P R E F A C I O S
Restauración universal en Cristo
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias
siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo nuestro Señor, a quien hiciste fundamento de todo y de cuya
plenitud quisiste que participáramos todos. El cual, siendo Dios, se
anonadó a sí mismo y, por su sangre derramada en la cruz, puso
en paz todas las cosas. Y así, constituido Señor del universo,
es fuente de salvación eterna para cuantos creen en Él. Por eso,
con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales
cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…
Alabanza a Dios por la creación y la redención del hombre
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso
y eterno. Pues por medio de tu amado Hijo, eres el creador del género
humano y también el autor bondadoso de la nueva creación. Por
eso, con razón te sirven todas las criaturas, con justicia te alaban
todos los redimidos y unánimes te bendicen tus santos. Con ellos, también
nosotros, a una con los ángeles, cantamos tu gloria gozosos diciendo:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
La alabanza, don de Dios
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Pues, aunque no necesitas de nuestra alabanza, es don tuyo que seamos agradecidos;
y aunque nuestras bendiciones no aumentan tu gloria, nos aprovechan para nuestra
salvación. Por Cristo nuestro Señor. Por eso unidos a los ángeles,
te aclamamos llenos de alegría.
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo
El misterio de nuestra salvación en Cristo
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias,
Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado. Por Él
que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que,
hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la
Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor. Él, en cumplimiento de tu
voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió
sus brazos en la cruz y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso, con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria, diciendo:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
Proclamación del misterio de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de
salvación darte gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor,
Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. Cuya
muerte celebramos unidos en caridad, cuya resurrección proclamamos con
viva fe, y cuyo advenimiento glorioso aguardamos con firmísima esperanza.
Por eso, con todos los ángeles y santos, te alabamos, proclamando sin
cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
Las dos venidas de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso
y eterno, por Cristo, nuestro Señor. El cual, al venir por vez primera
en la humildad de nuestra carne, realizó el plan de redención
trazado desde antiguo y nos abrió el camino de la salvación, para
que cuando venga de nuevo, en la majestad de su gloria, revelando así
la plenitud de su obra, podamos recibir los bienes prometidos que ahora, en
vigilante espera, confiamos alcanzar. Por eso, con los ángeles y los
arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno
de su gloria:
Santo, Santo, Santo...
Cristo, Señor y Juez de la historia
En verdad es justo
darte gracias, es nuestro deber cantar en tu honor himnos de bendición
y de alabanza, Padre todopoderoso, principio y fin de todo lo creado. Tú
nos has ocultado el día y la hora en que Cristo, tu Hijo. Señor
y juez de la historia, aparecerá sobre las nubes del cielo, revestido
de poder y de gloria. En aquel día terrible y glorioso pasará
la figura de este mundo y nacerán los cielos nuevos y la tierra nueva.
E] mismo Señor que entonces se nos mostrará lleno de gloria, viene
ahora a nuestro encuentro en cada hombre y en cada acontecimiento, para que
lo recibamos en la fe y por el amor demos testimonio de la espera dichosa de
su Reino. Por eso, anhelando su venida gloriosa, unidos a los ángeles
y a los santos, cantamos el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están
el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo.
...
Significado espiritual de la Cuaresma
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso
y eterno, por Cristo nuestro Señor. Por Él concedes a tus hijos
anhelar, año tras año, con el gozo de habernos purificado, la
solemnidad de la Pascua, para que dedicados con mayor entrega a la alabanza
divina y al amor fraterno, por la celebración de los misterios que nos
dieron nueva vida, lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios. Por eso, con
los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…
El espíritu de penitencia cuaresmal
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte
gracias y alabarte, siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios
todopoderoso y eterno. Porque misteriosamente estableciste este tiempo especial
de gracia para que tus hijos busquen de nuevo la pureza del corazón y
así, libres de todo afecto desordenado, de tal manera se apliquen a las
realidades transitorias, que más bien pongan su corazón en las
que duran para siempre. Por eso, con los ángeles y los arcángeles
y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
Los frutos de la penitencia
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso
y eterno. Porque has querido que en nuestras privaciones voluntarias encontremos
un motivo para bendecirte, ya que nos ayudan a refrenar nuestras pasiones desordenadas
y, al damos ocasión de compartir nuestros bienes con los necesitados,
nos hacen imitadores de tu generosidad. Por eso, con todos los ángeles,
te glorificamos y te aclamamos diciendo:
Santo, Santo, Santo...
Los frutos del ayuno
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte
gracias y a alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios
todopoderoso y eterno. Porque con el ayuno corporal, refrenas nuestras pasiones,
elevas nuestro espíritu, nos fortaleces y recompensas, por Cristo Señor
nuestro. Por El, los ángeles y los arcángeles, y todos los coros
celestiales, celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos
asociarnos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo...
El camino del éxodo en el desierto Cuaresmal
En
verdad es justo bendecir tu nombre, Padre rico en misericordia, ahora que, en
nuestro itinerario hacia la luz pascual, seguimos los pasos de Cristo, maestro
y modelo de la humanidad reconciliada en el amor. Tú abres a la Iglesia
el camino de un nuevo éxodo a través del desierto cuaresmal, para
que, llegados a la montaña santa, con el corazón contrito y humillado,
reavivemos nuestra vocación de pueblo de la alianza, convocado para bendecir
tu nombre, escuchar tu palabra, y experimentar con gozo tus maravillas. Por
estos signos de salvación, unidos a los ángeles, ministros de
tu gloria, proclamamos el canto de tu alabanza:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
Los frutos de la Eucaristía
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso
y eterno, por Cristo nuestro Señor. El cual, en la última cena
con los Apóstoles, se ofreció a ti como cordero sin mancha, para
perpetuar su pasión salvadora, y tú lo aceptaste como sacrificio
de alabanza perfecta. Con este sacramento, alimentas y santificas a tus fieles
para que a los hombres, que habitan un mismo mundo, una misma fe los ilumine
y los una un mismo amor. Así pues, nos acercamos a tu mesa para que,
penetrados por la gracia de este admirable misterio, nos transformes en imagen
de tu Hijo. Por eso, Señor, todas tus creaturas en el cielo y en la tierra
te adoran cantando un cántico nuevo; y también nosotros, con los
ángeles, te aclamamos por siempre, diciendo:
Santo, Santo, Santo ...
La Gloria de los Santos
En verdad es justo darte
gracias y deber nuestro glorificarte, Padre santo. Porque tu gloria resplandece
en cada uno de los santos, ya que, al coronar sus méritos, coronas tus
propios dones. Con su vida, nos proporcionas ejemplo: ayuda, con su intercesión,
y por la comunión con ellos, nos haces participar de sus bienes, para
que, alentados por testigos tan insignes, lleguemos victoriosos al fin de la
carrera y alcancemos con ellos la corona inmortal de la gloria. Por Cristo,
Señor nuestro. Por eso, con los ángeles y arcángeles, y
con la multitud de los santos, te cantamos un himno de alabanza, diciendo sin
cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están
el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
Acción de los santos en la Iglesia
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso
y eterno, por Cristo nuestro Señor. Porque con la vida de tus santos
enriqueces a tu Iglesia, con formas siempre nuevas de admirable santidad, y
nos das pruebas indudables de tu amor por nosotros; y también, porque
su ejemplo nos impulsa y su intercesión nos ayuda a colaborar en el misterio
de la salvación, Por eso, ahora nosotros, llenos de alegría, te
aclamamos, con los ángeles y santos, diciendo:
Santo, Santo, Santo…
Prefacio I de Santa María Virgen
Maternidad de la santísima Virgen María
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios Todopoderoso
y eterno. Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria en la (festividad, conmemoración)
de Santa María, siempre virgen. (Maternidad, Visitación, Natividad,
festividad, conmemoración). Porque ella concibió a tu Hijo único
por obra del Espíritu Santo y sin perder la gloria de su virginidad,
hizo brillar sobre el mundo la luz eterna, Jesucristo, Señor nuestro.
Por Él, los ángeles y los arcángeles y todos los coros
celestiales, celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos
asociamos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo ...
Prefacio II de santa María Virgen
La Iglesia alaba a Dios con las palabras de María
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
proclamar que eres admirable en la perfección de todos tus santos, y
de un modo singular en la perfección de la Virgen María. Por eso,
al celebrarla hoy, queremos exaltar tu generosidad inspirados en su propio cántico,
pues en verdad has hecho maravillas por toda la tierra, y prolongaste tu misericordia
de generación en generación, cuando, complacido en la humildad
de tu sierva, nos diste por su medio al autor de la vida, Jesucristo, Hijo tuyo
y Señor nuestro. Por Él, los ángeles y los arcángeles
te adoran eternamente, gozosos en tu presencia. Permítenos unimos a sus
voces cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo.
El misterio pascual
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca (en esta noche)
(en este día) (en este tiempo), en que Cristo, nuestra pascua, fue inmolado.
Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo:
muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la
vida. Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda
de alegría y también los coros celestiales, los ángeles
y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
La nueva vida en Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
glorificarte siempre. Señor: pero más que nunca en este tiempo
en que Cristo, nuestra pascua, fue inmolado. Por Él, los hijos de la
luz nacen a la vida eterna. Y las puertas de los cielos han vuelto a abrirse
para los que creen en Él, ya que en su muerte murió nuestra muerte
y en su gloriosa resurrección hemos resucitado todos. Por eso, con esta
efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría
y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles,
cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
Cristo vive por siempre e intercede por nosotros
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación
glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este tiempo
en que Cristo, nuestra Pascua fue inmolado. Porque continuamente se ofrece por
nosotros e intercede por todos ante ti el que, inmolado en la cruz, venció
a la muerte y, una vez muerto, vive para siempre. Por eso, con esta efusión
de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también
los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin
cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
Restauración universal por el Misterio Pascual
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte
gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios
todopoderoso y eterno. Porque misericordiosamente estableciste este tiempo especial
de gracia para que tus hijos busquen de nuevo la pureza del corazón y
así, libres de todo afecto desordenado, de tal manera se apliquen a las
realidades transitorias, que más bien pongan su corazón en las
que duran para siempre. Por eso, con los ángeles y los arcángeles
y con todos los coros celestiales cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
Cristo, sacerdote y víctima
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación glorificarte
siempre, Señor, pero más que nunca en este tiempo, en que Cristo
nuestra Pascua, fue inmolado. Porque El, con la oblación de su cuerpo
en la cruz, llevó a plenitudes los sacrificios de la antigua alianza,
y al ofrecerse a ti por nuestra salvación, quiso ser a un tiempo, víctima,
sacerdote y altar. Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo
entero se desborda de alegría y también los coros celestiales,
los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu
gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están
el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
Alabanza a Dios por la creación y la redención del hombre
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso
y eterno. Pues por medio de tu amado Hijo, eres el creador del género
humano, y también el autor bondadoso de la nueva creación. Por
eso, con razón te sirven todas las criaturas, con justicia te alaban
todos los redimidos, y unánimes te bendicen tus santos. Con ellos, también
nosotros, a una con los ángeles, cantamos tu gloria gozosos diciendo:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
La historia de la salvación
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso
y eterno, por Cristo nuestro Señor. Porque naciendo, restauró
nuestra naturaleza caída; con su muerte destruyó nuestros pecados;
al resucitar nos dio nueva vida; y ascendiendo hasta ti, Padre, nos abrió
las puertas del Reino de los cielos. Por eso, unidos a los coros angélicos,
te aclamamos, llenos de alegría:
Santo, Santo, Santo…
La doble espera de Cristo
En verdad es justo
y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo
nuestro Señor. A quien todos los profetas anunciaron y la Virgen esperó
con inefable amor de madre; Juan lo proclamó ya próximo y lo señaló
después entre los hombres. Él es quien nos concede ahora preparamos
con alegría al misterio de su nacimiento, para encontramos así
cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza. Por eso, con
los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
Cristo es luz
En verdad es justo
y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque gracias
al misterio de la Palabra hecha carne, la luz de tu gloria brilló ante
nuestros ojos con nuevo resplandor, para que, conociendo a Dios visiblemente,
Él nos lleve al amor de lo invisible. Por eso, con los ángeles
y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar
el himno de su gloria:
Santo, Santo, Santo…
La Salvación por Cristo
En verdad es justo
y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte
siempre y en todo lugar; Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Pues por amor creaste al hombre, y, aunque condenado justamente, lo redimiste
por tu misericordia, por Cristo, Señor nuestro. Por El, los ángeles
y los arcángeles y todos los coros celestiales celebran tu gloria, unidos
en común alegría. Permítenos asociamos a sus voces, cantando
humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo…
Prefacio I para los Domingos del Tiempo Ordinario
El Misterio Pascual y el Pueblo de Dios
En verdad es justo
y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo Señor nuestro. Quien, por su Misterio Pascual, realizó
la obra maravillosa de llamamos de la esclavitud del pecado y de la muerte al
honor de ser estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo
de tu propiedad, para que, trasladados por ti de las tinieblas a tu luz admirable,
proclamemos ante el mundo tus maravillas. Por eso con los ángeles y los
arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno
de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
Prefacio II para los Domingos en Tiempo Ordinario
El Misterio de la salvación
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación
darte gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno, por Cristo Señor nuestro. Quien, compadecido
del extravío de los hombres, quiso nacer de la Virgen María; muriendo
en la cruz, nos libró de la muerte eterna y, resucitando, nos dio vida
eterna. Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos
los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo,
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
Testimonio y ejemplo de los mártires
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte
gracias y alabarte, siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios
todopoderoso y eterno. Porque la sangre de san (santa) N., mártir, derramada
como la de Cristo para proclamar su fidelidad a ti, manifiesta tu admirable
poder, que convierte a la fragilidad en fortaleza y al hombre débil robustece
para que sea testigo tuyo, por Cristo, Señor nuestro. Por eso, como los
ángeles te cantan en el cielo, así también nosotros en
la tierra te aclamamos, diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo...
Prefacio de santas vírgenes y santos religiosos
La vida consagrada a Dios es un signo del Reino de los cielos
Prefacio
de santas vírgenes y santos religiosos
La vida consagrada a Dios es un signo del Reino de los cielos
En verdad es justo y necesario que te alaben, Señor, tus creaturas del
cielo y de la tierra. Porque al celebrar a los santos que por amor al Reino
de los cielos se consagraron a cristo, reconocemos tu providencia admirable,
que no cesa de llamar al ser humano a la santidad de su primer origen, para
hacerlo partícipe, ya desde ahora, de la vida nueva que gozará
en el cielo, por Cristo, Señor nuestro. Por eso, con todos los ángeles
y santos, te alabamos, proclamando sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están
el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
Prefacio de los santos pastores
La presencia de los santos pastores en la Iglesia
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte
gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios
todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. Porque concedes a tu
Iglesia la alegría de celebrar hoy la festividad de san N., para fortalecerla
con el ejemplo de su vida, instruirla con la predicación de su palabra
y protegerla con su intercesión. Por eso, con los ángeles y los
santos, te cantamos el himno de alabanza, diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están
el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
Cristo, Luz de las Naciones
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte
gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios
todopoderoso y eterno. Porque hoy has revelado en Cristo, el misterio de nuestra
salvación, para iluminar con su luz a todos los pueblos; ya que, al manifestarse
tu Hijo en nuestra carne mortal, nos has restaurado con la gloria de su inmortalidad.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros
celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
Prefacio por la unidad de los Cristianos
La unidad de la Iglesia, Cuerpo de Cristo
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte
gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios
todopode¬roso y eterno, por Cristo, nuestro Señor. Por Él,
nos has conducido al conocimiento de la verdad, para hacernos miembros de su
cuerpo mediante el vín¬culo de una misma fe y un mismo bautismo;
por Él has enviado sobre todos los pueblos del mundo a tu Espíritu
Santo, admirable constructor de la Iglesia por la abundancia de sus dones, y
autor de la unidad, el cual habita en tus hijos de adopción, santifica
a toda la Iglesia y la dirige con sabiduría. Por eso, unidos al coro
de los ángeles, te alabamos con alegría, diciendo:
Santo, Santo, Santo...
Prefacio I de la Reconciliación
En
verdad es justo y necesario, darte gracias siempre, Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno: Porque no dejas de alentarnos a tener una vida más
plena y, como eres rico en misericordia, ofreces siempre tu perdón e
invitas a los pecadores a confiar sólo en tu indulgencia. Nunca te has
apartado de nosotros, que muchas veces hemos quebrantado tu alianza, y por Jesucristo
tu Hijo, nuestro Redentor, tan estrechamente te has unido a la familia humana,
con un nuevo vínculo de amor, que ya nada lo podrá romper. Y ahora,
mientras le ofreces a tu pueblo un tiempo de gracia y reconciliación,
alientas a esperar en Cristo Jesús a quien se convierte a ti y le concedes
ponerse al servicio de todos los hombres, confiando más plenamente en
el Espíritu Santo. Por eso, llenos de admiración, ensalzamos la
fuerza de tu amor y proclamando la alegría de nuestra salvación,
con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
El Sacrificio y el sacramento de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. El cual, verdadero y eterno Sacerdote, al instituir el sacramento del sacrificio perdurable, se ofreció a ti como víctima salvadora, y nos mandó que ofreciéramos como memorial suyo. Cuando comemos su carne, inmolada por nosotros, quedamos fortalecidos; y cuando bebemos su sangre, derramada por nosotros, quedamos limpios de nuestros pecados. Por eso, con los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria...
Prefacio II de los Santos Mártires
Las maravillas de Dios en la victoria de los mártires
En verdad es justo
y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte
siempre en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque al alabar nosotros a los santos mártires, tú eres glorificado,
ya que todo lo que concierne a su pasión es obra admirable de tu poder.
En efecto, tú misericordiosamente les proporcionas el ardor de la fe,
les otorgas la firmeza de la perseverancia y les concedes la victoria en la
batalla, por Cristo, Señor nuestro. Por eso, tus creaturas del cielo
y de la tierra te adoran cantando un cántico nuevo, y nosotros, con todos
los coros de los ángeles, proclamamos tu gloria, diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
Prefacio I de la Pasión del Señor
La fuerza de la Cruz
En verdad es justo
y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque mediante la pasión salvadora de tu Hijo diste a los hombres una
nueva comprensión de tu majestad y una nueva manera de alabarla, al poner
de manifiesto, por la eficacia inefable de la cruz, el poder del crucificado
y el juicio que del mundo has hecho. Por eso, ahora nosotros llenos de alegría,
te aclamamos con los ángeles y los santos diciendo:
Santo, Santo, Santo...
EEn verdad es justo
darte gracias, es bueno bendecir tu nombre, Padre santo, Dios de misericordia
y de paz. Porque has querido que tu hijo obediente hasta la muerte de cruz,
nos precediera en el camino del retomo a ti, término de toda esperanza
humana. En la Eucaristía, testamento de su amor, El se hace comida y
bebida espiritual, para alimentamos en nuestro viaje hacia la Pascua eterna.
Con esta prenda de la resurrección futura, en la esperanza participamos
ya de la mesa gloriosa de tu Reino y, unidos a los ángeles y a los santos,
proclamamos el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están
el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
Jesús, buen samaritano
En
verdad es justo darte gracias y deber nuestro alabarte, Padre santo, Dios todopoderoso
y eterno, en todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y en
la enfermedad, en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo, Jesús,
nuestro Redentor. Porque Él, en su vida terrena, pasó haciendo
el bien y curando a los oprimidos por el mal. También hoy, como buen
samaritano, se acerca a todo hombre que sufre en su cuerpo o en su espíritu,
y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza. Por
este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos en la noche del dolor,
vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y resucitado. Por eso unidos
a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz, el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
Prefacio II de la Pasión del Señor
La victoria de la Pasión
En verdad es justo
y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno por Cristo,
Señor nuestro. Porque se acercan ya los días santos de su pasión
salvadora y gloriosa resurrección, en los cuales celebramos su triunfo
sobre la soberbia del antiguo enemigo y se renueva el misterio de nuestra redención.
Por él glorifica tu majestad la multitud de ángeles que gozan
eternamente de tu presencia. Permítenos asociarnos a sus voces, cantando
humildemente su alabanza:
Santo, Santo, Santo…
.
La gloria de Dios es que el hombre tenga vida
En verdad es
justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre
y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todo poderoso y eterno. Tú
eres el Dios vivo y verdadero; el universo está lleno de tu presencia,
pero sobre todo has dejado tu huella de tu gloria en el hombre, creado a tu
imagen. Tú lo llamas a cooperar con el trabajo cotidiana en el proyecto
de la creación y le das a t u Espíritu Santo para que se sea artífice
de justicia y de paz, en cristo, hombre nuevo. Por eso, unidos a los ángeles
y a los santos, cantamos con alegría el himno de tu alabanza:
Santo, Santo, Santo.
Prefacio V de Santa María Virgen
María, imagen de la humanidad nueva
En
verdad es justo darte gracias, Padre santo, fuente de la vida y del gozo. Porque
en esta etapa final de la historia has querido revelarnos el misterio escondido
desde siglos, para que así el mundo entero retorne a la vida y recobre
la esperanza. En Cristo, nuevo Adán, y en María, nueva Eva, se
revela el misterio de tu Iglesia, como primicia de la humanidad redimida. Por
este inefable don la creación entera, con la fuerza del Espíritu
Santo, emprende de nuevo su camino hacia la Pascua eterna. Por eso nosotros,
unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el himno de tu
gloria:
Santo, Santo, Santo..
Prefacio III para los Domingos del Tiempo Ordinario
Nuestra Humanidad salvada por la humanidad de Cristo
En verdad es
justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre
y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios poderoso y eterno. Porque reconocemos
como la obra de tu poder admirable no sólo haber socorrido nuestra débil
naturaleza con la fuerza de tu divinidad, sino también el haber previsto
el remedio de nuestra misma naturaleza mortal, y así con lo que fue la
causa de nuestra ruina, con eso mismo nos diste la salvación, por Cristo,
Señor nuestro. Por Él, los ángeles cantan con júbilo
eterno y nosotros nos unimos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor
Hosanna en el cielo.
Cristo, huésped y peregrino en medio de nosotros
En
verdad es justo darte gracias, Señor, Padre santo, Dios de la alianza
y de la paz. Porque tú llámate a Abraham y le mandaste salir de
su tierra, para que constituirlo padre de todas las naciones. Tú suscitaste
a Moisés para liberar a tu pueblo y guiarlo a la tierra de promisión.
Tú, en la etapa final de la historia, has enviado a tu Hijo, como huésped
y peregrino en medio de nosotros, para redimirnos del pecado y de la muerte;
y has derramado el Espíritu Santo, para hacer de todas las naciones un
solo pueblo nuevo, que tiene como meta, tu Reino, como estado, la libertad de
tus hijos, como ley, precepto del amor. Por estos dones de tu benevolencia,
unidos a los ángeles y a los santos, cantamos con gozo el himno de tu
gloria:
Santo, Santo, Santo…