MISAL FEBRERO DEL 2025/ www.laverdadcatolica.org | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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El número de página del Misal Romano ha sido actualizado conforme a su última edición en 2018. El número entre paréntesis en MR ( ) corresponde al Misal Romano edición para México de Editorial BAC.
Primera lectura Lectura de la carta
a los Hebreos 11,1-2.8-19: Hermanos:
La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se
ve. Por
ella son recordados los antiguos. Por la fe obedeció Abrahán a la llamada
y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber
adónde iba. Por
fe vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas,
y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa, mientras esperaba
la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser
Dios. Por
la fe también Sara, siendo estéril, obtuvo “vigor para concebir” cuando
ya le había pasado la edad, porque consideró fiel al que se lo prometía.
Y así, de un hombre, marcado ya por la muerte, nacieron hijos numerosos,
como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas.
Con fe murieron todos estos, sin haber recibido las promesas, sino viéndolas
y saludándolas de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos
en la tierra. Es
claro que los que así hablan están buscando una patria; pues si añoraban
la patria de donde habían salido, estaban a tiempo para volver. Pero
ellos ansiaban una patria mejor, la del cielo. Por eso Dios no tiene
reparo en llamarse su Dios: porque les tenía preparada una ciudad. Por
la fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac: ofreció a su hijo
único, el destinatario de la promesa, del cual le había dicho Dios:
«Isaac continuará tu descendencia». Pero
Abrahán pensó que Dios tiene poder hasta para resucitar de entre los
muertos, de donde en cierto sentido recobró a Isaac. Salmo Responsorial
(Lc 1,69-70.71-72.73-75) R/. Bendito sea
el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo Suscitándonos
una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había
predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. R/. Es
la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos
los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros
padres, recordando su santa alianza. R/. Y
el juramento que juró a nuestro padre Abrahán, para concedernos que,
libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos
con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. R/. EVANGELIO Lectura del santo
evangelio según san Marcos 4,35-41 Aquel
día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla». Dejando
a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban.
Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta
casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal.
Lo despertaron, diciéndole: «Maestro,
¿no te importa que perezcamos?». Se puso en pie, increpó al viento y
dijo al mar: «¡Silencio, enmudece!». El
viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: «¿Por qué tenéis miedo?
¿Aún no tenéis fe?». Se llenaron de miedo y se decían unos a otros:
«¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!». La Presentacion del Señor PRIMERA LECTURA Lectura del libro
de Malaquías 3, 1-4 Esto
dice el Señor Dios: «Voy a enviar a mi mensajero para que prepare el
camino ante mí. De
repente llegará a su santuario el Señor a quien vosotros andáis buscando;
y el mensajero de la alianza en quien os regocijáis, mirad que está
llegando, dice el Señor del universo. ¿Quién resistirá el día de su
llegada? ¿Quién se mantendrá en pie ante su mirada? Pues es como fuego
de fundidor, como lejía de lavandero. Se sentará como fundidor que refina
la plata; refinará a los levitas y los acrisolará como oro y plata,
y el Señor recibirá ofrenda y oblación justas. Entonces
agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en tiempos
pasados, como antaño». SALMO RESPONSORIAL
23, 7. 8. 9. 10 R/. El Señor, Dios
del universo, Él es el Rey de la gloria ¡Portones!,
alzad los dinteles, que se alcen las puertas eternales: va a entrar
el Rey de la gloria. R/. ¿Quién
es ese Rey de la gloria? El Señor, héroe valeroso, el Señor, valeroso
en la batalla. R/. ¡Portones!,
alzad los dinteles, que se alcen las puertas eternales: va a entrar
el Rey de la gloria. R/. ¿Quién
es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios del universo, él es el Rey de
la gloria. R/. SEGUNDA LECTURA Lectura de la carta
a los Hebreos 2, 14-18 Lo
mismo que los hijos participan de la carne y de la sangre, así también
participó Jesús de nuestra carne y sangre, para aniquilar mediante la
muerte al señor de la muerte, es decir, al diablo, y liberar a cuantos,
por miedo a la muerte, pasaban la vida entera como esclavos. Notad
que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso
tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote
misericordioso y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar los pecados
del pueblo. Pues, por el hecho de haber padecido sufriendo la tentación,
puede auxiliar a los que son tentados. EVANGELIO Lectura del santo
evangelio según san Lucas 2, 22-40 Cuando
se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los
padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de
acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito
será consagrado al Señor», y para entregar la oblación,
como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones». Había
entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso,
que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con
él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte
antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al
templo. Y
cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo
acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios
diciendo: «Ahora,
Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque
mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos
los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo
Israel». Su
padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón
los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que
muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción
—y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan
de manifiesto los pensamientos de muchos corazones». Había
también una profetisa, Ana, hija de Fanuel,
de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años.
De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta
y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones
noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios
y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y,
cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron
a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo
y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con
él. Cuarta Semana del Tiempo Ordinario Primera lectura Lectura de la carta
a los Hebreos 11,32-40: Hermanos:
¿Para qué seguir? No me da tiempo de referir la historia de Gedeón,
Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel
y los profetas; estos, por fe, conquistaron reinos, administraron justicia,
vieron promesas cumplidas, cerraron fauces de leones, apagaron hogueras
voraces, esquivaron el filo de la espada, se curaron de enfermedades,
fueron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros; hubo
mujeres que recobraron resucitados a sus muertos. Pero
otros fueron torturados hasta la muerte, rechazando el rescate, para
obtener una resurrección mejor. Otros pasaron por la prueba de las burlas
y los azotes, de las cadenas y la cárcel; los apedrearon, los aserraron,
murieron a espada, rodaron por el mundo vestidos con pieles de oveja
y de cabra, faltos de todo, oprimidos, maltratados —el mundo no era
digno de ellos—, vagabundos por desiertos y montañas, por grutas y cavernas
de la tierra. Y
todos estos, aun acreditados por su fe, no consiguieron lo prometido,
porque Dios tenía preparado algo mejor a favor nuestro, para que ellos
no llegaran sin nosotros a la perfección. Salmo Responsorial (30)
R/. Sed valientes
de corazón los que esperáis en el Señor. Qué
bondad tan grande, Señor, reservas para los que te temen, y concedes
a los que a ti se acogen a la vista de todos. R/. En
el asilo de tu presencia los escondes de las conjuras humanas; los ocultas
en tu tabernáculo, frente a las lenguas pendencieras. R/. Bendito
sea el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia en la ciudad
amurallada. R/. Yo
decía en mi ansiedad: «Me has arrojado de tu vista»; pero tú escuchaste
mi voz suplicante cuando yo te gritaba. R/. Amad
al Señor, fieles suyos; el Señor guarda a sus leales, y a los soberbios
los paga con creces. R/. EVANGELIO Del santo Evangelio según san Marcos 5,1-20 En
aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar,
a la región de los gerasenos. Apenas desembarcó,
le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de
espíritu inmundo. Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas
podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos
y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie
tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros
y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos
a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz potente: «¿Qué
tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? Por Dios te lo
pido, no me atormentes» Porque
Jesús le estaba diciendo: «Espíritu
inmundo, sal de este hombre». Y le preguntó: «Cómo
te llamas?». Él
respondió: «Me
llamo Legión, porque somos muchos». Y
le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca. Había
cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del monte. Los espíritus
le rogaron: «Envíanos
a los cerdos para que entremos en ellos». Él
se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron
en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo
al mar y se ahogó en el mar. Los
porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los campos.
Y la gente fue a ver qué había pasado. Se
acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión,
sentado, vestido y en su juicio. Y se asustaron. Los
que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado
y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su comarca. Mientras
se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le pidió que
le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: «Vete
a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y
que ha tenido misericordia de ti». El
hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis
lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban. Cuarta Semana del Tiempo Ordinario - Año Impar PRIMERA LECTURA Lectura de la carta
a los Hebreos 12, 1 – 4 Hermanos:
Teniendo una nube tan ingente de testigos, corramos, con constancia,
en la carrera que nos toca, renunciando a todo lo que nos estorba y
al pecado que nos asedia, fijos los ojos en el que inició y completa
nuestra fe, Jesús, quien, en lugar del gozo inmediato, soportó la cruz,
despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono
de Dios. Recordad al que soportó tal oposición de los pecadores, y no
os canséis ni perdáis el ánimo. Todavía
no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado. Salmo Responsorial 21 R/. Te alabarán,
Señor, los que te buscan. Cumpliré
mis votos delante de sus fieles. Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan: ¡Viva su corazón por siempre! R/. Lo
recordarán y volverán al Señor hasta de los confines del orbe; en su
presencia se postrarán las familias de los pueblos. Ante él se postrarán
las cenizas de la tumba, ante
él se inclinarán los que bajan al polvo. R/. Me
hará vivir para él, mi descendencia le servirá, hablarán del Señor a
la generación futura, contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
«Todo lo que hizo el Señor». R/. EVANGELIO Del santo Evangelio según san Marcos 5,
21-43 En
aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se
le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar. Se acercó
un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a
sus pies, rogándole con insistencia: «Mi
niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que
se cure y viva». Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba. Había
una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había
sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda
su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar
de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto,
pensando: «Con
solo tocarle el manto curaré». Inmediatamente
se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado.
Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en
medio de la gente y preguntaba: «Quién
me ha tocado el manto?». Los
discípulos le contestaban: «Ves
cómo te apretuja la gente y preguntas: “Quién me ha tocado?”». Él
seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer
se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido,
se le echó a los pies y le confesó toda la verdad. Él
le dice: «Hija,
tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad». Todavía
estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para
decirle: «Tu
hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?». Jesús alcanzó
a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No
temas; basta que tengas fe». No
permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el
hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra
el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de
entrar les dijo: «¿Qué
estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida». Se
reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre
de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió
de la mano y le dijo: «Talitha qumi» (que significa: «Contigo
hablo, niña, levántate»). La
niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron
fuera de sí llenos de estupor. Les insistió en que nadie se enterase;
y les dijo que dieran de comer a la niña.
San Felipe de Jesús,
Protomártir Mexicano Otros
Santos: Santa Águeda PRIMERA LECTURA Lectura de la carta
a los Hebreos 12,4-7.11-15: Todavía
no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado, y habéis
olvidado la exhortación paternal que os dieron: «Hijo
mío, no rechaces la corrección del Señor, ni te desanimes por su reprensión;
porque el Señor reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos».
Soportáis la prueba para vuestra corrección, porque Dios os trata como
a hijos, pues ¿qué padre no corrige a sus hijos? Ninguna
corrección resulta agradable, en el momento, sino que duele; pero luego
produce fruto apacible de justicia a los ejercitados en ella. Por
eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes,
y caminad por una senda llana: así el pie cojo, no se retuerce, sino
que se cura. Buscad la paz con todos y la santificación, sin la cual
nadie verá al Señor. Procurad
que nadie se quede sin la gracia de Dios, y que ninguna raíz amarga
rebrote y haga daño, contaminando a muchos. SALMO RESPONSORIAL 102
R/. La misericordia
del Señor dura siempre, para aquellos que lo temen Bendice,
alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía,
al Señor, y no olvides sus beneficios. R/. Como
un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus
fieles; porque él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro.
R/. La
misericordia del Señor dura desde siempre y por siempre, para aquellos
que lo temen; su justicia pasa de hijos a nietos: para los que guardan
la alianza. R/. EVANGELIO Lectura del santo
Evangelio según san Marcos 6,1-6 En
aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud
que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría
es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos?
¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José
y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?». Y
se escandalizaban a cuenta de él. Les
decía:«No desprecian
a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa». No
pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles
las manos. Y se admiraba de su falta de fe. Y recorría los pueblos de
alrededor enseñando. San Pablo Miki y Compañeros Mártires A
final del siglo XVI surgieron en Japón grandes turbulencias políticas.
Hideyoshi, jefe supremo del Gobierno, logró consolidar un
fuerte poder militar, derrotando a todos los señores feudales que mantenían
dividido al país. En 1587 publicó el primer edicto de prohibición del
cristianismo, por el que quedaban expulsados de Japón todos los misioneros
extranjeros. Así pretendía alejar el peligro de una posible invasión
de Japón por los gobiernos extranjeros. Aunque no hizo cumplir aquella
orden de un modo muy estricto, la libertad religiosa se había acabado.
Un signo dramático de la nueva era fue la crucifixión de 26 cristianos
el 5 de febrero de 1597 en Nagasaki: este grupo incluía a extranjeros
y japoneses, que eran franciscanos, jesuitas y laicos. Primera lectura Lectura de la carta
a los Hebreos 12,18-19. 21-24. Vosotros
no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos
nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído
aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando.
Y tan terrible era el espectáculo, que Moisés exclamó: «Estoy temblando
de miedo.» Vosotros os habéis acercado al monte Sión,
ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en
fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios,
juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino
y al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora
de una sangre que habla mejor que la de Abel. Salmo Responsorial 47 R/. Oh Dios, meditamos
tu misericordia en medio de tu templo Grande
es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios, su
monte santo, altura hermosa, alegría de toda la tierra. R/. El
monte Sión, vértice del cielo, ciudad del
gran rey; entre sus palacios, Dios descuella como un alcázar. R/. Lo
que habíamos oído lo hemos visto en la ciudad del Señor de los ejércitos,
en la ciudad de nuestro Dios: que Dios la ha fundado para siempre. R/. Oh
Dios, meditamos tu misericordia en medio de tu templo: como tu renombre,
oh Dios, tu alabanza llega al confín de la tierra; tu diestra está llena
de justicia. R/. EVANGELIO Lectura del santo
Evangelio según san Marcos 6,7-13 En
aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos,
dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran
para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero
suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y
decía: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel
sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos
el polvo de los pies, en testimonio contra ellos.» Ellos
salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con
aceite a muchos enfermos y los curaban. Cuarta Semana del Tiempo Ordinario - Año Impar Primera lectura Lectura de la Carta
a los Hebreos 13,1-8: Conservad
el amor fraterno y no olvidéis la hospitalidad: por ella algunos, sin
saberlo, “hospedaron” a ángeles. Acordaos
de los presos como si estuvierais presos con ellos; de los que son maltratados
como si estuvierais en su carne. Que todos respeten el matrimonio; el
lecho nupcial, que nadie lo mancille, porque a los impuros y adúlteros
Dios los juzgará. Vivid sin ansia de dinero, contentándoos con lo que
tengáis, pues él mismo dijo: «Nunca
te dejaré ni te abandonaré»; así tendremos valor para decir: «El
Señor es mi auxilio: nada temo; ¿qué
podrá hacerme el hombre?». Acordaos
de vuestros guías, que os anunciaron la palabra de Dios; fijaos en el
desenlace de su vida e imitad su fe. Jesucristo es el mismo ayer y hoy
y siempre. Salmo Responsorial 26 R/. El Señor es
mi luz y mi salvación El
Señor es mí luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa
de mi vida, ¿quién me hará temblar? R/. Si
un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran
la guerra, me siento tranquilo. R/. Él
me protegerá en su tienda el día del peligro; me esconderá en lo escondido
de su morada, me alzará sobre la roca. R/. Tu
rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. que tú eres mi auxilio;
no me deseches. R/. EVANGELIO Lectura del santo
evangelio según san Marcos 6,14-29 En
aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes
oyó hablar de él. Unos decían: «Juan
el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso las fuerzas
milagrosas actúan en él». Otros decían: «Es Elías». Otros: «Es un profeta
como los antiguos». Herodes, al oírlo, decía: «Es Juan, a quien yo decapité,
que ha resucitado». Es
que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel
encadenado. El
motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano
Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener a la mujer de su
hermano. Herodías aborrecía a Juan y quería matarlo, pero no podía,
porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre justo y
santo, y lo defendía. Al escucharlo quedaba muy perplejo, aunque lo
oía con gusto. La
ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus
magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija
de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados.
El rey le dijo a la joven: «Pídeme
lo que quieras, que te lo daré». Y le juró: «Te
daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino». Ella salió a
preguntarle a su madre: «¿Qué le pido?». La madre le contestó: «La cabeza
de Juan el Bautista». Entró
ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: «Quiero que
ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista». El
rey se puso muy triste; pero por el juramento y los convidados no quiso
desairarla. Enseguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza
de Juan. Fue,
lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó
a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al enterarse sus discípulos
fueron a recoger el cadáver y lo pusieron en un sepulcro. Cuarta Semana del Tiempo Ordinario - Año Impar Primera lectura Lectura de la carta
Hebreos 13,15-17.20-21: Hermanos:
Por medio de Jesús, ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de
alabanza, es decir, el fruto de unos labios que confiesan su nombre.
No os olvidéis de hacer el bien y de ayudaros mutuamente; esos son los
sacrificios que agradan a Dios. Obedeced
y someteos a vuestros guías, pues ellos se desvelan por vuestro bien,
sabiéndose responsables; así lo harán con alegría y sin lamentarse,
cosa que no os aprovecharía. Que
el Dios de la paz, que hizo retornar de entre los muertos al gran pastor
de las ovejas, Jesús Señor nuestro, en virtud de la sangre de la alianza
eterna, os confirme en todo bien para que cumpláis su voluntad, realizando
en nosotros lo que es de su agrado por medio de Jesucristo. A él la
gloria por los siglos de los siglos. Amén. Salmo Responsorial 22
R/. El Señor es
mi pastor, nada me falta El
Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. R/. Me
guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine
por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu
cayado me sosiegan. R/. Preparas
una mesa ante mi, enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R/. Tu bondad y tu
misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la
casa del Señor por años sin término. R/. EVANGELIO Lectura del santo
evangelio según san Marcos 6,30-34 En
aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron
todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: «Venid vosotros a
solas a un lugar desierto a descansar un poco». Porque
eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para
comer. Se fueron en barca a solas a un lugar desierto. Muchos
los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas
fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar,
Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como
ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.
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