El Nuevo Rosario:

En una nueva carta el Papa Juan Pablo II añade otros cinco misterios y los llama «Misterios de la Luz». Comprenden los momentos de la vida de Jesús que van desde el Bautismo en el Jordán hasta el inicio de la Pasión.

El Papa ha agregado los "Misterios de la Luz", "Misterios Luminosos", porque Jesús es la Luz del Mundo, para contemplar el ministerio de Cristo.

Los nuevos Misterios Luminosos, para rezarla los Jueves, son:

1- El Bautismo de Jesús en el Jordán

“Misterio de luz es ante todo el Bautismo en el Jordán. En él, mientras Cristo, como inocente que se hace-pecado- por nosotros”.


2- La autorrevelación de Jesús en las bodas de Caná

“Misterio de luz es el comienzo de los signos en Caná (cf. Jn 2,1-12), cuando Cristo abre el corazón de los discípulos a la fe gracias a la intervención de María, la primera creyente”.

 

3- El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión

“Misterio de luz es la predicación con la cual Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios e invita a la conversión” (cf. Mc 1,15), iniciando así el ministerio de isericordia que Él continuará ejerciendo hasta el fin del mundo.

 


4- La Transfiguración

“Misterio de luz por excelencia es la Transfiguración, que según la tradición tuvo lugar en el Monte Tabor. La gloria de la Divinidad resplandece en el rostro de Cristo, mientras el Padre lo acredita ante los apóstoles extasiados para que lo Escuchen”.

 


5- La institución de la Eucaristía

“Misterio de luz es, por fin, la institución de la Eucaristía, en la cual Cristo se hace alimento con su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino, dando testimonio de su amor por la humanidad -hasta el extremo- (Jn 13, 1) y por cuya salvación se ofrecerá en sacrificio”.

 

"Oh Rosario bendito de María, dulce cadena que nos une con Dios, vínculo de amor que nos une a los Ángeles, torre de salvación contra los asaltos del infierno, puerto seguro en el común naufragio, no te dejaremos jamás. Tú serás nuestro consuelo en la hora de la agonía. Para ti el último beso de la vida que se apaga. Y el último susurro de nuestros labios será tu suave nombre, oh Reina del Rosario de Pompeya, oh Madre nuestra querida, oh Refugio de los pecadores, oh Soberana consoladora de los tristes. Que seas bendita por doquier, hoy y siempre, en la tierra y en el cielo".