¿Por qué creemos los católicos que Cristo está realmente presente en LA SAGRADA EUCARISTÍA ?

 

Creemos los católicos que Cristo está realmente presente en la Sagrada Eucaristía PORQUE EL ASI LO DIJO y nada dijo tan claramente como esto, como consta en el Evangelio de San Juan. y sí cabe discutir las palabras de un filósofo por grande que éste sea, Nuestro Señor Jesucristo no solamente fue el más grande filósofo del mundo, sino que era Dios y las palabras de Dios no se discuten.

Veamos pues, cómo nos narra San Juan este prodigio incomparable:

N. S. Jesucristo promete primero el pan Eucarístico y después lo instituye.

N. S. Jesucristo, no una, sino varias veces, indica con sus palabras Y simboliza con sus, obras, por ejemplo: transformando el agua en vino, la transformación que haría del pan en su propio Cuerpo, en el alimento espiritual que da al alma la vida eterna.

Al explicarnos que ese Pan sería su mismo Cuerpo hace al mismo tiempo la promesa de dejárnoslo; y un año más tarde, momentos antes de su Pasión, instituye este alimento espiritual que debería estar con nosotros hasta la consumación de los siglos.

Veamos lo que los propios Evangelios nos relatan tanto acerca de la forma como El hizo esta PROMESA, como de aquélla en la que le dio CUMPLIMIENTO, y así veremos si es posible suponer pueda haber habido en sus palabras un sentido figurado tal, que autorice el que puedan ser tomadas precisamente en mentido contrario a lo que ellas significan.

 

LA PROMESA.

Para que puedas veras la claridad con que N. S. Jesucristo al hacernos la promesa de la Sagrada Eucaristía, precisa que en el Pan Eucarístico está realmente presente, reproducimos al pie de las páginas siguientes los versículos del Capítulo VI, del Evangelio de San Juan, en que éste Evangelista nos refiere esta promesa.

Para evitar, tanto como ello es posible, dar a los protestantes pie para discusión, no hemos tomado estos versículos de la Biblia católica, sino de la Biblia protestante más difundida en México y en la América Latina, a pesar de que en ella Cipriano de Valera, naturalmente forza la traducción lo más posible, en un vano empeño por hacerla concordar con la doctrina protestante, pero basta leerla con un poco de detenimiento, para ver cómo condena terminantemente dichas doctrinas.

Promete N. S. Jesucristo la Sagrada Eucaristía a la orilla del Lago Tlberiades en Cafarnaum, el día siguiente a aquél en que, multiplicando los panes y los peces, había simbolizado la multiplicación de su Cuerpo y de su Doctrina.

Rodeaban a N. S. Jesucristo gran cantidad de judíos que deseaban presenciar un milagro como el de la víspera. Gente muy material, apenas y podían creer algo mas de lo que con sus ojos veían.

Ellos piden a Nuestro Señor que haga un milagro para que crean en El (V. 29-31) y entonces N. S. Jesucristo inicia la exposición de su admirable Doctrina diciendo Pan de Dios es aquél que descendió del cielo y da vida al mundo (V. 33) Yo soy el pan de vida (V. 35), pero antes de exponerla en completo, cree oportuno, para ser creído, hacer notar que habla como Dios y así les dice que a quien cree en El lo resucitará en el día postrero (V. 40). Sólo Dios puede resucitar a los hombres en el último día.

Ya entonces continúa: Yo soy el Pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y son muertos. Este es el pan que desciende del cielo para que el que de él comiere no muera (V. 48 a 50).

Claramente muestra aquí Jesús que su Pan es más maravilloso aún que el maná. Hay multitud dé sectas protestantes para las que la Eucaristía es simple pan. ¿Es este acaso más maravilloso que el maná del desierto?

Después, por tercera vez, Jesús repite el punto principal de su Doctrina: Yo soy el Pan vivo que he descendido del Cielo: si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y EL PAN QUE YO DARE ES MI CARNE, la, cual Yo daré para la vida del mundo (V. 61).

El Pan que Yo daré es mi carne ¿Puede decirse con palabras más claramente esto? No, hasta los mismos judíos que lo oyeron, precisamente así lo entendieron, tanto que: "contendían entre sí diciendo: ¿CÓMO PUEDE ESTE DARNOS A COMER SU CARNE? (V. 52).

Jesús ve que ellos han tomado sus palabras en sentido literal, y sin embargo, en vez de decir que están equivocados, que no deben tomarlas así, sino en forma figurada, Él, por el contrario, afirma su doctrina aún mas vigorosamente diciendo: De cierto de cierto os digo: Si no comiereis la carne del Hijo del hombre, y bebierais su sangre, no tendréis vida en vosotros. EI que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y Yo lo resucitaré en el día postrero. PORQUE MI CARNE ES VERDADERA COMIDA, y MI SANGRE ES VERDADERA BEBIDA. (V. 53 a 55).

Y por si todavía pudiera quedar alguna duda, Jesús Insiste en la exposición de su maravillosa doctrina diciendo: El que come mi carne y bebe mi sangre en mí permanece, y Yo en El. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo no como vuestros padres comieron el maná; y son muertos. el que come de este pan vivirá eternamente (V. 56 a 58).

Nuestro Señor sabe bien que los judíos están tomando sus palabras en sentido literal sabe bien que entre ellos hay muchos de sus discípulos que murmuran porque encuentran "dura" su palabra, pues dicen: "Dura es esta palabra: ¿quién la puede oír?" (V. 60). Lleno de piedad hacia ellos trata de fortificar su fe que vacila diciéndoles: ¿Esto os escandaliza? ¿Pues qué, al viereis al Hijo del Hombre que sube donde estaba primero? (V. 61 a 62), tratando de traer a sus oyentes a la realidad de que no les está hablando un hombre, sino un hombre Dios, dando su futura ascensión a los cielos como una prueba de su divinidad, pues si ellos llegan a darse cuenta de que quien les habla es Dios verdadero, no tendrán reparo en aceptar su Doctrina, porque Dios es la verdad y todo aquello que es bueno es posible para El.

Pretenden los pastores protestantes, con toda mala fe, que viendo Jesús la mala impresión que en sus oyentes hacían sus palabras, se desdice de ellas, al añadir: el espíritu es el que da vida; la carne nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado, son espíritu y son vida (V. 63).

Sólo quien tenga el entendimiento entenebrecido por el pecado (Ef. IV-18), puede concebir a Cristo desdiciéndose, sólo él puede interpretar estas palabras en el sentido de que Cristo se desdice cuando precisamente con ellas afirma más su doctrina, pues Cristo dice: el espíritu es quien da vida, la carne nada aprovecha porque será nuestro espíritu, no nuestra carne, quien nos haga creer en sus palabras; y todavía más, al decir las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida en vez de desdecirse, afirma por el contrario. Enfáticamente, no que el pan que promete será su Cuerpo solamente de un modo espiritual, sino que sus Palabras "SON ESPIRITU Y VIDA", es decir, no figuras de lenguaje, sino una realidad, porque "espíritu y vida" está en oposición directa a "un símbolo sin vida".

Los judíos bien entendieron así su significado, pues no aceptaron el que pudiera darles su Cuerpo y su Sangre como alimento para sus almas, esa doctrina fue demasiado "dura" para ellos, tanto que leemos en el Evangelio que "desde esto, muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con Él" (V. 66).

¿Será fácil imaginar la tristeza Infinita con la que Jesús habrá visto que aquellos hombres, sus discípulos, que lo habían seguido tanto tiempo, lo iban dejando, apartándose de la Luz y de la Verdad para ir a la oscuridad y a la ruina, porque, habiéndole conocido, el rechazarlo de liberadamente significaba la ruina? Y sin embargo, aunque su piedad es infinita, aunque la voluntad del Padre es que todo lo que le dio no pierda de ello, sino que lo resucite en el día postrero (V. 39), El no los llama, los deja ir. Él SABE BIEN que lo dejan por haber tomado sus palabras literalmente, ¿es de creerse que si hubiera hablado en sentido figurado los hubiera dejado ir así, a su ruina, por una mala interpretación? ¿Podría un Dios de Justicia y de bondad, un Dios que se hizo hombre para redimirnos, dejarlos ir equivocados y no detenerlos y explicarle que sus palabras habían sido figuradas, que El había hablado de su Cuerpo solamente en un sentido abstracto y figurado? Pues Cristo NO LO HACE, los deja ir por el contrario, pensando de El que es un loco, un blasfemo, y volviéndose a sus doce Apóstoles, los únicos que de tanta gente ruedan cerca de El, les dice:¿Queréis vosotros iros también? (V. 67); mostrando con esto que está pronto también a perder hasta sus doce escogidos, antes de rectificar una sola palabra, una sola letra de lo que ha dicho.

Y es entonces cuando Simón Pedro, como siempre, contestando en nombre de los doce, hace la mayor profesión de fe de todo el Nuevo Testamento, y como un GRITO de fe, salen estas palabras del fondo de sus entrañas:

"Señor, ¿a quién iremos? TU TIENES PALABRAS DE VIDA ETERNA Y NOSOTROS CREEMOS Y CONOCEMOS QUE TU ERES EL CRISTO, EL HIJO DE DIOS VIVIENTE" (V. 68-69).

Y el eco de esos DOS GRITOS que hace 19 siglos resonaron en las orillas del lago Tiberiades, repercuten en todo el mundo aún hoy. Por una parte oímos decir:"¿Cómo puede este Hombre darnos a comer su carne?" y por la otra: "Señor, Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros creemos y conocemos que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente y por eso creemos tu palabra".

¿CUAL DE ESTOS DOS GRITOS ES EL GRITO CATOLICO Y CUAL EL PROTESTANTE?

 

EL CUMPLIMIENTO

Fue un año después de haber hecho esta maravillosa promesa divina, cuando Cristo le dio cumplimiento.

No es uno, son TRES los evangelistas que nos relatan la forma en que Cristo la cumplió. San Mateo XXVI-26, San Marcos XIV-22, y San Lucas XXII-19. Sus relatos hechos en lugares muy distantes, en épocas muy alejadas y aún en lenguas diferentes, concuerdan de modo asombroso en todos sus detalles, no hay en ninguno de ellos ni el grueso de un cabello de donde pudiera deducirse que Cristo hablaba en forma simbólica o figurada.

Esto tuvo lugar en el Cenáculo, el día que los judíos celebraban la Cena Pascual. Jesucristo, rodeado de sus 12 Apóstoles, después de haber cenado "tomando el pan, habiendo dado gracias, partió, y les dio, diciendo: ESTO ES MI CUERPO, que por vosotros es dado: haced esto en memoria de Mi " (Luc. XXII-19).

Imaginad cuál no sería la impresión que estas palabras producirían en los Apóstoles, al comprender que eran la realización de la promesa de Cafarnaum. Que al fin, aquella doctrina que tantos discípulos habían rechazado, habla venido a ser una realidad.

Ellos veían bien que lo que les daba tenía el aspecto del pan, que como pan sabía, olía y se sentía, pero sabían y creían que Cristo era Dios, que no podía decir mentiras y que sus palabras tenían una eficacia divina, por lo que, en el momento en el que El las pronuncia aquello que tenía en las manos era en realidad la substancia de su cuerpo, aunque conservara toda la apariencia de pan.

Haced esto en memoria mía (Luc. XXII-19), dice Cristo antes de dárselos a comer. "ESTO" lo que El ha hecho, no el comer el pan, pues aún no lo han comido, sino cambiar el pan en su cuerpo. El manda así a sus Apóstoles, los primeros ministros de su Iglesia, que cambien el pan en su cuerpo, dándoles al mismo tiempo el poder para hacerlo, pues es evidente que no va Dios a ordenar el hacer algo sin dar el poder de hacerlo.

Y así lo hicieron sus Apóstoles, y así lo hacen aún sus sucesores legítimos, porque creen que Cristo fue Dios, porque creen que como Dios tiene el poder de cambiar la sustancia del pan, en su propio cuerpo y como Dios puede dar a los ministros de su Iglesia el poder de continuar su labor cuando su Divina Presencia nos estuviera vedada visiblemente sobre la tierra.

Resumiendo lo anterior podemos decir:

Creernos los católicos que Nuestro Señor Jesucristo está realmente presente en la Sagrada Eucaristía, PORQUE EL ASI LO DIJO y creemos en Él y nada dijo nunca más claramente que eso.

 

PARTE DEL CAPÍTULO VI DEL EVANGELIO DE SAN JUAN, EN EL QUE N. S. JESUCRISTO NOS PROMETE LA DIVINA EUCARISTÍA.

30- Dijéronle entonces: ¿Qué señal pues haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obras?

31- Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como esta escrito: Pan del cielo les dio a comer.

32- Y Jesús les dijo: De cierto, os digo: No os dio Moisés pan del cielo; más mi Padre os da el verdadero pan del cielo.

33- Porque el pan de DIOS es aquél que descendió del cielo y da vida al mundo. -

34- Y dijéronle: Señor, danos siempre este pan.

35- Y Jesús del dijo: soy el pan de vida: el que a mi viene, nunca tendrá hambre; y el que en mi cree, no tendrá sed jamás.

36- Más os he dicho, que aunque me habéis visto no creéis.

37- Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene no la echo fuera.

38- Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, más la voluntad del que me envió.

39- y esta es la voluntad del que me envió, del Padre: Que todo lo que me diere, no pierda de ello, sino que lo resucite en el día postrero.

40- Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en El, tenga vida eterna: y yo le resucitaré en el día postrero.

41- Murmuraban entonces de él los Judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendí del cielo.

42- Y decían: ¿ No es este Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, Pues, dice éste: Del cielo he descendido?

43- Y Jesús respondió, y díjoles: No mumuréis entre vosotros.

44- Ninguno puede venir a mi si el padre que me envió no lo trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.

45- Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados de Dios. Así que, todo aquel que oyó del Padre, y aprendió, viene a mí.

46- No que alguno haya visto al Padre, sino. aquel que vino de Dios, éste ha visto al Padre.

47- De cierto, digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.

48-Yo soy el pan de vida.

49- Vuestros padres comieron el maná en el desierto Y son muertos.

50- Este es el pan desciende del ciclo, para que el que de él comiere, no muera.

51- Yo soy el pan vivo que he descendido del, cielo: si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y EL PAN QUE YO DARE ES MI CARNE, la cual yo daré por la vida del mundo.

52- Entonces los Judíos contendían entre sí diciendo: ¿Cómo puede éste darnos su carne a comer?

53- Y Jesús les dijo: De cierto, os digo: si no comiereis la carne del Hijo del hombre y bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros.

54- El que como mi carne y bebe m sangre, tiene vida eterna: y yo le resucitaré en el día postrero.

55- Porque MI CARNE ES VERDADERA COMIDA, y MI SANGRE VERDADERA BEBIDA.

56- El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.

57- Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asi mismo el que me come, él también vivirá por mí.

58- Este es el pan que descendió del cielo: no como vuestros padres comieron el maná, y son muertos: el que arme de este pan, vivirá eternamente.

59- Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum

60- Y muchos de sus discípulos oyéndolo, dijeron: Dura es esta palabra: ¿quién la puede oír?

61- Y sabiendo Jesús en el mismo que sus discípulos murmuraban de esto, dijoles: ¿Esto os escandaliza?

62 -¿Pues qué, si viereis al Hijo del hombre que sube dónde estaba primero?

63- El espíritu es el que da vida; la carne nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado, son espíritu, y son vida.

64 -Más hay algunos de Vosotros que no creen. Por que Jesús desde el principio sabía quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar.

65- Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre.

66- Desde esto, muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.

67- Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis vosotros iros también?

68- Y respondióle Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? tú tienes palabras de vida eterna.

69- Y nosotros creernos y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente.

70- Jesús les respondió: ¿ No he escogido yo a vosotros doce, y uno de vosotros es diablo?

71- Y hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón, porque éste era el que le había de entregar, el cual era uno de los doce.

 


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