cuando
Jesús estaba a la mesa con sus discípulos, se conmovió
profundamente y declaró: "Yo les aseguro que uno de ustedes me va
a entregar". Los discípulos se miraron perplejos unos a otros, porque
no sabían de quién hablaba. Uno de ellos, al que Jesús
tanto amaba, se hallaba reclinado a su derecha. Simón Pedro le hizo una
seña y le preguntó: "¿De quién lo dice?"
Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
"Señor, ¿quién es?" Le contestó Jesús:
"Aquel a quien yo le dé este trozo de pan, que voy a mojar".
Mojó el pan y se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote; y
tras el bocado, entró en él Satanás.
Jesús le dijo entonces a Judas: "Lo que tienes que hacer, hazlo
pronto". Pero ninguno de los comensales entendió a qué se
refería; algunos supusieron que, como Judas tenía a su cargo la
bolsa, Jesús le había encomendado comprar lo necesario para la
fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el bocado, salió
inmediatamente. Era de noche.
Una vez que Judas se fue, Jesús dijo: "Ahora ha sido glorificado
el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en El. Si Dios ha sido glorificado
en Él, también Dios lo glorificará en sí mismo y
pronto lo glorificará.
Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Me buscarán,
pero como les dije a los judíos, así se lo digo a ustedes ahora:
'A donde yo voy, ustedes no pueden ir' ". Simón Pedro le dijo: "Señor,
¿a dónde vas?" Jesús le respondió: "A
donde yo voy, no me puedes seguir ahora; me seguirás más tarde".
Pedro replicó: "Señor, ¿por qué no puedo seguirte
ahora? Yo daré mi vida por ti". Jesús le contestó:
"¿Conque darás tu vida por mí? Yo te aseguro que no
cantará el gallo, antes de que me hayas negado tres veces". Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, con bondad este pan y este vino que te presentamos, y concede a cuantos quieres hacernos partícipes del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo, llegar a poseerlo plenamente en tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio II de la Pasión del Señor
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Rm 8, 32)
Dios no escatimó la vida de su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, y con Él nos ha dado todos los bienes.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Por medio de este sacramento, que ya desde ahora nos comunica tu fuerza, concédenos, Padre misericordioso, participar de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
MIÉRCOLES 16 DE LA SEMANA SANTA
LENGUA Y OÍDOS DE INICIADO
Is 50,4-9; Mt 26, 14-25
En el cántico de Isaías encontramos una serie de rasgos que exhiben la fortaleza interior de un personaje que parece invencible: con oídos y lengua de iniciado vive pendiente de la palabra del Señor y por eso mismo, la comunica certeramente; no se arredra ante los ataques de sus adversarios, más aun los desafía, sabe que pronto se rendirán, mientras que él se sabe seguro y protegido por el Señor. Su rostro y sus espaldas se han habituado al maltrato y se han fortificado. Es un hombre curtido en el sufrimiento y por tanto es como diríamos hoy, un resiliente que se sobrepone con entereza a la adversidad. Esa espiritualidad tuvo que delinear indudablemente el Señor Jesús para sobreponerse a la paulatina y creciente incomprensión de sus discípulos más íntimos. La traición de Judas parecía inminente, al anticiparse a advertirla, logró "desactivar" su fuerza destructiva y no desistió ante el reto decisivo: la entrega amorosa de su vida a favor del Reino.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Flp 2, 10. 8. 11)
Que al nombre de Jesús, todo ser viviente, en el cielo, en la tierra y en el abismo, caiga de rodillas, porque el Señor aceptó por obediencia hasta la misma muerte, y una muerte de cruz. Por esto confesamos, para gloria de Dios Padre, que Jesucristo es el Señor.
ORACIÓN COLECTA
Padre misericordioso, que para librarnos del poder del enemigo quisiste que tu Hijo sufriera por nosotros el suplicio de la cruz, concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
No he sustraído mi rostro a los insultos y salivazos.
Del libro del profeta Isaías: 50, 4-9
En aquel entonces, dijo
Isaías: "El Señor me ha dado una lengua experta, para que
pueda confortar al abatido con palabras de aliento. Mañana tras mañana,
el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo.
El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto
resistencia, ni me he echado para atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban
de la barba. No aparté mi rostro a los insultos y salivazos.
Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso
endurecí mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado.
Cercano está de mí el que me hace justicia, ¿quién
luchará contra mí? ¿Quién es mi adversario? ¿Quién
me acusa? Que se me enfrente. El Señor es mi ayuda, ¿quién
se atreverá a condenarme?"Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
Del salmo 68 R/.
Por tu bondad, Señor, socórreme.
Por ti he sufrido injurias y la vergüenza cubre mi semblante. Extraño
soy y advenedizo, aun para aquellos de mi propia sangre; pues me devora el celo
de tu casa, el odio del que te odia, en mí recae. R/.
La afrenta me destroza el corazón y desfallezco. Espero compasión
y no la hallo; busco quien me consuele y no lo encuentro. En mi comida me echaron
hiel, para mi sed me dieron vinagre. R/.
En mi cantar exaltaré tu nombre, proclamaré tu gloria, agradecido.
Se alegrarán al verlo los que sufren, quienes buscan a Dios tendrán
más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre,
ni olvida al que se encuentra encadenado. R/.
ACLAMACIÓN
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Señor Jesús, rey nuestro, para obedecer al Padre, quisiste ser
llevado a la cruz como manso cordero al sacrificio.
¡Ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado!
Del santo Evangelio según san Mateo: 26, 14-25
En aquel tiempo, uno de
los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo:
"¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?" Ellos
quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando
una oportunidad para entregárselo.
El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los discípulos
se acercaron a Jesús y le preguntaron: "¿Dónde quieres
que te preparemos la cena de Pascua?" El respondió: "Vayan
a la ciudad, a casa de fulano y díganle: 'El Maestro dice: Mi hora está
ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa' ".
Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la
cena de Pascua.
Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce y mientras cenaban, les
dijo: "Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme". Ellos se
pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno: "¿Acaso
soy yo, Señor?" Él respondió: "El que moja su
pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del
hombre va a morir, como está escrito de Él; pero ¡ay de
aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera
a ese hombre no haber nacido". Entonces preguntó Judas, el que lo
iba a entregar: "¿Acaso soy yo, Maestro?" Jesús le respondió:
"Tú lo has dicho".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, los dones que te presentamos y concédenos la gracia de traducir en una vida de amor y de obediencia a tu voluntad, el misterio de la pasión de tu Hijo, que estamos celebrando. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio II de la Pasión del Señor
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mt 20, 28)
El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir, y a dar su vida para redención de todos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Señor, Dios nuestro, creer profunda-mente que por la muerte de tu Hijo, padecida en el Calva-rio y anunciada en cada Eucaristía, tú nos has dado la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
JUEVES SANTO
DE AMOS Y SIRVIENTES.
Ex 12, 1-8. 11-14; 1 Co 11, 23-26; Jn 13, 1-15
La verdadera razón para optar por el servicio para nosotros los cristianos se deriva del relato de la Última Cena. Jesús vivió durante toda su vida como un servidor. No vivía para sí, sino para los demás. Su palabra, los poderes extraordinarios que el Padre le había otorgado, y todas sus habilidades las había empeñado al mismo propósito: atender las necesidades y carencias de sus hermanos. El gesto final no es una acción aislada, es el momento culminante que corona una existencia vivida de forma ministerial, es decir, como un sirviente que libremente decide servir. Jesús trato de resquebrajar los prejuicios y los estereotipos de los Doce, según los cuales los inferiores en rango, tenían que dar y no recibir servicios. Por eso la protesta y el escándalo de Pedro, al momento que Jesús le lava los pies. Servir no es algo denigrante para quien lo hace, antes bien, es la acción que lo ennoblece. En una sociedad que defiende los propios privilegios y cuestiona los ajenos, resulta.
Misa vespertina de la Cena del Señor
Según una antiquísima
tradición de la Iglesia, en este día se prohíben todas
las Misas sin asistencia del pueblo.
En la tarde, a la hora más oportuna, se celebra la Misa de la Cena del
Señor, con la participación de toda la comunidad local y con la
intervención, según su propio oficio, de todos los sacerdotes
y ministros.
Los sacerdotes que hayan celebrado ya en la Misa del Santo Crisma o por alguna
razón pastoral, pueden concelebrar en la Misa vespertina. Donde lo pida
el bien de la comunidad, el Ordinario del lugar puede permitir que se celebre
otra Misa en la tarde en templos u oratorios públicos o semipúblicos;
y en caso de verdadera necesidad, aun en la mañana, pero solamente en
favor de los fieles que de ninguna manera puedan asistir a la Misa de la tarde.
Téngase cuidado, sin embargo, de que estas celebraciones no se hagan
en provecho de personas particulares y de que no sean en perjuicio de la asistencia
a la Misa vespertina principal. La sagrada Comunión se puede distribuir
a los fieles sólo dentro de la Misa; pero a los enfermos se les puede
llevar a cualquier hora del día.
Los fieles que hayan comulgado en la mañana en la Misa del Santo Crisma,
pueden comulgar de nuevo en la Misa de la tarde.
RITOS INICIALES Y LITURGIA DE LA PALABRA
1. El sagrario debe estar completamente vacío. Conságrense en esta Misa suficientes hostias, de modo que alcancen para la Comunión del clero y del pueblo, hoy y mañana.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Ga 6, 14)
Que nuestro único orgullo sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, porque en Él tenemos la salvación, la vida y la resurrección, y por Él hemos sido salvados y redimidos.
2. Se dice Gloria. Mientras se canta este himno, se tocan las campanas. Terminado el canto, las campanas no vuelven a tocarse hasta la Vigilia Pascual, a no ser que la Conferencia Episcopal o el Ordinario dispongan otra cosa.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que nos has reunido para celebrar aquella Cena en la cual tu Hijo único, antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el sacrificio nuevo y eterno, sacramento de su amor, concédenos alcanzar por la participación en este sacramento, la plenitud del amor y de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Prescripciones sobre la cena pascual.
Del libro del Éxodo: 12, 1-8. 11-14
En aquellos días,
el Señor les dijo a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto:
"Este mes será para ustedes el primero de todos los meses y el principio
del año. Díganle a toda la comunidad de Israel: 'El día
diez de este mes, tomará cada uno un cordero por familia, uno por casa.
Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte
con los vecinos y elija un cordero adecuado al número de personas y a
la cantidad que cada cual pueda comer. Será un animal sin defecto, macho,
de un año, cordero o cabrito.
Lo guardarán hasta el día catorce del mes, cuando toda la comunidad
de los hijos de Israel lo inmolará al atardecer. Tomarán la sangre
y rociarán las dos jambas y el dintel de la puerta de la casa donde vayan
a comer el cordero. Esa noche comerán la carne, asada a fuego; comerán
panes sin levadura y hierbas amargas. Comerán así: con la cintura
ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano y a toda
prisa, porque es la Pascua, es decir, el paso del Señor.
Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los
primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados.
Castigaré a todos los dioses de Egipto, yo, el Señor. La sangre
les servirá de señal en las casas donde habitan ustedes. Cuando
yo vea la sangre, pasaré de largo y no habrá entre ustedes plaga
exterminadora, cuando hiera yo la tierra de Egipto.
Ese día será para ustedes un memorial y lo celebrarán como
fiesta en honor del Señor. De generación en generación
celebrarán esta festividad, como institución perpetua"'.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 115 R/.
Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.
¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha
hecho? Levantaré el cáliz de salvación e invocaré
el nombre del Señor. R/.
A los ojos del Señor es muy penoso que mueran sus amigos. De la muerte,
Señor, me has librado, a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava.
R/.
Te ofreceré con gratitud un sacrificio e invocaré tu nombre. Cumpliré
mis promesas al Señor ante todo su pueblo. R/.
Cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 11, 23-26
Hermanos: Yo recibí
del Señor lo mismo que les he trasmitido: que el Señor Jesús,
la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando
la acción de gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo,
que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía".
Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo: "Este
cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria
mía siempre que beban de él".
Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz,
proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva. Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN
(Jn 13, 34) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos a los
otros, como yo los he amado. R/.
Los amó hasta el extremo.
Del santo Evangelio según san Juan: 13, 1-15
Antes de la fiesta de la
Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este
mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó
hasta el extremo.
En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón
de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús,
consciente de que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas
y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó
de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó;
luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos
y a secárselos con la toalla que se había ceñido.
Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: "Señor,
¿me vas a lavar tú a mí los pies?" Jesús le
replicó: "Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora,
pero lo comprenderás más tarde". Pedro le dijo: "Tú
no me lavarás los pies jamás". Jesús le contestó:
"Si no te lavo, no tendrás parte conmigo". Entonces le dijo
Simón Pedro: "En ese caso, Señor, no sólo los pies,
sino también las manos y la cabeza". Jesús le dijo: "El
que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque
todo él está limpio. Y ustedes están limpios, aunque no
todos". Como sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo:
'No todos están limpios'.
Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió
a la mesa y les dijo: "¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes?
Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues
si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también
ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para
que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
3. En la homilía se exponen los grandes hechos que se recuerdan en esta Misa, es decir, la institución de la Sagrada Eucaristía y del Orden Sacerdotal y el mandato del Señor sobre la caridad fraterna. Después de la homilía, donde lo aconseje el bien pastoral, se lleva a cabo el lavatorio de los pies.
LAVATORIO DE LOS PIES
4. Los varones designados
para el rito van, acompañados por los ministros, a ocupar los asientos
preparados para ellos en un lugar visible.
El celebrante, quitada la casulla si es necesario, se acerca a cada una de las
personas designadas y, con la ayuda de los ministros, les lava los pies y se
los seca.
5. Mientras tanto, se canta alguna de las siguientes antífonas o algún
canto apropiado.
ANTÍFONA PRIMERA (Cfr. Jn 13, 4. 5. 15)
El Señor se levantó de la mesa, echó agua en un recipiente y se puso a lavar los pies de sus discípulos para darles ejemplo.
ANTÍFONA SEGUNDA (Jn 13, 6. 7. 8)
Señor, ¿pretendes
tú, lavarme a mí los pies?
Jesús le respondió:
Si no te lavo los pies, no tendrás nada que ver conmigo.
V. Fue Jesús hacia Simón Pedro y éste le dijo:
— Señor...
V. Lo que yo estoy haciendo, tú no lo entiendes ahora; lo entenderás
más tarde.
— Señor...
ANTÍFONA TERCERA (Cfr. Jn 13, 14)
Si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, ¡con cuánta mayor razón ustedes deben lavarse los pies unos a otros!
ANTÍFONA CUARTA (Jn 13, 35)
En esto reconocerán todos que ustedes son mis discípulos: en que se amen los unos a los otros.
V. Jesús dice a sus discípulos:
— En esto reconocerán todos...
ANTÍFONA QUINTA (Jn 13, 34)
Este nuevo mandamiento les doy: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado, dice el Señor.
ANTÍFONA SEXTA (1 Co 13, 13)
Que permanezcan en ustedes la fe, la esperanza y el amor; pero la mayor de estas tres virtudes es el amor.
V. Ahora tenemos la fe, la esperanza y el amor; pero la mayor de estas tres virtudes es el amor.
— Que permanezcan...
6. Inmediatamente después del lavatorio de los pies o, si éste no tuvo lugar, después de la homilía, se hace la Oración universal.
No se dice Credo.
LITURGIA EUCARÍSTICA
7. Al comienzo de la
Liturgia Eucarística, puede organizarse una procesión de los fieles,
en la que se lleven dones para los pobres. Mientras tanto, se canta el siguiente
himno "Ubi caritas est vera" (A Dios siempre lo encontramos donde
hay amor) u otro cántico apropiado.
Ant. A Dios siempre lo encontramos donde hay amor.
El amor de Jesucristo nos ha unido, ha llenado nuestras almas de alegría.
Abstengámonos, por lo tanto, de ofenderlo y aprendamos a encontrarlo
en nuestro hermano.
Ant. A Dios siempre lo encontramos donde hay amor.
Ya que estamos en Cristo congregados, que ya nada pueda nunca separarnos. Cesen
ya los rencores y las guerras, y que en Cristo nos miremos como hermanos.
Ant. A Dios siempre lo encontramos donde hay amor.
Haz que todos merezcamos en el cielo, con los ángeles y santos, ver tu
rostro. Cumpliremos así todo nuestro anhelo, y darás a nuestras
almas gozo eterno. Amén.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, participar dignamente en esta Eucaristía, porque cada vez que celebramos el memorial de la muerte de tu Hijo, se realiza la obra de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO I DE LA EUCARISTÍA
En verdad es justo y
necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
El cual, verdadero y eterno sacerdote, al instituir el sacramento del sacrificio
perdurable, se ofreció a ti como víctima salvadora, y nos mandó
que lo ofreciéramos como memorial suyo.
Cuando comemos su carne, inmolada por nosotros, quedamos fortalecidos; y cuando
bebemos su sangre, derramada por nosotros, quedamos limpios de nuestros pecados.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros
celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...
Si se usan las Plegarias eucarísticas II o III, nótese la referencia
que se hace de esta Misa.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 Co 11, 24. 25)
Éste es mi Cuerpo, que se da por ustedes. Este cáliz es la nueva alianza establecida por mi Sangre; cuantas veces lo beban, háganlo en memoria mía, dice el Señor.
8. Después de distribuir la Comunión, se deja sobre el altar un copón con hostias para la Comunión del día siguiente, y se termina la Misa con esta oración.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, tú que nos permites disfrutar en esta vida de la Cena instituida por tu Hijo, concédenos participar también del banquete celestial en tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.
TRASLACIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO
9. Dicha la oración
después de la Comunión, el sacerdote, de pie ante el altar, pone
incienso en el incensario y, arrodillado, inciensa tres veces al Santísimo
Sacramento. Enseguida recibe el paño de hombros, toma en sus manos el
copón y lo cubre con las extremidades del paño.
10. Se forma entonces la procesión para llevar al Santísimo Sacramento
a través del templo, hasta el sitio donde se le va a guardar. Va adelante
un acólito con la cruz alta; otros acólitos acompañan al
Santísimo Sacramento con ciriales e incienso. El lugar de depósito
debe estar preparado en alguna capilla convenientemente adornada. Durante la
procesión, se canta el himno "Pange lingua" (excepto las dos
últimas estrofas) o algún otro canto eucarístico.
11. Al llegar la procesión al lugar donde va a depositarse el Santísimo
Sacramento, el sacerdote deposita el copón y, poniendo de nuevo incienso
en el incensario, lo inciensa arrodillado, mientras se canta la parte final
del himno "Tantum ergo". Enseguida se cierra el tabernáculo
o la urna del depósito.
12. Después de unos momentos de adoración en silencio, el sacerdote
y los ministros hacen genuflexión y vuelven a la sacristía.
13. Enseguida se desnuda el altar y, si es posible, se quitan del templo las
cruces. Si algunas no se pueden quitar, es conveniente que queden cubiertas
con un velo.
14. Quienes asistieron a la Misa vespertina no están obligados a rezar
Vísperas.
15. Exhórtese a los fieles, según las circunstancias y costumbres
del lugar, a dedicar alguna parte de su tiempo, en la noche, a la adoración
delante del Santísimo Sacramento. Esta adoración, después
de la media noche, hágase sin solemnidad.
VIERNES SANTO
Santos: Perfecto de Córdoba, mártir, Eusebio de Umbría, obispo. Beato Lucas Passi, fundador. (Rojo)
NO TENÍA ASPECTO HUMANO
Is 52, 13-53.12; Hb 4, 14-16; 5, 7-9; Jn 18,1-19, 42
Quien haya leído
atentamente el relato de la pasión que nos comparte el cuarto Evangelio
apreciará las semejanzas notorias entre la profecía de Isaías
y los días finales del profeta de Nazaret. Jesús efectivamente
"no había cometido crímenes" y fue condenado y ejecutado
junto a un par de bandoleros, aplastados por el sistema represor romano para
escarmiento de los presentes. Jesús asumió voluntariamente su
pasión y muerte (pudiendo alejarse de Getsemaní y perderse en
el desierto de Judea) y en ese sentido, quiso entregar su vida "como cordero
llevado al matadero". No fue una existencia fallida; la obediente entrega
de su vida al Padre nos permite entender la suya como una existencia martirial:
"fue traspasado por nuestras rebeliones".
VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
1. El día de
hoy y el de mañana, por una antiquísima tradición, la Iglesia
omite por completo la celebración del sacrificio eucarístico.
2. El altar debe estar desnudo por completo: sin cruz, sin candelabros y sin
manteles.
3. Después del mediodía, alrededor de las tres de la tarde, a
no ser que por razón pastoral se elija una hora más avanzada,
se celebra la Pasión del Señor, que consta de tres partes: Liturgia
de la Palabra, Adoración de la Cruz y Sagrada Comunión.
En este día la sagrada Comunión se distribuye a los fieles únicamente
dentro de la celebración de la Pasión del Señor; pero a
los enfermos que no puedan tomar parte en esta celebración, se les puede
llevar a cualquier hora del día.
4. El sacerdote y el diácono, revestidos de color rojo como para la Misa,
se dirigen al altar, y hecha la debida reverencia, se postran rostro en tierra
o, si se juzga mejor, se arrodillan, y todos oran en silencio durante algún
espacio de tiempo.
5. Después el sacerdote, con los ministros, se dirige a la sede, donde,
vuelto hacia el pueblo, con las manos juntas, dice una de las siguientes oraciones:
ORACIÓN **
No se dice "Oremos"
Padre nuestro misericordioso,
santifica y protege siempre a esta familia tuya, por cuya salvación derramó
su Sangre y resucitó glorioso Jesucristo, tu Hijo. El cual vive y reina
por los siglos de los siglos.
R/ Amén.
O bien:
Tú que con la Pasión de Cristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, nos libraste de la muerte, que heredamos todos a consecuencia del primer pecado, concédenos, Señor, a cuantos por nacimiento somos pecadores, asemejarnos plenamente, por tu gracia, a Jesucristo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. R/. Amén.
Primera parte
6. Luego todos se sientan y se hace la primera lectura, tomada del profeta Isaías, con su salmo.
LITURGIA DE LA PALABRA
Él fue traspasado por nuestros crímenes
Del libro del profeta Isaías: 52, 13-53, 12
He aquí que mi siervo
prosperará, será engrandecido y exaltado, será puesto en
alto. Muchos se horrorizaron al verlo, porque estaba desfigurado su semblante,
que no tenía ya aspecto de hombre; pero muchos pueblos se llenaron de
asombro. Ante él los reyes cerrarán la boca, porque verán
lo que nunca se les había contado y comprenderán lo que nunca
se habían imaginado.
¿Quién habrá de creer lo que hemos anunciado? ¿A
quién se le revelará el poder del Señor? Creció
en su presencia como planta débil, como una raíz en el desierto.
No tenía gracia ni belleza. No vimos en él ningún aspecto
atrayente; despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores,
habituado al sufrimiento; como uno del cual se aparta la mirada, despreciado
y desestimado.
Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores;
nosotros lo tuvimos por leproso, herido por Dios y humillado, traspasado por
nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. El soportó
el castigo que nos trae la paz. Por sus llagas hemos sido curados.
Todos andábamos errantes como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y
el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes.
Cuando lo maltrataban, se humillaba y no abría la boca, como un cordero
llevado a degollar; como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría
la boca.
Inicuamente y contra toda justicia se lo llevaron. ¿Quién se preocupó
de su suerte? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, lo hirieron de muerte
por los pecados de mi pueblo, le dieron sepultura con los malhechores a la hora
de su muerte, aunque no había cometido crímenes, ni hubo engaño
en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento. Cuando entregue su vida
como expiación, verá a sus descendientes, prolongará sus
años y por medio de él prosperarán los designios del Señor.
Por las fatigas de su alma, verá la luz y se saciará; con sus
sufrimientos justificará mi siervo a muchos, cargando con los crímenes
de ellos.
Por eso le daré una parte entre los grandes, y con los fuertes repartirá
despojos, ya que indefenso se entregó a la muerte y fue contado entre
los malhechores, cuando tomó sobre sí las culpas de todos e intercedió
por los pecadores. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 30 R/.
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
A ti, Señor, me acojo, que no quede yo nunca defraudado. En tus manos
encomiendo mi espíritu y tú, mi Dios leal, me librarás.
R/.
Se burlan de mí mis enemigos, mis vecinos y parientes de mí se
espantan, los que me ven pasar huyen de mí. Estoy en el olvido, como
un muerto, como un objeto tirado en la basura. R/.
Pero yo, Señor, en ti confío. Tú eres mi Dios, y en tus
manos está mi destino. Líbrame de los enemigos que me persiguen.
R/.
Vuelve, Señor, tus ojos a tu siervo y sálvame, por tu misericordia.
Sean fuertes y valientes de corazón, ustedes, los que esperan en el Señor.
R/.
7. A continuación se hace la segunda lectura, tomada de la carta a los hebreos, con el canto antes del Evangelio.
IDe la carta a los hebreos: 4, 14-16; 5, 7-9
Hermanos: Jesús,
el Hijo de Dios, es nuestro sumo sacerdote, que ha entrado en el cielo. Mantengamos
firme la profesión de nuestra fe. En efecto, no tenemos un sumo sacerdote
que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que Él
mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado. Acerquémonos,
por lo tanto, con plena confianza al trono de la gracia, para recibir misericordia,
hallar la gracia y obtener ayuda en el momento oportuno.
Precisamente por eso, Cristo, durante su vida mortal, ofreció oraciones
y súplicas, con fuertes voces y lágrimas, a aquel que podía
librarlo de la muerte, y fue escuchado por su piedad. A pesar de que era el
Hijo, aprendió a obedecer padeciendo, y llegado a su perfección,
se convirtió en la causa de la salvación eterna para todos los
que lo obedecen. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN
(Flp 2, 8-9) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso
la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las
cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre. R/.
8. Finalmente se lee la Pasión del Señor según san Juan, del mismo modo que el domingo precedente.
PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN JUAN (18, 1-19, 42)
Apresaron a Jesús y lo ataron
C. En aquel tiempo, Jesús
fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde
había un huerto, y entraron allí Él y sus discípulos.
Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús
se reunía a menudo allí con sus discípulos.
Entonces Judas tomó un batallón de soldados y guardias de los
sumos sacerdotes y de los fariseos y entró en el huerto con linternas,
antorchas y armas.
Jesús, sabiendo todo lo que iba a suceder, se adelantó y les dijo:
"¿A quién buscan?"
Le contestaron:
"A Jesús, el nazareno".
Les dijo Jesús:
"Yo soy".
Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles 'Yo soy', retrocedieron
y cayeron a tierra. Jesús les volvió a preguntar:
"¿A quién buscan?"
Ellos dijeron:
"A Jesús, el nazareno".
Jesús contestó:
"Les he dicho que soy yo. Si me buscan a mí, dejen que éstos
se vayan".
Así se cumplió lo que Jesús había dicho: "No
he perdido a ninguno de los que me diste".
Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió
a un criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Este criado
se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:
"Mete la espada en la vaina. ¿No voy a beber el cáliz que
me ha dado mi Padre?".
Llevaron a Jesús primero ante Anás
El batallón, su comandante y los criados de los judíos apresaron
a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero ante Anás, porque era
suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año. Caifás era
el que había dado a los judíos este consejo: "Conviene que
muera un solo hombre por el pueblo".
Simón Pedro y otro discípulo iban siguiendo a Jesús. Este
discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús
en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la
puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote,
habló con la portera e hizo entrar a Pedro. La portera dijo entonces
a Pedro:
"¿No eres tú también uno de los discípulos
de ese hombre?"
Él dijo:
"No lo soy".
Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía
frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie,
calentándose.
El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos
y de su doctrina. Jesús le contestó:
"Yo he hablado abiertamente al mundo y he enseñado continuamente
en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos,
y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí?
Interroga a los que me han oído, sobre lo que les he hablado. Ellos saben
lo que he dicho".
Apenas dijo esto, uno de los guardias le dio una bofetada a Jesús, diciéndole:
"¿Así contestas al sumo sacerdote?"
Jesús le respondió:
"Si he faltado al hablar, demuestra en qué he faltado; pero si he
hablado como se debe, ¿por qué me pegas?"
Entonces Anás lo envió atado a Caifás, el sumo sacerdote.
¿No eres tú también uno de sus discípulos'? No lo
soy
Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron:
"¿No eres tú también uno de sus discípulos?"
Él lo negó diciendo:
"No lo soy".
Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le había
cortado la oreja, le dijo:
"¿Qué no te vi yo con Él en el huerto?"
Pedro volvió a negarlo y enseguida cantó un gallo.
Mi Reino no es de este mundo
Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era muy de mañana
y ellos no entraron en el palacio para no incurrir en impureza y poder así
comer la cena de Pascua. Salió entonces Pilato a donde estaban ellos
y les dijo:
"¿De qué acusan a este hombre?"
Le contestaron:
"Si éste no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos traído".
Pilato les dijo:
"Pues llévenselo y júzguenlo según su ley".
Los judíos le respondieron:
"No estamos autorizados para dar muerte a nadie".
Así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando
de qué muerte iba a morir.
Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le
dijo:
"¿Eres tú el rey de los judíos?"
Jesús le contestó:
"¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?"
Pilato le respondió:
"¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te
han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?"
Jesús le contestó:
"Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores
habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos.
Pero mi Reino no es de aquí".
Pilato le dijo:
"¿Conque tú eres rey?" C. Jesús le contestó:
"Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser
testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz".
Pilato le dijo:
"¿Y qué es la verdad?"
Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo:
"No encuentro en Él ninguna culpa. Entre ustedes es costumbre que
por Pascua ponga en libertad a un preso. ¿Quieren que les suelte al rey
de los judíos?"
Pero todos ellos gritaron: "¡No, a ése no! ¡A Barrabás!"
(el tal Barrabás era un bandido).
¡Viva el rey de los judíos!
Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Los soldados
trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, le echaron encima
un manto color púrpura y, acercándose a Él, le decían:
"¡Viva el rey de los judíos!"
Y le daban de bofetadas.
Pilato salió otra vez afuera y les dijo:
"Aquí lo traigo para que sepan que no encuentro en Él ninguna
culpa".
Salió, pues, Jesús, llevando la corona de espinas y el manto color
púrpura. Pilato les dijo:
"Aquí está el hombre".
Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y sus servidores, gritaron:
"¡Crucifícalo, crucificalo!"
Pilato les dijo:
"Llévenselo ustedes y crucifíquenlo, porque yo no encuentro
culpa en Él".
Los judíos le contestaron:
"Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque
se ha declarado hijo de Dios".
Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más,
y entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:
"¿De dónde eres tú?"
Pero Jesús no le respondió. Pilato le dijo entonces:
"¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad
para soltarte y autoridad para crucificarte?"
Jesús le contestó:
"No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran
dado de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor".
¡Fuera, fuera! Crucificalo
Desde ese momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:
"¡Si sueltas a ése, no eres amigo del César!; porque
todo el que pretende ser rey, es enemigo del César".
Al oír estas palabras, Pilato sacó a Jesús y lo sentó
en el tribunal, en el sitio que llaman "el Enlosado" (en hebreo Gábbata).
Era el día de la preparación de la Pascua, hacia el mediodía.
Y dijo Pilato a los judíos:
"Aquí tienen a su rey".
Ellos gritaron:
"¡Fuera, fuera! ¡Crucificalo!"
Pilato les dijo:
"¿A su rey voy a crucificar?"
Contestaron los sumos sacerdotes: "No tenemos más rey que el César".
Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.
Crucificaron a Jesús, y con Él a otros dos
Tomaron a Jesús, y Él, cargando con la cruz, se dirigió
hacia el sitio llamado "la Calavera" (que en hebreo se dice Gólgota),
donde lo crucificaron, y con Él a otros dos, uno de cada lado, y en medio
Jesús. Pilato mandó escribir un letrero y ponerlo encima de la
cruz; en él estaba escrito: "Jesús el nazareno, el rey de
los judíos". Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba
cerca el lugar donde crucificaron a Jesús y estaba escrito en hebreo,
latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos le
dijeron a Pilato: S
"No escribas: "El rey de los judíos", sino: "Éste
ha dicho: Soy rey de los judíos".
Pilato les contestó:
"Lo escrito, escrito está".
Se repartieron mi ropa
Cuando crucificaron a Jesús, los soldados cogieron su ropa e hicieron
cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una
túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Por eso
se dijeron:
"No la rasguemos, sino echemos suertes para ver a quién le toca".
Así se cumplió lo que dice la Escritura: Se repartieron mi ropa
y echaron a suerte mi túnica. Y eso hicieron los soldados.
Ahí está tu hijo-Ahí está tu madre
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, Maria
la de Cleofás, y Maria Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al
discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre:
"Mujer, ahí está tu hijo".
Luego dijo al discípulo:
"Ahí está tu madre".
Y desde aquella hora el discípulo se la llevó a vivir con él.
Todo está cumplido
Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado
a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:
"Tengo sed".
Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una
esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a
la boca. Jesús probó el vinagre y dijo:
"Todo está cumplido".
E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Aquí se arrodillan todos y se hace una breve pausa.
Inmediatamente salió sangre y agua
Entonces, los judíos, como era el día de la preparación
de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la
cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne,
pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz. Fueron
los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían
sido crucificados con Él. Pero al llegar a Jesús, viendo que ya
había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados
le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre
y agua.
El que vio da testimonio de esto y su testimonio es verdadero y Él sabe
que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió
para que se cumpliera lo que dice la Escritura: No le quebrarán ningún
hueso; y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.
Vendaron el cuerpo de Jesús y lo perfumaron
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de
Jesús, pero oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato
que lo dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó.
Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también
Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras
de una mezcla de mirra y áloe.
Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con esos aromas,
según se acostumbra enterrar entre los judíos. Había un
huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo,
donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos
era el día de la preparación de la Pascua y el sepulcro estaba
cerca, allí pusieron a Jesús. Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
9. Después de la lectura de la Pasión, se tiene, si parece oportuno, una breve homilía, después de la cual el sacerdote puede exhortar a los fieles a orar durante un breve espacio de tiempo.
ORACIÓN UNIVERSAL
10. La
Liturgia de la Palabra se termina con la oración universal, que se hace
de esta manera: el diácono, junto al ambón, dice el invitatorio,
en el cual se expresa la intención. Enseguida oran todos en silencio
durante un breve espacio de tiempo y luego el sacerdote, de pie junto a la sedé
o ante el altar, dice la oración con las manos extendidas. Los fieles
pueden permanecer arrodillados o de pie durante todo el tiempo de las oraciones.
11. Las Conferencias Episcopales pueden aprobar algunas aclamaciones
del pueblo antes de cada oración del sacerdote o disponer que se conserve
la invitación tradicional del diácono: "Arrodillémonos,
Levantémonos" y la costumbre de que los fieles se arrodillen en
silencio durante la oración.
12. Cuando hay una grave necesidad pública, el Ordinario
del lugar puede permitir o prescribir que se añada alguna intención
especial.
13. De las oraciones que se presentan en el Misal, el sacerdote
puede escoger las que sean más apropiadas para las circunstancias del
lugar, cuidando, sin embargo, de que se conserve la serie de intenciones establecidas
para la oración universal (Instrucción General del Misal Romano,
n. 46).
I. Por la santa Iglesia
Oremos, queridos hermanos,
por la santa Iglesia de Dios, para que nuestro Dios y Señor le conceda
la paz y la unidad, se digne protegerla en toda la tierra y nos conceda glorificarlo,
como Dios Padre omnipotente con una vida pacífica y serena.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote: Dios todo poderoso
y eterno, que en Cristo revelaste tu gloria a todas las naciones, conserva la
obra de tu misericordia, para que tu Iglesia, extendida por toda la tierra,
persevere con fe inquebrantable en la confesión de tu nombre. Por Jesucristo,
nuestro Señor. R. Amén.
II. Por
el Papa Oremos también por nuestro Santo Padre, el Papa N., para que
Dios nuestro Señor, que lo escogió para el orden de los obispos,
lo conserve a salvo y sin daño para bien de su santa Iglesia, a fin de
que pueda gobernar al pueblo santo de Dios.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, cuya sabiduría gobierna el universo, atiende
favorablemente nuestras súplicas y protege con tu amor al Papa que nos
diste, para que el pueblo cristiano, que tú mismo pastoreas, progrese
bajo su cuidado en la firmeza de su fe. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
III. Por
el pueblo de Dios y sus ministros Oremos también por nuestro obispo N.,
por todos los obispos, presbíteros y diáconos de la Iglesia, y
por todo el pueblo santo de Dios.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, que con tu Espíritu santificas y gobiernas
a toda la Iglesia, escucha nuestras súplicas por tus ministros, para
que, con la ayuda de tu gracia, te sirvan con fidelidad. Por Jesucristo, nuestro
Señor. R. Amén.
IV. Por
los catecúmenos
Oremos también por los (nuestros) catecúmenos, para que Dios nuestro
Señor abra los oídos de sus corazones y les manifieste su misericordia,
y para que, mediante el bautismo, se les perdonen todos sus pecados y queden
incorporados a Cristo, Señor nuestro.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todo poderoso y eterno, que sin cesar concedes nuevos hijos a tu Iglesia, acreciente la fe y el conocimiento a los (nuestros) catecúmenos, para que, renacido en la fuente bautismal, los cuentes entre tus hijos de adopción. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
V. Por la unidad de los cristianos
Oremos también por
todos los hermanos que creen en Cristo, para que Dios nuestro Señor se
digne congregar y custodiar en la única Iglesia a quienes procuran vivir
en la verdad.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote: Dios todopoderoso
y eterno, que reúnes a los que están dispersos y los mantienes
en la unidad, mira benignamente la grey de tu Hijo, para que, a cuantos están
consagrados por el único bautismo, también los una la integridad
de la fe y los asocie el vínculo de la caridad. Por Jesucristo, nuestro
Señor. R. Amén.
VI. Por
los judíos
Oremos también por los judíos, para que a quienes Dios nuestro
Señor habló primero, les conceda progresar continuamente en el
amor de su nombre y en la fidelidad a su alianza.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote: Dios todopoderoso
y eterno, que confiaste tus promesas a Abraham y a su descendencia, oye compasivo
los ruegos de tu Iglesia, para que el pueblo que adquiriste primero como tuyo,
merezca llegar a la plenitud de la redención. Por Jesucristo, nuestro
Señor. R. Amén.
VII. Por
los que no creen en Cristo
Oremos también por los que no creen en Cristo, para que, iluminados por
el Espíritu Santo, puedan ellos encontrar el camino de la salvación.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote: Dios todopoderoso
y eterno, concede a quienes no creen en Cristo, que, caminando en tu presencia
con sinceridad de corazón, encuentren la verdad; y a nosotros concédenos
crecer en el amor mutuo y en el deseo de comprender mejor los misterios de tu
vida, a fin de que seamos testigos cada vez más auténticos de
tu amor en el mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
VIII.
Por los que no creen en Dios
Oremos también por los que no conocen a Dios, para que, buscando con
sinceridad lo que es recto, merezcan llegar hasta Él.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote: Dios todopoderoso
y eterno, que creaste a todos los hombres para que deseándote te busquen,
y para que al encontrarte descansen en ti; concédenos que, en medio de
las dificultades de este mundo, al ver los signos de tu amor y el testimonio
de las buenas obras de los creyentes, todos los hombres se alegren al confesarte
como único Dios verdadero y Padre de todos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
IX. Por
los gobernantes
Oremos también por todos los gobernantes de las naciones, para que Dios
nuestro Señor guíe sus mentes y corazones, según su voluntad
providente, hacia la paz verdadera y la libertad de todos.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote: Dios todopoderoso
y eterno, en cuyas manos están los corazones de los hombres y los derechos
de las naciones, mira con bondad a nuestros gobernantes, para que, con tu ayuda,
se afiance en toda la tierra un auténtico progreso social, una paz duradera
y una verdadera libertad religiosa. Por Jesucristo, nuestro Señor. R.
Amén.
X Por los
que se encuentran en alguna tribulación Oremos, hermanos muy queridos,
a Dios Padre todopoderoso, para que libre al mundo de todos sus errores, aleje
las enfermedades, alimente a los que tienen hambre, libere a los encarcelados
y haga justicia a los oprimidos, conceda seguridad a los que viajan, un buen
retorno a los que se hallan lejos del hogar, la salud a los enfermos y la salvación
a los moribundos.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, consuelo de los afligidos y fortaleza de los que
sufren, escucha a los que te invocan en su tribulación, para que todos
experimenten en sus necesidades la alegría de tu misericordia. Por Jesucristo,
nuestro Señor. R. Amén.
Segunda parte
ADORACIÓN DE LA SANTA CRUZ
14. Terminada la oración universal, se hace la adoración solemne de la santa Cruz. De las dos formas que se proponen a continuación para el descubrimiento de la cruz, elíjase la que se juzgue más apropiada pastoralmente, de acuerdo con las circunstancias.
Primera forma de mostrar la santa Cruz
15. Se lleva al altar la cruz, cubierta con un velo y acompañada por dos acólitos con velas encendidas.
El sacerdote, de pie ante
el altar, recibe la cruz, descubre un poco su extremo superior, la eleva y comienza
a cantar el invitatorio "Mirad el árbol de la Cruz", cuyo canto
prosigue juntamente con los ministros sagrados o, si es necesario, con el coro.
Todos responden: "Venid y adoremos".
Terminado el canto, todos se arrodillan y adoran en silencio, durante algunos
instantes, la cruz que el sacerdote, de pie, mantiene en alto.
Enseguida el sacerdote descubre el brazo derecho de la cruz y, elevándola
de nuevo, comienza a cantar (en el mismo tono que antes) el invitatorio "Mirad
el árbol de la Cruz", y se prosigue como la primera vez.
Finalmente descubre por completo la cruz y, volviéndola a elevar, comienza
por tercera vez el invitatorio "Mirad el árbol de la Cruz",
como la primera vez.
16. Enseguida,
acompañado por dos acólitos con velas encendidas, el sacerdote
lleva la cruz a la entrada del presbiterio o a otro sitio adecuado y la coloca
ahí, o la entrega a los ministros o acólitos para que la sostengan,
y se colocan las dos velas encendidas a los lados de la cruz.
Se hace luego la adoración de la santa Cruz como se indica más
adelante, en el número 18.
Segunda forma de mostrar la santa Cruz
17. El sacerdote, el diácono u otro ministro idóneo,
va a la puerta del templo juntamente con los acólitos. Ahí recibe
la cruz ya descubierta. Los acólitos toman los ciriales encendidos, y
todos avanzan en forma de procesión hacia el presbiterio a través
del templo.
Cerca de la puerta del templo, el que lleva la cruz la levanta y canta el invitatorio
"Mirad el árbol de la Cruz". Todos responden: "Venid y
adoremos" y se arrodillan después de la respuesta, adorando un momento
en silencio. Esto mismo se repite a la mitad de la iglesia y a la entrada del
presbiterio. (El invitatorio se canta las tres veces en el mismo tono).
Enseguida se coloca la cruz a la entrada del presbiterio y se ponen a sus lados
los ciriales, como se indica en el número 16.
INVITATORIO AL PRESENTAR LA SANTA CRUZ
V. Mirad el árbol de la Cruz donde estuvo clavado Cristo, el Salvador del mundo.
R/. Venid y adoremos.
ADORACIÓN DE LA SANTA CRUZ
18. El
sacerdote, el clero y los fieles se acercan procesionalmente y adoran la cruz,
haciendo delante de ella una genuflexión simple o algún otro signo
de veneración (como el de besarla), según la costumbre de la región.
Mientras tanto, se canta la antífona "Tu Cruz adoramos", los
Improperios, u otros cánticos apropiados. Todos, conforme van terminando
de adorar la cruz, regresan a su lugar y se sientan.
19. Expóngase solamente una cruz a la adoración
de los fieles. Si por el gran número de asistentes no todos pudieren
acercarse, el sacerdote, después de que una parte de los fieles haya
hecho la adoración, toma la cruz y, de pie ante el altar, invita a todo
el pueblo, con breves palabras, a adorar la santa Cruz. Luego la levanta en
alto por un momento, para que los fieles la adoren en silencio.
20. Terminada la adoración, la cruz es llevada al altar
y puesta en su lugar. Los ciriales encendidos son colocados a los lados del
altar o junto a la cruz.
CANTOS PARA LA ADORACIÓN DE LA SANTA CRUZ
Las partes que corresponden al primer coro, se indican con el número 1; las que corresponden al segundo, con el número 2; las que deben cantarse juntamente por los dos coros, con los números 1 y 2.
1 y 2. ANTÍFONA
Tu Cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos, pues del árbol de la Cruz ha venido la alegría al mundo entero.
1. SALMO 66, 2
Que el Señor se apiade de nosotros y nos bendiga, que nos muestre su rostro radiante y misericordioso.
1 y 2. ANTÍFONA
Tu Cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos, pues del árbol de la Cruz ha venido la alegría al mundo entero.
IMPROPERIOS I
1 y 2. Pueblo mío,
¿qué mal te he causado, o en qué cosa te he ofendido? Respóndeme.
1. ¿Porque yo te saqué de Egipto, tú le has preparado una
cruz a tu Salvador?
2. Pueblo mío, ¿qué mal te he causado, o en qué
cosa te he ofendido? Respóndeme.
1. Sanctus Deus. 2. Santo Dios.
1. Sanctus fortis. 2. Santo fuerte.
1. Sanctus immortalis, 2. Santo inmortal,
miserere nobis. ten piedad de nosotros.
1 y 2. ¿Porque yo te guié cuarenta años por el desierto,
te alimenté con el maná y te introduje en una tierra fértil,
tú le preparaste una cruz a tu Salvador? Sanctus Deus, etcétera.
1 y 2. ¿Qué más pude hacer, o qué dejé sin
hacer por ti? Yo mismo te elegí y te planté, hermosa viña
mía, pero tú te has vuelto áspera y amarga conmigo, porque
en mi sed me diste de beber vinagre y has plantado una lanza en el costado a
tu Salvador. Sanctus Deus, etcétera.
IMPROPERIOS II
1. Por ti yo azoté
a Egipto y a sus primogénitos y tú me has entregado para que me
azoten.
2. R/. Pueblo mío, ¿qué mal te he causado, o en qué
cosa te he ofendido? Respóndeme.
1. Yo te saqué de Egipto y te libré del faraón en el Mar
Rojo, y tú me has entregado a los sumos sacerdotes. 2. R/.
1. Yo te abrí camino por el mar, y tú me has abierto el costado
con tu lanza. 2. R/.
1. Yo te serví de guía con una columna de nubes y tú me
has conducido al pretorio de Pilato. 2. R/.
1. Yo te di de comer maná en el desierto y tú me has dado de bofetadas
y de azotes. 2. R/.
1. Yo te di a beber el agua salvadora que brotó de la peña y tú
me has dado a beber hiel y vinagre. 2. R/.
1. Por ti yo herí a los reyes cananeos y tú, con una caña,
me has herido en la cabeza. 2. R/.
1. Yo puse en tus manos un cetro real y tú me has puesto en la cabeza
una corona de espinas. 2. R/.
1. Yo te exalté con mi omnipotencia y tú me has hecho subir a
la deshonra de la Cruz. 2. R/.
HIMNO
Después de cada estrofa, se van diciendo alternados los versos R. 1 y R.2.
R. 1. Cruz amable y redentora,
árbol noble, espléndido.
Ningún árbol fue tan rico,
ni en sus frutos ni en su flor.
Cuando Adán, movido
a engaño,
comió el fruto del Edén,
el Creador, compadecido,
desde entonces decretó
que un árbol nos devolviera
lo que un árbol nos quitó.
R. 2. Dulce leño,
dulces clavos,
dulce el fruto que nos dio.
Quiso, con sus propias armas,
vencer Dios al seductor,
la sabiduría a la astucia
fiero duelo le aceptó,
para hacer surgir la vida
donde la muerte brotó. R. 1
Cuando el tiempo hubo llegado,
el Eterno nos envió
a su Hijo desde el cielo,
Dios eterno como Él,
que en el seno de una Virgen
carne humana revistió. R. 1
Ya se enfrenta a las injurias,
a los golpes y al rencor,
ya la sangre está brotando
de la fuente de salud.
En qué río tan divino
se ha lavado la creación. R. 1
Árbol santo, cruz
excelsa,
tu dureza ablanda ya,
que tus ramas se dobleguen
al morir el Redentor
y en tu tronco, suavizado,
lo sostengas con piedad. R. 2
Feliz puerto preparaste
para el mundo náufrago
y el rescate presentaste
para nuestra redención,
pues la Sangre del Cordero
en tus brazos se ofrendó. R. 1
Conclusión que nunca
debe omitirse:
Elevemos jubilosos
a la augusta Trinidad
nuestra gratitud inmensa
por su amor y redención,
al eterno Padre, al Hijo,
y al Espíritu de amor. Amén.
Tercera parte
SAGRADA COMUNIÓN
21. Se
extiende un mantel sobre el altar y se pone sobre él un corporal y el
libro. Enseguida el diácono o, en su defecto, el mismo sacerdote, trae
el Santísimo Sacramento del lugar del depósito directamente al
altar, mientras todos permanecen de pie y en silencio. Dos acólitos,
con candelabros encendidos, acompañan al Santísimo Sacramento
y depositan luego los candelabros a los lados del altar o sobre él.
22. Después de que el diácono ha depositado el
Santísimo Sacramento sobre el altar y ha descubierto el copón,
se acerca el sacerdote y, previa genuflexión, sube al altar. Ahí,
teniendo las manos juntas, dice con voz clara:
Fieles a la recomendación del Salvador, y siguiendo su divina enseñanza,
nos atrevemos a decir:
El sacerdote, con las manos extendidas, dice junto con el pueblo:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga
a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue él solo en voz alta:
Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz
en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre
libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos
la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
Junta las manos. El pueblo concluye la oración, aclamando:
Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.
23. A continuación el sacerdote, con las manos juntas,
dice en secreto:
Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo no sea para mí
un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche
para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.
24. Enseguida hace genuflexión, toma una partícula,
la mantiene un poco elevada sobre el pixis y dice en voz alta de cara al pueblo:
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los
invitados a la cena del Señor.
Y, juntamente con el pueblo, añade una sola vez:
Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará
para sanarme.
Luego, comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo.
25. Después distribuye la Comunión a los fieles.
Durante la Comunión se pueden entonar cantos apropiados.
26. Acabada la Comunión, un ministro idóneo lleva
el pixis a algún lugar especialmente preparado fuera de la iglesia, o
bien, si lo exigen las circunstancias, lo reserva en el sagrario.
27. Después el sacerdote, guardado si lo cree oportuno
un breve silencio, dice la siguiente oración:
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Oremos. Dios todopoderoso y eterno, que nos has redimido con la gloriosa muerte y resurrección de Jesucristo, por medio de nuestra participación en este sacramento prosigue en nosotros la obra de tu amor y ayúdanos a vivir entregados siempre a tu servicio. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
28. Como despedida, el sacerdote, de pie y vuelto hacia el pueblo, extendiendo las manos sobre él, dice la siguiente oración:
ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO
Envía, Señor,
tu bendición sobre estos fieles tuyos que han conmemorado la muerte de
tu Hijo y esperan resucitar con él; concédeles tu perdón
y tu consuelo, fortalece su fe y condúcelos a su eterna salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
Y todos se retiran en silencio. A su debido tiempo se desnuda el altar.
29. Los que asistieron a esta solemne acción litúrgica
de la tarde, no están obligados a rezar Vísperas.
SANTO VIGILIA PASCUAL (RESURRECCIÓN)
UN MUNDO MUY BUENO Y COMPASIVO
Gn 1, 1-2, 2; Gn 22, 1-18; Ex 14, 15-15, 1; Is 54, 5-14; Is 55, 1- 11; Ba 3, 9-15, 32-4, 4; Ez 36, 16-28; Rm 6, 3-11; Mt 28, 1-10
La serie de lecturas que
nos proclama la liturgia de la Palabra en este día puede condensarse
en el título escrito líneas arriba. El título celebra la
acción primordial de Dios, creador y autor de un mundo muy bueno, que
ordena armoniosamente la creación de manera que la vida de cada individuo
y de la especie encuentre sentido. No es un mundo perfecto, porque todas las
creaturas estamos afectadas por la fragilidad y la finitud; pero el mundo que
sale de la bondadosa iniciativa de Dios es el mejor de los mundos posibles.
Cuando los hombres vamos dejando nuestra huella humana, lo vamos afeando, no
solo con la cacería de aves y pájaros para el puro entretenimiento
del arbitrario cazador, sino por las formas egoístas de convivencia humana
que produce la esclavitud egipcia. Acción que apela a la justicia y fidelidad
divina. El pueblo clama, Dios responde, se organizan los fabricantes de ladrillos,
se solidarizan y galvanizan su esperanza sabiendo que el Señor libera
a los oprimidos. Esa libertad provisional será amenazada por tiranuelos
que con la boca proclaman el nombre de Dios y con sus hechos lo niegan. Los
profetas habrán de armarse de valor y paciencia para gritar los defectos
que afean el rostro de la esposa de Dios (su pueblo egoísta y adúltero
que venera el beneficio propio como máximo valor) e invitarla una y otra
vez a recomenzar una alianza nueva y decisiva. De esa inquebrantable voluntad
de amor compasivo, será testigo, heraldo y prototipo el Señor
Jesús, crucificado por la tozudez de los dueños del poder; reivindicado
por Dios en la Pascua y celebrado congruentemente por sus discípulos
cada vez que tratan con el afecto, la compasión y el cariño que
a todos nos gusta que nos traten, a los marginados, los estigmatizados, los
empobrecidos por los mecanismos que nuestras instituciones económicas
y políticas producen.
Durante el Sábado Santo, la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor,
meditando en su pasión y muerte, y se abstiene de celebrar el sacrificio
de la Misa (por lo que se conserva el altar enteramente desnudo) hasta que,
después de la Vigilia solemne o espera nocturna de la resurrección,
se desborda la alegría pascual, cuya exuberancia inunda los cincuenta
días subsiguientes. Hoy no puede darse la sagrada Comunión más
que a modo de viático.
DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA
1. Según
una tradición muy antigua, ésta es una noche de vigilia en honor
del Señor (Ex 12, 42). Los fieles, llevando en la mano —según
la exhortación evangélica (Lc 12, 35-37)— lámparas
encendidas, se asemejan a quienes esperan el regreso de su Señor para
que, cuando él vuelva, los encuentre vigilantes, y los haga sentar a
su mesa.
2. La Vigilia de esta noche, la más grande y noble de
todas las solemnidades, sea una sola para cada una de las iglesias. Así
esta celebración de la Vigilia se desarrolla de la siguiente manera:
después de la breve liturgia de la luz o "lucernario" y del
Pregón pascual (primera parte de la Vigilia), la santa Iglesia, llena
de fe en las palabras y promesas del Señor, medita los portentos que
Él obró desde el principio a favor de su pueblo (segunda parte
o liturgia de la palabra), y cuando el día está por llegar, encontrándose
ya acompañada de sus nuevos miembros, renacidos en el Bautismo (tercera
parte), es invitada a la mesa que el Señor ha preparado para su pueblo
por medio del memorial de su muerte y resurrección, hasta que vuelva
(cuarta parte).
3. Toda la celebración de la Vigilia Pascual se debe
hacer en la noche, de modo que no debe comenzar antes del principio de la noche
del sábado, ni terminar después del alba del domingo.
4. La Misa de la Vigilia, aunque se celebre antes de la medianoche,
es ya la Misa pascual del domingo de Resurrección.
5. Quien participa en la Misa de la noche, puede comulgar también
en la Misa del día. Quien celebra o concelebra la Misa de la noche, puede
celebrar o concelebrar también la Misa del día. La Vigilia Pascual
ocupa el lugar del Oficio de lectura.
El diácono asiste como de costumbre al sacerdote. En su ausencia, su
ministerio lo asumen el sacerdote celebrante o un concelebrante, con excepción
de lo que se indica más adelante.
El sacerdote y el diácono se revisten, desde el principio, como para
la Misa, con vestiduras blancas.
7. Prepárense suficientes velas para todos los fieles
que participen en la Vigilia Se apagan todas las luces de la iglesia.
Primera parte
SOLEMNE INICIO DE LA VIGILIA, O "LUCERNARIO"
Bendición del fuego y preparación del cirio
8. En un
lugar adecuado, fuera de la iglesia, se prepara un fuego que llamee. Congregado
ahí el pueblo, llega el sacerdote con los ministros. Uno de los ministros
lleva el cirio pascual. No se usan ni la cruz procesional, ni los ciriales.
Si las circunstancias no permiten encender el fuego fuera de la iglesia, todo
este rito se desarrolla como se indica en el n. 13
9. El sacerdote y los fieles se signan, mientras él
dice: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, y enseguida
saluda al pueblo, como de costumbre, le hace una breve monición sobre
la vigilia de esta noche, con estas palabras u otras semejantes:
Hermanos: En esta noche santa, en que nuestro Señor Jesucristo pasó
de la muerte a la vida, la Iglesia invita a todos sus hijos, diseminados por
el mundo, a que se reúnan para velar en oración. Conmemoremos,
pues, juntos, la Pascua del Señor, escuchando su palabra y participando
en sus sacramentos, con la esperanza cierta de participar también en
su triunfo sobre la muerte y de vivir con Él para siempre en Dios.
10. Enseguida el sacerdote bendice el fuego, diciendo con las
manos extendidas:
Oremos. Dios nuestro, que por medio de tu Hijo comunicaste a tus fieles el fuego
de tu luz, santifica este fuego nuevo y concédenos que, al celebrar estas
fiestas pascuales, se encienda en nosotros el deseo de las cosas celestiales,
para que podamos llegar con un espíritu renovado a las fiestas de la
eterna claridad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
11. Una vez bendecido el fuego nuevo, uno de los ministros
lleva el cirio pascual ante el celebrante. Éste, con un punzón,
grava una cruz en el cirio. Después, traza sobre él, la letra
griega Alfa, y; debajo, la letra Omega; entre los brazos de la cruz traza los
cuatro números del año en curso, mientras dice:
1. Cristo
ayer y hoy,
Traza la línea vertical;
2. principio y fin,
traza la línea horizontal;
3. Alfa,
traza la letra alfa, arriba de la línea vertical;
4. y Omega.
traza la letra omega, abajo de la línea vertical;
5. Suyo es el tiempo,
traza el primer número del año en curso, en ángulo
superior izquierdo de la cruz;
6. y la eternidad.
traza el segundo número del año, en el ángulo superior
derecho;
7. A Él la gloria y el poder
traza el tercer número del año en el ángulo inferior
izquierdo;
8. por los siglos de los siglos. Amén.
traza el cuarto número del año en el ángulo inferior
derecho.
12. Después de haber timado la cruz y los demás signos el sacerdote puede incrustar en el cirio cinco granos de incienso, en forma de cruz diciendo al mismo tiempo:
1. Por sus santas llagas 1
2. gloriosas
3. nos proteja 4 2 5
4. y nos guarde
5. Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 3
13. Cuando
por alguna razón no se puede encender el fuego fuera de la iglesia, el
rito se acomoda a las circunstancias. El pueblo se reúne como de costumbre
en la iglesia. El celebrante con los ministros, uno de los cuales lleva el cirio
pascual, se dirige a la puerta de entrada. El pueblo, en cuanto sea posible,
se vuelve hacia el sacerdote.
Hecho el saludo y la monición como se indica en el número 9, enseguida
se bendice el fuego y se prepara el cirio como se indica en los números
10-12.
14. El celebrante enciende el cirio pascual con el fuego nuevo,
diciendo:
Que la luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro
corazón y de nuestro espíritu.
PROCESIÓN
15. Encendido
el cirio, uno de los ministros toma del fuego unos carbones ardientes y los
coloca en el incensario, y el sacerdote, en la forma acostumbrada, pone el incienso.
El diácono o, en su ausencia otro ministro idóneo, recibe de un
ministro el cirio pascual y se dispone la procesión. El turiferario con
el incensario humeante se coloca adelante del diácono o del otro ministro,
que lleva el cirio pascual. Siguen el sacerdote, los ministros y luego el pueblo,
que llevan todos en la mano las velas apagadas.
En la puerta de la iglesia, el diácono se detiene y elevando el cirio,
canta: Luz de Cristo.
Y todos responden: Demos gracias a Dios.
El sacerdote enciende su vela de la llama del cirio pascual.
16. Enseguida el diácono avanza hasta la mitad de la
iglesia, se detiene y elevando el cirio, canta por segunda vez:
Luz de Cristo.
Y todos responden: Demos gracias a Dios.
Todos encienden su vela de la llama del cirio pascual y avanzan.
17. Al llegar ante el altar, el diácono, vuelto hacia
el pueblo, eleva el cirio y canta por tercera vez: Luz de Cristo.
Y todos responden: Demos gracias a Dios.
A continuación el diácono pone el cirio pascual en el candelabro
que está preparado junto al ambón o, en medio del presbiterio.
Y entonces se encienden las luces de la iglesia, con excepción de las
velas del altar.
REGÓN PASCUAL
18. Cuando
el sacerdote llega al altar, se dirige a la sede, entrega su vela a un ministro,
pone y bendice el incienso como lo hace en la Misa antes del Evangelio. El diácono
se acerca al sacerdote y diciendo: Padre, dame tu bendición, pide y recibe
la bendición del sacerdote, el cual dice en voz baja:
El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que proclames
dignamente su Pregón pascual; en el nombre del Padre, y del Hijo j, y
del Espíritu Santo.
Y el diácono responde: Amén.
Esta bendición se omite si el Pregón pascual es proclamado por
otro que no sea diácono.
19. El diácono, habiendo incensado el libro y el cirio,
proclama el Pregón pascual desde el ambón o desde un atril. Todos
permanecen de pie, teniendo en sus manos las velas encendidas.
El Pregón pascual puede ser proclamado, en ausencia del diácono,
por el mismo sacerdote o por otro presbítero concelebrante. Pero si,
en caso de necesidad, un cantor laico proclama el Pregón, omite las palabras
Por eso, queridos hermanos, hasta el final del invitatorio, así como
el saludo: El Señor esté con ustedes.
FORMA LARGA DEL PREGÓN PASCUAL
Alégrense, por fin,
los coros de los ángeles, alégrense las jerarquías del
cielo y, por la victoria de rey tan poderoso, que las trompetas anuncien la
salvación.
Goce también la tierra, inundada de tanta claridad, y que, radiante con
el fulgor del rey eterno, se sienta libre de la tiniebla que cubría el
orbe entero.
Alégrese también nuestra madre la Iglesia, revestida de luz tan
brillante; resuene este recinto con las aclamaciones del pueblo.
(Por eso, queridos
hermanos, que asisten a la admirable claridad de esta luz santa, invoquen conmigo
la misericordia de Dios omnipotente, para que aquel que, sin mérito mío,
me agregó al número de los ministros, complete mi alabanza a este
cirio, infundiendo el resplandor de su luz).
(V. El Señor esté con ustedes.
R/.Y con tu espíritu).
V. Levantemos el corazón.
R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R/. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario aclamar con nuestras voces y con todo el afecto
del corazón, a Dios invisible, el Padre todopoderoso, y a su Hijo único,
nuestro Señor Jesucristo.
Porque Él ha pagado por nosotros al eterno Padre la deuda de Adán,
y ha borrado con su sangre inmaculada la condena del antiguo pecado.
Porque éstas son las fiestas de Pascua, en las que se inmola el verdadero
Cordero, cuya sangre consagra las puertas de los fieles.
Ésta es la noche
en que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros padres, y los hiciste pasar
a pie, sin mojarse, el Mar Rojo.
Ésta es la noche en que la columna de fuego esclareció las tinieblas
del pecado.
Ésta es la noche que a todos los que creen en Cristo, por toda la tierra,
los arranca de los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado, los restituye
a la gracia y los agrega a los santos.
Ésta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende
victorioso del abismo.
¿De qué nos serviría haber nacido si no hubiéramos
sido rescatados? ¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!
¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Para rescatar al esclavo
entregaste al Hijo!
Necesario fue el pecado de Adán, que ha sido borrado por la muerte de
Cristo. ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!
¡Qué noche tan dichosa! Sólo ella conoció el momento
en que Cristo resucitó del abismo.
Ésta es la noche de la que estaba escrito: "Será la noche
clara como el día, la noche iluminada por mi gozo".
Y así, esta noche santa ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve
la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el
odio, trae la concordia, doblega a los poderosos.
En esta noche de gracia, acepta, Padre santo, el sacrificio vespertino de alabanza,
que la santa Iglesia te ofrece en la solemne ofrenda de este cirio, obra de
las abejas.
Sabemos ya lo que anuncia esta columna de fuego, que arde en llama viva para
la gloria de Dios. Y aunque distribuye su luz, no mengua al repartirla, porque
se alimenta de cera fundida que elaboró la abeja fecunda para hacer esta
lámpara preciosa.
¡Qué noche tan dichosa, en que se une el cielo con la tierra, lo
humano con lo divino!
Te rogamos, Señor, que este cirio consagrado a tu nombre para destruir
la oscuridad de esta noche, arda sin apagarse y, aceptado como perfume, se asocie
a las lumbreras del cielo. Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo, ese
lucero que no conoce ocaso, Jesucristo, tu Hijo, que volviendo del abismo, brilla
sereno para el linaje humano y vive y reina por los siglos de los siglos. R/.
Amén.
Segunda parte
LITURGIA DE LA PALABRA
En esta Vigilia, "madre
de todas las Vigilias", se proponen nueve lecturas, siete del Antiguo Testamento
y dos del Nuevo (la Epístola y el Evangelio), que deben ser leídas
todas, siempre que sea posible, para conservar la índole de la Vigilia,
la cual exige que dure un tiempo prolongado.
Sin embargo, donde lo pidan circunstancias pastorales verdaderamente graves,
puede reducirse el número de lecturas del Antiguo Testamento; pero téngase
siempre en cuenta que la lectura de la Palabra de Dios, es parte fundamental
de esta Vigilia Pascual. Deben leerse, por lo menos tres lecturas del Antiguo
Testamento, tomadas de la Ley y de los Profetas, y cánteme sus respectivos
salmos responsoriales. Nunca se omita la tercera lectura, tomada del capítulo
14 del Éxodo, con su cántico.
Todos apagan sus velas y se sientan. Antes de comenzar las lecturas, el sacerdote
exhorta a la asamblea con estas palabras u otras semejantes:
Hermanos, habiendo iniciado solemnemente la Vigilia Pascual, escuchemos con
recogimiento la palabra de Dios. Meditemos cómo, en la antigua alianza,
Dios salvó a su pueblo y en la plenitud de los tiempos, envió
al mundo a su Hijo para que nos redimiera.
Oremos para que Dios lleve a su plenitud la obra de la redención realizada
por el misterio pascual.
Siguen luego las lecturas. Un lector va al ambón y proclama la lectura.
Después el salmista o cantor, dice el salmo, alternando con las respuestas
del pueblo. Enseguida todos se levantan, el sacerdote dice: Oremos, y, después
de que todos han orado en silencio durante unos momentos, dice la oración
que corresponde a la lectura.
En lugar del salmo responsorial, se puede guardar un momento de silencio sagrado.
En este caso se omite la pausa después del Oremos.
PRIMERA LECTURA**
Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno.
Del libro del Génesis: 1, 1-2, 2
En el principio creó
Dios el cielo y la tierra. La tierra era soledad y caos; y las tinieblas cubrían
la faz del abismo. El espíritu de Dios se movía sobre la superficie
de las aguas.
Dijo Dios: "Que exista la luz", y la luz existió. Vio Dios
que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas. Llamó
a la luz "día" y a las tinieblas, "noche". Fue la
tarde y la mañana del primer día.
Dijo Dios: "Que haya una bóveda entre las aguas, que separe unas
aguas de otras". E hizo Dios una bóveda y separó con ella
las aguas de arriba, de las aguas de abajo. Y así fue. Llamó Dios
a la bóveda "cielo". Fue la tarde y la mañana del segundo
día.
Dijo Dios: "Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo lugar
y que aparezca el suelo seco". Y así fue. Llamó Dios "tierra"
al suelo seco y "mar" a la masa de las aguas. Y vio Dios que era bueno.
Dijo Dios: "Verdee la tierra con plantas que den semilla y árboles
que den fruto y semilla, según su especie, sobre la tierra". Y así
fue. Brotó de la tierra hierba verde, que producía semilla, según
su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla, según
su especie. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del tercer
día.
Dijo Dios: "Que haya lumbreras en la bóveda del cielo, que separen
el día de la noche, señalen las estaciones, los días y
los años, y luzcan en la bóveda del cielo para iluminar la tierra".
Y así fue. Hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para
regir el día y la menor, para regir la noche; y también hizo las
estrellas. Dios puso las lumbreras en la bóveda del cielo para iluminar
la tierra, para regir el día y la noche, y separar la luz de las tinieblas.
Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del cuarto día.
Dijo Dios: "Agítense las aguas con un hervidero de seres vivientes
y revoloteen sobre la tierra las aves, bajo la bóveda del cielo".
Creó Dios los grandes animales marinos y los vivientes que en el agua
se deslizan y la pueblan, según su especie. Creó también
el mundo de las aves, según sus especies. Vio Dios que era bueno y los
bendijo, diciendo: "Sean fecundos y multiplíquense; llenen las aguas
del mar; que las aves se multipliquen en la tierra". Fue la tarde y la
mañana del quinto día.
Dijo Dios: "Produzca la tierra vivientes, según sus especies: animales
domésticos, reptiles y fieras, según sus especies". Y así
fue. Hizo Dios las fieras, los animales domésticos y los reptiles, cada
uno según su especie. Y vio Dios que era bueno.
Dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine
a los peces del mar, a las aves del cielo, a los animales domésticos
y a todo animal que se arrastra sobre la tierra".
Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen suya lo creó; hombre
y mujer los creó.
Y los bendijo Dios y les dijo: "Sean fecundos y multiplíquense,
llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves
del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra".
Y dijo Dios: "He aquí que les entrego todas las plantas de semilla
que hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen fruto
y semilla, para que les sirvan de alimento. Y a todas las fieras de la tierra,
a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres
que respiran, también les doy por alimento las verdes plantas".
Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró
muy bueno. Fue la tarde y la mañana del sexto día.
Así quedaron concluidos el cielo y la tierra con todos sus ornamentos,
y terminada su obra, descansó Dios el séptimo día de todo
cuanto había hecho. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
O bien: Forma breve
La creación del hombre.
Del libro del Génesis: 1, 1. 26-31
En el principio creó
Dios el cielo y la tierra. Y dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen
y semejanza; que domine a los peces del mar, a las aves del cielo, a los animales
domésticos y a todo animal que se arrastra sobre la tierra". Y creó
Dios al hombre a su imagen; a imagen suya lo creó; hombre y mujer los
creó.
Y los bendijo Dios y les dijo: "Sean fecundos y multiplíquense,
llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves
del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra".
Y dijo Dios: "He aquí que les entrego todas las plantas de semilla
que hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen fruto
y semilla, para que les sirvan de alimento. Y a todas las fieras de la tierra,
a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres
que respiran, también les doy por alimento las verdes plantas".
Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró
muy bueno. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 103 R/.
Bendice al Señor, alma mía.
Bendice al Señor, alma mía; Señor y Dios mío, inmensa
es tu grandeza. Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un
manto. R/.
Sobre bases inconmovibles asentaste la tierra para siempre. Con un vestido de
mares la cubriste y las aguas en los montes concentraste. R/.
En los valles haces brotar las fuentes, que van corriendo entre montañas;
junto al arroyo vienen a vivir las aves, que cantan entre las ramas. R/.
Desde tu cielo riegas los montes y sacias la tierra del fruto de tus manos;
haces brotar hierba para los ganados y pasto para los que sirven al hombre.
R/.
¡Qué numerosas son tus obras, Señor, y todas las hiciste
con maestría! La tierra está llena de tus creaturas. Bendice al
Señor, alma mía. R/.
O bien:
Del salmo 32 R/. La tierra llena está de tus bondades.
Sincera es la palabra del
Señor y todas sus acciones son leales. Él ama la justicia y el
derecho, la tierra llena está de sus bondades. R/.
La palabra del Señor hizo los cielos y su aliento, los astros. Los mares
encerró como en un odre y como en una presa, los océanos. R/.
Feliz la nación cuyo Dios es el Señor; dichoso el pueblo que escogió
por suyo. Desde el cielo el Señor, atentamente, mira a todos los hombres.
R/.
En el Señor está nuestra esperanza, pues Él es nuestra
ayuda y nuestro amparo. Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que
en ti, Señor, hemos confiado. R/.
ORACIÓN
Oremos. Dios todopoderoso
y eterno, que en todas las obras de tu amor te muestras admirable, concede a
quienes has redimido, comprender que el sacrificio de Cristo, nuestra Pascua,
en la plenitud de los tiempos, es una obra más maravillosa todavía
que la misma creación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
O bien: Creación del hombre.
Oremos. Dios nuestro, que de modo admirable creaste al hombre y de modo más
admirable aún lo redimiste, concédenos sabiduría de espíritu,
para resistir a los atractivos del pecado y poder llegar así a las alegrías
eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
SEGUNDA LECTURA **
El sacrificio de nuestro patriarca Abraham.
Del libro del Génesis: 22, 1-18
En aquel tiempo, Dios le
puso una prueba a Abraham y le dijo: "¡Abraham, Abraham!" Él
respondió: "Aquí estoy". Y Dios le dijo: "Toma
a tu hijo único, Isaac, a quien tanto amas; vete a la región de
Moria y ofrécemelo en sacrificio, en el monte que yo te indicaré".
Abraham madrugó, aparejó su burro, tomó consigo a dos de
sus criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y
se encaminó al lugar que Dios le había indicado. Al tercer día
divisó a lo lejos el lugar. Les dijo entonces a sus criados: "Quédense
aquí con el burro; yo iré con el muchacho hasta allá, para
adorar a Dios y después regresaremos".
Abraham tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a
su hijo Isaac y tomó en su mano el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban
juntos. Isaac dijo a su padre Abraham: "¡Padre!" Él respondió:
"¿Qué quieres, hijo?" El muchacho contestó: "Ya
tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero
para el sacrificio?" Abraham le contestó: "Dios nos dará
el cordero para el sacrificio, hijo mío". Y siguieron caminando
juntos.
Cuando llegaron al sitio que Dios le había señalado, Abraham levantó
un altar y acomodó la leña. Luego ató a su hijo Isaac,
lo puso sobre el altar, encima de la leña, y tomó el cuchillo
para degollarlo.
Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo y le dijo:
"¡Abraham, Abraham!" Él contestó: "Aquí
estoy". El ángel le dijo: "No descargues la mano contra tu
hijo, ni le hagas daño. Ya veo que temes a Dios, porque no le has negado
a tu hijo único".
Abraham levantó los ojos y vio un carnero, enredado por los cuernos en
la maleza. Atrapó el carnero y lo ofreció en sacrificio, en lugar
de su hijo. Abraham puso por nombre a aquel sitio "el Señor provee",
por lo que aun el día de hoy se dice: "el monte donde el Señor
provee".
El ángel del Señor volvió a llamar a Abraham desde el cielo
y le dijo: "Juro por mí mismo, dice el Señor, que por haber
hecho esto y no haberme negado a tu hijo único, yo te bendeciré
y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y las arenas
del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades enemigas. En tu
descendencia serán bendecidos todos los pueblos de la tierra, porque
obedeciste a mis palabras.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
O bien: Forma breve
Del libro del Génesis: 22, 1-2. 9-13. 15-18
En aquel tiempo, Dios le
puso una prueba a Abraham y le dijo: "¡Abraham, Abraham!" Él
respondió: "Aquí estoy". Y Dios le dijo: "Toma
a tu hijo único, Isaac, a quien tanto amas; vete a la región de
Moria y ofrécemelo en sacrificio, en el monte que yo te indicaré".
Cuando llegaron al sitio que Dios le había señalado, Abraham levantó
un altar y acomodó la leña. Luego ató a su hijo Isaac,
lo puso sobre el altar, encima de la leña, y tomó el cuchillo
para degollarlo.
Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo y le dijo:
"¡Abraham, Abraham!" Él contestó: "Aquí
estoy". El ángel le dijo: "No descargues la mano contra tu
hijo, ni le hagas daño. Ya veo que temes a Dios, porque no le has negado
a tu hijo único". Abraham levantó los ojos y vio un carnero,
enredado por los cuernos en la maleza. Atrapó el carnero y lo ofreció
en sacrificio en lugar de su hijo.
El ángel del Señor volvió a llamar a Abraham desde el cielo
y le dijo: "Juro por mí mismo, dice el Señor, que por haber
hecho esto y no haberme negado a tu hijo único, yo te bendeciré
y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y las arenas
del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades enemigas. En tu
descendencia serán bendecidos todos los pueblos de la tierra, porque
obedeciste a mis palabras". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 15 R/.
Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.
El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está
en sus manos. Tengo siempre presente al Señor y con Él a mi lado,
jamás tropezaré. R/.
Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá
tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte, ni dejarás
que sufra yo la corrupción. R/.
Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia
y de alegría perpetua junto a ti. R/.
ORACIÓN
Oremos. Dios nuestro, excelso Padre de los creyentes, que por medio de la gracia de la adopción y por el misterio pascual sigues cumpliendo la promesa hecha a Abraham de multiplicar su descendencia por toda la tierra y de hacerlo el padre de todas las naciones, concede a tu pueblo responder dignamente a la gracia de tu llamada. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
TERCERA LECTURA
Los israelitas entraron en el mar sin mojarse.
Del libro del Éxodo: 14, 15-15, 1
En aquellos días,
dijo el Señor a Moisés: "¿Por qué sigues clamando
a mí? Diles a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza
tu bastón, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que
los israelitas entren en el mar sin mojarse. Yo voy a endurecer el corazón
de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a expensas
del faraón y de todo su ejército, de sus carros y jinetes. Cuando
me haya cubierto de gloria a expensas del faraón, de sus carros y jinetes,
los egipcios sabrán que yo soy el Señor".
El ángel del Señor, que iba al frente de las huestes de Israel,
se colocó tras ellas. Y la columna de nubes que iba adelante, también
se desplazó y se puso a sus espaldas, entre el campamento de los israelitas
y el campamento de los egipcios. La nube era tinieblas para unos y claridad
para otros, y así los ejércitos no trabaron contacto durante toda
la noche.
Moisés extendió la mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar
durante toda la noche un fuerte viento del este, que secó el mar, y dividió
las aguas. Los israelitas entraron en el mar y no se mojaban, mientras las aguas
formaban una muralla a su derecha y a su izquierda. Los egipcios se lanzaron
en su persecución y toda la caballería del faraón, sus
carros y jinetes, entraron tras ellos en el mar.
Hacia el amanecer, el Señor miró desde la columna de fuego y humo
al ejército de los egipcios y sembró entre ellos el pánico.
Trabó las ruedas de sus carros, de suerte que no avanzaban sino pesadamente.
Dijeron entonces los egipcios: "Huyamos de Israel, porque el Señor
lucha en su favor contra Egipto".
Entonces el Señor le dijo a Moisés: "Extiende tu mano sobre
el mar, para que vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes".
Y extendió Moisés su mano sobre el mar, y al amanecer, las aguas
volvieron a su sitio, de suerte que al huir, los egipcios se encontraron con
ellas, y el Señor los derribó en medio del mar. Volvieron las
aguas y cubrieron los carros, a los jinetes y a todo el ejército del
faraón, que se había metido en el mar para perseguir a Israel.
Ni uno solo se salvó.
Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar. Las aguas les
hacían muralla a derecha e izquierda. Aquel día salvó el
Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios, muertos
en la orilla del mar. Israel vio la mano fuerte del Señor sobre los egipcios,
y el pueblo temió al Señor y creyó en el Señor y
en Moisés, su siervo. Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron
este cántico al Señor:
Éxodo 15
R/. Alabemos al Señor por su victoria.
Cantemos al Señor, sublime es su victoria: caballos y jinetes arrojó
en el mar. Mi fortaleza y mi canto es el Señor, Él es mi salvación;
Él es mi Dios, y yo lo alabaré, es el Dios de mis padres, y yo
le cantaré. R/.
El Señor es un guerrero, su nombre es el Señor. Precipitó
en el mar los carros del faraón y a sus guerreros; ahogó en el
Mar Rojo a sus mejores capitanes. R/.
Las olas los cubrieron, cayeron hasta el fondo, como piedras. Señor,
tu diestra brilla por su fuerza, tu diestra, Señor, tritura al enemigo.
R/.
Tú llevas a tu pueblo para plantarlo en el monte que le diste en herencia,
en el lugar que convertiste en tu morada, en el santuario que construyeron tus
manos. Tú, Señor, reinarás para siempre. R/.
ORACIÓN **
Oremos. Señor Dios, cuyos antiguos prodigios los percibimos resplandeciendo también en nuestros tiempos, puesto que aquello mismo que realizó la diestra de tu poder para liberar a un solo pueblo de la esclavitud del faraón, lo sigues realizando también ahora, por medio del agua del bautismo para salvar a todas las naciones, concede que todos los hombres del mundo lleguen a contarse entre los hijos de Abraham y participen de la dignidad del pueblo elegido. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
O bien:
Oremos. Dios nuestro, que manifestaste a la luz del Nuevo Testamento el sentido profundo de los prodigios realizados en los tiempos antiguos, dejándonos ver en el paso del Mar Rojo, una imagen del bautismo y en el pueblo liberado de la esclavitud, un anuncio de los sacramentos del pueblo cristiano, haz que todos los hombres, mediante la fe, participen del privilegio del pueblo elegido y sean regenerados por la acción santificadora de tu Espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
CUARTA LECTURA
Con amor eterno se ha apiadado de ti tu redentor.
Del libro del profeta Isaías: 54, 5-14
"El que te creó,
te tomará por esposa; su nombre es `Señor de los ejércitos'.
Tu redentor es el Santo de Israel; será llamado 'Dios de toda la tierra'.
Como a una mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor. ¿Acaso
repudia uno a la esposa de la juventud?, dice tu Dios.
Por un instante te abandoné, pero con inmensa misericordia te volveré
a tomar. En un arrebato de ira te oculté un instante mi rostro, pero
con amor eterno me he apiadado de ti, dice el Señor, tu redentor.
Me pasa ahora como en los días de Noé: entonces juré que
las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra; ahora juro no
enojarme ya contra ti ni volver a amenazarte. Podrán desaparecer los
montes y hundirse las colinas, pero mi amor por ti no desaparecerá y
mi alianza de paz quedará firme para siempre. Lo dice el Señor,
el que se apiada de ti.
Tú, la afligida, la zarandeada por la tempestad, la no consolada: He
aquí que yo mismo coloco tus piedras sobre piedras finas, tus cimientos
sobre zafiros; te pondré almenas de rubí y puertas de esmeralda
y murallas de piedras preciosas. Todos tus hijos serán discípulos
del Señor, y será grande su prosperidad. Serás consolidada
en la justicia. Destierra la angustia, pues ya nada tienes que temer; olvida
tu miedo, porque ya no se acercará a ti".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 29 R/.
Te alabaré, Señor, eternamente.
Te alabaré, Señor, pues no dejaste que se rieran de mí
mis enemigos. Tú, Señor, me salvaste de la muerte y a punto de
morir, me reviviste. R/.
Alaben al Señor quienes lo aman, den gracias a su nombre, porque su ira
dura un solo instante y su bondad, toda la vida. El llanto nos visita por la
tarde; por la mañana, el júbilo. R/.
Escúchame, Señor, y compadécete; Señor, ven en mi
ayuda. Convertiste mi duelo en alegría, te alabaré por eso eternamente.
R/.
ORACIÓN
Oremos. Dios todopoderoso y eterno, multiplica, en honor a tu nombre, cuanto prometiste a nuestros padres en la fe y acrecienta la descendencia por ti prometida mediante la santa adopción filial, para que aquello que los antiguos patriarcas no dudaron que habría de acontecer, tu Iglesia advierta que ya está en gran parte cumplido. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
La oración anterior puede sustituirse por alguna de las que siguen, cuando sus lecturas correspondientes vayan a omitirse.
QUINTA LECTURA
Vengan a mí y vivirán. Sellaré con ustedes una alianza perpetua.
Del libro del profeta Isaías: 55, 1-11
Esto dice el Señor:
"Todos ustedes, los que tienen sed, vengan por agua; y los que no tienen
dinero, vengan, tomen trigo y coman; tomen vino y leche sin pagar. ¿Por
qué gastar el dinero en lo que no es pan y el salario, en lo que no alimenta?
Escúchenme atentos y comerán bien, saborearán platillos
sustanciosos. Préstenme atención, vengan a mí, escúchenme
y vivirán.
Sellaré con ustedes una alianza perpetua, cumpliré las promesas
que hice a David. Como a él lo puse por testigo ante los pueblos, como
príncipe y soberano de las naciones, así tú reunirás
a un pueblo desconocido, y las naciones que no te conocían acudirán
a ti, por amor del Señor, tu Dios, por el Santo de Israel, que te ha
honrado.
Busquen al Señor mientras lo pueden encontrar, invóquenlo mientras
está cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal, sus planes;
que regrese al Señor, y Él tendrá piedad; a nuestro Dios,
que es rico en perdón.
Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, sus caminos no son mis
caminos. Porque así como aventajan los cielos a la tierra, así
aventajan mis caminos a los de ustedes y mis pensamientos a sus pensamientos.
Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino después
de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, a fin de que dé
semilla para sembrar y pan para comer, así será la palabra que
sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado, sino que hará
mi voluntad y cumplirá su misión". Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Isaías 12
R/. El Señor es mi Dios y salvador.
El Señor es mi Dios y salvador, con Él estoy seguro y nada temo.
El Señor es mi protección y mi fuerza, y ha sido mi salvación.
Sacarán agua con gozo de la fuente de salvación. R/.
Den gracias al Señor, invoquen su nombre, cuenten a los pueblos sus hazañas,
proclamen que su nombre es sublime. R/.
Alaben al Señor por sus proezas, anúncienlas a toda la tierra.
Griten jubilosos, habitantes de Sión, porque el Dios de Israel ha sido
grande con ustedes. R/.
ORACIÓN
Oremos. Dios todopoderoso y eterno, única esperanza del mundo, tú que anunciaste, por voz de los profetas, los misterios que estamos celebrando esta noche, multiplica en el corazón de tu pueblo los santos propósitos porque no podría ningún santo anhelo alcanzar crecimiento sin el impulso que procede de ti. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
SEXTA LECTURA
Sigue el camino que te conduce a la luz del Señor.
Del libro del profeta Baruc: 3, 9-15. 32-4, 4
Escucha, Israel, los mandatos
de vida, presta oído para que adquieras prudencia. ¿A qué
se debe, Israel, que estés aún en país enemigo, que envejezcas
en tierra extranjera, que te hayas contaminado por el trato con los muertos,
que te veas contado entre los que descienden al abismo?
Es que abandonaste la fuente de la sabiduría. Si hubieras seguido los
senderos de Dios, habitarías en paz eternamente. Aprende dónde
están la prudencia, la inteligencia y la energía, así aprenderás
dónde se encuentra el secreto de vivir larga vida, y dónde la
luz de los ojos y la paz. ¿Quién es el que halló el lugar
de la sabiduría y tuvo acceso a sus tesoros? El que todo lo sabe, la
conoce; con su inteligencia la ha escudriñado. El que cimentó
la tierra para todos los tiempos, y la pobló de animales cuadrúpedos;
el que envía la luz, y ella va, la llama, y temblorosa le obedece; llama
a los astros, que brillan jubilosos en sus puestos de guardia, y ellos le responden:
"Aquí estamos", y refulgen gozosos para aquel que los hizo.
Él es nuestro Dios y no hay otro como El; Él ha escudriñado
los caminos de la sabiduría y se la dio a su hijo Jacob, a Israel, su
predilecto. Después de esto, ella apareció en el mundo y convivió
con los hombres. La sabiduría es el libro de los mandatos de Dios, la
ley de validez eterna; los que la guardan, vivirán, los que la abandonan,
morirán.
Vuélvete a ella, Jacob, y abrázala; camina hacia la claridad de
su luz; no entregues a otros tu gloria, ni tu dignidad a un pueblo extranjero.
Bienaventurados nosotros, Israel, porque lo que agrada al Señor nos ha
sido revelado. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 18 R/.
Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables
son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo. R/.
En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón;
son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino. R/.
La voluntad de Dios es santa y para siempre estable; los mandatos del Señor
son verdaderos y enteramente justos. R/.
Más deseables que el oro y las piedras preciosas, las normas del Señor,
y más dulces que la miel de un panal que gotea. R/.
ORACIÓN
Oremos. Dios nuestro, que haces crecer continuamente a tu Iglesia con hijos llamados de todos los pueblos, dígnate proteger siempre con tu gracia a quienes has purificado con el agua del bautismo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
SÉPTIMA LECTURA
Los rociaré con agua pura y les daré un corazón nuevo.
Del libro del profeta Ezequiel: 36, 16-28
En aquel tiempo, me fue
dirigida la palabra del Señor en estos términos: "Hijo de
hombre, cuando los de la casa de Israel habitaban en su tierra, la mancharon
con su conducta y con sus obras; como inmundicia fue su proceder ante mis ojos.
Entonces descargué mi furor contra ellos, por la sangre que habían
derramado en el país y por haberlo profanado con sus idolatrías.
Los dispersé entre las naciones y anduvieron errantes por todas las tierras.
Los juzgué según su conducta, según sus acciones los sentencié.
Y en las naciones a las que se fueron, desacreditaron mi santo nombre, haciendo
que de ellos se dijera: 'Éste es el pueblo del Señor, y ha tenido
que salir de su tierra'.
Pero, por mi santo nombre, que la casa de Israel profanó entre las naciones
a donde llegó, me he compadecido. Por eso, dile a la casa de Israel:
'Esto dice el Señor: no lo hago por ustedes, casa de Israel. Yo mismo
mostraré la santidad de mi nombre excelso, que ustedes profanaron entre
las naciones. Entonces ellas reconocerán que yo soy el Señor,
cuando, por medio de ustedes les haga ver mi santidad.
Los sacaré a ustedes de entre las naciones, los reuniré de todos
los países y los llevaré a su tierra. Los rociaré con agua
pura y quedarán purificados; los purificaré de todas sus inmundicias
e idolatrías.
Les daré un corazón nuevo y les infundiré un espíritu
nuevo; arrancaré de ustedes el corazón de piedra y les daré
un corazón de carne. Les infundiré mi espíritu y los haré
vivir según mis preceptos y guardar y cumplir mis mandamientos. Habitarán
en la tierra que di a sus padres; ustedes serán mi pueblo y yo seré
su Dios' ". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
De los salmos 41
y 42 R/. Estoy sediento del Dios que da la vida.
Como el venado busca el agua de los ríos, así, cansada, mi alma
te busca a ti, Dios mío. R/.
Del Dios que da la vida está mi ser sediento. ¿Cuándo será
posible ver de nuevo su templo? R/.
Recuerdo cuando íbamos a casa del Señor, cantando, jubilosos,
alabanzas a Dios. R/.
Envíame, Señor, tu luz y tu verdad; que ellas se conviertan en
mi guía y hasta tu monte santo me conduzcan, allí donde tú
habitas. R/.
Al altar del Señor me acercaré, al Dios que es mi alegría,
y a mi Dios, el Señor, le daré gracias al compás de la
cítara. R/.
O bien, cuando hay bautizos:
Isaías 12 R/. El Señor es mi Dios y salvador.
El Señor es mi Dios
y salvador, con Él estoy seguro y nada temo. El Señor es mi protección
y mi fuerza y ha sido mi salvación. Sacarán agua con gozo de la
fuente de salvación. R/.
Den gracias al Señor, invoquen su nombre, cuenten a los pueblos sus hazañas,
proclamen que su nombre es sublime. R/.
Alaben al Señor por sus proezas, anúncienlas a toda la tierra.
Griten jubilosos, habitantes de Sión, porque el Dios de Israel ha sido
grande con ustedes. R/.
O bien:
Del salmo 50 R/. Crea en mí, Señor, un corazón puro.
Crea en mí, Señor,
un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos.
No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu.
R/.
Devuélveme tu salvación, que regocija, y mantén en mí
un alma generosa. Enseñaré a los descarriados tus caminos y volverán
a ti los pecadores. R/.
Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios y si te ofreciera
un holocausto, no te agradaría. Un corazón contrito te presento,
y a un corazón contrito, tú nunca lo desprecias. R/.
ORACIÓN **
Oremos. Dios de inmutable poder y eterna luz, mira propicio el admirable misterio de la Iglesia entera y realiza serenamente, en virtud de tu eterno designio, la obra de la humana salvación; que todo el mundo vea y reconozca que los caídos se levantan, que se renueva lo que había envejecido y que, por obra de Jesucristo, todas las cosas concurren hacia la unidad que tuvieron en el origen. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. R/. Amén.
O bien:
Oremos. Señor Dios,
que con las enseñanzas de ambos Testamentos nos instruyes para celebrar
el sacramento de la Pascua, haz que comprendamos la hondura de tu misericordia,
para que los dones que hoy recibimos afiancen en nosotros la esperanza de los
bienes futuros. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
Terminada la última lectura del Antiguo Testamento, con su salmo responsorial
y la oración correspondiente, se encienden las velas del altar, y el
sacerdote entona el himno Gloria a Dios en el cielo, que todos prosiguen, mientras
se tocan las campanas, de acuerdo con las costumbres de cada lugar.
Terminado el himno, el sacerdote dice la oración colecta, como de ordinario.
Oremos. Dios nuestro, que haces resplandecer esta noche con la gloria de la
resurrección del Señor, aviva en tu Iglesia el espíritu
de adopción filial, para que, renovados en cuerpo y alma, nos entreguemos
fielmente a tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive
y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos
de los siglos.
Enseguida un lector hace la lectura del Apóstol.
EPÍSTOLA
Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no morirá nunca.
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 6, 3-11
Hermanos: ¿No saben
ustedes que todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús por
medio del bautismo, hemos sido incorporados a Él en su muerte? En efecto,
por el bautismo fuimos sepultados con Él en su muerte, para que, así
como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así
también nosotros llevemos una vida nueva.
Porque, si hemos estado íntimamente unidos a Él por una muerte
semejante a la suya, también lo estaremos en su resurrección.
Sabemos que nuestro hombre viejo fue crucificado con Cristo, para que el cuerpo
del pecado quedara destruido, a fin de que ya no sirvamos al pecado, pues el
que ha muerto queda libre del pecado.
Por lo tanto, si hemos muerto con Cristo, estamos seguros de que también
viviremos con Él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre
los muertos, ya no morirá nunca. La muerte ya no tiene dominio sobre
Él, porque al morir, murió al pecado de una vez para siempre;
y al resucitar, vive ahora para Dios. Lo mismo ustedes, considérense
muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
34.
Leída la Epístola, todos se ponen de pie, y el sacerdote entona
solemnemente tres veces, elevando gradualmente su voz, el Aleluya, que todos
repiten. Si hace falta, un salmista canta el Aleluya.
Luego un salmista o un cantor dice el salmo 117, al que el pueblo responde:
Aleluya.
Del salmo 117 R/.
Aleluya, aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es
eterna. Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". R/.
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro
orgullo. No moriré, continuaré viviendo, para contar lo que el
Señor ha hecho. R/.
La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto
es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R/.
35. El sacerdote, como es costumbre, pone incienso y bendice al diácono. Para el Evangelio no se llevan los ciriales, sino solamente el incienso.
Ha resucitado e irá delante de ustedes a Galilea.
Del santo Evangelio según san Mateo: 28, 1-10
Transcurrido el sábado,
al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la
otra María fueron a ver el sepulcro. De pronto se produjo un gran temblor,
porque el ángel del Señor bajó del cielo y acercándose
al sepulcro, hizo rodar la piedra que lo tapaba y se sentó encima de
ella. Su rostro brillaba como el relámpago y sus vestiduras eran blancas
como la nieve. Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar
y se quedaron como muertos. El ángel se dirigió a las mujeres
y les dijo: "No teman. Ya sé que buscan a Jesús, el crucificado.
No está aquí; ha resucitado, como lo había dicho. Vengan
a ver el lugar donde lo habían puesto. Y ahora, vayan de prisa a decir
a sus discípulos: 'Ha resucitado de entre los muertos e irá delante
de ustedes a Galilea; allá lo verán'. Eso es todo".
Ellas se alejaron a toda prisa del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría,
corrieron a dar la noticia a los discípulos. Pero de repente Jesús
les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le
abrazaron los pies y lo adoraron. Entonces les dijo Jesús: "No tengan
miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me
verán". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor
Jesús.
36. Después del Evangelio, no se omita la homilía, aunque breve. Tercera parte
LITURGIA BAUTISMAL
37. Después
de la homilía se pasa a la liturgia bautismal. El sacerdote con los ministros
se dirige a la fuente bautismal, si es que ésta se encuentra a la vista
de los fieles. De lo contrario se pone un recipiente con agua en el presbiterio.
38. Si hay catecúmenos, son llamados por su nombre y
presentados por los padrinos, o, si son niños, son llevados por sus papás
y sus padrinos frente a toda la asamblea.
39. Si tiene lugar la procesión al bautisterio o a la
fuente bautismal, se organiza en este momento. Va delante el ministro con el
cirio pascual; lo siguen los bautizandos con sus padrinos, enseguida los ministros,
el diácono y el sacerdote. Durante la procesión se cantan las
letanías (n. 43). Terminadas las letanías, el sacerdote hace la
monición (n. 40).
40. Si, en cambio, se lleva a cabo la liturgia bautismal en
el presbiterio, el sacerdote inmediatamente hace la monición introductoria
con estas palabras u otras semejantes: Si están presentes los que se
van a bautizar:
Hermanos, acompañemos con nuestra oración a quienes anhelan renacer
a una nueva vida en la fuente del bautismo, para que Dios, nuestro Padre, les
otorgue su protección y amor.
Si se bendice la fuente, pero no hay bautismos:
Hermanos, pidamos a Dios todopoderoso, que con su poder santifique esta fuente
bautismal, para que cuantos en el bautismo van a ser regenerados en Cristo,
sean agregados al número de hijos adoptivos de Dios.
41. Dos cantores entonan las letanías, a las que todos
responden, estando de pie (por razón del Tiempo Pascual).
Si la procesión hasta el bautisterio es larga, se cantan las letanías
durante la procesión; en este caso se llama a los que se van a bautizar,
antes de comenzar la procesión. Se abre la procesión con el cirio
pascual, luego siguen los bautizados con sus padrinos, después los ministros,
el diácono y el sacerdote. En este caso, la monición precedente
se hace antes de la bendición del agua.
42. Si no hay bautismos ni bendición de la fuente, omitidas
las letanías se procede inmediatamente a la bendición del agua
(n. 54).
43. En las letanías se pueden añadir algunos
nombres de santos, especialmente el del titular de la iglesia, el de los patronos
del lugar y el de los patronos de quienes serán bautizados.
Señor, ten piedad
de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros.
San Miguel, ruega por nosotros.
Santos ángeles de Dios, rueguen por nosotros.
San Juan Bautista, ruega por nosotros.
San José, ruega por nosotros.
San Pedro y san Pablo, rueguen por nosotros.
San Andrés, San Juan, ruega por nosotros.
Santa María Magdalena, ruega por nosotros.
San Esteban, ruega por nosotros.
San Ignacio de Antioquía, ruega por nosotros.
San Lorenzo, ruega por nosotros.
San Felipe de Jesús, ruega por nosotros.
Santos Cristóbal Magallanes y compañeros, mártires, rueguen
por nosotros.
Santas Perpetua y Felicitas, rueguen por nosotros.
Santa Inés, ruega por nosotros.
San Gregorio, ruega por nosotros.
San Atanasio, ruega por nosotros.
San Agustín, ruega por nosotros.
San Basilio, ruega por nosotros.
San Martín, ruega por nosotros.
San Benito, ruega por nosotros.
San Francisco y santo Domingo, rueguen por nosotros.
San Francisco Javier, ruega por nosotros.
San Juan María Vianney, ruega por nosotros.
San Rafael Guízar y Valencia, ruega por nosotros.
San José María de Yermo y Parres, ruega por nosotros.
Santa Catalina de Siena, ruega por nosotros.
Santa Teresa de Jesús, ruega por nosotros.
Santa Teresa del Niño Jesús, ruega por nosotros.
Santa María de Jesús
Sacramentado Venegas, ruega por nosotros.
Santa María Guadalupe García Zavala, ruega por nosotros.
San Juan Diego, ruega por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rueguen por nosotros.
Muéstrate propicio, líbranos, Señor.
De todo mal, líbranos, Señor.
De todo pecado, líbranos, Señor.
De la muerte eterna, líbranos, Señor.
Por tu encarnación, líbranos, Señor.
Por tu muerte y resurrección, líbranos, Señor.
Por el don del Espíritu Santo, líbranos, Señor.
Nosotros, que somos pecadores, te rogamos, óyenos.
Si hay bautismos:
Para que estos elegidos
renazcan
a la vida nueva por medio del bautismo, te rogamos, óyenos.
Si no hay bautismos:
Para que santifiques esta fuente bautismal
por la que renacerán tus hijos a la vida nueva, te rogamos, óyenos.
Jesús, Hijo de Dios vivo, te rogamos, óyenos.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos Cristo, escúchanos.
Si hay bautismos, el sacerdote, con las manos extendidas, dice esta oración:
Derrama, Señor, tu infinita bondad en este sacramento del bautismo y
envía tu santo Espíritu, para que haga renacer de la fuente bautismal
a estos nuevos hijos tuyos, que van a ser santificados por tu gracia, mediante
nuestra humilde colaboración en este ministerio. Por Jesucristo, nuestro
Señor. R/. Amén.
BENDICIÓN DEL AGUA BAUTISMAL
44. La
bendición del agua puede ser cantada.
45. La aclamación a la bendición del agua también
puede ser cantada.
46. Enseguida el sacerdote bendice el agua bautismal, diciendo,
con las manos extendidas, esta oración:
Dios nuestro, que con tu
poder invisible realizas obras admirables por medio de los signos sacramentales
y has hecho que tu creatura, el agua, signifique de muchas maneras la gracia
del bautismo;
Dios nuestro, cuyo Espíritu aleteaba sobre la superficie de las aguas
en los mismos principios del mundo, para que ya desde entonces el agua recibiera
el poder de dar la vida;
Dios nuestro, que incluso en las aguas torrenciales del diluvio prefiguraste
el nuevo nacimiento de los hombres, al hacer que de una manera misteriosa, un
mismo elemento diera fin al pecado y origen a la virtud;
Dios nuestro, que hiciste pasar a pie, sin mojarse, el Mar Rojo a los hijos
de Abraham, a fin de que el pueblo, liberado de la esclavitud del faraón,
prefigurara al pueblo de los bautizados;
Dios nuestro, cuyo Hijo, al ser bautizado por el Precursor en el agua del Jordán,
fue ungido por el Espíritu Santo; suspendido en la cruz, quiso que brotaran
de su costado sangre y agua; y después de su resurrección mandó
a sus apóstoles: "Vayan y enseñen a todas las naciones, bautizándolas
en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo": mira ahora
a tu Iglesia en oración y abre para ella la fuente del bautismo.
Que por obra del Espíritu Santo esta agua adquiera la gracia de tu Unigénito,
para que el hombre, creado a tu imagen, limpio de su antiguo pecado, por el
sacramento del bautismo, renazca a la vida nueva por el agua y el Espíritu
Santo.
Si es oportuno, introduce
el cirio pascual en el agua, una o tres veces, diciendo:
Te pedimos, Señor, que por tu Hijo, descienda sobre el agua de esta fuente
el poder del Espíritu Santo, Manteniendo el cirio dentro del agua, prosigue:
para que todos, sepultados con Cristo en su muerte por el bautismo, resuciten
también con Él a la vida nueva. Él, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
47. Enseguida
saca el cirio del agua, y el pueblo dice la siguiente aclamación:
Fuentes del Señor, bendigan al Señor, alábenlo y glorifíquenlo
por los siglos.
48. Concluida la bendición del agua bautismal y dicha
la aclamación del pueblo, el sacerdote, de pie, interroga a los adultos
y a los papás o padrinos de los niños, para que hagan la renuncia,
como está indicado en los respectivos Rituales romanos.
Si no se ha hecho antes la unción de los adultos con el óleo de
los catecúmenos en los ritos inmediatamente preparatorios, se hace en
este momento.
49. Enseguida, el sacerdote interroga a cada uno de los adultos
sobre su fe, y también, si se trata de los niños, pide la triple
profesión de fe a todos los papás y padrinos simultáneamente,
como se indica en los respectivos Rituales.
Si son muchos los que se bautizan puede ordenarse este rito, de tal manera que,
inmediatamente después de la respuesta de los bautizandos, padrinos y
papás, el celebrante pida y reciba la renovación de las promesas
bautismales de todos los presentes.
50. Terminado el interrogatorio, el sacerdote bautiza a los
elegidos adultos y niños.
51. Después del bautismo, el sacerdote unge con el crisma
a quienes no han llegado al uso de razón. Y se entrega a todos, sean
adultos o niños, la vestidura blanca. Luego, el sacerdote o el diácono
recibe el cirio pascual de mano del ministro y se encienden las velas de los
neófitos. El rito del "Effetá" se omite para quienes
no han llegado al uso de razón.
52. A continuación, si no tuvieron lugar en el presbiterio
el baño bautismal y los demás ritos explicativos, se retorna al
presbiterio, organizada la procesión como antes, con los neófitos,
o padrinos o papás llevando la vela encendida. Durante la procesión
se canta el cántico bautismal Vidi aquam, u otro canto apropiado (n.
56).
53. Si los bautizados son adultos, el obispo o, en su ausencia,
el presbítero que confirió el bautismo, adminístreles inmediatamente
el sacramento de la Confirmación en el presbiterio, como se indica en
el Pontifical o en el Ritual Romano.
ENDICIÓN DEL AGUA
54. Si no hay bautismos ni tampoco se bendice la fuente bautismal, el sacerdote prepara a los fieles para la bendición del agua, diciendo:
Pidamos, queridos hermanos,
a Dios nuestro Señor, que se digne bendecir esta agua, con la cual seremos
rociados en memoria de nuestro bautismo, y que nos renueve interiormente, para
que permanezcamos fieles al Espíritu que hemos recibido.
Y después de una breve pausa en silencio, dice la siguiente oración,
con las manos extendidas:
Señor, Dios nuestro, mira con bondad a este pueblo tuyo, que vela en
oración en esta noche santísima, recordando la obra admirable
de nuestra creación y la obra más admirable todavía, de
nuestra redención. Dígnate bendecir esta agua, que tú creaste
para dar fertilidad a la tierra, frescura y limpieza a nuestros cuerpos.
Tú, además, convertiste el agua en un instrumento de tu misericordia:
por ella liberaste a tu pueblo de la esclavitud y en el desierto saciaste su
sed; con la imagen del agua viva los profetas anunciaron la nueva alianza que
deseabas establecer con los hombres; por ella, finalmente, santificada por Cristo
en el Jordán, renovaste, mediante el bautismo que nos da la vida nueva,
nuestra naturaleza, corrompida por el pecado.
Que esta agua nos recuerde ahora nuestro bautismo y nos haga participar en la
alegría de nuestros hermanos, que han sido bautizados en esta Pascua.
Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS BAUTISMALES
55. Terminado el rito del
Bautismo (y de la Confirmación) o, si no hubo bautismos, después
de la bendición del agua, todos, de pie y teniendo en sus manos las velas
encendidas, hacen la renovación de las promesas del bautismo, junto con
los bautizandos, a no ser que ya se hubieran hecho (cfr. n. 49).
El sacerdote se dirige a los fieles, con estas palabras u otras semejantes:
Hermanos, por medio del bautismo, hemos sido hechos partícipes del misterio
pascual de Cristo; es decir, por medio del bautismo, hemos sido sepultados con
Él en su muerte para resucitar con Él a la vida nueva. Por eso,
culminado nuestro camino cuaresmal, es muy conveniente que renovemos las promesas
de nuestro bautismo, con las cuales un día renunciamos a Satanás
y a sus obras y nos comprometimos a servir a Dios, en la santa Iglesia católica.
Por consiguiente:
Primera fórmula:
Sacerdote: ¿Renuncian
ustedes a Satanás?
Todos: Sí, renuncio.
Sacerdote: ¿Renuncian a todas sus obras?
Todos: Sí, renuncio.
Sacerdote: ¿Renuncian a todas sus seducciones?
Todos: Sí, renuncio.
O bien:
Sacerdote: ¿Renuncian ustedes al pecado, para vivir en la libertad de
los hijos de Dios?
Todos: Sí, renuncio.
Sacerdote: ¿Renuncian a todas las seducciones del mal, para que el pecado
no los esclavice?
Todos: Sí, renuncio.
Sacerdote: ¿Renuncian a Satanás, padre y autor de todo pecado?
Todos: Sí, renuncio.
La Conferencia Episcopal, si lo cree conveniente, puede ajustar más a
las circunstancias locales esta segunda fórmula, sobre todo ahí
donde entre los cristianos se requiera renunciar a las supersticiones, adivinaciones
y artes mágicas.
Prosigue el sacerdote:
Sacerdote: ¿Creen ustedes en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo
y de la tierra?
Todos: Sí, creo.
Sacerdote: ¿Creen en Jesucristo, su Hijo único y Señor
nuestro, que nació de la Virgen María, padeció y murió
por nosotros, resucitó y está sentado a la derecha del Padre?
Todos: Sí, creo.
Sacerdote: ¿Creen en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica,
en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en
la resurrección de los muertos y en la vida eterna?
Todos: Sí, creo.
Y el sacerdote concluye:
Que Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos liberó
del pecado y nos ha hecho renacer por el agua y el Espíritu Santo, nos
conserve con su gracia unidos a Jesucristo nuestro Señor, hasta la vida
eterna.
Todos: Amén.
56. El
sacerdote rocía al pueblo con el agua bendita, mientras todos cantan:
ANTÍFONA
Vi brotar agua del lado derecho del templo, aleluya. Vi que en todos aquellos
que recibían el agua, surgía una vida nueva y cantaban con gozo:
Aleluya, aleluya.
Se puede cantar también algún otro canto de índole bautismal.
57. Mientras tanto los neófitos son conducidos a su
lugar entre los fieles. Si la bendición del agua bautismal no se hizo
en el bautisterio, el diácono y los ministros llevan a la fuente bautismal,
con toda reverencia, un recipiente con el agua bendita.
Si no hubo bendición de la fuente, el agua bendita se coloca en un lugar
apropiado.
58. Hecha la aspersión, el sacerdote vuelve a la sede,
en donde, omitido el Credo, dirige la oración universal en la cual toman
parte los neófitos por primera vez.
Cuarta parte
LITURGIA EUCARÍSTICA
59. El
sacerdote va al altar y comienza la liturgia eucarística en la forma
acostumbrada.
60. Es conveniente que el pan y el vino sean presentados por
los neófitos o, si son niños, por sus papás o padrinos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, las súplicas de tu pueblo, junto con los dones que te presentamos para que los misterios de la Pascua que hemos comenzado a celebrar, nos obtengan, con tu ayuda, el remedio para conseguir la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de Pascua.
63. En
la Plegaria eucarística, se hace memoria de los bautizados y de los padrinos,
según las fórmulas que se encuentran en cada una de las Plegarias
eucarísticas en el Misal y en el Ritual Romano.
64. Antes de decir Éste es el Cordero de Dios, el sacerdote
puede exhortar brevemente a los neófitos sobre la primera Comunión
que van a recibir y, sobre el valor de tan gran misterio, que es el culmen de
la iniciación y el centro de toda la vida cristiana.
65. Es conveniente que los neófitos reciban la sagrada
Comunión bajo las dos especies, junto con sus padrinos, madrinas, papás
y esposos católicos, y con los catequistas laicos. Es conveniente también,
con el consentimiento del obispo diocesano, donde las circunstancias lo aconsejen,
que todos los fieles reciban la sagrada Comunión bajo las dos especies.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 Co 5, 7-8)
Cristo, nuestro Cordero Pascual, ha sido inmolado. Aleluya. Celebremos, pues, la Pascua, con el pan sin levadura, que es de sinceridad y verdad. Aleluya.
Conviene cantar el salmo 117.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Infúndenos, Señor, el espíritu de tu caridad, para que, saciados con los sacramentos pascuales, vivamos siempre unidos en tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
BENDICIÓN SOLEMNE
Que Dios todopoderoso, los
bendiga en este día solemnísimo de la Pascua y, compadecido de
ustedes, los guarde de todo pecado.
R. Amén.
Que les conceda el premio de la inmortalidad aquel que los ha redimido para
la vida eterna con la resurrección de su Unigénito.
R. Amén.
Que ustedes, que una vez terminados los días de la Pasión, celebran
con gozo la fiesta de la Pascua del Señor, puedan participar, con su
gracia, del júbilo de la Pascua eterna.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo t, y Espíritu
Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. R. Amén.
Puede usarse también la fórmula de bendición final del
ritual para el Bautismo de los adultos o de los niños, de acuerdo a las
circunstancias.
69. Para despedir al pueblo, el diácono o, en su ausencia, el mismo sacerdote
canta o dice:
Anuncien a todos la alegría del Señor resucitado. Vayan en paz,
aleluya, aleluya.
O bien:
Pueden ir en paz, aleluya,
aleluya.
Todos responden:
Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.
Esta fórmula de despedida se utiliza durante toda la octava de Pascua.
70. El cirio pascual se enciende en todas las celebraciones litúrgicas más solemnes de este tiempo.
DOMINGO 20 DE ABRIL RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
Santos: Inés de Montepulciano, abadesa; Beato Simón Rinalducci, presbítero. (Blanco)
QUE ESTABA VIVO
Hch 10, 34, 37-43; 1 Co 5, 6-8; Jn 20, 1-9; Lc 24, 13-35
La esencia del mensaje cristiano es de sobra conocida: Jesús ajusticiado de forma cruel por obra y gracia de las autoridades judías y el ejército romano, no terminó aniquilado inicuamente en un sepulcro. Nada de eso. Dios Padre, a quien tanto apelaba Jesús, dio la cara por esta víctima inocente, aplastada por el sufrimiento y procediendo como dador de la vida y juez insobornable, lo rescató de las vendas y la oscuridad del sepulcro y por pura gracia lo hizo participar de su gloria y su plenitud. Nunca más sería barrido por la fragilidad. Jesús es el viviente, y eso no significa otra cosa, sino patentar a los cuatro vientos que cuantos vivan como Él vivió, no serán consumidos por la mortalidad, sino serán participes de la fiesta que no termina. De ahí la urgencia de abandonar la levadura del paso y vivir como masa nueva, como panes expurgados de la levadura del pecado.
Misa del día
ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Sal 138, 18. 5-6)
He resucitado y estoy contigo, aleluya: has puesto tu mano sobre mí, aleluya: tu sabiduría ha sido maravillosa, aleluya, aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que por medio de tu Unigénito, vencedor de la muerte, nos has abierto hoy las puertas de la vida eterna, concede a quienes celebramos la solemnidad de la resurrección del Señor, resucitar también en la luz de la vida eterna, por la acción renovadora de tu Espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Hemos comido y bebido con Cristo resucitado.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 10, 34. 37-43
En aquellos días,
Pedro tomó la palabra y dijo: "Ya saben ustedes lo sucedido en toda
Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado
por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo
a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el
bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él.
Nosotros somos testigos de cuanto Él hizo en Judea y en Jerusalén.
Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer
día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente
a los testigos que Él, de antemano, había escogido: a nosotros,
que hemos comido y bebido con Él después de que resucitó
de entre los muertos.
Él nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo
ha constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime:
que cuantos creen en Él reciben, por su medio, el perdón de los
pecados". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 117 R/.
Éste es el día del triunfo del Señor. Aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es
eterna. Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". R/.
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro
orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el
Señor ha hecho. R/.
La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto
es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R/.
Busquen los bienes del cielo, donde está Cristo.
De la carta del apóstol san Pablo a los colosenses: 3, 1-4
Hermanos: Puesto que han
resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo,
sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del
cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida
con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también
ustedes se manifestarán gloriosos, juntamente con Él.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
O bien:
Tiren la antigua levadura, pues Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 5, 6-8
Hermanos: ¿No saben
ustedes que un poco de levadura hace fermentar toda la masa? Tiren la antigua
levadura, para que sean ustedes una masa nueva, ya que son pan sin levadura,
pues Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido in-molado.
Celebremos, pues, la fiesta de la Pascua, no con la antigua levadura, que es
de vicio y maldad, sino con el pan sin levadura, que es de sinceridad y verdad.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SECUENCIA
(Sólo el día de hoy es obligatoria: durante la octava es opcional)
Ofrezcan los cristianos | los ángeles testigos, | |
ofrendas de alabanza | sudarios y mortaja. | |
a gloria de la víctima | ¡Resucitó de veras | |
propicia de la Pascua. | mi amor y mi esperanza! | |
Cordero sin pecado, | Venid a Galilea, | |
que a las ovejas salva, | allí el Señor aguarda; | |
a Dios y a los culpables | allí veréis los suyos | |
unió con nueva alianza. | la gloria de la Pascua. | |
Lucharon vida y muerte | Primicia de los muertos, | |
en singular batalla, | sabemos por tu gracia | |
y, muerto el que es la vida, | que estás resucitado; | |
triunfante se levanta. | la muerte en ti no manda. | |
"¿Qué has visto de camino, | Rey vencedor, apiádate | |
María, en la mañana?". | de la miseria humana | |
A mi Señor glorioso, | y da a tus fieles parte | |
la tumba abandonada, | en tu victoria santa |
ACLAMACIÓN
(Cfr. 1 Cor 5, 7-8) R/. Aleluya, aleluya.
Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado; celebremos, pues, la Pascua.
R/.
Él debía resucitar de entre los muertos.
Del santo Evangelio según san Juan: 20, 1-9
El primer día después
del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena
al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó
a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien
Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor
y no sabemos dónde lo habrán puesto".
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban
corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa
que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró
los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo,
y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo
y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto
no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró
también el otro discípulo, el que había llegado primero
al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido
las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar
de entre los muertos. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor
Jesús.
O bien:
Ha resucitado e irá delante de ustedes a Galilea.
Del santo Evangelio según san Mateo: 28, 1-10
Transcurrido el sábado,
al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la
otra María fueron a ver el sepulcro. De pronto se produjo un gran temblor,
porque el ángel del Señor bajó del cielo y acercándose
al sepulcro, hizo rodar la piedra que lo tapaba y se sentó encima de
ella. Su rostro brillaba como el relámpago y sus vestiduras eran blancas
como la nieve. Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar
y se quedaron como muertos. El ángel se dirigió a las mujeres
y les dijo: "No teman. Ya sé que buscan a Jesús, el crucificado.
No está aquí; ha resucitado, como lo había dicho. Vengan
a ver el lugar donde lo habían puesto. Y ahora, vayan de prisa a decir
a sus discípulos: 'Ha resucitado de entre los muertos e irá delante
de ustedes a Galilea; allá lo verán'. Eso es todo".
Ellas se alejaron a toda prisa del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría,
corrieron a dar la noticia a los discípulos. Pero de repente Jesús
les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le
abrazaron los pies y lo adoraron. Entonces les dijo Jesús: "No tengan
miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me
verán". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor
Jesús.
O bien, en las Misas vespertinas del domingo:
Quédate con nosotros, porque ya es tarde.
Del santo Evangelio según san Lucas: 24, 13-35
El mismo día de la
resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado
Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban
todo lo que había sucedido.
Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y
comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos
estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: "¿De
qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?"
Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres
tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días
en Jerusalén?" Él les preguntó: "¿Qué
cosa?" Ellos le respondieron: "Lo de Jesús el nazareno, que
era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo.
Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo
condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que Él
sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días
desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo
nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron
el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles,
que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron
al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a Él
no lo vieron".
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué insensatos son ustedes
y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas!
¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así
entrara en su gloria?" Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos
los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían
a Él.
Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, Él hizo como que iba
más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: "Quédate
con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer". Y entró
para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció
la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron
los ojos y lo reconocieron, pero Él se les desapareció. Y ellos
se decían el uno al otro: "¡Con razón nuestro corazón
ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!"
Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron
reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: "De
veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón".
Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo
lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos a Jesús resucitado, vida y esperanza para la humanidad entera.
Después de cada petición diremos:
Jesús resucitado, escúchanos.
Por la Iglesia: por el Papa,
por los obispos, sacerdotes y diáconos, por los religiosos y religiosas,
por todos los fieles. Que en todos crezca la fe y la esperanza que nos trae
la resurrección del Señor. Oremos.
Por nuestro país, y por todos los países del mundo. Que a todos
alcance el bienestar, la paz y la libertad. Oremos.
Por los que durante este tiempo de Pascua recibirán el Bautismo, la Confirmación
o la primera Eucaristía.
Que vivan llenos de la gracia del Espíritu Santo. Oremos.
Por todos nosotros. Que esta Pascua fortalezca nuestra fe en Jesús resucitado.
Oremos.
Jesús resucitado, escúchanos y danos la fuerza de tu Espíritu.
Tú, que vives y reinas...
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Llenos de júbilo por el gozo pascual te ofrecemos, Señor, este sacrificio, mediante el cual admirablemente renace y se nutre tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de Pascua
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 Co 5, 7-8)
Cristo, nuestro Cordero Pascual, ha sido inmolado. Aleluya. Celebremos, pues, la Pascua, con el pan sin levadura, que es de sinceridad y verdad. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios de bondad, protege
paternalmente con amor incansable a tu Iglesia, para que, renovada por los misterios
pascuales, pueda llegar a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
Para dar la bendición al final de la Misa, es conveniente que el sacerdote
utilice la fórmula de bendición solemne de la Misa de la Vigilia
Pascual,
Al despedir al pueblo, se canta o se dice:
Anuncien a todos la alegría del Señor resucitado. Vayan en paz,
aleluya, aleluya.
O bien:
Pueden ir en paz, aleluya,
aleluya.
Todos responden:
Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- Quien se confiesa como discípulo de Jesús asume una misión complicada: singularizarse viviendo de forma renovada. Si alguien se ha dejado encontrar por el Señor Jesús, habrá iniciado un reajuste radical en su vida, desarraigando las actitudes pecaminosas de forma consciente. No se puede confesar que Dios es el viviente, y a la vez, caminar por la vida acaparando ventajas y beneficios, quitando de en medio a competidores y rivales, sin importar lazos de sangre. No se puede adoptar la actitud cainítica y proclamar que Jesús es Señor. Eso en la práctica sería un desfiguro y una pantomima. Ateísmo práctico en una palabra. Las mujeres y los hombres de Galilea que se afirmaron como testigos del resucitado redefinieron sus opciones, realizaron un cambio personal y empujaron un proceso de transformación social, porque sabían que Jesús vivía a su lado para siempre.
EL MIEDO Y EL SOBORNO
Hch 2,14. 22-33; Mt 28,8-15
En los días inmediatos a la Pascua del año 31 la vida de los seguidores de Jesús estaba marcada por los miedos y temores que aquejan nuestra vida humana. Lo desconocido y lo amenazante descuadra nuestros esquemas. Las mujeres están desmoralizadas, porque su Maestro, que vivió como prototipo del hombre bueno y justo, había sido aplastado por los soldados romanos: "ustedes, por mano de paganos, lo mataron en una cruz", y saben que ellas mismas pueden correr la misma suerte. Los adversarios de Jesús están dispuestos a acabar con cualquier muestra de simpatía o confianza hacia el crucificado. El soborno y el tráfico de influencias legitimados para acallar la prédica y el testimonio del resucitado: "dieron a los soldados una suma considerable". De paso, resulta una implicación. No se puede confesar a Jesús e incurrir en las consabidas prácticas del chanchullo y las marrullerías. Cada vez' que se ha combinado la fe con "movidas chuecas" se ha lastimado la fe de los pequeños.
ANTÍFONA DE ENTRADA
El Señor resucitó, como lo había predicho; llenémonos de gozo y de alegría, porque reina eternamente. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que haces crecer siempre a tu Iglesia dándole nuevos hijos, concédenos la gracia de vivir de acuerdo con la fe que recibimos en el sacramento del bautismo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
A este Jesús, Dios lo ha resucitado, y de ello somos testigos.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 2, 14. 22-33
El día de Pentecostés,
se presentó Pedro, junto con los Once, ante la multitud, y levantando
la voz, dijo: "Israelitas, escúchenme. Jesús de Nazaret fue
un hombre acreditado por Dios ante ustedes, mediante los milagros, prodigios
y señales que Dios realizó por medio de Él y que ustedes
bien conocen. Conforme al plan previsto y sancionado por Dios, Jesús
fue entregado, y ustedes utilizaron a los paganos para clavarlo en la cruz.
Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte, ya que no
era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio. En efecto, David dice,
refiriéndose a Él: Yo veía constantemente al Señor
delante de mí, puesto que Él está a mí lado para
que yo no tropiece. Por eso se alegra mi corazón y mi lengua se alboroza;
por eso también mi cuerpo vivirá en la esperanza, porque tú,
Señor, no me abandonarás a la muerte, ni dejarás que tu
santo sufra la corrupción. Me has enseñado el sendero de la vida
y me saciarás de gozo en tu presencia.
Hermanos, que me sea permitido hablarles con toda claridad. El patriarca David
murió y lo enterraron, y su sepulcro se conserva entre nosotros hasta
el día de hoy. Pero como era profeta y sabía que Dios le había
prometido con juramento que un descendiente suyo ocuparía su trono, con
visión profética habló de la resurrección de Cristo,
el cual no fue abandonado a la muerte ni sufrió la corrupción.
Pues bien, a este Jesús, Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros
somos testigos. Llevado a los cielos por el poder de Dios, recibió del
Padre el Espíritu Santo prometido a Él y lo ha comunicado, como
ustedes lo están viendo y oyendo". Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
Del salmo 15 R/.
Protege, Señor, a los que esperamos en ti. Aleluya.
Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho
que tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado
en herencia; mi vida está en sus manos. R/.
Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye
internamente. Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado,
jamás tropezaré. R/.
Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá
tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás
que sufra yo la corrupción. R/.
Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia
y de alegría perpetua junto a ti. R/.
SECUENCIA opcional
ACLAMACIÓN
(Sal 117, 24) R/. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo
y de gozo. R/.
Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán.
Del santo Evangelio según san Mateo: 28, 8-15
Después de escuchar
las palabras del ángel, las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro,
y llenas de temor y de gran alegría, corrieron a dar la noticia a los
discípulos. Pero de repente Jesús les salió al encuentro
y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies y lo adoraron.
Entonces les dijo Jesús: "No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos
que se dirijan a Galilea. Allá me verán".
Mientras las mujeres iban de camino, algunos soldados de la guardia fueron a
la ciudad y dieron parte a los sumos sacerdotes de todo lo ocurrido. Éstos
se reunieron con los ancianos, y juntos acordaron dar una fuerte suma de dinero
a los soldados, con estas instrucciones: "Digan: ‘Durante la noche,
estando nosotros dormidos, llegaron sus discípulos y se robaron el cuerpo'.
Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos arreglaremos con
él y les evitaremos cualquier complicación".
Ellos tomaron el dinero y actuaron conforme a las instrucciones recibidas. Esta
versión de los soldados se ha ido difundiendo entre los judíos
hasta el día de hoy. Palabra del Señor. Gloria a ti,
Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, con
bondad, las ofrendas de tu pueblo y haz que, renovados por la confesión
de tu nombre y por el bautismo, consigamos la felicidad eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de Pascua (en este día)
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Rm 6, 9)
Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no morirá nunca. La muerte ya no tiene dominio sobre El. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que la gracia de este sacramento
pascual fructifique, Señor, en nuestros corazones para que podamos corresponder
a los dones de tu amor, que nos abrió el camino de la salvación
eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
La despedida se hace como el día de Pascua.
HE VISTO AL SEÑOR
Hch 2,36-41; .Jn 20,11-18
Pronunciar la declaración anterior no es asunto fácil. María Magdalena sorprende a los discípulos apesadumbrados y aturdidos con una noticia sorprendente: María ha visto al Señor, ya no como un crucificado, sino como el dueño de la vida, como el Señor. De la oscuridad de la muerte, Jesús ha sido llevado a la vida que no termina. Es ahora cuando tiene sentido llamarle Señor. Ya no es un simple Maestro de Israel, como pretendía Magdalena llamarle, mientras se aferraba a sus pies. La fuerza y la fidelidad de Dios a sus promesas han vencido a la muerte. Es momento de arrepentirse de los desvaríos idolátricos y abrirse al don del Espíritu. Es necesario salirse de la dinámica ciega de la corrupción que esclaviza nuestro corazón, y disfrutar de la promesa de vida verdadera que el Padre nos regala por medio de Jesús.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Si 15, 3-4)
El Señor les dará a beber el agua de la sabiduría; se apoyarán en Él y no vacilarán. Él los llenará de gloria eternamente. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que nos has hecho experimentar la fuerza vivificante del misterio pascual, sigue acompañando a tu pueblo con tu divina gracia, para que, conseguida la perfecta libertad, se convierta en gozo celestial la alegría que ahora lo inunda aquí en la tierra. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Conviértanse y bautícense en el nombre de Jesucristo.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 2, 36-41
El día de Pentecostés,
dijo Pedro a los judíos: "Sepa todo Israel, con absoluta certeza,
que Dios ha constituido Señor y Mesías al mismo Jesús,
a quien ustedes han crucificado". Estas palabras les llegaron al corazón
y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: "¿Qué
tenemos que hacer, hermanos?" Pedro les contestó: "Conviértanse
y bautícense en el nombre de Jesucristo, para el perdón de sus
pecados y recibirán el Espíritu Santo. Porque las promesas de
Dios valen para ustedes y para sus hijos y también para todos los paganos
que el Señor, Dios nuestro, quiera llamar, aunque estén lejos".
Con éstas y otras muchas razones los instaba y exhortaba, diciéndoles:
"Pónganse a salvo de este mundo corrompido". Los que aceptaron
sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unas tres mil
personas. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 32 R/.
En el Señor está nuestra esperanza. Aleluya.
Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. Él
ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades. R/.
Cuida el Señor de aquellos que lo temen y en su bondad confían;
los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida. R/.
En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra
ayuda y nuestro amparo. Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que
en ti, Señor, hemos confiado. R/.
SECUENCIA opcional
ACLAMACIÓN
(Sal 117, 24) R/. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo
y de gozo. R/.
He visto al Señor y me ha dado este mensaje.
Del santo Evangelio según san Juan: 20, 11-18
El día de la resurrección,
María se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús.
Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos
de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús,
uno en la cabecera y el otro junto a los pies. Los ángeles le preguntaron:
"¿Por qué estás llorando, mujer?" Ella les contestó:
"Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo
habrán puesto".
Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero
no sabía que era Jesús. Entonces Él le dijo: "Mujer,
¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?"
Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió: "Señor,
si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto". Jesús
le dijo: "¡María!" Ella se volvió y exclamó:
"¡Rabuní!", que en hebreo significa ‘maestro'.
Jesús le dijo: "Déjame ya, porque todavía no he subido
al Padre. Ve a decir a mis hermanos: 'Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios
y su Dios' ".
María Magdalena se fue a ver a los discípulos para decirles que
había visto al Señor y para darles su mensaje. Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, con bondad, estas ofrendas de tu familia santa, para que, con la ayuda de tu protección, conserve los dones recibidos y llegue a poseer los eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de Pascua (en este día),
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Col 3, 1-2)
Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Escúchanos, Dios
todopoderoso, y, ya que colmaste los corazones de tus hijos con la gracia incomparable
del bautismo, prepáranos para alcanzar la felicidad eterna. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
La despedida se hace como el día de Pascua.
LA PUERTA HERMOSA
Hch 3,1-10; Lc 24, 13-35
La imagen de la puerta es ilustrativa, por eso la usó el Señor Jesús como imagen del proceso de fe. El que sigue a Jesús pasa por una puerta estrecha. El camino que recorrieron en redondo los discípulos de Emaús muestra la complejidad del camino de la fe. Salieron de Jerusalén, por la puerta de Damasco que mira al norte con el espíritu abatido, habían perdido apoyo para su esperanza desde el día que habían ejecutado a Jesús. Caminaron de regreso a Emaús en compañía de un extraño peregrino, que traspasó las puertas de su vivienda y allá adentró realizó el característico signo de la fracción del pan y sus ojos redescubrieron la presencia de Jesús de forma nueva. En esos mismos días, un paralítico sentado junto a la Puerta Hermosa, recuperó la movilidad. Jesús abre la puerta de la Vida, es camino que conduce a la vida.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Mt 25, 34)
Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que cada año nos inundas de alegría por la solemnidad de la resurrección del Señor, concédenos propicio que, por estas fiestas que celebramos en el tiempo, merezcamos llegar al gozo de la eternidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Te voy a dar lo que tengo: En el nombre de Jesús, camina.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 3, 1-10
En aquel tiempo, Pedro y
Juan subieron al templo para la oración vespertina, a eso de las tres
de la tarde. Había allí un hombre lisiado de nacimiento, a quien
diariamente llevaban y ponían ante la puerta llamada la "Hermosa",
para que pidiera limosna a los que entraban en el templo. Aquel hombre, al ver
a Pedro y a Juan cuando iban a entrar, les pidió limosna. Pedro y Juan
fijaron en él los ojos, y Pedro le dijo: "Míranos".
El hombre se quedó mirándolos en espera de que le dieran algo.
Entonces Pedro le dijo: "No tengo ni oro ni plata, pero te voy a dar lo
que tengo: En el nombre de Jesucristo nazareno, levántate y camina".
Y, tomándolo de la mano, lo incorporó.
Al instante sus pies y sus tobillos adquirieron firmeza. De un salto se puso
de pie, empezó a andar y entró con ellos al templo caminando,
saltando y alabando a Dios.
Todo el pueblo lo vio caminar y alabar a Dios, y al darse cuenta de que era
el mismo que pedía limosna sentado junto a la puerta "Hermosa"
del templo, quedaron llenos de miedo y no salían de su asombro por lo
que había sucedido. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 104 R/.
Cantemos al Señor con alegría. Aleluya.
Aclamen al Señor y denle gracias, relaten sus prodigios a los pueblos.
Entonen en su honor himnos y cantos, celebren sus portentos. R/.
Del nombre del Señor enorgullézcanse y siéntase feliz el
que lo busca. Recurran al Señor y a su poder y a su presencia acudan.
R/.
Descendientes de Abraham, su servidor, estirpe de Jacob, su predilecto, escuchen:
el Señor es nuestro Dios y gobiernan la tierra sus decretos. R/.
Ni aunque transcurran mil generaciones, se olvidará el Señor de
sus promesas, de la alianza pactada con Abraham, del juramento a Isaac, que
un día le hiciera. R/.
SECUENCIA opcional
ACLAMACIÓN (Sal 117, 24) R/. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R/.
Lo reconocieron al partir el pan.
Del santo Evangelio según san Lucas: 24, 13-35
El mismo día de la
resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado
Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban
todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían,
Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero
los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron.
Él les preguntó: "¿De qué cosas vienen hablando,
tan llenos de tristeza?"
Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres
tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días
en Jerusalén?" Él les preguntó: "¿Qué
cosa?" Ellos le respondieron: "Lo de Jesús el nazareno, que
era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo.
Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo
condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que Él
sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días
desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo
nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron
el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles,
que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron
al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a Él
no lo vieron".
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué insensatos son ustedes
y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas!
¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así
entrara en su gloria?" Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos
los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían
a Él.
Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, Él hizo como que iba
más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: "Quédate
con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer". Y entró
para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció
la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron
los ojos y lo reconocieron, pero Él se les desapareció. Y ellos
se decían el uno al otro: "¡Con razón nuestro corazón
ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!"
Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron
reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: "De
veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón".
Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo
lo habían reconocido al partir el pan. Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, estas ofrendas de la humanidad redimida, y realiza a favor nuestro, la plena salvación del cuerpo y el alma. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de Pascua (en este día)
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Lc 24, 35)
Los discípulos reconocieron al Señor Jesús, al partir el pan. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te rogamos, Señor, que, purificados de nuestra antigua condición pecadora, la santa recepción del sacramento de tu Hijo nos transforme en nuevas creaturas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
La despedida se hace como el día de Pascua.
DESPEJANDO MALENTENDIDOS
Hch 3, 11-26; Lc 24, 35-48
Dos malentendidos subyacen a estas narraciones. En las dos obras reconocemos el estilo y la factura del evangelista san Lucas. En su primera obra, nos presenta a Jesús desbaratando la confusión de que son objeto sus discípulos. Tienen la mente acalambrada, los sentidos aturdidos y no pueden aprehender la novedad de su existencia resucitada. Algo totalmente explicable, puesto que los discípulos de Jesús jamás habían interactuado con un resucitado. Jesús les da muestras de su nueva forma de existir y los anima a retomar el encargo que les había dado: ser testigos creíbles de su Pascua. Los vecinos de Jerusalén han presenciado una curación aparentemente inexplicable. La oración de unos pescadores galileos ha traído salud para un paralítico. Ellos no se apropian de la señal. El que cambia la suerte de los afligidos es Jesús, autor de la vida.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sb 10, 20-21)
Todos alabaron, Señor,
tu poder y tu sabiduría, porque has abierto la boca de los mudos y has
hecho elocuentes las lenguas de los niños. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que uniste a todos los pueblos diversos en la confesión de tu nombre, concede que, quienes renacieron en la fuente bautismal, tengan una misma fe en sus pensamientos y un mismo amor en sus obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Ustedes le dieron muerte al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 3, 11-26
Como el paralítico
curado por Pedro y Juan no se les despegaba, todo el pueblo, asombrado, corrió
hacia ellos al pórtico de Salomón. Al ver a la muchedumbre, Pedro
les dirigió la palabra: "Israelitas: ¿Por qué les
causa admiración esto y por qué nos miran de ese modo, como si
por nuestro poder o nuestra virtud hubiéramos hecho andar a este hombre?
El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado
a su siervo Jesús, a quien ustedes entregaron a Pilato, y a quien rechazaron
en su presencia, cuando Él ya había decidido ponerlo en libertad.
Rechazaron al santo, al justo, y pidieron el indulto de un asesino; han dado
muerte al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos
y de ello nosotros somos testigos. El nombre de Jesús y la fe en Él
es lo que ha robustecido los miembros de este hombre al que están viendo
y todos conocen. Esta fe es la que le ha restituido completamente la salud,
como pueden observar.
Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes han obrado por ignorancia, de
la misma manera que sus jefes; pero Dios cumplió así lo que había
predicho por boca de los profetas: que su Mesías tenía que padecer.
Por lo tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que se les perdonen
sus pecados y el Señor les mande el tiempo de la consolación y
les envíe de nuevo a Jesús, el Mesías que les estaba destinado;
aunque Él tiene que quedarse en el cielo hasta la restauración
universal, de la que habló Dios por boca de su profeta desde muy antiguo.
En efecto, Moisés dijo: El Señor Dios hará surgir de entre
sus hermanos un profeta como yo. Escuchen todo cuanto les diga; quien no escuche
al profeta, será expulsado del pueblo. Y todos los profetas, a partir
de Samuel, anunciaron igualmente estos días. Ustedes son herederos de
los profetas y beneficiarios de la alianza que Dios hizo con sus padres, cuando
le dijo a Abraham: Tu descendencia será fuente de bendición para
toda la humanidad. Para ustedes, en primer lugar, ha resucitado Dios a su siervo
y lo ha enviado para bendecirlos y ayudarlos a que cada uno se aparte de sus
iniquidades". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 8 R/.
¡Qué admirable, Señor, es tu poder! Aleluya.
¡Qué admirable es, Señor y Dios nuestro, tu poder en toda
la tierra! ¿Qué es el hombre, para que de él te acuerdes;
ese pobre ser humano, para que de él te preocupes? R/.
Sin embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles, lo coronaste
de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos y todo
lo sometiste bajo sus pies. R/.
Pusiste a su servicio los rebaños y las manadas, todos los animales salvajes,
las aves del cielo y los peces del mar, que recorren los caminos de las aguas.
R/.
SECUENCIA opcional
ACLAMACIÓN
(Sal 117, 24) R/. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor, día
de júbilo y de gozo. R/.
Está escrito que Cristo tenía que padecer y tenía que resucitar de entre los muertos al tercer día.
Del santo Evangelio según san Lucas: 24, 35-48
Cuando los dos discípulos
regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles,
les contaron lo que les había pasado en el camino y cómo habían
reconocido a Jesús al partir el pan.
Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de
ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Ellos, desconcertados
y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero Él les dijo: "No
teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen
dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona, tóquenme
y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que
tengo yo". Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no
acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les
dijo: "¿Tienen aquí algo de comer?" Le ofrecieron un
trozo de pescado asado; Él lo tomó y se puso a comer delante de
ellos. Después les dijo: "Lo que ha sucedido es aquello de que les
hablaba yo, cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse
todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas
y en los salmos".
Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras
y les dijo: "Está escrito que el Mesías tenía que
padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día,
y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando
por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón
de los pecados. Ustedes son testigos de esto".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, acepta bondadoso estas ofrendas que te presentamos en agradecimiento por los que han renacido en el bautismo y para apresurar los auxilios celestiales.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de Pascua (en este día)
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. 1 P 2, 9)
Pueblo redimido por Dios, anuncia las maravillas del Señor, que te ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor y Dios nuestro,
escucha nuestras oraciones, para que la participación en los sacramentos
de nuestra redención nos ayude en la vida presente y nos alcance las
alegrías eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
La despedida se hace como en el día de Pascua.
LA SALVACIÓN NO ESTÁ EN NINGÚN OTRO
Hch 4, 1-12; Jn 21,1-14
Jesús nos salva de distintas amenazas y peligros, desde la simple ignorancia y confusión que padecían unos pescadores experimentados que cierta noche se habían quedado con las redes vacías, hasta de los peligros verdaderamente destructivos: el pecado, el egoísmo, la muerte. La oferta de soluciones terapéuticas se ha diversificado hasta el hartazgo: del misticismo oriental, las constelaciones, los grupos de ayuda tipo AA, y toda una serie de propuestas afines a las más variadas escuelas filosóficas. Todos esos caminos apuntan a la autoliberación. De esta manera se pone el énfasis en la dimensión consciente y racional del proceso de cambio personal. Sin embargo, éste tiene sus límites. Para el creyente, ese límite lo colma Jesús que regenera misteriosamente nuestro corazón.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Sal 77, 53)
El Señor liberó a su pueblo y lo llenó de esperanza, y a sus enemigos los sumergió en el mar. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que estableciste el misterio pascual como alianza de la reconciliación humana, concédenos manifestar en las obras lo que celebramos con fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Ningún otro puede salvarnos.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 4, 1-12
En aquellos días,
mientras Pedro y Juan hablaban al pueblo, se presentaron los sacerdotes, el
jefe de la guardia del templo y los saduceos, indignados porque los apóstoles
enseñaban al pueblo y anunciaban que la resurrección de los muertos
se había verificado en la persona de Jesús. Los aprehendieron,
y como ya era tarde, los encerraron en la cárcel hasta el día
siguiente. Pero ya muchos de los que habían escuchado sus palabras, unos
cinco mil hombres, habían abrazado la fe.
Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo,
los ancianos y los escribas, el sumo sacerdote Anás, Caifás, Juan,
Alejandro y cuantos pertenecían a las familias de los sumos sacerdotes.
Hicieron comparecer ante ellos a Pedro y a Juan y les preguntaron: "¿Con
qué poder o en nombre de quién han hecho todo esto?"
Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: "Jefes del pueblo y ancianos:
Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo,
para saber cómo fue curado, sépanlo ustedes y sépalo todo
el pueblo de Israel: este hombre ha quedado sano en el nombre de Jesús
de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre
los muertos. Este mismo Jesús es la piedra que ustedes, los constructores,
han desechado y que ahora es la piedra angular. Ningún otro puede salvarnos,
porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros
debamos salvarnos".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 117 R/.
La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es
eterna. Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". Digan
los que temen al Señor: "Su misericordia es eterna". R/.
La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto
es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. Éste es el
día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo.
R/.
Libéranos, Señor, y danos tu victoria. Bendito el que viene en
nombre del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga. Que el Señor,
nuestro Dios, nos ilumine. R/.
SECUENCIA opcional
ACLAMACIÓN
(Sal 117, 24) R/. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo
y de gozo. R/.
Se acercó Jesús, tomó el pan y se lo dio a sus discípulos y también el pescado.
Del santo Evangelio según san Juan: 21, 1-14
En aquel tiempo, Jesús
se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades.
Se les apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás
(llamado el Gemelo), Natanael (el de Caná de Galilea), los hijos de Zebedeo
y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar".
Ellos le respondieron: "También nosotros vamos contigo". Salieron
y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada.
Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orilla, pero
los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: "Muchachos,
¿han pescado algo?" Ellos contestaron: "No". Entonces
Él les dijo: "Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán
peces". Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red
por tantos pescados.
Entonces el discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: "Es
el Señor". Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que
era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se
la había quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos
llegaron en la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban
de tierra más de cien metros.
Tan pronto como saltaron a tierra, vieron unas brasas y sobre ellas un pescado
y pan. Jesús les dijo: "Traigan algunos pescados de los que acaban
de pescar". Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró
hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y
tres, y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo
Jesús: "Vengan a almorzar". Y ninguno de los discípulos
se atrevía a preguntarle: `¿Quién eres?', porque ya sabían
que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y
se lo dio y también el pescado.
Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos
después de resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, realiza bondadoso en nosotros el intercambio de este sacrificio pascual, para que pasemos de los afectos terrenos al deseo de los bienes del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de Pascua (en este día)
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Jn 21, 12-13)
Dijo Jesús a sus discípulos: Vengan a comer. Y tomó un pan y lo repartió entre ellos. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Protege, Señor, con
amor constante a quienes has salvado, para que, una vez redimidos por la pasión
de tu Hijo, se llenen ahora de alegría por su resurrección. Él,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
La despedida se hace como en el día de Pascua.
Vísperas I de mañana: todo propio. Tomo II: p. 616. Para los fieles: p. 273. Edición popular: pp. 446 y 443. Feria
UN NOMBRE INDESEABLE
Hch 4, 13-21; Mc 16, 9-15
Las autoridades políticas y religiosas de Israel habían llegado a detestar tanto a Jesús, que su mismo nombre les incomodaba. Los seguidores galileos se habían congregado en Jerusalén y sus alrededores en la pascua del año 31. Estaban irreconocibles, siendo gente común y corriente que no había pisado academia alguna, refutaban a sus adversarios, apropiándose ingeniosamente de la Escrituras Santas, afirmando que Dios había abierto una brecha salvadora en la persona de Jesús. Los mismos hombres aturdidos y timoratos que presenta el Evangelio de san Marcos, rechazando la buena noticia de la resurrección, ahora están actuando con gran libertad y rindiendo un testimonio valiente delante de los miembros del Consejo judío.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 104, 43)
El Señor liberó a su pueblo y lo llenó de alegría; al pueblo elegido lo colmó de júbilo. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que, con la abundancia de tu gracia, no cesas de aumentar en todos los pueblos el número de los que creen en ti, mira propicio a tus elegidos y haz que, renacidos ya por el sacramento del bautismo, queden un día revestidos de gozosa inmortalidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
No podemos callar lo que hemos visto y oído.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 4, 13-21
En aquellos días, los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas, se quedaron sorprendidos al ver el aplomo con que Pedro y Juan hablaban, pues sabían que eran hombres del pueblo sin ninguna instrucción. Ya los habían reconocido como pertenecientes al grupo que andaba con Jesús, pero no se atrevían a refutarlos, porque ahí estaba de pie, entre ellos, el hombre paralítico que había sido curado. Por consiguiente, les mandaron que salieran del sanedrín, y ellos comenzaron a deliberar entre sí: "¿Qué vamos a hacer con estos hombres? Han hecho un milagro evidente, que todo Jerusalén conoce y que no podemos negar; pero a fin de que todo esto no se divulgue más entre el pueblo, hay que prohibirles con amenazas hablar en nombre de Jesús". Entonces mandaron llamar a Pedro y a Juan y les ordenaron que por ningún motivo hablaran ni enseñaran en nombre de Jesús. Ellos replicaron: "Digan ustedes mismos si es justo delante de Dios obedecerlos a ustedes antes que a Dios. Nosotros no podemos dejar de contar lo que hemos visto y oído". Los miembros del sanedrín repitieron las amenazas y los soltaron, porque no encontraron la manera de castigarlos, ya que el pueblo entero glorificaba a Dios por lo sucedido. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 117 R/.
La diestra del Señor ha hecho maravillas. Aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es
eterna. El Señor es mi fuerza y mi alegría; en el Señor
está mi salvación. Escuchemos el canto de victoria que sale de
la casa de los justos: R/.
"La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es
nuestro orgullo". No moriré, continuaré viviendo para contar
lo que el Señor ha hecho. Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me abandonó a la muerte. R/.
Ábranme las puertas del templo, que quiero entrar a dar gracias a Dios.
Ésta es la puerta del Señor y por ella entrarán los que
le viven fieles. Te doy gracias, Señor, pues me escuchaste y fuiste para
mí la salvación. R/.
SECUENCIA opcional
ACLAMACIÓN
(Sal 117, 24) R/. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo
y de gozo. R/.
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Del santo Evangelio según san Marcos: 16, 9-15
Habiendo resucitado al amanecer
del primer día de la semana, Jesús se apareció primero
a María Magdalena, de la que había arrojado siete demonios. Ella
fue a llevar la noticia a los discípulos, los cuales estaban llorando,
agobiados por la tristeza; pero cuando la oyeron decir que estaba vivo y que
lo había visto, no le creyeron.
Después de esto, se apareció en otra forma a dos discípulos,
que iban de camino hacia una aldea. También ellos fueron a anunciarlo
a los demás; pero tampoco a ellos les creyeron.
Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban
a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón,
porque no les habían creído a los que lo habían visto resucitado.
Jesús les dijo entonces: "Vayan por todo el mundo y prediquen el
Evangelio a toda creatura". Palabra del Señor. Gloria
a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, vivir siempre llenos de gratitud por estos misterios pascuales que celebramos, para que, continuamente renovados por su acción, se conviertan para nosotros en causa de eterna felicidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de Pascua (en este día)
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Ga 3, 27)
Todos ustedes que han sido bautizados en Cristo, se han revestido de Cristo. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dirige, Señor, tu mirada compasiva sobre tu pueblo, al que te has dignado renovar con estos misterios de vida eterna, y concédele llegar un día a la gloria incorruptible de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
La despedida se hace como en el día de Pascua.
DOMINGO 27 II DOMINGO DE PASCUA O DE LA "DIVINA MISERICORDIA"
Santos: María Guadalupe García Zavala, cofundadora; Zita de Lucca, laica. (Blanco)
DEL ESCEPTICISMO A LA COMUNIÓN
Hch 2, 42-47; 1 P 1, 3-9; Jn 20, 19-31
Los procesos de cambio personal no son instantáneos sino accidentados y complejos. El Evangelio de san Juan nos presenta el caso de Tomás que no logra superar su escepticismo y demanda evidencias probatorias para acoger la proclama de la presencia viviente del crucificado. Tomás imagina a Jesús como un muerto que ha regresado a la vida biológica y pide pruebas de su reanimación. Paulatinamente irá modificando sus esquemas. Cuando el proceso se consolida, surgen las comunidades de discípulos en Jerusalén y en los poblados vecinos, reorganizan su vida y empiezan a establecer vínculos permanentes de comunión, servicio y celebración entre ellos. Como están ciertos del triunfo del Señor Jesús, redescubren su estilo de vida y sus opciones y lo asumen como propio. Viven convencidos de ser un anticipo de los cielos nuevos y la tierra nueva.
ANTÍFONA DE ENTRADA (1 P 2, 2)
Como niños recién nacidos, anhelen una leche pura y espiritual que los haga crecer hacia la salvación. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios de eterna misericordia, que reanimas la fe de este pueblo a ti consagrado con la celebración anual de las fiestas pascuales, aumenta en nosotros los dones de tu gracia, para que todos comprendamos mejor la excelencia del bautismo que nos ha purificado, la grandeza del Espíritu que nos ha regenerado y el precio de la Sangre que nos ha redimido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Los creyentes vivían unidos y todo lo tenían en común.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 2, 42-47
En los primeros días
de la Iglesia, todos los que habían sido bautizados eran constantes en
escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la comunión
fraterna, en la fracción del pan y en las oraciones. Toda la gente estaba
llena de asombro y de temor, al ver los milagros y prodigios que los apóstoles
hacían en Jerusalén.
Todos los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común.
Los que eran dueños de bienes o propiedades los vendían, y el
producto era distribuido entre todos, según las necesidades de cada uno.
Diariamente se reunían en el templo, y en las casas partían el
pan y comían juntos, con alegría y sencillez de corazón.
Alababan a Dios y toda la gente los estimaba. Y el Señor aumentaba cada
día el número de los que habían de salvarse. Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 117 R/.
La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.
Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". Diga la casa
de Aarón: "Su misericordia es eterna". Digan los que temen
al Señor: "Su misericordia es eterna". R/.
Querían a empujones derribarme, pero Dios me ayudó. El Señor
es mi fuerza y mi alegría, en el Señor está mi salvación
R/.
La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto
es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. Éste es el
día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo.
R/.
La resurrección de Cristo nos da la esperanza de una vida nueva.
De la primera carta del apóstol san Pedro: 1, 3-9
Bendito sea Dios, Padre
de nuestro Señor Jesucristo, por su gran misericordia, porque al resucitar
a Jesucristo de entre los muertos, nos concedió renacer a la esperanza
de una vida nueva, que no puede corromperse ni mancharse y que él nos
tiene reservada corno herencia en el cielo. Porque ustedes tienen fe en Dios,
Él los protege con su poder, para que alcancen la salvación que
les tiene preparada y que Él revelará al final de los tiempos.
Por esta razón, alégrense, aun cuando ahora tengan que sufrir
un poco por adversidades de todas clases, a fin de que su fe, sometida a la
prueba, sea hallada digna de alabanza, gloria y honor, el día de la manifestación
de Cristo. Porque la fe de ustedes es más preciosa que el oro, y el oro
se acrisola por el fuego. A Cristo Jesús no lo han visto y, sin embargo,
lo aman; al creer en Él ahora, sin verlo, se llenan de una alegría
radiante e indescriptible, seguros de alcanzar la salvación de sus almas,
que es la meta de la fe. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SECUENCIA opcional
ACLAMACIÓN
(Jn 20, 29) R/. Aleluya, aleluya.
Tomás, tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin
haberme visto, dice el Señor. R/.
Ocho días después, se les apareció Jesús.
Del santo Evangelio según san Juan: 20, 19-31
Al anochecer del día
de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se
hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó
Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes".
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos
vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús:
"La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así
también los envío yo". Después de decir esto, sopló
sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo. A los que les
perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los
perdonen, les quedarán sin perdonar".
Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos
cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: "Hemos
visto al Señor". Pero él les contestó: "Si no
veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros
de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré".
Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta
cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de
nuevo en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes".
Luego le dijo a Tomás: "Aquí están mis manos; acerca
tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando,
sino cree". Tomás le respondió: "¡Señor
mío y Dios mío!" Jesús añadió: "Tú
crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto".
Otros muchos signos hizo Jesús en presencia de sus discípulos,
pero no están escritos en este libro. Se escribieron éstos para
que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para
que, creyendo, tengan vida en su nombre. Palabra del Señor. Gloria
a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos a Jesús
resucitado, vida y esperanza de la humanidad entera. Después de cada
petición diremos:
Jesús resucitado, escúchanos.
Por la Iglesia, por sus pastores. Que como los santos Juan XXIII y Juan
Pablo II, sean testigos auténticos de Cristo resucitado en medio del
pueblo de Dios. Oremos.
Por los obispos mexicanos. Que Cristo resucitado los asista en su reunión
de esta semana. Oremos.
Por las vocaciones a la vida sacerdotal, diaconal y religiosa. Que sean muchos
los que respondan a la llamada del Señor, especialmente en los países
de misión. Oremos.
Por los que no creen en Jesús, o necesitan pruebas y no las encuentran.
Que lleguen a descubrir el amor de Dios, y encuentren la felicidad de los que
creemos sin haber visto. Oremos.
Por los trabajadores, especialmente los que más sufren los efectos de
la crisis. Que los responsables de la política y la economía hagan
todo lo posible para que toda persona pueda vivir dignamente. Oremos.
Por todos nosotros, reunidos como cada domingo, convocados por Cristo resucitado.
Que él mismo nos dé la alegría, la paz, la fuerza de su
Espíritu. Oremos.Escucha, Jesús resucitado, nuestras
oraciones, y derrama tu amor sobre nosotros. Tú, que vives y reinas por
los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, las ofrendas de tu pueblo (y de los recién bautizados), para que, renovados por la confesión de tu nombre y por el bautismo, consigamos la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de Pascua (en este día)
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Jn 20, 27)
Jesús dijo a Tomás: Acerca tu mano, toca los agujeros que dejaron los clavos y no seas incrédulo, sino creyente. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios todopoderoso, concédenos
que la gracia recibida en este sacramento pascual permanezca siempre en nuestra
vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne. Para despedir
al pueblo se canta o se dice Pueden ir en paz, aleluya, aleluya. A lo cual se
responde Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- El sumario que nos presenta San Lucas en su segunda obra tiene un carácter ejemplar, puesto que nos describe el ideal cristiano que animaba a la iglesia madre de Jerusalén. Cuatro pilares sostienen su vida como creyentes: la oración, la enseñanza, la comunión y el servicio. Si una de esas realidades está ausente, el rostro de la comunidad eclesial se desfigura, convirtiéndose en asociación piadosa, escuela de teología u organización no gubernamental. La realidad sacramental (oración y eucaristía) se prolonga y concretiza en las iniciativas de auxilio mutuo y de servicio dentro y fuera de la comunidad cristiana. La comunión de fe nos vincula con el Padre y nos hermana con los bautizados; esa conciencia nos empuja a vivir como ministros, es decir, servidores de los que pasan necesidad.
PLENA VALENTÍA
Hch 4 23-31; Jn 3,1-8
Los apóstoles recién salidos del Consejo de Israel se reintegran a la comunidad madre de Jerusalén. No se victimizan, no se desmoronan ante las amenazas. Ellos saben que así habían tratado al Señor Jesús y que el Padre lo había reivindicado de la muerte. La fidelidad ejemplar del crucificado los alentaba a perseverar; sin embargo, conocían su fragilidad y por eso pedían que el Señor los llenara de valentía. La valentía y la libertad interior son necesarias no solamente para resistir a la violencia, también hacen falta para vivir el proceso de renovación interior de que nos habla el cuarto Evangelio. Nicodemo no tiene el ánimo ni la apertura de espíritu para revisar a fondo su mentalidad arraigada. No es tarea de héroes, sino de creyentes: el agua y el Espíritu renuevan misteriosa y eficazmente nuestro corazón.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Rm 6, 9)
Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no morirá nunca. La muerte ya no tiene dominio sobre él. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Te pedimos, Dios todopoderoso, que, renovados por los auxilios pascuales que nos han librado de la herencia del pecado, adquiramos la belleza del Creador celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Se pusieron a orar y quedaron llenos del Espíritu Santo y anunciaron la palabra de Dios con valentía.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 4, 23-31
En aquellos días, tan pronto como Pedro y Juan quedaron en libertad, volvieron a donde estaban sus compañeros y les contaron lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y los ancianos. Al oír esto, todos juntos clamaron a Dios, diciendo: "Señor, tú has creado el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contiene; por medio del Espíritu Santo y por boca de tu siervo David, nuestro padre, dijiste: ¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen planes torpes? Se sublevaron los reyes de la tierra y los príncipes se aliaron contra el Señor y contra su Mesías. Esto fue lo que sucedió, cuando en esta ciudad se aliaron Herodes y Poncio Pilato con los paganos y el pueblo de Israel, contra tu santo siervo Jesús, tu ungido, para que así se cumpliera lo que tu poder y tu providencia habían determinado que sucediera. Y ahora, Señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos anunciar tu palabra con toda valentía. Extiende tu mano para realizar curaciones, señales y prodigios en el nombre de tu santo siervo, Jesús". Al terminar la oración tembló el lugar donde estaban reunidos, los llenó a todos el Espíritu Santo y comenzaron a anunciar la palabra de Dios con valentía. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 2 R/.
Dichosos los que esperan en el Señor. Aleluya.
¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen planes torpes?
Se sublevan los reyes de la tierra y los príncipes se alían contra
el Señor y contra su Mesías, diciendo: "Rompamos sus cadenas,
sacudamos sus ataduras". R/.
El que vive en el cielo sonríe; desde lo alto, el Señor se ríe
de ellos. Después les habla con ira y los espanta con su cólera:
"Yo mismo lo he constituido como rey en Sión, mi monte santo".
R/.
Anunciaré el decreto del Señor. He aquí lo que me dijo:
"Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy. Te daré
en herencia las naciones y como propiedad toda la tierra. Podrás gobernarlas
con cetro de hierro, y despedazarlas como jarros". R/.
ACLAMACIÓN
(Col 3, 1) R/. Aleluya, aleluya.
Puesto que han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está
Cristo, sentado a la derecha de Dios. R/.
El que no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios.
Del santo Evangelio según san Juan: 3, 1-8
Había un fariseo
llamado Nicodemo, hombre principal entre los judíos, que fue de noche
a ver a Jesús y le dijo:
"Maestro, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque
nadie puede hacer los signos que tú haces, si Dios no está con
él".
Jesús le contestó: "Yo te aseguro que quien no renace de
lo alto, no puede ver el Reino de Dios". Nicodemo le preguntó: "¿Cómo
puede nacer un hombre siendo ya viejo? ¿Acaso puede, por segunda vez,
entrar en el vientre de su madre y volver a nacer?"
Le respondió Jesús: "Yo te aseguro que el que no nace del
agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace
de la carne, es carne; lo que nace del Espíritu, es espíritu.
No te extrañes de que te haya dicho: `Tienen que renacer de lo alto'.
El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde
viene ni a dónde va. Así pasa con quien ha nacido del Espíritu".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, los dones que, jubilosa, tu Iglesia te presenta, y puesto que es a ti a quien debe su alegría, concédele también disfrutar de la felicidad eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Pascua.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 20, 19)
Jesús se presentó en medio de sus discípulos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dirige, Señor, tu mirada compasiva sobre tu pueblo, al que te has dignado renovar con estos misterios de vida eterna, y concédele llegar un día a la gloria incorruptible de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
EL RENACIMIENTO AUTÉNTICO
Hch 4, 32-37; Jn 3,7-15
Nicodemo es un maestro renombrado en Israel. Su saber parece incuestionable. Al encontrarse con Jesús siente que sus esquemas se resquebrajan. No atina a comprender la modalidad del nuevo nacimiento, se aferra al sentido literal de las palabras. El poder creador de Dios que nos regaló la vida, podrá acrecentarnos de nuevo, renovándonos internamente y configurándonos con Jesús su Hijo, verdadero hombre nuevo. Cuando existe la disposición de vivir como "humanidad nueva" se tiene la disponibilidad de reordenar nuestra convivencia social y nuestra vida comunitaria. La comunión de fe se traduce en una red de iniciativas de solidaridad encaminadas a desterrar la carencia y las necesidades dentro de la comunidad. Bernabé será recordado como el animador congruente de esa dinámica de comunión y participación.
ANTÍFONA DE ENTRADA
Esta virgen sabia y prudente salió al encuentro de Cristo con la lámpara encendida. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que hiciste arder en amor divino a santa Catalina de Siena, al contemplar la pasión de tu Hijo y al servir a tu Iglesia, concede, por su intercesión, que tu pueblo, asociado al misterio de Cristo, se alegre siempre en la manifestación de su gloria. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Tenían un solo corazón y una sola alma.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 4, 32-37
La multitud de los que habían
creído tenía un solo corazón y una sola alma; todo lo poseían
en común y nadie consideraba suyo nada de lo que tenía. Con grandes
muestras de poder, los apóstoles daban testimonio de la resurrección
del Señor Jesús y todos gozaban de gran estimación entre
el pueblo. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían terrenos o
casas, los vendían, llevaban el dinero y lo ponían a disposición
de los apóstoles, y luego se distribuía según lo que necesitaba
cada uno.
José, levita nacido en Chipre, a quien los apóstoles llamaban
Bernabé (que significa hábil para exhortar), tenía un campo;
lo vendió y puso el dinero a disposición de los apóstoles.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 92 R/.
El Señor es un rey magnífico. Aleluya.
Tú eres, Señor, el rey de todos los reyes. Estás revestido
de poder y majestad. Tú mantienes el orbe y no vacila. Eres eterno, y
para siempre está firme tu trono. R/.
Muy dignas de confianza son tus leyes y desde hoy y para siempre, Señor,
la santidad adorna tu templo. R/.
ACLAMACIÓN
(Cfr. Jn 3, 15) R/. Aleluya, aleluya.
El Hijo del hombre debe ser levantado en la cruz, para que los que creen en
Él tengan vida eterna. R/.
Nadie ha subido al cielo sino el Hijo del hombre, que bajó del cielo.
Del santo Evangelio según san Juan: 3, 7-15
En aquel tiempo, Jesús
dijo a Nicodemo: "No te extrañes de que te haya dicho: 'Tienen que
renacer de lo alto'. El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes
de dónde viene ni a dónde va. Así pasa con quien ha nacido
del Espíritu". Nicodemo le preguntó entonces: "¿Cómo
puede ser esto?"
Jesús le respondió: "Tú eres maestro de Israel, ¿y
no sabes esto? Yo te asegu.ro que nosotros hablamos de lo que sabemos y damos
testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio.
Si no creen cuando les hablo de las cosas de la tierra, ¿cómo
creerán si les hablo de las celestiales? Nadie ha subido al cielo sino
el Hijo del hombre, que bajó del cielo y está en el cielo. Así
como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene
que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él
tenga vida eterna". Palabra del Señor. Gloria a ti,
Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, este sacrificio de salvación que te ofrecemos en la conmemoración de santa Catalina, para que, instruidos por sus enseñanzas, podamos darte gracias con mayor fervor a ti, único Dios verdadero. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. 1 Jn 1, 7)
Si caminamos en la luz, como Dios es luz, estamos unidos unos con otros, y la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos purifica de todo pecado.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concede, Señor, la vida eterna a quienes has alimentado en esta mesa celestial, la cual sostuvo la vida temporal de santa Catalina. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Santos: Pío V, Papa; José Benito Cottolengo, fundador; José Tuán de Tonkin, mártir. Feria (Blanco)
JUZGAR O SALVAR
Hch 5, 17-26; Jn 3,16-21
La venida del Señor Jesús tiene dos dimensiones inseparables. Juzgar y salvar se complementan. El Maestro juzga el orden mundano existente en Israel como contrario al querer divino: es un orden opresor porque arrincona a los pecadores, a los pobres y enfermos en la condición de gente desesperada, a la que han introyectado la creencia de que su desamparo es producto del rechazo divino, cuando en realidad las causas que causan esas situaciones inhumanas las producen los humanos. Ese sistema de muerte está condenado y justamente de ése y de las raíces egoístas que lo producen, nos salva Jesús. Ese mismo sistema pretendía silenciar a los apóstoles, impidiéndoles proclamar la fuerza salvadora del nombre del Señor Jesús.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Sal 17, 50; 21, 23)
Te alabaré, Señor, ante las naciones y anunciaré tu nombre a mis hermanos. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Al conmemorar cada año los misterios por los que devolviste a la naturaleza humana su dignidad original y le infundiste la esperanza de la resurrección, te suplicamos, Señor, confiadamente, que en tu clemencia, nos concedas recibir con perpetuo amor lo que conmemoramos llenos de fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Los hombres que habían metido en la cárcel están en el templo, enseñando al pueblo.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 5, 17-26
En aquellos días,
el sumo sacerdote y los de su partido, que eran los saduceos, llenos de ira
contra los apóstoles, los mandaron aprehender y los metieron en la cárcel.
Pero durante la noche, un ángel del Señor les abrió las
puertas, los sacó de ahí y les dijo: "Vayan al templo y pónganse
a enseñar al pueblo todo lo referente a esta nueva vida". Para obedecer
la orden, se fueron de madrugada al templo y ahí se pusieron a enseñar.
Cuando llegó el sumo sacerdote con los de su partido convocaron al sanedrín,
es decir, a todo el senado de los hijos de Israel, y mandaron traer de la cárcel
a los presos. Al llegar los guardias a la cárcel, no los hallaron y regresaron
a informar: "Encontramos la cárcel bien cerrada y a los centinelas
en sus puestos, pero al abrir no encontramos a nadie adentro". Al oír
estas palabras, el jefe de la guardia del templo y los sumos sacerdotes se quedaron
sin saber qué pensar; pero en ese momento llegó uno y les dijo:
"Los hombres que habían metido en la cárcel están
en el templo, enseñando al pueblo".
Entonces el jefe de la guardia, con sus hombres, trajo a los apóstoles,
pero sin violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo. Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 33 R/.
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Aleluya.
Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de
alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor, que se alegre su pueblo al
escucharlo. R/.
Proclamemos la grandeza del Señor y alabemos todos juntos su poder. Cuando
acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores.
R/.
Confía en el Señor y saltarás de gusto, jamás te
sentirás decepcionado, porque el Señor escucha el clamor de los
pobres y los libra de todas sus angustias. R/.
Junto a aquellos que temen al Señor el ángel del Señor
acampa y los protege. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Dichoso el hombre que se refugia en Él. R/.
ACLAMACIÓN
(Jn 3, 16) R/. Aleluya, aleluya.
Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único,
para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. R/.
Dios envió a su Hijo al mundo para que el mundo se salve por Él.
Del santo Evangelio según san Juan: 3, 16-21
"Tanto amó Dios
al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que
crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió
a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por Él.
El que cree en Él no será condenado; pero el que no cree ya está
condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios.
La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la luz al
mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran
malas. Todo aquel que hace el mal, aborrece la luz y no se acerca a ella, para
que sus obras no se descubran. En cambio, el que obra el bien conforme a la
verdad, se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas
según Dios". Palabra del Señor. Gloria a ti,
Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dios nuestro, que por el santo valor de este sacrificio nos hiciste participar de tu misma y gloriosa vida divina, concédenos que, así como hemos conocido tu verdad, de igual manera vivamos de acuerdo con ella. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Pascua.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Jn 15, 16. 19)
Yo los elegí del mundo, dice el Señor, y los destiné para que vayan y den fruto, y su fruto permanezca. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, muéstrate benigno con tu pueblo, y ya que te dignaste alimentarlo con los misterios celestiales, hazlo pasar de su antigua condición de pecado a una vida nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor.
www.laverdadcatolica.org |