Folleto
EVC No. 174 / 2
¿CUANTOS NIÑOS?
- Los Anticonceptivos -
R.P. Pedro Herrasti, S.M.
CURIA DEL ARZOBISPADO DE MÉXICO
SECRETARÍA DE CÁMARA Y GOBIERNO MÉXICO 1, D.F.
Censor NIHIL OBSTAT Pbro. Lic. J. Luis Herrera Martínez
Por disposición del Emmo Sr. Arzobispo Primado de México
se concede el IMPRIMATUR
Mons. Rutilio S. Ramos R. vicario Gral.
México, D.F., 17 de mayo de 1994
La mente inquieta del hombre nos ha acostumbrado al asombro. Los descubrimientos científicos y los avances tecnológicos, sorprendentes en sí mismos, ya son cosa cotidiana. Día a día surgen posibilidades fantásticas para la humanidad, desde las comunicaciones vía satélite, hasta computadoras portátiles.
Pero indudablemente los descubrimientos científicos que más han revolucionado el comportamiento humano son aquellos que han tenido que ver con la sexualidad humana.
El saber cómo funcionan las hormonas, la testosterona, la progesterona, el ADN y tantas otras cosas, llevó al científico a poder inhibir los embarazos por medio de sustancias químicas encerradas en LA PILDORA.
En la vida se puede tener o no televisión o se puede no necesitar una computadora, pero a todos, solteros o casados, interesa la posibilidad de tener relaciones sexuales sin consecuencias posteriores.
En una carrera que parece no tener fin, surgen de los laboratorios toda clase de drogas y aparatos para impedir la fecundación, proporcionando a hombres y mujeres por igual, una libertad sexual inconcebible hace cincuenta años.
LOS ANTICONCEPTIVOS ANTE LA MORAL.
Ningún moralista se ha inquietado gran cosa ante el uso de computadoras, pero los anticonceptivos representan un reto formidable ya que se relacionan con actos humanos y todo acto del hombre, por definición, es moral o inmoral, es bueno o malo.
Las situaciones humanas son tan complejas, que los moralistas católicos y protestantes, estudiaban honestamente las aplicaciones morales del uso de anticonceptivos.
¿Puede permitirse la píldora en todos los casos?, ¿todos los actos sexuales deben quedar, abiertos a la fecundidad?, ¿pueden los esposos espaciar los embarazos para facilita la educación de los hijos?, ¿cuál es el número ideal de hijos?, ¿qué hacer si la salud o la vida misma de la madre están en peligro con cada embarazo?
¿Es prudente tener muchos hijos ante las circunstancias tan inseguras de la economía mundial?, ¿no es obligación evitarlos hijos ante la explosión demográfica?, ¿cómo asegurar la correcta educación de una familia numerosa? Si ya se han engendrado varios hijos ¿es inmoral el uso de anticonceptivos en lo sucesivo?, ¿no es por lo contrario inmoral tener demasiados hijos?, ¿no es privilegio del ser humano dominar, gracias a su inteligencia, todos los aspectos de la creación?
Estas y otras muchas cuestiones inquietaban y siguen inquietando a los hombres de nuestro tiempo.
LA ENSEÑANZA DE LA IGLESIA.
Ya desde tiempos del Papa Pío XII, en 1956, existía la preocupación por proporcionar orientación a los médicos y científicos respecto a la moral sexual contemporánea. Tanto su sucesor, Juan XXIII, como el Concilio Vaticano II, insisten en el tema en repetidas ocasiones. El mismo "Papa Bueno", Juan XXIII, formó una comisión especial en el mes de marzo de 1963. Formaban parte de esta comisión, peritos de muchas disciplinas, desde teólogos y médicos hasta matrimonios, con el objeto de recoger opiniones y poder suministrar elementos de información al magisterio eclesiástico de manera que éste pudiera dar una respuesta adecuada a tantas inquietudes.
Los estudios fueron lentos y plagados de dificultades: entre otras cosas, dentro del seno mismo de la comisión, no existía plena concordancia de opiniones. Algunos habían llegado incluso a adoptar posiciones totalmente separadas de la doctrina moral de la Iglesia.
Después de cinco años de ardua búsqueda y de sentir presiones terribles desde dentro y fuera de la Iglesia, el Papa Paulo VI, emitió por fin la esperada encíclica que se llamó "Humanae Vitae" o sea "De la Vida Humana", el 25 de julio de 1968.
UNA TERRIBLE MAREJADA DE OPINIONES.
La encíclica Humanae Vitae, es un monumento de sabiduría y prudencia. Con todo valor y con la asistencia del Espíritu Santo, Paulo VI aborda la problemática conyugal y presenta en todo su esplendor la vocación matrimonial, a la luz de la palabra revelada y del magisterio de la Iglesia. Pero también y en contra de autoridades civiles y aún de teólogos católicos, reprueba en el número 14, el uso de anticonceptivos.
Ya sabía el Santo Padre que su decisión habría de causar las más acerbas críticas y que sería rechazado por muchos, pero asumid la tremenda responsabilidad de transmitir fielmente la verdad católica.
Muchos en el mundo, esperaban, deseaban, exigían de parte de la iglesia la aceptación del uso de los anticonceptivos y sin comprender la encíclica en su totalidad, protestaron por las 16 líneas en las que sus deseos fueron contrariados.
El POLEMICO NUMERO CATORCE.
Transcribimos textualmente las l6 líneas motivo de tantas polémicas dentro y fuera de la Iglesia:
"Vías ilícitas para la regulación de los nacimientos".
"En conformidad con estos principios fundamentales de la visión humana y cristiana del matrimonio, debemos una vez más declarar que hay que excluir absolutamente, como vía lícita de la regulación de los nacimientos, la interrupción directa del proceso generador ya iniciado y sobre todo, el aborto directamente querido y procurado, aunque sea por razones terapéuticas.
Hay que excluir igualmente, como el Magisterio de la Iglesia ha declarado muchas veces, la esterilización directa, perpetua o temporal, tanto del hombre como de la mujer; queda además excluida toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación".
En palabras más explícitas, cuando el Papa declara "ilícitas" y por lo tanto necesario "excluir" ciertas actitudes, está diciendo que dichas acciones son inmorales y son por la tanto, pecado.
"Licitud de los medios terapéuticos".
"La Iglesia, en cambio, no retiene de ningún modo ¡lícito el uso de los medios terapéuticos verdaderamente necesarios para curar enfermedades del organismo, a pesar de que se siguiese un impedimento, aún previsto, para la procreación, con tal de que ese impedimento no sea, por cualquier motivo, directamente querido".
¿QUE HA PASADO DESDE ENTONCES?
Han transcurrido 25 años desde que Paulo VI condenó las prácticas anticonceptivas artificiosas, pidiendo al mundo, católico o no, el atenerse a los períodos naturales infecundos de la mujer para regular los nacimientos.
Pero en contra de estas decisiones de la Santa Sede, hay que reconocer que tanto los obispos como los sacerdotes han sido incapaces de sostener la moralidad de las parejas, ante el ataque de los gobiernos ayudados por los medios de comunicación.
Muchos católicos, aún habiéndose casado por las leyes eclesiásticas, recurren a los anticonceptivos, debido en parte a la apatía, pusilanimidad o franca rebeldía de aquellos que deberían orientarlos.
LAS PROFECIAS DE PAULO VI.
Quiso el Papa advertir al mundo acerca de las consecuencias de la mente anticonceptiva en el número 17 de la Humanae Vitae en los siguientes términos:
"Los hombres rectos podrán convencerse todavía más de la consistencia de la doctrina de la Iglesia en este campo si reflexionan sobre las consecuencias de los métodos de la regulación artificial de la natalidad". Consideren, antes que nada, el camino fácil y amplio que se abriría a la infidelidad conyugal y a la degradación general de la moralidad. No se necesita mucha experiencia para conocer la debilidad humana y para comprender que los hombres, especialmente los jóvenes, tan vulnerables en este punto, tienen necesidad de aliento para ser fieles a la ley moral y no se les debe ofrecer cualquier medio fácil para burlar su observancia.
Podría también temerse que el hombre, habituándose al uso de las prácticas anticonceptivas, acabase por perder el respeto a la mujer y sin preocuparse más de su equilibrio físico y psicológico, llegase a considerarla como simple instrumento de goce egoístico y no como a compañera, respetada y amada.
Reflexiónese también sobre el arma peligrosa que de este modo se llegaría a poner en las manos de autoridades públicas despreocupadas de las exigencias morales.
¿Quién podría reprochar a un gobierno el aplicar a la solución de los problemas de la colectividad lo que hubiera reconocido lícito a los cónyuges para la solución de un problema familiar? , ¿quién impediría a los gobernantes favorecer y hasta imponer a sus pueblos, si lo consideran necesario, el método anticonceptivo que ellos juzgaren más eficaz? en tal modo los hombres, queriendo evitar las dificultades individuales, familiares o sociales que se encuentran en el cumplimiento de la ley divina, llegarían a dejar a merced de la intervención de las autoridades públicas el sector más personal y más reservado de la intimidad conyugal".
¡Bien pronto los temores del Papa se volvieron realidad! examinemos a la luz de la experiencia lo que está sucediendo:
Ciertamente el uso de anticonceptivos ha propiciado la banalización del acto sexual al privarlo de su trascendencia. Los hombres y las mujeres, casados o solteros, consienten y aún provocan encuentros sexuales evitando fácilmente las consecuencias.
Antes la infidelidad conyugal era triste privilegio del varón, pero ahora, gracias a las píldoras, también las mujeres, sobre todo las que trabajan fuera de casa, caen fácilmente en aventuras sexuales extra conyugales, como puede comprobar cualquiera que haya trabajado en alguna dependencia oficial, en alguna empresa, en el medio artístico, etc ... En este ambiente generalizado de lujuria el acoso sexual es constante.
Si los episodios que contemplemos en televisión o en el cine son reflejo de la realidad en alguna medida, resulta que los actos sexuales no tienen la menor importancia se van a la cama a las primeras de cambio con quien sea, vale que si los anticonceptivos fallan, se recurre al aborto como si nada. Eso se llama degradación moral.
Y evidentemente el sector más vulnerable en esta situación, ha sido la juventud. Aleccionados desde la escuela en el uso de anticonceptivos, se han entregado a la lujuria con una inconsciencia fenomenal.
En México no tenemos estadísticas y las que hay en otros campos, sabemos que no son confiables, pero en Norteamérica hacen estadísticas de todo y publican que aproximadamente el 50% de adolescentes de 13 años en adelante ya han tenido relaciones sexuales. "Nos estamos divirtiendo de lo lindo", dijo uno de ellos, sin importarle el peligro del SIDA.
En una encuesta hecha entre 2765 personas adultas, un 10% admitió haber tenido relaciones con más de 100 parejas; un 22% tuvieron alguna relación homosexual; 20% se han prostituido o pagado por sexo y entre los hombres un 47% se masturba diariamente o al menos una vez por semana. Un 26%de mujeres políticamente "ultraconservadoras" reconocen haber abortado.
Como nunca, la mujer se ha convertido en objeto sexual, en parte por el machismo del hombre, pero también con la tonta complicidad de las feministas "liberadas de tabúes sexuales" y muy activas en esos menesteres. El haber separado, gracias a los anticonceptivos, el placer de la procreación, ha propiciado en el mundo entero la mente hedonista, que busca el placer por el placer a toda costa.
Se calcula que en Alemania hay 200,000 prostitutas y por lo visto no alcanzan, porque cada año cien mil alemanes viajan a Tailandia a "sex tours", donde hay 2 millones de prostitutas.
La mujer ha venido a ser objeto de consumo y de compraventa, como cualquier otra cosa: 200,000 bangladesas han sido raptadas y vendidas en Pakistán; 25 mil chicas han sufrido la misma suerte en los campos mineros del Brasil. Se calcula que desde los años setentas se han vendido no menos de 30 millones de mujeres en el mundo.
LA ACTITUD DE LAS AUTORIDADES.
Por su parte, los gobiernos de muchos países como lo temía Paulo VI, han intentado solucionar problemas demográficos con la implementación de programas de "control natal", persuadiendo y aún obligando como en China, a no tener más de un hijo.
Los países ricos han condicionado su ayuda a los del "tercer mundo" al abatimiento de la tasa de natalidad. Con campañas bien orquestadas y financiadas, han convencido al mundo de que ya no pueden tenerse más de dos hijos y de que "la familia pequeña vive mejor".
Falseando cínicamente las estadísticas, se ha dicho que los alimentos ya no alcanzan para la población mundial, siendo que en realidad, como lo afirma la FAO, sobreabundan. Pero es más fácil evitar nacimientos que distribuir equitativamente las riquezas de la tierra que, habitamos.
"La autoridad fecunda es una bondad que se prodíga" J. Wilbois.
Podemos decir que el Papa Paulo VI se quedó corto en sus temores proféticos: Romper la unicidad intrínseca del acto sexual por medio de los anticonceptivos, ha llegado mucho más lejos: en el tobogán de la lujuria, ha surgido el homosexualismo rampante y toda clase de aberraciones sexuales.
A un pueblo del estado de Massachusetts, Estados Unidos, llamado Northampton le dicen ahora "Lesbianville" porque gracias a su tolerancia", han acogido a no menos de 10 mil lesbianas que hacen gala de sus deshonestidades en plena vía pública.
Habiendo perdido hasta la noción de lo que es una familia o lo que es el matrimonio, en Washington se "casaron" 1500 parejas de homosexuales en una ceremonia masiva. Ni la terrible amenaza del SIDA ha sido capaz de detener el libertinaje hetero y homosexual con los resultados dramáticos que estamos viendo. No hay "sexo seguro" en la promiscuidad desenfrenada.
Los pronósticos médicos para el año 2000 son tan alarmantes como inciertos, pues mientras algunas organizaciones creen que habrá 40 millones de infectados, otros suben la cifra hasta 100 millones. Cualquiera de los dos datos es desolador.
OTRO SUB-PRODUCTO DE LOS ANTICONCEPTIVOS.
Dado que todos los anticonceptivos fallan en un momento dado, millones de mujeres, solteras o casadas, han quedado embarazadas y con la mente anticonceptiva, hondamente arraigada, han sentido al hijo como un agresor y han recurrido al aborto. Teóricamente los países en donde se han adoptado con más éxito los métodos anticonceptivos, no deberían tener el problema de "embarazos no deseados", pero ha resultado exactamente al revés: los abortos han aumentado en forma alarmante.
¿EXPLOSION O IMPLOSION?
Ha sido tal el éxito de las campañas anticonceptivas, que muy lejos de la tan temida explosión demográfica, en los países del primer mundo se da el fenómeno contrario: la implosión, o sea, el descenso de la población. Países como Francia, Alemania, Suecia, Dinamarca, Rusia, etc; han cerrado jardines de niños y escuelas primarias y han tenido que multiplicar asilos para ancianos.
Y ante la falta de mano de obra, se han visto en la necesidad de aceptar inmigrantes de otras razas, costumbres y religiones. Alemania está llena de turcos y asiáticos; Francia tiene que aceptar argelinos negros y de paso musulmanes; nuestro vecino del norte no solamente se ha llenado de chicanos, sino de vietnamitas, chinos, filipinos e hindúes.
Sería simplista creer que la culpa de todo la tienen las píldoras, pero no podemos negar que la posibilidad que ofrecen los anticonceptivos de inhibir la fecundación, ha provocado un terrible deterioro moral generalizado de consecuencias todavía imprevisibles.
"La vida se nos ha dado para buscar a Dios, la muerte para encontrarlo, la eternidad para poseerlo". FI. Novet.
LA FAMILIA PEQUEÑA.
Según los promotores de la "planificación familiar", la familia "perfecta" está formada de papá, mamá, hijo e hija. Es la imagen que proyectan en comerciales de televisión, en cartelones de índole sanitaria o política, en el sector de educación pública, etc. Es una imitación servil de la familia en Estados Unidos, en la que por no tener sino dos hijos, gozan de todos los bienes de consumo que tanto atraen: "pocos hijos para darles mucho". Lo malo es que no nos fijamos en las desventajas de una tal planificación familiar.
1.- Egoísmo paternal.
Evitar los hijos sale muy cómodo, porque ciertamente una familia numerosa representa para los padres más trabajo. Los hijos son sumamente demandantes. Tal vez inconscientemente de lo que se trata es tener pocos hijos "para nosotros tener mucho". Una mentalidad egoísta y aburguesada surge en los padres y pierden la capacidad de esforzarse, de tolerarse, de superar dificultades, de perdonarse, de padecer incomodidades por los demás. Emerge como un valor absoluto la vida confortable, fácil, placentera. ¡Privaciones jamás!
En la búsqueda de sí mismos, pierden la capacidad de darse, de pensar en los demás y los padres egoístas terminan por no amarse mutuamente ni amar a sus hijos. El resultado patente de esto lo podemos constatar en el fracaso de la familia norteamericana como tal. Los padres se divorcian con gran facilidad, sin importarles el sufrimiento inferido a la prole. Sacrifican a los dos hijos y en vez de darles mucho, les quitan todo.
2.- ¿Con quién juego?
Si los dos hijos de esta supuesta familia ideal son de sexo distinto, son dos hijos solitarios. El varoncito buscará fuera de casa con quien jugar, lo mismo que la niña. Crecerán en mundos distintos sin la sensación reconfortante de tener "hermanos".
Los dos padres trabajarán fuera de casa para poder obtener bienes de consumo mientras los hijos buscarán en la calle compañía, cada quien por su lado. No hay familia. Y para colmo de males, si coinciden en casa, la televisión omnipresente, vulgar y corruptora, impide todo diálogo mientras bombardea comerciales cada cinco minutos.
3.- Rebeldes sin causa.
El fenómeno de la desintegración familiar ha sido el tema de muchos estudios y hasta de novelas y películas. Del drama protagonizado por James Dean (balandronadas de adolescentes inseguros) en los años 50's, a lo sucedido en "Amor sin Barreras" de los años 60's (pleitos estúpidos entre pandillas), se ha recorrido un largo camino: ahora los jóvenes consumen drogas, se prostituyen, violan, roban y matan. Con dinero en abundancia, pueden comprar cocaína, crack y armas.
Entre los años de 1987 y 1991 los arrestos juveniles por, delitos a mano armada han aumentado en un 62% y los asesinatos en 1991 fueron más de 2OOO. El mundo de la mafia se ha adueñado de las escuelas secundarias en Estados Unidos y los chicos tienen que ir armados a clases para defender sus vidas.
4.- La Implosión demográfica.
El fenómeno de la disminución de la población es resultado del mito de dos niños por familia. Dos hijos no sustituyen a dos padres. También los niños y los jóvenes se mueren antes de reproducirse. Y abundan los que se quedan solteros o son impotentes o estériles.
5.- Familias absurdas.
Toda esta revolución sexual provocada por los anticonceptivos, ha destruido el concepto de familia al grado de que los homosexuales quieren ser considerados como esposos con derecho a adoptar niños ajenos: Niños con dos "papás" o con dos "mamás". ¡Pobres chamacos!, ¿qué conducta podrá esperarse de ellos cuando crecerán en ese ambiente de valores trastocados, dé pasiones antinaturales y absoluta inmoralidad?
EL CONTROL NATAL.
La Iglesia nunca usa los términos usados por las autoridades públicas y en vez de un simple "control natal" más propio de especies animales, invita al hombre a una "paternidad responsable", que no es lo mismo.
Empeñados en reducir la tasa de natalidad en los países del tercer mundo, los gobiernos impulsan el "control natal" de varias maneras.
Anticonceptivos.
Como su nombre lo indica, son sustancias químicas o artefactos que tratan de impedir el momento de la concepción.
Entre los primeros están las famosas píldoras, que ciertamente son las más cómodas y las más usadas. Por medio de hormonas artificiales, estrógenos y progesteronas, impiden la ovulación en la mujer y hacen la mucosidad de la vagina impenetrable al paso de los espermas.
El mismo efecto se puede conseguir por medio de inyecciones de larga duración, que vienen a ser como "vacunas" en contra de la concepción.
La inventiva del hombre parece no tener límites y han encontrado lo que se llama Norplant, que son unos cilindros que se implantan por medio de cirugía en el brazo de la mujer y van secretando sustancias por cinco años para impedir la ovulación.
Los artefactos usados pueden ser los más difundidos preservativos o condones que usa el hombre o el diafragma que se coloca la mujer, impidiendo el paso del semen a la vagina.
ABORTIVOS.
Algunos de los métodos citados como anticonceptivos, tienen también el efecto abortivo, es decir, expulsan al huevo fecundado (nuevo ser humano) en caso de ocurrir la concepción. Con un pequeño sangrado, la madre se desembaraza a los tres o cuatro días, cuando el niño no puede implantarse en el útero.
La pastilla llamada RU-486, invento francés prohibido en muchos países, es el anticonceptivo-abortivo más eficaz y agresivo.
El Dispositivo Intrauterino o DIU, es un aparato de muy variadas formas que la mujer usa en el útero y no impide la fecundación pero impide la implantación y el niño sale con la siguiente regla. Es peligrosísimo porque puede provocar la implantación en las trompas de Falopio lo que amerita urgentemente una intervención quirúrgica para salvar la vida de la madre. Evidentemente el hijo no importa y es tirado a la basura como una cosa desechable.
El aborto directamente provocado está en la línea lógica de esta mentalidad. Es la extracción del bebé por diversos medios, revestidos de una crueldad incomprensible en los humanos. Es el asesinato directo del ser más indefenso.
ESTERILIZACIONES.
Para quitarse de problemas, píldoras, aparatos, inyecciones, etc. se recurre a operaciones tanto en la mujer, ligándole las trompas de Falopio, como en el hombre, los conductos seminales. La operación de la mujer es llamada salpingoclasia y la del hombre vasectomía. ¡Asunto arreglado!
LOS PROBLEMAS DEL CONTROL NATAL.
Con absoluta falta de ética profesional, los promotores de los métodos mencionados, omiten informar al público acerca de los inconvenientes de evitar los nacimientos de manera artificial.
Todos, absolutamente todos, causan en los usuarios efectos secundarios negativos, que pueden ir desde simples dolores de cabeza o migrañas, hasta cáncer. No se puede violentar a la naturaleza sin sufrir las consecuencias. Es una ley ecológica que estamos descubriendo en todos los niveles.
La lista de desarreglos físicos provocados por el uso de anticonceptivos o abortivos es infinita: Manchas en la piel, náuseas, amenorrea, sangrados, hemorragias cerebrales, tumores benignos en el hígado, coágulos, infartos, frigidez, dolores, calambres, infecciones, esterilidad permanente, embarazos eutópicos, cáncer en el cérvix, etc. ¡Una auténtica ruleta rusa!
Las prácticas anticonceptivas no tan solo dañan la salud física (principalmente, por supuesto, en la mujer) sino que afectan por igual a los aspectos psicológicos de hombres y mujeres.
No es factible que una vaca tenga depresiones o que un buey se sienta acomplejado, pero el ser humano reacciona aunque no quiera ante estos hechos que trastocan tan íntimamente su personalidad.
La mujer, como decía Paulo VI, se siente dosificada, usada, objeto sexual. No importa que ella misma haya planeado y aceptado el privarse de la maternidad. A la larga, sobre todo si ha sido operada o si ha abortado, los problemas psicológicos surgen inevitablemente. El complejo de culpabilidad de la mujer que ha abortado la atormentará toda la vida.
Por su parte el hombre, aunque muy racionalmente se haya dejado operar, se sentirá como castrado y poco hombre, al mismo tiempo que considerará a la mujer como un objeto satisfactorio y desechable.
LA SABIA Y FIRME POSICION DE LA IGLESIA.
Ante la problemática que los descubrimientos científicos
han provocado en el campo de la sexualidad humana, la Iglesia, "Madre y Maestra", "experta en humanidad" ha sido coherente con la naturaleza del hombre y con las leyes ecológicas, evidentemente queridas por Dios. Si alguien tacha a la Iglesia de retrógrada por no aceptar las prácticas anticonceptivas o abortivas, yerra lamentablemente.
La Iglesia, al respetar la naturaleza (del hombre y de la creación entera) es la única voz sensata y de avanzada, al proteger a la especie humana de su propia extinción.
Tanto las políticas antinatalistas como la degeneración moral sexual, llevan al hombre a no reproducirse como hemos mencionado al hablar de la implosión demográfica. Aquellos que tomen las cosas con naturalidad serán los que sobrevivirán y poseerán la tierra en herencia.
Paulo VI, en su Humanae Vitae, deja abierta la puerta a la paternidad responsable al declarar lícito el aprovechamiento de los períodos infecundos de la mujer. Después de todo no hay una ley que obligue a los esposos a copular únicamente en los períodos fecundos.
El conocer con precisión el momento de la ovulación de la mujer, puede ser la ocasión para poder tener un hijo deseado o para evitar un embarazo considerado inoportuno. Los esposos DEBEN planificar su familia. Consideradas las circunstancias de cada matrimonio, deben tal vez engendrar una vida nueva o por lo contrario, posponer prudentemente, un embarazo. La paternidad responsable no consiste en evitar los niños, sino en formar la familia prudentemente, respetando la dignidad humana del padre, de la madre y de la prole.
Los esposos cristianos deben vivir en su casa la bendición hermosísima del Salmo 127:
"Sea tu mujer como vid fecunda en medio de tu casa; tus hijos como renuevos de olivo alrededor de tu mesa.¡Esta es la bendición del hombre que teme al Señor!"
LA AUTENTICA PATERNIDAD RESPONSABLE. METODOS LICITOS.
Considerando lo que está pasando en el mundo entero podemos decir que evitar los nacimientos por medios artificiales, es una irresponsabilidad mayúscula: destrucción de la familia, incremento de promiscuidad y prostitución, expansión del SIDA, implosión demográfica, inmigraciones incontrolables, etc.
Frente a estas políticas antinatalistas, la Iglesia propone la única solución ecológicamente aceptable, la única que garantiza la procreación responsable, la que hace madurar al ser humano, hombre o mujer, la que no ofende ni a Dios ni al ser humano: los métodos naturales.
Conforme avanzan los descubrimientos científicos, comprendemos mejor el funcionamiento del cuerpo humano y podemos aprovechar todas sus posibilidades. Es así como, por ejemplo, se han podido romper récords atléticos impensables a principio del siglo.
En el campo de la sexualidad, también sabemos ahora mucho más que antes y respetando la naturaleza de las cosas, se puede llegar a una paternidad verdaderamente responsable, que, entiéndase bien, no consiste en la supresión de nacimientos, sino en la conformación de las familias según el plan sabio de Dios.
Tan irresponsable puede ser tener 18 hijos, como tener tan solo uno o dos. Conociendo el funcionamiento sobre todo del cuerpo femenino, los esposos pueden y deben programar su paternidad de manera responsable y santa.
"En el deber de transmitir la vida humana y de educarla, lo cual hay que considerar como su propia misión, los cónyuges saben que son cooperadores del amor de Dios Creador y como sus intérpretes. Por eso, con responsabilidad humana y cristiana cumplirán su misión y con dócil reverencia hacia Dios se esforzarán ambos, de común acuerdo y común esfuerzo, por formarse un juicio recto, atendiendo tanto a su propio bien personal como al bien de los hijos, ya nacidos o todavía por venir, discerniendo las circunstancias de los tiempos y del estado de vida tanto materiales como espirituales y finalmente, teniendo en cuenta el bien de la comunidad familiar, de la sociedad temporal y de la propia Iglesia. Este juicio, en último término, deben formarlo ante Dios los esposos personalmente".
"La familia es un feliz encuentro de dos corazones que no se aman más que para amar mejor a Dios"
San Francisco de Sales.
UNA PREMISA INDISPENSABLE.
La debacle moral y social provocada por los anticonceptivos tiene su raíz profunda EN UNA MENTALIDAD ANTINATALISTA, que contempla al embarazo como un drama y al hijo como al enemigo público número uno. Y dado que los anticonceptivos fallan a menudo, como lo demuestra el incremento de abortos en los países con esa mentalidad, se recurre al asesinato de inocentes criaturas.
En contraste con esta mentalidad, la Iglesia pide APERTURA A LA VIDA. Cuando se tiene esta mentalidad sana, natural, responsable y falla algún método natural, el embarazo deja de ser un drama: viene un hijo y bienvenido sea: Dios lo quiso y desde su concepción es sagrado y tiene ya un destino eterno como hijo de Dios.
La lactancia.
Dios es muy sabio y por lo general, mientras dura el período de lactancia, la madre no ovula. Al mismo tiempo se le proporciona al bebé el mejor alimento del mundo y la madre no puede quedar embarazada.
Reconozcamos que no hay lugar mejor para un niño que el regazo amoroso de su madre. Lástima que muchas mujeres, aún sin necesidad, interrumpen la lactancia para trabajar fuera de casa y entonces este método deja de funcionar.
Temperatura. La temperatura basal de la mujer aumenta después de la ovulación y señala que ésta ha ocurrido tres días antes. Es el período de máxima fecundidad y los esposos de común acuerdo, pueden aprovecharlo para lograr un embarazo o por el contrario evitar relaciones para espaciarlo.
El Ritmo.
Los ciclos menstruales de la mujer pueden dar la pauta de los días de máxima fertilidad, unos diez días después del sangrado. Este método no es muy seguro debido a que muchas mujeres son muy irregulares en sus ciclos, siendo difícil detectar la ovulación con precisión.
OVULACION.
Después de más de 30 años de investigaciones en los problemas de la fertilidad humana, dos científicos australianos, los esposos John y Evelyn Billings, perfeccionaron el método llamado de la Ovulación, que básicamente consiste en la relación entre el flujo del moco cervical de la mujer y el día de la ovulación.
Como los demás métodos naturales, exige al hombre el respeto por los ciclos femeninos y por lo tanto períodos de abstinencia durante el mes.
Esto que podría parecer una desventaja es todo lo contrario: la sexualidad humana es distinta a la animal, tan solo controlada por el instinto. En el hombre es el encuentro gozoso de dos personas de sexo opuesto que implica la totalidad de la persona: cuerpo, mente y espíritu. Es el lenguaje en el que se expresa la entrega total y mutua de dos personas.
Los esposos invitados a usar un método que promueve la cooperación, el diálogo, la ilusión, ha despertado una calurosa acogida. Siempre es más atrayente una solución que no perturba los procesos naturales y por lo tanto no perjudica a la mujer. El método está libre de riesgos, es inmediatamente reversible y no lanza a las mujeres a la promiscuidad sexual, porque da la instrucción necesaria y enfatiza que es la mente y no el instinto quien decide.
Es tan fácil para cualquier mujer, de cualquier condición cultural, detectar la fluidez de su moco cervical, que es un método universal. Pueden usarlo personas sin formación, de climas diversos, analfabetas y hasta mujeres ciegas.
su uso implica cooperar con la naturaleza en vez de oponerse a ella. El amor es la fuente motivadora para imponerse una disciplina necesaria. Es el amor también el que garantiza la buena disposición para aceptar y dar la bienvenida a cada niño que ha sido concebido.
Otra ventaja de este método es que no requiere de medicinas ni de regularidad en los ciclos menstruales o de ovulación.
Siendo un método gratuito, no es de extrañar que se le haya dejado de lado, porque no es negocio para nadie: ni para los médicos ni para los laboratorios. Es un conocimiento que las madres pueden transmitir a sus hijas en cualquier nivel social.
UNA MENTALIDAD DIFERENTE.
Así como todos los métodos "'anticonceptivos" son dañinos para la persona, para la pareja y para la sociedad, los naturales son todo lo contrario.
A diferencia de una mente antinatalista, el enfoque se centra en el amor de la pareja. La planeación familiar debe ser fruto de la conciencia RECTA de los esposos. Conciencia ilustrada" por las enseñanzas de la Iglesia, "experta en la humanidad". La finalidad natural procreadora del matrimonio no puede quedar a merced del impulso puramente biológico. Si se polariza el encuentro en lo corporal, sin tener en cuenta el interior de las personas, el abrazo amoroso de los esposos no difiere gran cosa del encuentro superficial y fortuito de una meretriz con su cliente.
La persona es el conjunto indivisible de alma y cuerpo y todos sus actos deben reflejar esta totalidad. Los actos sexuales no pueden realizarse sino cuando el cuerpo es el ejecutor externo de ese mandato interior llamado amor y que involucro a la inteligencia y la voluntad de las personas.
Las facultades generadoras y sus actos correspondientes participan de la misma dignidad de la persona de una manera especial ya que están destinadas precisamente a conferir existencia a nuevas personas. La maravillosa sublimidad de los actos sexuales consiste no tan solo en la expresión de donación total de los esposos, sino en el hecho que por esos mismo actos, somos copartícipes con Dios en la creación de nuevos seres humanos.
Si en el plano meramente humano el comunicar la vida es algo formidable, como cristianos sabemos que cada niño que nace está llamado por el bautismo nada menos que a la participación de la vida divina y a la salvación eterna como su fin último. No podemos, pues, tomar a la ligera actos de tan gran trascendencia. No es verdaderamente humano "jugar con nuestro sexo", extrayéndole artificiosamente tan solo lo placentero, con las funestas consecuencias que ya hemos relatado.
Si la paternidad responsable nos exige sacrificios y en algún caso hasta heroísmo, tenemos que considerar que el cristianismo es el seguimiento de Cristo sin reservas y que El nos advirtió: "Quien quiera ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga".
No podemos por tanto esperar que nuestro bautismo nos lleve siempre por caminos bordeados de flores. También el Señor nos dijo que la senda es estrecha. No tan sólo en el aspecto relaciones sexuales Dios nos puede pedir de vez en cuando un poco de heroísmo sino en muchas otras circunstancias, como pueden ser enfermedades, estrecheces económicas, muertes de seres queridos, etc... ¡Y muchos cristianos, que llamamos Santos, han sido capaces de esa fidelidad a Jesucristo pasando por innumerables vicisitudes hasta llegar al martirio!
DESPUES DE LA HUMANAE VITAE.
La encíclica Humanae Vitae fue publicada en 1968 y han transcurrido ya muchos años desde entonces. En múltiples ocasiones la Santa Sede ha insistido en el asunto de la fecundidad matrimonial y siempre en la misma línea contra viento y marea. Mientras todas las instancias mundanas se acomodan a las circunstancias, sólo la voz de la Iglesia permanece como un faro en la tormenta.
"Hay una ley escrita en vuestros corazon". San Pablo.
Juan Pablo II en su exhortación apostólica "Familiaris Consortio", publicada en 1981, sostiene la posición en lavor de la vida. Reconoce que la Iglesia se encuentra en una situación social y cultural que la hace más difícil de comprender:
"En efecto, el progreso científico-técnico, que el hombre contemporáneo acrecienta continuamente en su dominio sobre la naturaleza, no desarrolla solamente la esperanza de crear una humanidad nueva y mejor, sino también una angustia cada vez más profunda ante el futuro. Algunos, cautivos como son de la mentalidad consumista y con la única preocupación de un continuo aumento de bienes materiales, acaban por no comprender y por consiguiente rechazar la riqueza espiritual de una nueva vida humana".
Ha nacido así una mentalidad contra la vida (anti-life mentally), como se ve en muchas cuestiones actuales: piénsese por ejemplo, en un cierto pánico derivado de los ecólogos y futurólogos sobre la demografía, que a veces exagera el peligro que representa el incremento demográfico para la calidad de la vida.
Pero la Iglesia cree firmemente que la vida humana aunque débil y enferma, es siempre un don espléndido del Dios de la bondad. Contra el pesimismo y el egoísmo, que ofuscan el mundo, la Iglesia está en favor de la vida: por eso la Iglesia condena, como ofensa grave a la dignidad humana y a la justicia, todas aquellas actividades de los gobiernos o de otras autoridades públicas, que tratan de limitar de cualquier modo la libertad de los esposos en la decisión sobre los hijos.
Por consiguiente hay que condenar totalmente y rechazar con energía cualquier violencia ejercida por tales autoridades en favor del anticoncepcionismo e incluso de la esterilización y del aborto procurado...
Cuando los esposos, mediante el recurso al anticoncepcionismo, separan los dos significados que Dios Creador ha inscrito en el ser del hombre y de la mujer y en el dinamismo de su unión sexual, se comportan como "árbitros" del designio divino y "manipulan" y envilecen la sexualidad humana y con ella la propia persona del cónyuge, alterando su valor de donación "total".
Así, al lenguaje natural que expresa la recíproca donación total de los esposos, el anticoncepcionismo impone un lenguaje objetivamente contradictorio, es decir, el de no darse al otro totalmente: se produce, no solo el rechazo positivo de la apertura a la vida, sino también una falsificación de la verdad interior del amor conyugal, llamado a entregarse en plenitud personal".
Por su parte el CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA, editado en 1993, al tratar la fecundidad del matrimonio tiene estos maravillosos y clarísimos números:
La fecundidad es un don, UN FIN DEL MATRIMONIO, pues el amor conyugal tiende naturalmente a ser fecundo. El niño no viene de fuera a añadirse al amor mutuo de los esposos; brota del corazón mismo de ese don recíproco, del que es fruto y cumplimiento. Por eso la Iglesia que "está a favor de la vida" (Familiaris Consortio 3O), enseña que todo "acto matrimonial debe quedar abierto a la transmisión de la vida" (Humanae Vitae ). "Esta doctrina expuesta muchas veces por el magisterio, está fundada sobre la inseparable conexión que Dios ha querido y que el hombre no puede romper por su propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal: "el significado unitivo y el significado procreador"(Humanae Vitae 12).
Llamados a dar la vida, los esposos participan del poder creador y de la paternidad de Dios (Ef.3,14; Mt.23,9). "En el deber de transmitir la vida humana y educarla, que han de considerar como su misión propia, los cónyuges saben que son cooperadores del amor de Dios Creador y en cierta manera sus intérpretes. Por ello cumplirán su tarea con responsabilidad humana y cristiana" (Gaudium et Spes 50,2 del Concilio Vaticano II).
Un aspecto particular de esta responsabilidad se refiere a la "regulación de la natalidad". Por razones justificadas, los esposos pueden querer espaciar los nacimientos de sus hijos. En este caso, deben cerciorarse de que su deseo no nace del egoísmo, sino que es conforme a la justa generosidad de una paternidad responsable. Por otra parte, ordenarán su comportamiento según los criterios objetivos de la moralidad.
La continencia periódica, los métodos de regulación de nacimientos fundados en la auto observación y el recurso a los períodos infecundos son conformes a los criterios objetivos de la moralidad. (Humanae Vitae 16) Estos métodos respetan el cuerpo de los esposos, aumentan el afecto entre ellos y favorecen la educación de una libertad auténtica. Por el contrario, es intrínsecamente mala toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga como fin o como medio, hacer imposible la procreación" (Humanae Vitae 14).
Por otra parte, "sea claro a todos que la vida de los hombres y la tarea de transmitirla no se limita solo a este mundo y no se puede medir ni entender sólo por él, sino que mira siempre al destino eterno de los hombres" (Gaudium et Spes 51,4).
MENSAJE DEL PAPA A LOS JOVENES EN DENVER, 4 de agosto de 1993.
"Hace veinticinco años, el Papa Paulo VI promulgó la encíclica Humanae Vitae. Vuestros obispos, en una declaración que publicaron recientemente para celebrar este aniversario, invitan a todos a escuchar la sabiduría de la Humanae Vitae y a hacer de la enseñanza de la Iglesia el fundamento de una comprensión renovada del matrimonio y de la vida familiar.
La Iglesia invita a las parejas casadas a una procreación responsable, obrando como MINISTROS y no como ARBITROS del plan salvífico de Dios. Desde la publicación de la Humanae Vitae, se han dado pasos significativos para promover los métodos naturales de planificación familiar entre quienes desean vivir su amor conyugal en armonía completa con esta verdad. Sin embargo, deben realizarse nuevos esfuerzos para educar las conciencias de las parejas en esta forma de castidad conyugal, fundada en el diálogo, el respeto mutuo, la responsabilidad común y el dominio de sí mismo.
Hago un llamamiento de manera particular a los jóvenes, para que descubran la riqueza de sabiduría, la integridad de conciencia y la profunda alegría interior que brotan del respeto a la sexualidad humana entendida como gran don de Dios y vivida según la verdad del significado "nupcial del cuerpo".
UNA INVITACION.
El asunto de la fecundidad matrimonial es a todas luces, un problema de suma importancia. Bien vale la pena a los matrimonios y los jóvenes solteros, conocer ampliamente el pensamiento de la Iglesia por medio de la atenta lectura de la abundante literatura que nuestra Iglesia pone a nuestra disposición.
Recomendamos, evidentemente, el estudio completo de las encíclicas tantas veces citadas en este folleto: la formidable Humanae Vitae, pero igualmente la exhortación apostólica Familiaris Consortio, que viene siendo un manual perfecto de cómo fundar una familia según la mente de Dios. Y por lo tanto de hacerla un éxito total.
Todo el capítulo acerca de la familia en el catecismo católico es simplemente magistral. Nadie en el mundo habla de la familia como la Iglesia Católica.
Si del amor conyugal y sus expresiones corporales depende tanto para la plena realización humana de los cónyuges y además la maravilla de la reproducción ¿no vale la pena el esfuerzo del estudio de estos documentos y de otros muchos?, ¿no valdrá la pena el ensayo cuidadoso de los métodos naturales de paternidad responsable que no dañan la salud ni ofenden a Dios? Dado que los que usan anticonceptivos no pueden acercarse a los Sacramentos ¿no será maravilloso poder comulgar en Gracia de Dios?, ¿no valdrán la pena los sacrificios asumidos con tal de vivir en paz con nuestro Creador?
LLAMAR AL PAN PAN Y AL VINO VINO 0 BIEN, USAR HIPOCRITAS EUFEMISMOS.
El diccionario define los EUFEMISMOS como "modo de expresar con suavidad o decoro ciertas ideas", o sea, son las palabras dichas para decir aquello que se tiene miedo de decir. Tal vez en la diplomacia o en la política es muy útil y necesario usar de eufemismos porque sería fatal llamar pan al pan o vino al vino.
En el mundo de la medicina para suavizar los términos, para no asustar, para engañar hipócritamente al pueblo, se usan ciertas palabras o expresiones rebuscadas para ocultar la verdad de los hechos y engañar a la gente sencilla.
Por ejemplo:
Producto = Bebé. Niño. Persona humana.
Embarazo no deseado = Consecuencia de un pecado.
Aborto=Embarazo interrumpido, impedir implantación, impedir nidación, alterar endometrio, legrado, píldora "de la mañana", evacuar útero, salpingociasia.
Cuidarse = Tomar anticonceptivos.
Micro aborto = Aborto: no existen micro vidas.
Autodeterminación = Deseo de abortar.
Derechos humanos = Incluyen el aborto, la eutanasia y la homosexualidad.
Además socialmente solemos usar eufemismo cobardes para no llamar las cosas por su nombre:
Hacer el amor = Coito con o sin amor.
Rehacer mi vida = Adulterio.
Pareja = Compañero de cama. Sin ímportar si es hombre o mujer, esposo o amante.
Novia = Amante.
Sexo seguro = Coito con condón.
Gay = Maricón homosexual.
Preferencia sexual = Inmoralidad, degeneración.
Si deseas información, orientación, ayuda, asesoría sobre.- sexualidad, embarazos no deseados, aborto, paternidad responsable, aspectos legales para adopción, guía médica, psicológica y espiritual, te presentamos tres asociaciones que gratuitamente te pueden auxiliar:
RAM. Red de Apoyo a la Mujer, A.C. Centro Politécnico de Proyección
Av. Wilfrido Massieu NI 340, Col. Lindavista.
07300 México, D.F. Teis. 586 9921 y 586 6186.
* Comité Nacional PRO-Vida, A.C.
Bahía de la Concepción NI 25, Col. Verónica Anzures 11300 México, D.F. Teis. 260 7272,260 7273 y 260 5724
* Coordinación Regional D.F. del Método Natural de Planificación Familiar Billings.
Fr. Servando Teresa de Mier NI 970, Col. J. Balbuena. 15900 México, D.F. Tel. 768 2734
Sres. Ma. de Lourdes y Antonio López.
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