Carta de Dios


Querido hijo, querida hija:
Hace tiempo que no hablamos, ¿cómo te van las cosas? Te envío esta carta, porque, aunque te he dicho muchas veces y de muchas maneras que te amo, una más no te hará daño. ¿Sabes lo que siento por ti y lo que pienso en ti?
Te conozco desde que naciste. ¡Ya antes, cuando estabas en el seno de tu madre! Tú quizás no te has dado cuenta, pero siempre he estado contigo, nunca jamás te he abandonado. ¿Cómo hubiera podido hacerlo, si tú eres mi mejor obra, mi alegría y mi compañía, mi hijo, en quien se complace mi Espíritu? Sí, no puedo dejar de pensar en ti. Me emociono con sólo pronunciar tu nombre. ¡Me gustaría tanto que me creyeras! En fin, si me conocieras bien, sabrías que mi ser es amar y dar vida. Como el sol da luz y calor, Yo doy vida y amor. Es lo mío, es lo que soy y lo que quiero hacer. Sin cansarme nunca, porque yo soy amor y sólo amor.
Antes de crear el mundo ya soñaba contigo. ¿Sabes que no hay nadie igual que tú, ni nunca lo hubo, ni nunca lo habrá? ¡Eres único, aunque no el único! Nunca nadie miró las cosas con tus ojos, actuó con tus manos, sintió y amó con tu corazón.
Conozco perfectamente el lado oscuro de tu vida. Sé que hay en ti sombras que a veces producen miedo a otras personas, y a ti mismo. Sé que a veces haces el mal, que el fondo no quieres. Sé que te cansas más de una vez en le esfuerzo de ser bueno. Llegas a desesperarte y lo dejas por imposible y renuncias a intentarlo de nuevo, y te dejas llevar, renunciando a luchar. Te comprendo.
Conozco el mal que hay en ti y que te hace sufrir, pero no tengas miedo. Mi mirada penetra más profundamente que la tuya y sé que estás abierto a la luz. No tengas miedo, porque no te rechazo y estoy siempre contigo para que sigas adelante. Ten paz. Remediaremos todo el mal que causa tanto dolor. Si acoges mi Palabra tendrás parte adelantada de esta victoria.
¿Sabes lo que espero de ti? ¡Que llegues a amarme como yo te amo! Sí, ya sé que tú me quieres, pero lo que me preocupa es el amor que tienes a tus hermanos. Como yo los he amado a ustedes, mis hijos, también quiero que se amen los unos a los otros. Recuerda que soy su Padre, que los quiero un chorro, y que nada me podrá separar de ustedes.
Un abrazo
Dios.

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