MISAL ABRIL DEL 2011 / www.laverdadcatolica.org |
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28 |
Intenciones del Santo Padre para el mes de Abril 2011 |
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GENERAL | |
Para que por el anuncio creíble del Evangelio, la Iglesia sepa ofrecer a las nuevas generaciones, razones siempre nueva de vida y esperanza. |
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MISIONAL | |
Para que los misioneros, mediante la proclamación del Evangelio y el testimonio de vida, sepan llevar a Cristo a los que aún no lo conocen. |
Santos. Melitón de Sardes, obispo; Hugo de Grenoble, abad; Luis Pavoni, presbítero. Feria (Morado)
EL AMOR DESMEDIDO DE DIOS
Os 14, 2-10; Mc 12, 28-34
El diálogo final que comparte el profeta Oseas culmina favorablemente. El pueblo animado por el profeta confiesa su pecado y Dios responde ofreciendo un amor desmedido a un pueblo obstinado. La señal palpable del perdón divino serán los numerosos beneficios que Dios regalará a su pueblo. Israel volverá a disfrutar de la bendición divina. En el evangelio descubrimos que el escriba judío que conversa con Jesús, tiene claridad sobre los valores fundamentales, puesto que descubre que la fidelidad y el amor a Dios, son más valiosos que todas las ofrendas materiales.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 85, 8. 10)
Señor, no hay otro dios igual a ti, porque sólo tú eres grande y haces maravillas; porque sólo tú eres Dios.
ORACIÓN COLECTA
Infunde Señor, en nosotros tu gracia para que podamos dominar nuestras pasiones y permanecer fieles a tus palabras de vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Nunca llamaremos ya "dios nuestro" a las obras de nuestras manos.
Lectura del libro del profeta Oseas: 14, 2-10
Esto dice el Señor
Dios: "Israel, conviértete al Señor, Dios tuyo, pues tu maldad
te ha hecho sucumbir.
Arrepiéntanse y acérquense al Señor para decirle: 'Perdona
todas nuestras maldades, acepta nuestro arrepentimiento sincero, que solemnemente
te prometemos.
Ya no nos salvará Asiria, ya no confiaremos en nuestro ejército,
ni volveremos a llamar "dios nuestro" a las obras de nuestras manos,
pues sólo en ti encuentra piedad el huérfano'.
Yo perdonaré sus infidelidades, dice el Señor; los amaré
aunque no lo merezcan, porque mi cólera se ha apartado de ellos. Seré
para Israel como rocío; mi pueblo florecerá como el lirio, hundirá
profundamente sus raíces, como el álamo, y sus renuevos se propagarán;
su esplendor será como el del olivo y tendrá la fragancia de los
cedros del Líbano.
Volverán a vivir bajo mi sombra, cultivarán los trigales y las
viñas, que serán tan famosas como las del Líbano. Ya nada
tendrá que ver Efraín con los ídolos.
Yo te he castigado, pero yo también te voy a restaurar, pues soy como
un ciprés, siempre verde, y gracias a mí, tú das frutos.
Quien sea sabio, que comprenda estas cosas y quien sea prudente, que las conozca.
Los mandamientos del Señor son rectos y los justos los cumplen; los pecadores,
en cambio, tropiezan en ellos y caen". Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
Del salmo 80 R/.
Yo soy tu Dios, escúchame.
Oyó Israel palabras nunca oídas: "He quitado la
carga de tus hombros y el pesado canasto de tus manos. Clamaste en la aflicción
y te libré. R/.
Te respondí, oculto entre los truenos, y te probé en Meribá,
junto a la fuente. Escucha, pueblo mío, mi advertencia, ¡Israel,
si quisieras escucharme! R/.
No tendrás otro Dios, fuera de mí, ni adorarás a dioses
extranjeros, porque yo el Señor, soy el Dios tuyo, que te sacó
de Egipto, tu destierro. R/.
¡Ojalá que mi pueblo me escuchara y cumpliera Israel mis mandamientos!
Comería de lo mejor de mi trigo y yo lo saciaría con miel silvestre".
R/.
ACLAMACIÓN
(Mt 4, 17) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Conviértanse, dice el Señor, porque ya está cerca
el Reino de los cielos. R/.
El Señor tu Dios es el único Dios: ámalo.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Marcos: 12, 28-34
En
aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó:
"¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?". Jesús
le respondió: "El primero es: Escucha, Israel: El Señor,
nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor,
tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con
todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo
como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos".
El escriba replicó: "Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando
dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de Él,
y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas,
y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos
y sacrificios".
Jesús, viendo que había hablado muy sensatamente, le dijo: "No
estás lejos del Reino de Dios". Y ya nadie se atrevió a hacerle
más preguntas. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor
Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Mira, Señor, con benevolencia los dones que te presentamos; que te sean agradables y se conviertan para nosotros en fuente de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (cfr. Mc 12, 33)
Amar a Dios con todo el corazón y al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los sacrificios.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que la fuerza de tu Espíritu vigorice, Señor, todo nuestro ser para que podamos obtener plenamente la salvación, cuya prenda hemos recibido en esta Eucaristía. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Santos: Francisco de Paula, fundador; María Egipciaca, penitente. Beata Isabel Vendramini, fundadora.
Vísperas I del domingo: 4a semana del Salterio. Tomo II: pp. 1412, 3 y 248. Para los fieles: pp. 722 y 178. Edición popular: pp. 289 y 433. Feria (Morado)
LA MISERICORDIA ANTECEDE A TODO
Os 6, 1-6; Lc.18, 9-14
En la profecía de Oseas resuena con particular fuerza la frase que afirma la prioridad de la misericordia sobre el culto exterior. El Dios compasivo se complace en la misericordia que sus fieles se regalan generosamente. En la misma sintonía nos presenta el evangelista la parábola del fariseo y el recaudador. Cada uno de los personajes caracteriza una determinada actitud. Humildad y soberbia, vanagloria y sencillez. Tan opuestas entre sí, como el día y la noche. Dios acoge gustosamente a quien reconoce con toda honestidad su condición pecadora.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 102, 2-3)
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios: Él perdona todas tus culpas.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Señor, que celebrando con alegría esta Cuaresma, de tal modo penetremos el significado del misterio pascual, que obtengamos la plenitud de sus frutos. Por nuestro Señor Jesucristo.
LITURGIA DE LA PALABRA
Yo quiero misericordia y no sacrificios.
Lectura del libro del profeta Oseas: 6, 1-6
Esto dice el Señor:
"En su aflicción, mi pueblo me buscará y se dirán
unos a otros: 'Vengan, volvámonos al Señor; Él nos ha desgarrado
y Él nos curará; Él nos ha herido y Él nos vendará.
En dos días nos devolverá la vida, y al tercero, nos levantará
y viviremos en su presencia.
Esforcémonos por conocer al Señor; tan cierta como la aurora es
su aparición y su juicio surge como la luz; bajará sobre nosotros
como lluvia temprana, como lluvia de primavera que empapa la tierra'.
¿Qué voy a hacer contigo, Efraín? ¿Qué voy
a hacer contigo, Judá? Su amor es nube mañanera, es rocío
matinal que se evapora. Por eso los he azotado por medio de los profetas y les
he dado muerte con mis palabras. Porque yo quiero misericordia y no sacrificios,
conocimiento de Dios, más que holocaustos". Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del
salmo 50 R/. Misericordia quiero, no sacrificios, dice el Señor.
Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate
de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos,
y purifícame de mis pecados. R/.
Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios y si te ofreciera
un holocausto, no te agradaría. Un corazón contrito te presento,
y a un corazón contrito, tú nunca lo desprecias. R/.
Señor, por tu bondad, apiádate de Sión, edifica de nuevo
sus murallas. Te agradarán entonces los sacrificios justos, ofrendas
y holocaustos. R/.
ACLAMACIÓN
(cfr. Sal 94, 8) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice: "No endurezcan
su corazón". R/.
El publicano regresó a su casa justificado y el fariseo no.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Lucas: 18, 9-14
En aquel tiempo,
Jesús dijo esta parábola sobre algunos que se tenían por
justos y despreciaban a los demás:
"Dos hombres subieron al templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano.
El fariseo, erguido, oraba así en su interior: 'Dios mío, te doy
gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos y adúlteros;
tampoco soy como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo
de todas mis ganancias'.
El publicano, en cambio, se quedó lejos y no se atrevía a levantar
los ojos al cielo. Lo único que hacía era golpearse el pecho,
diciendo: 'Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador'.
Pues bien, yo les aseguro que éste bajó a su casa justificado
y aquél no; porque todo el que se enaltece será humillado y el
que se humilla será enaltecido". Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Tú que nos purificas con tu gracia para que nos acerquemos dignamente a tu Eucaristía, concédenos, Señor, celebrarla de tal modo, que podamos rendirte una alabanza perfecta. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Lc 18, 13)
El publicano, manteniéndose a distancia, se golpeaba el pecho y decía: Señor, ten piedad de mí porque soy un pecador.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios de misericordia, que no cesas de alimentarnos con tu santa Eucaristía, concédenos venerarla siempre con respeto y recibirla con fe profunda. Por Jesucristo, nuestro Señor.
IV DOMINGO DE CUARESMA
Santos: Ricardo Wych, obispo; Sixto I, Papa y mártir; Luis Scrosoppi, fundador (Morado o Rosa)
LAS ACCIONES DE LAS TINIEBLAS
1 Sm 16, 1.6-7; Ef 5, 8-14; Jn 9, 1-41
Samuel examinó a cada uno de los hijos de Jesé y a las primeras de cambio se inclinó por el mayor de todos, considerando su imponente presencia y su buena apariencia. El Señor le advirtió lo errado de su proceder y le invitó a mantenerse alerta para descubrir al que él habría de elegir. En la carta a los Efesios el apóstol nos urge a vencer la apatía y la indiferencia y a asumir una actitud proactiva para denunciar las acciones improductivas de las tinieblas. En el evangelio Jesús no solamente denuncia, sino que erradica, las obras de las tinieblas, al devolver la vista a un hombre que había nacido privado de la misma.
ANTÍFONA DE ENTRADA (cfr. Is 66, 10-11)
Alégrate, Jerusalén, y todos ustedes los que la aman, reúnanse. Regocíjense con ella todos los que participaban de su duelo y quedarán saciados con la abundancia de sus consuelos.
No se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que has reconciliado contigo a la humanidad entera por medio de tu Hijo, concede al pueblo cristiano prepararse con fe viva y entrega generosa a celebrar las fiestas de la Pascua. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
David es ungido como rey de Israel.
Lectura del primer libro de Samuel: 16, 1. 6-7. 10-13
En aquellos días,
dijo el Señor a Samuel: "Ve a la casa de Jesé, en Belén,
porque de entre sus hijos me he escogido un rey. Llena, pues, tu cuerno de aceite
para ungirlo y vete".
Cuando llegó Samuel a Belén y vio a Eliab, el hijo mayor de Jesé,
pensó: "Éste es, sin duda, el que voy a ungir como rey".
Pero el Señor le dijo: "No te dejes impresionar por su aspecto ni
por su gran estatura, pues yo lo he descartado, porque yo no juzgo como juzga
el hombre. El hombre se fija en las apariencias, pero el Señor se fija
en los corazones".
Así fueron pasando ante Samuel siete de los hijos de Jesé; pero
Samuel dijo: "Ninguno de éstos es el elegido del Señor".
Luego le preguntó a Jesé: "¿Son éstos todos
tus hijos?". Él respondió: "Falta el más pequeño,
que está cuidando el rebaño". Samuel le dijo: "Hazlo
venir, porque no nos sentaremos a comer hasta que llegue". Y Jesé
lo mandó llamar.
El muchacho era rubio, de ojos vivos y buena presencia. Entonces el Señor
dijo a Samuel: "Levántate y úngelo, porque éste es".
Tomó Samuel el cuerno con el aceite y lo ungió delante de sus
hermanos. A partir de aquel día, el espíritu del Señor
estuvo con David. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del
salmo 22. R/. El Señor es mi pastor, nada me faltará.
El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar
y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. R/.
Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así,
aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás
conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad. R/.
Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges
la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días
de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin
término. R/.
Levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los efesios: 5, 8-14
Hermanos: En otro
tiempo ustedes fueron tinieblas, pero ahora, unidos al Señor, son luz.
Vivan, por lo tanto, como hijos de la luz. Los frutos de la luz son la bondad,
la santidad y la verdad. Busquen lo que es agradable al Señor y no tomen
parte en las obras estériles de los que son tinieblas.
Al contrario, repruébenlas abiertamente; porque, si bien las cosas que
ellos hacen en secreto da vergüenza aun mencionarlas, al ser reprobadas
abiertamente, todo queda en claro, porque todo lo que es iluminado por la luz
se convierte en luz. Por eso se dice: Despierta, tú que duermes; levántate
de entre los muertos y Cristo será tu luz. Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN
(Jn 8, 12) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue tendrá
la luz de la vida. R/.
Fue, se lavó y volvió con vista.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 9, 1-41
En aquel tiempo,
Jesús vio al pasar a un ciego de nacimiento, y sus discípulos
le preguntaron: "Maestro, ¿quién pecó para que éste
naciera ciego, él o sus padres?". Jesús respondió:
"Ni él pecó, ni tampoco sus padres. Nació así
para que en él se manifestaran las obras de Dios. Es necesario que yo
haga las obras del que me envió, mientras es de día, porque luego
llega la noche y ya nadie puede trabajar. Mientras esté en el mundo,
yo soy la luz del mundo".
Dicho esto, escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, se lo puso
en los ojos al ciego y le dijo: "Ve a lavarte en la piscina de Siloé"
(que significa 'Enviado'). Él fue, se lavó y volvió con
vista.
Entonces los vecinos y los que lo habían visto antes pidiendo limosna,
preguntaban: "¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna?".
Unos decían: "Es el mismo". Otros: "No es él, sino
que se le parece". Pero él decía: "Yo soy". Y le
preguntaban: "Entonces, ¿cómo se te abrieron los ojos?".
El les respondió: "El hombre que se llama Jesús hizo lodo,
me lo puso en los ojos y me dijo: 'Ve a Siloé y lávate'. Entonces
fui, me lavé y comencé a ver". Le preguntaron: "¿En
dónde está Él?". Les contestó: "No lo
sé".
Llevaron entonces ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado
el día en que Jesús hizo lodo y le abrió los ojos. También
los fariseos le preguntaron cómo había adquirido la vista. Él
les contestó: "Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo".
Algunos de los fariseos comentaban: "Ese hombre no viene de Dios, porque
no guarda el sábado". Otros replicaban: "¿Cómo
puede un pecador hacer semejantes prodigios?". Y había división
entre ellos. Entonces volvieron a preguntarle al ciego: "Y tú, ¿qué
piensas del que te abrió los ojos?". Él les contestó:
"Que es un profeta".
Pero los judíos no creyeron que aquel hombre, que había sido ciego,
hubiera recobrado la vista. Llamaron, pues, a sus padres y les preguntaron:
"¿Es éste su hijo, del que ustedes dicen que nació
ciego? ¿Cómo es que ahora ve?". Sus padres contestaron: "Sabemos
que éste es nuestro hijo y que nació ciego. Cómo es que
ahora ve o quién le haya dado la vista, no lo sabemos. Pregúntenselo
a él; ya tiene edad suficiente y responderá por sí mismo".
Los padres del que había sido ciego dijeron esto por miedo a los judíos,
porque éstos ya habían convenido en expulsar de la sinagoga a
quien reconociera a Jesús como el Mesías. Por eso sus padres dijeron:
'Ya tiene edad; pregúntenle a él'.
Llamaron de nuevo al que había sido ciego y le dijeron: "Da gloria
a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador". Contestó él:
"Si es pecador, yo no lo sé; sólo sé que yo era ciego
y ahora veo". Le preguntaron otra vez: "¿Qué te hizo?
¿Cómo te abrió los ojos?". Les contestó: "Ya
se lo dije a ustedes y no me han dado crédito. ¿Para qué
quieren oírlo otra vez? ¿Acaso también ustedes quieren
hacerse discípulos suyos?". Entonces ellos lo llenaron de insultos
y le dijeron: "Discípulo de ése lo serás tú.
Nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés
le habló Dios. Pero ése, no sabemos de dónde viene".
Replicó aquel hombre: "Es curioso que ustedes no sepan de dónde
viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a
los pecadores, pero al que lo teme y hace su voluntad, a ése sí
lo escucha. Jamás se había oído decir que alguien abriera
los ojos a un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no tendría
ningún poder". Le replicaron: "Tú eres puro pecado desde
que naciste, ¿cómo pretendes darnos lecciones?". Y lo echaron
fuera. Supo Jesús que lo habían echado fuera, y cuando lo encontró,
le dijo: "¿Crees tú en el Hijo del hombre?". Él
contestó: "¿Y quién es, Señor, para que yo
crea en él?" Jesús le dijo: "Ya lo has visto; el que
está hablando contigo, ése es". Él dijo: "Creo,
Señor". Y postrándose, lo adoró.
Entonces le dijo Jesús: "Yo he venido a este mundo para que se definan
los campos: para que los ciegos vean, y los que ven queden ciegos". Al
oír esto, algunos fariseos que estaban con Él le preguntaron:
"¿Entonces también nosotros estamos ciegos?". Jesús
les contestó: "Si estuvieran ciegos, no tendrían pecado;
pero como dicen que ven, siguen en su pecado". Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Credo.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te presentamos, Señor, llenos de alegría, estas ofrendas para el sacrificio y pedimos tu ayuda para celebrarlo con fe sincera y ofrecerlo dignamente por la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
En verdad es justo
y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque Cristo, Señor nuestro, se dignó hacerse hombre para conducir
al género humano, peregrino en tinieblas, al esplendor de la fe; y a
los que nacieron esclavos del pecado, los hizo renacer por el bautismo y los
transformó en hijos adoptivos del Padre.
Por eso, Señor, todas tus creaturas en el cielo y en la tierra te adoran
cantando un cántico nuevo, y también nosotros, con los ángeles,
te aclamamos por siempre diciendo: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (cfr. Jn 9, 11)
El Señor me puso lodo sobre los ojos; yo fui a lavarme. Ahora veo y creo en Dios.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios nuestro, luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo, ilumina nuestros corazones con el resplandor de tu gracia, para que nuestros pensamientos te sean agradables y te amemos con toda sinceridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- El milagro de Jesús no puede ser desautorizado por sus adversarios. Por más que amenacen e intimiden al ciego y a sus padres, los hechos palpables resplandecen ante los numerosos testigos. El comentario final del evangelista exhibe la situación adversa en que se encontraban los contemporáneos de Jesús al no querer reconocer su propia ceguera. Algo parecido nos podría estar sucediendo, tanto a nivel personal como social. Sabemos cuáles son los retos y compromisos que debemos asumir como padres de familia, esposos o ciudadanos, pero nos falta valor y decisión para organizarnos y comprometernos. El autor de la carta a los Efesios hace un planteamiento más directo que resuena con particular fuerza en este momento: no se hagan cómplices de las acciones improductivas de las tinieblas, denúncielas.
LOS CIELOS NUEVOS Y LA TIERRA NUEVA
Is 65, 17-21; Jn 4, 43-54
El profeta anuncia el advenimiento de un nuevo ciclo histórico que gustosamente denomina con el nombre de cielos nuevos y tierra nueva. Las transformaciones que ocurrirán serán novedosas, puesto que se desterrará el abuso, la opresión y la violencia contra los jóvenes y los niños. Sera una sociedad organizada para promover el bienestar de todos sus miembros. En el evangelio de san Juan, el Señor Jesús regresa a Caná de Galilea y restituye la salud a un funcionario real que tenía un hijo enfermo. El narrador nos la presenta como una curación a distancia, obrada para suscitar la fe de aquella generación incrédula.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 30, 7-8)
Yo tengo mi confianza en ti, Señor, yo gozaré y me alegraré porque has mirado con bondad mi desgracia y conoces mis angustias.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que renuevas este mundo por medio de tus sacramentos, concede a tu Iglesia aprovechar estos signos misteriosos de tu presencia y asístela siempre en sus necesidades materiales. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Ya no se oirán gemidos ni llantos.
Lectura del libro del profeta Isaías: 65, 17-21
Esto dice el Señor: "Voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva; ya no recordaré lo pasado, lo olvidaré de corazón. Se llenarán ustedes de gozo y de perpetua alegría por lo que voy a crear: Convertiré a Jerusalén en júbilo y a mi pueblo en alegría. Me alegraré por Jerusalén y me gozaré por mi pueblo. Ya no se oirán en ella gemidos ni llantos. Ya no habrá niños que vivan pocos días, ni viejos que no colmen sus años y al que no los alcance se le tendrá por maldito. Construirán casas y vivirán en ellas, plantarán viñas y comerán sus frutos". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del
salmo 29 R/. Te alabaré, Señor, eternamente.
Te alabaré, Señor, pues no dejaste que se rieran de mí
mis enemigos. Tú, Señor, me salvaste de la muerte y a punto de
morir, me reviviste. R/.
Alaben al Señor quienes lo aman, den gracias a su nombre, porque su ira
dura un solo instante y su bondad, toda la vida. El llanto nos visita por la
tarde; por la mañana, el júbilo. R/.
Escúchame, Señor, y compadécete; Señor, ven en mi
ayuda. Convertiste mi duelo en alegría, te alabaré por eso eternamente.
R/.
ACLAMACIÓN
(cfr. Am 5, 14) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Busquen el bien y no el mal, para que vivan, y el Señor estará
con ustedes. R/.
Vete, tu hijo ya está sano.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 4, 43-54
En aquel tiempo,
Jesús salió de Samaria y se fue a Galilea. Jesús mismo
había declarado que a ningún profeta se le honra en su propia
patria. Cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían
visto todo lo que Él había hecho en Jerusalén durante la
fiesta, pues también ellos habían estado allí.
Volvió entonces a Caná de Galilea, donde había convertido
el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía
un hijo enfermo en Cafarnaúm. Al oír éste que Jesús
había venido de Judea a Galilea, fue a verlo y le rogó que fuera
a curar a su hijo, que se estaba muriendo. Jesús le dijo: "Si no
ven ustedes signos y prodigios, no creen". Pero el funcionario del rey
insistió: "Señor, ven antes de que mi muchachito muera".
Jesús le contestó: "Vete, tu hijo ya está sano".
Aquel hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino.
Cuando iba llegando, sus criados le salieron al encuentro para decirle que su
hijo ya estaba sano. Él les preguntó a qué hora había
empezado la mejoría. Le contestaron: "Ayer, a la una de la tarde,
se le quitó la fiebre". El padre reconoció que a esa misma
hora Jesús le había dicho: 'Tu hijo ya está sano', y creyó
con todos los de su casa. Éste fue el segundo signo que hizo Jesús
al volver de Judea a Galilea. Palabra del Señor. Gloria a
ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Como fruto de este sacrificio que vamos a ofrecerte, líbranos, Señor, de la esclavitud de nuestros vicios y danos fortaleza para vivir de acuerdo con tu Evangelio. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Ez 36, 27)
Infundiré mi espíritu en ustedes para que vivan según mis mandamientos y cumplan mi voluntad, dice el Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que esta santa comunión, Señor, renueve y santifique nuestra vida y nos ayude a alcanzar los bienes eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Santos: Vicente Ferrer, presbítero; frene de Grecia, mártir; María Crescencia Hoss, laica. Feria (Morado)
EL MANANTIAL QUE BROTA DEL TEMPLO
Ez 47, 1-9.12; Jn 5, 1-3.5-16
El profeta Ezequiel contempla en una visión extraordinaria el manantial vivificante que brota del templo. Los arenales y los barrancos pedregosos que descendían al sur de Jerusalén quedarían humedecidos de aquella agua que vivificaría todo el entorno, llenándolo de verdor y de frondas frescas. En el relato evangélico, el Señor Jesús llena de sentido las imágenes simbólicas de Ezequiel, acercándose a la piscina próxima al templo, con la intención de devolverle al paralítico la movilidad y la alegría de vivir. Los escrupulosos defensores de la legalidad se incomodaron al saber que Jesús le había autorizado a que celebrara su salud recién recuperada, cargando en sábado su propia camilla
ANTÍFONA DE ENTRADA (cfr. Is 55, 1)
Todos los que están sedientos, vengan por agua, dice el Señor; Aunque no tengan dinero, vengan a beber con alegría.
ORACIÓN COLECTA
Que los sacrificios y oraciones cuaresmales dispongan, Señor, a tus hijos para celebrar dignamente el misterio pascual y trasmitir al mundo el feliz anuncio de la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Vi salir agua del templo: era un agua que daba vida y fertilidad.
Lectura del libro del profeta Ezequiel: 47, 1-9. 12
En aquellos tiempos,
un hombre me llevó a la entrada del templo. Por debajo del umbral manaba
agua hacia el oriente, pues el templo miraba hacia el oriente, y el agua bajaba
por el lado derecho del templo, al sur del altar.
Luego me hizo salir por el pórtico del norte y dar la vuelta hasta el
pórtico que mira hacia el oriente, y el agua corría por el lado
derecho. Aquel hombre salió hacia el oriente, y con la cuerda que tenía
en la mano, midió quinientos metros y me hizo atravesar por el agua,
que me daba a los tobillos. Midió otros quinientos metros y me hizo pasar;
el agua me daba a las rodillas. Midió quinientos más y me hizo
cruzar; el agua me daba a la cintura. Era ya un torrente que yo no podía
vadear, pues habían crecido las aguas y no se tocaba el fondo. Entonces
me dijo: "¿Has visto, hijo de hombre?".
Después me hizo volver a la orilla del torrente, y al mirar hacia atrás,
vi una gran cantidad de árboles en una y otra orilla. Aquel hombre me
dijo: "Estas aguas van hacia la región oriental; bajarán
hasta el Arabá, entrarán en el mar de aguas saladas y lo sanearán.
Todo ser viviente que se mueva por donde pasa el torrente, vivirá; habrá
peces en abundancia, porque los lugares a donde lleguen estas aguas quedarán
saneados y por dondequiera que el torrente pase, prosperará la vida.
En ambas márgenes del torrente crecerán árboles frutales
de toda especie, de follaje perenne e inagotables frutos. Darán frutos
nuevos cada mes, porque los riegan las aguas que manan del santuario. Sus frutos
servirán de alimento y sus hojas, de medicina". Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
Del
salmo 45 R/. Con nosotros está Dios, el Señor.
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, quien en todo peligro nos socorre.
Por eso no tememos, aunque tiemble, y aunque al fondo del mar caigan los montes.
R/.
Un río alegra a la ciudad de Dios, su morada el Altísimo hace
santa. Teniendo a Dios, Jerusalén no teme, porque Dios la protege desde
el alba. R/.
Con nosotros está Dios, el Señor; es el Dios de Israel nuestra
defensa. Vengan a ver las cosas sorprendentes que ha hecho el Señor sobre
la tierra. R/.
ACLAMACIÓN
(Sal 50, 12. 14) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Crea en mí, Señor, un corazón puro y devuélveme
tu salvación, que regocija. R/.
Al momento el hombre quedó curado.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 5, 1-3. 5-16
Era un día
de fiesta para los judíos, cuando Jesús subió a Jerusalén.
Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las Ovejas, una piscina llamada
Betesdá, en hebreo, con cinco pórticos, bajo los cuales yacía
una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. Entre ellos estaba
un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.
Al verlo ahí tendido y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo en tal estado,
Jesús le dijo: "¿Quieres curarte?". Le respondió
el enfermo: "Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando
se agita el agua. Cuando logro llegar, ya otro ha bajado antes que yo".
Jesús le dijo: "Levántate, toma tu camilla y anda".
Al momento el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a
andar.
Aquel día era sábado. Por eso los judíos le dijeron al
que había sido curado: "No te es lícito cargar tu camilla".
Pero él contestó: "El que me curó me dijo: 'Toma tu
camilla y anda' ". Ellos le preguntaron: "¿Quién es
el que te dijo: 'Toma tu camilla y anda'?". Pero el que había sido
curado no lo sabía, porque Jesús había desaparecido entre
la muchedumbre. Más tarde lo encontró Jesús en el templo
y le dijo: "Mira, ya quedaste sano. No peques más, no sea que te
vaya a suceder algo peor". Aquel hombre fue y les contó a los judíos
que el que lo había curado era Jesús. Por eso los judíos
perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, los dones que tu providencia nos ha dado para sostén de nuestra vida mortal y conviértelos, para nosotros, en alimento que da la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 22, 1-2)
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace reposar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que este sacramento, Señor, purifique y renueve nuestro espíritu e infunda en nuestro cuerpo la fuerza necesaria para vivir y morir cristianamente. Por Jesucristo, nuestro Señor.
JESÚS, LUZ DE LAS NACIONES
Is 49, 8-15; Jn 5, 17-30
El mensaje de Jesús tiene una carga emancipatoria incomparable. Quien lo escucha con apertura consigue ir desmontando los mecanismos alienantes que encadenan y someten a los inexpertos. Jesús comunica un mensaje liberador, que hace pasar a sus discípulos de la muerte a la vida. En cierto sentido, Jesús está apropiándose de los encargos que el Señor le confiara al Siervo de Israel. Las curaciones y todos los signos que Jesús realizó a favor de los hombres y mujeres que apelaron a su compasión, fueron la manifestación del amor benevolente de Dios por los afligidos.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 68, 14)
Ahora, Señor, que estás dispuesto a escucharme, elevo a ti mi súplica: Respóndeme, Dios mío, según tu gran amor y tu fidelidad a las promesas.
ORACIÓN COLECTA
Señor, tú que recompensas al justo y perdonas al pecador que se arrepiente, ten piedad de nosotros, para que la humilde confesión de nuestras faltas nos obtenga tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Te constituí como alianza para el pueblo, para restaurar la tierra.
Lectura del libro del profeta Isaías: 49, 8-15
Esto dice el Señor:
"En el tiempo de la misericordia te escuché, en el día de
la salvación te auxilié. Yo te formé y te he destinado
para que seas alianza del pueblo: para restaurar la tierra, para volver a ocupar
los hogares destruidos, para decir a los prisioneros: 'Salgan', y a los que
están en tinieblas: 'Vengan a la luz'.
Pastarán de regreso a lo largo de todos los caminos, hallarán
pasto hasta en las dunas del desierto. No sufrirán hambre ni sed, no
los afligirá el sol ni el calor, porque el que tiene piedad de ellos
los conducirá a los manantiales. Convertiré en caminos todas las
montañas y pondrán terraplén a mis calzadas.
Miren: éstos vienen de lejos; aquéllos, del norte y del poniente,
y aquellos otros, de la tierra de Senim.
Griten de alegría, cielos; regocíjate, tierra; rompan a cantar,
montañas, porque el Señor consuela a su pueblo y tiene misericordia
de los desamparados. Sión había dicho: 'El Señor me ha
abandonado, el Señor me tiene en el olvido'. ¿Puede acaso una
madre olvidarse de su criatura hasta dejar de enternecerse por el hijo de sus
entrañas? Aunque hubiera una madre que se olvidara, yo nunca me olvidaré
de ti", dice el Señor todopoderoso. Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
Del
salmo 144 R/. El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso
para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende
a todas sus creaturas. R/.
El Señor es siempre fiel a sus palabras y bondadoso en todas sus acciones.
Da su apoyo el Señor al que tropieza y al agobiado alivia. R/.
Siempre es justo el Señor en sus designios y están llenas de amor
todas sus obras. No está lejos de aquellos que lo buscan; muy cerca está
el Señor, de quien lo invoca. R/.
ACLAMACIÓN
(Jn 11, 25. 26) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor; el que
cree en mí, aunque haya muerto, vivirá. R/.
Como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así el Hijo da la vida a quien Él quiere dársela.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 5, 17-30
En aquel tiempo,
Jesús dijo a los judíos (que lo perseguían por hacer curaciones
en sábado): "Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo".
Por eso los judíos buscaban con mayor empeño darle muerte, ya
que no sólo violaba el sábado, sino que llamaba Padre suyo a Dios,
igualándose así con Dios.
Entonces Jesús les habló en estos términos: "Yo les
aseguro: El Hijo no puede hacer nada por su cuenta y sólo hace lo que
le ve hacer al Padre; lo que hace el Padre también lo hace el Hijo. El
Padre ama al Hijo y le manifiesta todo lo que hace; le manifestará obras
todavía mayores que éstas, para asombro de ustedes. Así
como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también
el Hijo da la vida a quien El quiere dársela. El Padre no juzga a nadie,
porque todo juicio se lo ha dado al Hijo, para que todos honren al Hijo, como
honran al Padre. El que no honra al Hijo tampoco honra al Padre.
Yo les aseguro que, quien escucha mi palabra y cree en el que me envió,
tiene vida eterna y no será condenado en el juicio, porque ya pasó
de la muerte a la vida.
Les aseguro que viene la hora, y ya está aquí, en que los muertos
oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la hayan oído vivirán.
Pues así como el Padre tiene la vida en sí mismo, también
le ha dado al Hijo tener la vida en sí mismo; y le ha dado el poder de
juzgar, porque es el Hijo del hombre.
No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que yacen en la
tumba oirán mi voz y resucitarán: los que hicieron el bien para
la vida; los que hicieron el mal, para la condenación. Yo nada puedo
hacer por mí mismo. Según lo que oigo, juzgo; y mi juicio es justo,
porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que el poder de este sacrificio elimine en nosotros las consecuencias del pecado y nos haga crecer en santidad de vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 3, 17)
Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
No permitas, Señor, que el sacramento que hemos recibido, vaya a ser motivo de condenación, pues tu providencia lo ha instituido para salvación nuestra. Por Jesucristo, nuestro Señor.
MOISÉS INTERCEDE A FAVOR DE SU PUEBLO
Ex 32, 7-14; Jn 5, 31-47
En la primera lectura parece que los papeles se cambian. Moisés llama a Dios al arrepentimiento y el Señor pide permiso a Moisés para desahogar su ira contra el pueblo. Estrategia deliberada de parte de Dios para incitar a Moisés a que interceda por su pueblo. Dios "se sale con la suya", cuando Moisés intercede y termina perdonando al pueblo. En el evangelio el Señor Jesús vuelve a mencionar a Moisés como testigo que avala su propio proceder. Las obras que Jesús realiza y el testimonio de las Escrituras coinciden en presentarlo como el enviado del Padre
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 104, 3-4)
Alégrese el corazón de los que buscan al Señor. Busquen la ayuda del Señor; busquen continuamente su presencia.
ORACIÓN COLECTA
Padre lleno de amor, que nos has concedido la gracia de purificarnos con el arrepentimiento y de santificarnos haciendo el bien a los demás, ayúdanos a permanecer fieles a tus mandamientos, para llegar bien dispuestos a las festividades pascuales. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
No castigues a tu pueblo por sus maldades.
Lectura del libro del Éxodo: 32, 7-14
En aquellos días,
dijo el Señor a Moisés: "Anda, baja del monte, porque tu
pueblo, el que sacaste de Egipto, se ha pervertido. No tardaron en desviarse
del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro
de metal, se han postrado ante él y le han ofrecido sacrificios y le
han dicho: 'Éste es tu dios, Israel; es el que te sacó de Egipto'
".
El Señor le dijo también a Moisés: "Veo que éste
es un pueblo de cabeza dura. Deja que mi ira se encienda contra ellos hasta
consumirlos. De ti, en cambio, haré un gran pueblo".
Moisés trató de aplacar al Señor, su Dios, diciéndole:
"¿Por qué ha de encenderse tu ira, Señor, contra este
pueblo que tú sacaste de Egipto con gran poder y vigorosa mano? ¿Vas
a dejar que digan los egipcios: `Los sacó con malas intenciones, para
hacerlos morir en las montañas y borrarlos de la superficie de la tierra'?
Apaga el ardor de tu ira, renuncia al mal con que has amenazado a tu pueblo.
Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, siervos tuyos, a quienes juraste
por ti mismo, diciendo: 'Multiplicaré su descendencia como las estrellas
del cielo y les daré en posesión perpetua toda la tierra que les
he prometido' ".
Y el Señor renunció al castigo con que había amenazado
a su pueblo. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del
salmo 105 R/. Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.
En el Horeb hicieron un becerro, un ídolo de oro, y lo adoraron. Cambiaron
al Dios que era su gloria por la imagen de un buey que come pasto. R/.
Se olvidaron del Dios que los salvó, y que hizo portentos en Egipto,
en la tierra de Cam, mil maravillas, y en las aguas del Mar Rojo, sus prodigios.
R/.
Por eso hablaba Dios de aniquilarlos; pero Moisés, que era su elegido,
se interpuso, a fin de que, en su cólera, no fuera el Señor a
destruirlos. R/.
ACLAMACIÓN
(Jn 3, 16) Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único,
para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. R/.
El que los acusa es Moisés, en quien ustedes han puesto su esperanza.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 5, 31-47
En aquel tiempo,
Jesús dijo a los judíos: "Si yo diera testimonio de mí,
mi testimonio no tendría valor; otro es el que da testimonio de mí
y yo bien sé que ese testimonio que da de mí, es válido.
Ustedes enviaron mensajeros a Juan el Bautista y él dio testimonio de
la verdad. No es que yo quiera apoyarme en el testimonio de un hombre. Si digo
esto, es para que ustedes se salven. Juan era la lámpara que ardía
y brillaba, y ustedes quisieron alegrarse un instante con su luz. Pero yo tengo
un testimonio mejor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar
y que son las que yo hago, dan testimonio de mí y me acreditan como enviado
del Padre.
El Padre, que me envió, ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca
han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no habita en ustedes,
porque no le creen al que él ha enviado.
Ustedes estudian las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues
bien, ellas son las que dan testimonio de mí. ¡Y ustedes no quieren
venir a mí para tener vida! Yo no busco la gloria que viene de los hombres;
es que los conozco y sé que el amor de Dios no está en ellos.
Yo he venido en nombre de mi Padre y ustedes no me han recibido. Si otro viniera
en nombre propio, a ése sí lo recibirían. ¿Cómo
va a ser posible que crean ustedes, que aspiran a recibir gloria los unos de
los otros y no buscan la gloria que sólo viene de Dios? No piensen que
yo los voy a acusar ante el Padre; ya hay alguien que los acusa: Moisés,
en quien ustedes tienen su esperanza. Si creyeran en Moisés, me creerían
a mí, porque él escribió acerca de mí. Pero, si
no dan fe a sus escritos, ¿cómo darán fe a mis palabras?".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Tú, que conoces nuestra fragilidad, concédenos, Señor, que el sacrificio que vamos a ofrecerte nos purifique de nuestros pecados y nos proteja de todo mal. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jr 31, 33)
Esto dice el Señor: Pondré mi ley en lo más profundo de su ser y la escribiré en sus corazones. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, que esta comunión nos purifique de todas nuestras culpas y nos proteja del pecado, para que gocemos de la plenitud salvadora de tu don. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Santos: Santa Julia de Córcega o de Cartago, mártir. Beato Julián de San Agustín, religioso.Feria (Morado)
EL ALIMENTO QUE NO SE DESGASTA
Sb 2, 1.12-22; Jn 7, 1-2.10. 25-30
El justo lleva una vida distinta de los demás, dice el autor del libro de la Sabiduría. Ese proceder alternativo desencadena la hostilidad y los ataques de los malvados que se sienten exhibidos por el justo. Lo que nos refiere de forma genérica la primera lectura, lo percibimos de forma por demás elocuente en la confrontación de Jesús con las autoridades judías y con las multitudes, que se aproximan a Él por intereses mezquinos. Jesús les echa en cara su proceder injusto, pues lo vienen siguiendo porque esperan comer a sus costillas hasta hartarse, no porque realmente les interese transitar por el camino que conduce a la vida.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 53, 3-4)
Señor, sálvame por tu nombre y líbrame con tu poder. Señor, escucha mi plegaria, atiende a las palabras de mi boca.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que has preparado en tus sacramentos el auxilio adecuado a nuestra debilidad, concédenos recibirlos llenos de gozo y renovar con ellos nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Condenemos al justo a una muerte ignominiosa.
Lectura del libro de la Sabiduría: 2, 1. 12-22
Los malvados dijeron
entre sí, discurriendo equivocadamente: "Tendamos una trampa al
justo, porque nos molesta y se opone a lo que hacemos; nos echa en cara nuestras
violaciones a la ley, nos reprende las faltas contra los principios en que fuimos
educados. Presume de que conoce a Dios y se proclama a sí mismo hijo
del Señor. Ha llegado a convertirse en un vivo reproche de nuestro modo
de pensar y su sola presencia es insufrible, porque lleva una vida distinta
de los demás y su conducta es extraña. Nos considera como monedas
falsas y se aparta de nuestro modo de vivir como de las inmundicias. Tiene por
dichosa la suerte final de los justos y se gloría de tener por padre
a Dios.
Veamos si es cierto lo que dice, vamos a ver qué le pasa en su muerte.
Si el justo es hijo de Dios, Él lo ayudará y lo librará
de las manos de sus enemigos. Sometámoslo a la humillación y a
la tortura para conocer su temple y su valor. Condenémoslo a muerte ignominiosa,
porque dice que hay quien mire por él".
Así discurren los malvados, pero se engañan; su malicia los ciega.
No conocen los ocultos designios de Dios, no esperan el premio de la virtud,
ni creen en la recompensa de una vida intachable. Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
Del
salmo 33 R/. El Señor no está lejos de sus fieles.
En contra del malvado está el Señor, para borrar de la tierra
su memoria. Escucha, en cambio, al hombre justo y lo libra de todas sus congojas.
R/.
El Señor no está lejos de sus fieles y levanta a las almas abatidas.
Muchas tribulaciones pasa el justo, pero de todas ellas Dios lo libra. R/.
Por los huesos del justo vela Dios, sin dejar que ninguno se le quiebre. Salva
el Señor la vida de sus siervos; no morirán quienes en Él
esperan. R/.
ACLAMACIÓN
(Mt 4, 4) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra
que sale de la boca de Dios. R/.
Trataban de capturar a Jesús, pero aún no había llegado su hora.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 7, 1-2. 10. 25-30
En aquel tiempo,
Jesús recorría Galilea, pues no quería andar por Judea,
porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba ya la fiesta de los
judíos, llamada de los Campamentos.
Cuando los parientes de Jesús habían llegado ya a Jerusalén
para la fiesta, llegó también Él, pero sin que la gente
se diera cuenta, como de incógnito. Algunos, que eran de Jerusalén,
se decían: "¿No es éste al que quieren matar? Miren
cómo habla libremente y no le dicen nada. ¿Será que los
jefes se han convencido de que es el Mesías? Pero nosotros sabemos de
dónde viene éste; en cambio, cuando llegue el Mesías, nadie
sabrá de dónde viene".
Jesús, por su parte, mientras enseñaba en el templo, exclamó:
"Conque me conocen a mí y saben de dónde vengo... Pues bien,
yo no vengo, por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; y a Él
ustedes no lo conocen. Pero yo sí lo conozco, porque procedo de Él
y Él me ha enviado". Trataron entonces de capturarlo, pero nadie
le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que el poder salvador de este sacrificio que vamos a ofrecerte, nos libre, Señor, de nuestros pecados, para celebrar dignamente las fiestas pascuales, principio de nuestra salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Ef 1, 7)
Por medio de su Sangre, Cristo nos ha obtenido la redención y el perdón de nuestros pecados. En esto se manifiesta la inmensidad de su gracia.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Por medio de este sacramento, que nos señala el paso de la antigua a la nueva alianza, concédenos, Señor, despojarnos de todo lo que es pecado y revestirnos de la santidad de Cristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Vísperas I del domingo: 1ª. semana del Salterio. Tomo II: pp. 1099, 3 y 314. Para los fieles: pp. 472 y 178. Edición popular: pp. 13 y 435. Feria (Morado)
EL RECHAZO CONSTANTE A LOS PROFETAS
Jr 11, 18-20; Jn 7, 40-53
Jeremías y Jesús se asemejan entre sí por haber padecido el desprecio de las autoridades de Israel. Al profeta lo rechazaron porque denunciaba la falsa confianza que tenían sus contemporáneos y parientes en el culto engañoso. Jeremías exhibió la religiosidad mezquina de los feligreses que subían al templo para tranquilizar su conciencia, sin comprometerse a renovar su vida interior. Cuando los habitantes de Jerusalén advierten la novedad y la fuerza poderosa de la palabra de Jesús, reconocen su condición de Profeta. Sus adversarios, se escudaron en pretextos triviales, para descalificarlo, aduciendo que sus orígenes galileos le impedían ser tenido por profeta o Mesías.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 17, 5-7)
Oleaje de muerte me envolvía, torrentes destructores me aterraban; pero en mi angustia invoqué al Señor y Él escuchó mi voz desde su templo.
ORACIÓN COLECTA
Que tu amor misericordioso dirija siempre, Señor, nuestros deseos y actividades, ya que sin tu ayuda no podemos agradarte. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Yo era como un manso cordero, que es llevado a degollar.
Lectura del libro del profeta Jeremías: 11, 18-20
En aquel tiempo, dijo Jeremías: "El Señor me instruyó y yo comprendí; Él me explicó lo que hacían. Yo era como un manso cordero que es llevado a degollar, y no sabía lo que tramaban contra mí, diciendo: 'Talemos el árbol en su pleno vigor, arranquémoslo de la tierra de los vivos y que su nombre no se pronuncie más'. Ahora tú, Señor de los ejércitos, justo juez, que sondeas lo más íntimo del corazón, haz que yo vea tu venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del
salmo 7 R/. En ti, Señor, me refugio.
En ti, Dios mío, me refugio: de mis perseguidores, sálvame. No
permitas que algunos, como fieras, me destrocen y nadie me rescate. R/.
Tú que llegas, Señor, a lo más hondo del corazón
humano, tú júzgame, Señor, según mis méritos;
conforme a mi inocencia, da tu fallo. Apoya al hombre recto, pon fin a la maldad
de los malvados. R/.
Tengo mi escudo en Dios, que salva a los de recto corazón. Alabaré
al Señor por su justicia y cantaré el nombre del Altísimo.
R/.
ACLAMACIÓN
(cfr. Lc 8, 15) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Dichosos los que cumplen la palabra del Señor con un corazón
bueno y sincero, y perseveran hasta dar fruto. R/.
¿Acaso de Galilea va a venir el Mesías?
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 7, 40-53
En aquel tiempo,
algunos de los que habían escuchado a Jesús comenzaron a decir:
"Este es verdaderamente el profeta". Otros afirmaban: "Éste
es el Mesías". Otros, en cambio, decían: "¿Acaso
el Mesías va a venir de Galilea? ¿No dice la Escritura que el
Mesías vendrá de la familia de David, y de Belén, el pueblo
de David?". Así surgió entre la gente una división
por causa de Jesús. Algunos querían apoderarse de Él, pero
nadie le puso la mano encima.
Los guardias del templo, que habían sido enviados para apresar a Jesús,
volvieron a donde estaban los sumos sacerdotes y los fariseos, y éstos
les dijeron: "¿Por qué no lo han traído?". Ellos
respondieron: "Nadie ha hablado nunca como ese hombre". Los fariseos
les replicaron: "¿Acaso también ustedes se han dejado embaucar
por El? ¿Acaso ha creído en Él alguno de los jefes o de
los fariseos? La chusma ésa, que no entiende la ley, está maldita".
Nicodemo, aquel que había ido en otro tiempo a ver a Jesús, y
que era fariseo, les dijo: "¿Acaso nuestra ley condena a un hombre
sin oírlo primero y sin averiguar lo que ha hecho?". Ellos le replicaron:
"¿También tú eres galileo? Estudia las Escrituras
y verás que de Galilea no ha salido ningún profeta". Y después
de esto, cada uno de ellos se fue a su propia casa. Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, este sacrificio de reconciliación que vamos a ofrecerte y, con la fuerza de tu amor, doblega ante ti nuestras rebeldes voluntades. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 P 1, 19)
Hemos sido rescatados con la Sangre preciosa de Cristo, el Cordero sin defecto y sin mancha.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que tus sacramentos, Señor, nos purifiquen y nos hagan agradables a tus ojos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
V DOMINGO DE CUARESMA
Santos: Macario de Gante, obispo; Ezequiel, profeta. Beato Marcos Fantuzzi, presbítero (Morado)
ESPERANZA DE UNA NUEVA VIDA
Ez 37, 12-14; Rm 8, 8-11; Jn 11, 1-45
El pueblo de Israel había sido deportado a Babilonia para sufrir numerosas vejaciones. En ese largo destierro sintieron que su esperanza se evaporaba y llegaron a sentirse más muertos que vivos. El profeta detecta su desaliento y con una ingeniosa parábola, les anuncia su próximo restablecimiento. Llegará el día en que Dios los hará salir de aquel sepulcro de la cautividad babilónica para marchar a la tierra de Israel. En el relato evangélico el Señor Jesús visita a sus entrañables amigos de Betania y se solidariza eficazmente con su dolor. Lázaro, el hermano de Marta y María había muerto. Sabiéndose enviado del Padre lo invoca confiadamente, pidiéndole la restitución de la vida para Lázaro. Su certidumbre era inquebrantable. Por eso agradeció al Padre que lo hubiera escuchado desde antes de que aconteciera el milagro.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 42, 1-2)
Señor, hazme justicia. Defiende mi causa contra gente sin piedad, sálvame del hombre injusto y malvado, tú que eres mi Dios y mi defensa.
No se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Ven, Señor, en nuestra ayuda, para que podamos vivir y actuar siempre con aquel amor que impulsó a tu Hijo a entregarse por nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Les infundiré mi espíritu y vivirán.
Lectura del libro del profeta Ezequiel: 37, 12-14
Esto dice el Señor Dios: "Pueblo mío, yo mismo abriré sus sepulcros, los haré salir de ellos y los conduciré de nuevo a la tierra de Israel. Cuando abra sus sepulcros y los saque de ellos, pueblo mío, ustedes dirán que yo soy el Señor. Entonces les infundiré mi espíritu y vivirán, los estableceré en su tierra y ustedes sabrán que yo, el Señor, lo dije y lo cumplí". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del
salmo 129 R/. Perdónanos, Señor, y viviremos.
Desde el abismo de mis pecados clamo a ti; Señor, escucha mi clamor;
que estén atentos tus oídos a mi voz suplicante. R/.
Si conservaras el recuerdo de las culpas, ¿quién habría,
Señor, que se salvara? Pero de ti procede el perdón, por eso con
amor te veneramos. R/.
Confío en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra;
mi alma aguarda al Señor, mucho más que a la aurora el centinela.
R/.
Como aguarda a la aurora el centinela, aguarda Israel al Señor, porque
del Señor viene la misericordia y la abundancia de la redención,
y Él redimirá a su pueblo de todas sus iniquidades. R/.
El Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 8, 8-11
Hermanos: Los que
viven en forma desordenada y egoísta no pueden agradar a Dios. Pero ustedes
no llevan esa clase de vida, sino una vida conforme al Espíritu, puesto
que el Espíritu de Dios habita verdaderamente en ustedes. Quien no tiene
el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. En cambio, si Cristo vive en
ustedes, aunque su cuerpo siga sujeto a la muerte a causa del pecado, su espíritu
vive a causa de la actividad salvadora de Dios.
Si el Espíritu del Padre, que resucitó a Jesús de entre
los muertos, habita en ustedes, entonces el Padre, que resucitó a Jesús
de entre los muertos, también les dará vida a sus cuerpos mortales,
por obra de su Espíritu, que habita en ustedes. Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN
(Jn 11, 25. 26) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor; el que cree en
mí no morirá para siempre. R/.
Yo soy la resurrección y la vida.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 11, 1-45
En aquel tiempo,
se encontraba enfermo Lázaro, en Betania, el pueblo de María y
de su hermana Marta. María era la que una vez ungió al Señor
con perfume y le enjugó los pies con su cabellera. El enfermo era su
hermano Lázaro. Por eso las dos hermanas le mandaron decir a Jesús:
"Señor, el amigo a quien tanto quieres está enfermo".
Al oír esto, Jesús dijo: "Esta enfermedad no acabará
en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo
de Dios sea glorificado por ella".
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo, cuando
se enteró de que Lázaro estaba enfermo, se detuvo dos días
más en el lugar en que se hallaba. Después dijo a sus discípulos:
"Vayamos otra vez a Judea". Los discípulos le dijeron: "Maestro,
hace poco que los judíos querían apedrearte, ¿y tú
vas a volver allá?". Jesús les contestó: "¿Acaso
no tiene doce horas el día? El que camina de día no tropieza,
porque ve la luz de este mundo; en cambio, el que camina de noche tropieza,
porque le falta la luz".
Dijo esto y luego añadió: "Lázaro, nuestro amigo,
se ha dormido; pero yo voy ahora a despertarlo". Entonces le dijeron sus
discípulos: "Señor, si duerme, es que va a sanar". Jesús
hablaba de la muerte, pero ellos creyeron que hablaba del sueño natural.
Entonces Jesús les dijo abiertamente: "Lázaro ha muerto,
y me alegro por ustedes de no haber estado allí, para que crean. Ahora,
vamos allá". Entonces Tomás, por sobrenombre el Gemelo, dijo
a los demás discípulos: "Vayamos también nosotros,
para morir con él".
Cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba ya cuatro días
en el sepulcro. Betania quedaba cerca de Jerusalén, como a unos dos kilómetros
y medio, y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María
para consolarlas por la muerte de su hermano. Apenas oyó Marta que Jesús
llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa.
Le dijo Marta a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí,
no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora estoy segura de que Dios
te concederá cuanto le pidas”.
Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará". Marta respondió:
"Ya sé que resucitará en la resurrección del último
día". Jesús le dijo: "Yo soy la resurrección
y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo
aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre.
¿Crees tú esto?". Ella le contestó: "Sí,
Señor. Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de
Dios, el que tenía que venir al mundo".
Después de decir estas palabras, fue a buscar a su hermana María
y le dijo en voz baja: "Ya vino el Maestro y te llama". Al oír
esto, María se levantó en el acto y salió hacia donde estaba
Jesús, porque Él no había llegado aún al pueblo,
sino que estaba en el lugar donde Marta lo había encontrado. Los judíos
que estaban con María en la casa, consolándola, viendo que ella
se levantaba y salía de prisa, pensaron que iba al sepulcro para llorar
allí y la siguieron.
Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo, se echó
a sus pies y le dijo: "Señor, si hubieras estado aquí, no
habría muerto mi hermano". Jesús, al verla llorar y al ver
llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió hasta
lo más hondo y preguntó: "¿Dónde lo han puesto?".
Le contestaron: "Ven, Señor, y lo verás". Jesús
se puso a llorar y los judíos comentaban: "De veras ¡cuánto
lo amaba!". Algunos decían: "¿No podía éste,
que abrió los ojos al ciego de nacimiento, hacer que Lázaro no
muriera?".
Jesús, profundamente conmovido todavía, se detuvo ante el sepulcro,
que era una cueva, sellada con una losa. Entonces dijo Jesús: "Quiten
la losa". Pero Marta, la hermana del que había muerto, le replicó:
"Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días". Le
dijo Jesús: "¿No te he dicho que si crees, verás la
gloria de Dios?". Entonces quitaron la piedra. Jesús levantó
los ojos a lo alto y dijo: "Padre, te doy gracias porque me has escuchado.
Yo ya sabía que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho a causa
de esta muchedumbre que me rodea, para que crean que tú me has enviado".
Luego gritó con voz potente: "¡Lázaro, sal de allí!".
Y salió el muerto, atados con vendas las manos y los pies, y la cara
envuelta en un sudario. Jesús les dijo: "Desátenlo, para
que pueda andar". Muchos de los judíos que habían ido a casa
de Marta y María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron
en Él. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor
Jesús.
Credo
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Tú, que nos has iluminado con las enseñanzas de la fe, escucha, Señor, nuestra oración y purifícanos por medio de este sacrificio. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
En verdad es justo
y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque Cristo, Señor nuestro, que como verdadero hombre lloró
la muerte de su amigo Lázaro y, como verdadero Dios, lo hizo salir vivo
del sepulcro, se ha compadecido de todos los hombres y por medio de sus sacramentos,
nos hace pasar de la muerte a la vida.
Por eso, los mismos ángeles te cantan con júbilo eterno y nosotros
nos unimos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 11, 26)
El que está vivo y cree en mí, dice el Señor, no morirá para siempre.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Dios todopoderoso, a cuantos participamos del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, vivir siempre como miembros suyos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- No se trata de multiplicar las frases retóricas de forma irresponsable. No hay derecho de seguir sembrando más desesperanza en una sociedad desmoralizada ante su presente y su futuro. Sin embargo, hemos de reconocer que así como los israelitas vieron mermada su esperanza en el destierro babilónico o como la familia de Lázaro se afligió por su muerte, muchos hombres y mujeres en este país, vemos cómo se va achicando nuestra esperanza. Los gravísimos problemas sociales que nos afligen forman una larga lista que es de sobra conocida. Es en esta circunstancia que debemos sacar a flote nuestra fe cristiana para que, al confrontarse con la adversidad, se transforme en esperanza firme, activa y perseverante que nos permita resistir y trabajar en medio de las dificultades presentes. ¡El Enviado de Dios sigue con nosotros!
YO TAMPOCO TE CONDENO
Dn 13, 1-9.15-17.19-30. 33-62; Jn 8, 1-11
Las escenas se corresponden tan simétricamente que parecen calcadas. Los hombres ancianos acusan falsa e injustamente a las mujeres de haber cometido adulterio. En el relato de Daniel, los que fungían como jueces de Israel pretendieron abusar de su poder para condenar a una mujer inocente que no accedió a sus chantajes. En el relato evangélico el Señor Jesús, a semejanza de Daniel, que se opuso a la arbitrariedad de los jueces corruptos, salió en defensa de la mujer adúltera, impidiendo que sus acusadores la apedrearan. En el relato, el Señor Jesús trata de forma integral a la mujer pecadora, la acoge con compasión, la defiende de los verdugos abusivos y la invita a llevar a cabo una renovación interior.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 55, 2)
Ten compasión de mí, Señor, porque me pisotean y acosan todo el día mis enemigos.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que con el don de tu amor nos colmas de bendiciones, transfórmanos en una nueva creatura, para que estemos preparados a la Pascua gloriosa de tu Reino. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
La inocencia de Susana.
Lectura del libro del profeta Daniel: 13, 1-9. 15-17. 19- 30. 33-62
En aquel tiempo
vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín, casado con Susana,
hija de Quelcías, mujer muy bella y temerosa de Dios. Sus padres eran
virtuosos y habían educado a su hija según la ley de Moisés.
Joaquín era muy rico y tenía una huerta contigua a su casa, donde
solían reunirse los judíos, porque era estimado por todos. Aquel
año habían sido designados jueces dos ancianos del pueblo; eran
de aquellos de quienes había dicho el Señor: "En Babilonia,
la iniquidad salió de ancianos elegidos como jueces, que pasaban por
guías del pueblo". Estos frecuentaban la casa de Joaquín
y los que tenían litigios que resolver acudían ahí a ellos.
Hacia el mediodía, cuando toda la gente se había retirado ya,
Susana entraba a pasear en la huerta de su marido. Los dos viejos la veían
entrar y pasearse diariamente, y se encendieron de pasión por ella, pervirtieron
su corazón y cerraron sus ojos para no ver al cielo ni acordarse de lo
que es justo.
Un día, mientras acechaban el momento oportuno, salió ella, como
de ordinario, con dos muchachas de su servicio, y como hacía calor, quiso
bañarse en la huerta. No había nadie allí, fuera de los
viejos, que la espiaban escondidos. Susana dijo a las doncellas: "Tráiganme
jabón y perfumes, y cierren las puertas de la huerta mientras me baño".
Apenas salieron las muchachas, se levantaron los dos viejos, corrieron hacia
donde estaba Susana y le dijeron: "Mira: las puertas de la huerta están
cerradas y nadie nos ve. Nosotros ardemos en deseos de ti. Consiente y entrégate
a nosotros. Si no, te vamos a acusar de que un joven estaba contigo y que por
eso despachaste a las doncellas". Susana lanzó un gemido y dijo:
"No tengo ninguna salida; si me entrego a ustedes, será la muerte
para mí; si resisto, no escaparé de sus manos. Pero es mejor para
mí ser víctima de sus calumnias, que pecar contra el Señor".
Y dicho esto, Susana comenzó a gritar. Los dos viejos se pusieron a gritar
también y uno de ellos corrió a abrir la puerta del jardín.
Al oír los gritos en el jardín, los criados se precipitaron por
la puerta lateral para ver qué sucedía. Cuando oyeron el relato
de los viejos, quedaron consternados, porque jamás se había dicho
de Susana cosa semejante.
Al día siguiente, todo el pueblo se reunió en la casa de Joaquín,
esposo de Susana, y también fueron los dos viejos, llenos de malvadas
intenciones contra ella, para hacer que la condenaran a morir. En presencia
del pueblo dijeron: "Vayan a buscar a Susana, hija de Quelcías y
mujer de Joaquín". Fueron por Susana, quien acudió con sus
padres, sus hijos y todos sus parientes. Todos los suyos y cuantos la conocían,
estaban llorando.
Se levantaron entonces los dos viejos en medio de la asamblea y pusieron sus
manos sobre la cabeza de Susana. Ella, llorando, levantó los ojos al
cielo, porque su corazón confiaba en el Señor. Los viejos dijeron:
"Mientras nosotros nos paseábamos solos por la huerta, entró
ésta con dos criadas, luego les dijo que salieran y cerró la puerta.
Entonces se acercó un joven que estaba escondido y se acostó con
ella. Nosotros estábamos en un extremo de la huerta, y al ver aquella
infamia, corrimos hacia ellos y los sorprendimos abrazados. Pero no pudimos
sujetar al joven, porque era más fuerte que nosotros; abrió la
puerta y se nos escapó. Entonces detuvimos a ésta y le preguntamos
quién era el joven, pero se negó a decirlo. Nosotros somos testigos
de todo esto". La asamblea creyó a los ancianos, que habían
calumniado a Susana, y la condenaron a muerte. Entonces Susana, dando fuertes
voces, exclamó: "Dios eterno, que conoces los secretos y lo sabes
todo antes de que suceda, tú sabes que éstos me han levantado
un falso testimonio. Y voy a morir sin haber hecho nada de lo que su maldad
ha tramado contra mí". El Señor escuchó su voz. Cuando
llevaban a Susana al sitio de la ejecución, el Señor hizo sentir
a un muchacho, llamado Daniel, el santo impulso de ponerse a gritar: "Yo
no soy responsable de la sangre de esta mujer".
Todo el pueblo se volvió a mirarlo y le preguntaron: "¿Qué
es lo que estás diciendo?". Entonces Daniel, de pie en medio de
ellos, les respondió: "Israelitas, ¿cómo pueden ser
tan ciegos? Han condenado a muerte a una hija de Israel, sin haber investigado
y puesto en claro la verdad. Vuelvan al tribunal, porque ésos le han
levantado un falso testimonio".
Todo el pueblo regresó de prisa y los ancianos dijeron a Daniel: "Ven
a sentarte en medio de nosotros y dinos lo que piensas, puesto que Dios mismo
te ha dado la madurez de un anciano". Daniel les dijo entonces: "Separen
a los acusadores, lejos el uno del otro, y yo los voy a interrogar".
Una vez separados, Daniel mandó llamar a uno de ellos y le dijo: "Viejo
en años y en crímenes, ahora van a quedar al descubierto tus pecados
anteriores, cuando injustamente condenabas a los inocentes y absolvías
a los culpables, contra el mandamiento del Señor: No matarás al
que es justo e inocente. Ahora bien, si es cierto que los viste, dime debajo
de qué árbol estaban juntos".
Él respondió: "Debajo de una acacia". Daniel le dijo:
"Muy bien. Tu mentira te va a costar la vida, pues ya el ángel ha
recibido de Dios tu sentencia y te va a partir por la mitad". Daniel les
dijo que se lo llevaran, mandó traer al otro y le dijo:
"Raza de Canaán y no de Judá, la belleza te sedujo y la pasión
te pervirtió el corazón. Lo mismo hacían ustedes con las
mujeres de Israel, y ellas, por miedo, se entregaban a ustedes. Pero una mujer
de Judá no ha podido soportar la maldad de ustedes. Ahora dime, ¿bajo
qué árbol los sorprendiste abrazados?". Él contestó:
"Debajo de una encina". Replicó Daniel: "También
a ti tu mentira te costará la vida. El ángel del Señor
aguarda ya con la espada en la mano, para partirte por la mitad. Así
acabará con ustedes".
Entonces toda la asamblea levantó la voz y bendijo a Dios, que salva
a los que esperan en Él. Se alzaron contra los dos viejos, a quienes,
con palabras de ellos mismos, Daniel había convencido de falso testimonio,
y les aplicaron la pena que ellos mismos habían maquinado contra su prójimo.
Para cumplir con la ley de Moisés, los mataron, y aquel día se
salvó una vida inocente. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del
salmo 22 R/. Nada temo, Señor, porque tú estás conmigo.
El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar
y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. R/.
Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así,
aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás
conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad. R/.
Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges
la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días
de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin
término. R/.
ACLAMACIÓN
(Ez 33, 11) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
No quiero la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva, dice
el Señor. R/.
Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 8, 1-11
En aquel tiempo,
Jesús se retiró al monte de los Olivos y al amanecer se presentó
de nuevo en el templo, donde la multitud se le acercaba; y Él, sentado
entre ellos, les enseñaba.
Entonces los escribas y fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio,
y poniéndola frente a Él, le dijeron: "Maestro, esta mujer
ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos manda en la ley
apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?".
Le preguntaban esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero Jesús
se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían
en su pregunta, se incorporó y les dijo: "Aquel de ustedes que no
tenga pecado, que le tire la primera piedra". Se volvió a agachar
y siguió escribiendo en el suelo.
Al oír aquellas palabras, los acusadores comenzaron a escabullirse uno
tras otro, empezando por los más viejos, hasta que dejaron solos a Jesús
y a la mujer, que estaba de pie, junto a Él.
Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: "Mujer,
¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?".
Ella le contestó: "Nadie, Señor". Y Jesús le
dijo: "Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar".
Palabra del Señor.. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concede, Señor, a tus hijos, reunidos para celebrar esta Eucaristía, ofrecerte como fruto de su penitencia, una conciencia limpia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO I DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
En verdad es justo
y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque mediante la pasión salvadora de tu Hijo diste a los hombres una
nueva comprensión de tu majestad y una nueva manera de alabarla, al poner
de manifiesto, por la eficacia inefable de la cruz, el poder del crucificado
y el juicio que del mundo has hecho.
Por eso, ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles
y los santos diciendo: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 8, 10-11)
Jesús le preguntó: Mujer, ¿nadie te ha condenado? Ella respondió: Nadie, Señor. El le dijo: Yo tampoco te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que la fuerza de tus sacramentos nos libre, Señor, de nuestras malas inclinaciones y nos ayude a seguir a Cristo, para acercarnos cada vez más a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Santos: Julio I, Papa; Teresa de Jesús de los Andes, religiosa; Sofía de Fermo, mártir. Feria (Morado).
YO HAGO LO QUE LE AGRADA
Nm 21, 4-9; Jn 8, 21-30
El relato del ataque de las serpientes combina de forma ingeniosa distintas creencias antiguas sobre curaciones y castigos divinos. El símbolo de la serpiente levantada en un palo devuelve la salud a quienes la miran. De ese episodio se alimentó la tradición cristiana para revalorizar en toda su profundidad la dolorosa escena de la crucifixión de Jesús. Vistas las cosas desde el orden terreno, Jesús muere como un ajusticiado, condenado por los representantes de Dios. Es una muerte escandalosa. Visto el evento desde el orden superior, esa muerte ignominiosa quedaría revalorada a partir de la victoriosa exaltación del crucificado a la derecha del Padre.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 26, 14)
Espera en el Señor, sé valiente; ten ánimo, espera en el Señor.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Señor, la gracia de perseverar en el fiel cumplimiento de tu voluntad, para que tu pueblo santo aumente en número y crezca en santidad. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Si alguno era mordido y miraba la serpiente de bronce, quedaba curado.
Lectura del libro de los Números: 21, 4-9
En aquellos días,
los hebreos salieron del monte Hor en dirección al Mar Rojo, para rodear
el territorio de Edom; pero por el camino, el pueblo se impacientó y
murmuró contra Dios y contra Moisés, diciendo: "¿Para
qué nos sacaste de Egipto? ¿Para que muriéramos en el desierto?
No tenemos pan ni agua y ya estamos hastiados de esta miserable comida".
Entonces envió Dios contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían,
y murieron muchos israelitas. El pueblo acudió a Moisés y le dijo:
"Hemos pecado al murmurar contra el Señor y contra ti. Ruega al
Señor que aparte de nosotros las serpientes". Moisés rogó
al Señor por el pueblo y el Señor le respondió: "Haz
una serpiente como ésas y levántala en un palo. El que haya sido
mordido por las serpientes y mire la que tú hagas, vivirá".
Moisés hizo una serpiente de bronce y la levantó en un palo; y
si alguno era mordido y miraba la serpiente de bronce, quedaba curado. Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
Del
salmo 101 R/. Señor, escucha mi plegaria.
Señor, escucha mi plegaria; que a tu presencia lleguen mis clamores.
El día de la desgracia, Señor, no me abandones. Cuando te invoque,
escúchame y enseguida respóndeme. R/.
Cuando el Señor reedifique a Sión y aparezca glorioso, cuando
oiga el clamor del oprimido y no se muestre a sus plegarias sordo, entonces
al Señor temerán todos los pueblos y su gloria verán los
poderosos. R/.
Esto se escribirá para el futuro y alabará al Señor el
pueblo nuevo, porque el Señor, desde su altura santa, ha mirado a la
tierra desde el cielo, para oír los gemidos del cautivo y librar de la
muerte al prisionero. R/.
ACLAMACIÓN
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquel
que lo encuentra vivirá para siempre. R/.
Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 8, 21-30
En aquel tiempo,
Jesús dijo a los judíos: "Yo me voy y ustedes me buscarán,
pero morirán en su pecado. A donde yo voy, ustedes no pueden venir".
Dijeron entonces los judíos: "¿Estará pensando en
suicidarse y por eso nos dice: 'A donde yo voy, ustedes no pueden venir'?".
Pero Jesús añadió: "Ustedes son de aquí abajo
y yo soy de allá arriba; ustedes son de este mundo, yo no soy de este
mundo. Se lo acabo de decir: morirán en sus pecados, porque si no creen
que Yo Soy, morirán en sus pecados".
Los judíos le preguntaron: "Entonces ¿quién eres tú?".
Jesús les respondió: "Precisamente eso que les estoy diciendo.
Mucho es lo que tengo que decir de ustedes y mucho que condenar. El que me ha
enviado es veraz y lo que yo le he oído decir a Él es lo que digo
al mundo". Ellos no comprendieron que hablaba del Padre. Jesús prosiguió:
"Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán que
Yo Soy y que no hago nada por mi cuenta; lo que el Padre me enseñó,
eso digo. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo,
porque yo hago siempre lo que a Él le agrada". Después de
decir estas palabras, muchos creyeron en Él. Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, el sacrificio de reconciliación que vamos a ofrecerte, perdona nuestros pecados y orienta hacia ti nuestros corazones. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de la Pasión del Señor
En verdad es justo
y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque mediante la pasión salvadora de tu Hijo diste a los hombres una
nueva comprensión de tu majestad y una nueva manera de alabarla, al poner
de manifiesto, por la eficacia inefable de la cruz, el poder del crucificado
y el juicio que del mundo has hecho.
Por eso, ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles
y los santos diciendo: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 12, 32)
Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí, dice el Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Dios todopoderoso, que la asidua participación en tus sacramentos nos acerque cada vez más a ti, que eres el único bien verdadero. Por Jesucristo, nuestro Señor.
LA VERDAD LOS HARÁ LIBRES
Dn 3, 14-20. 49-50. 91-92; Jn 8, 31-42
Los tres jóvenes resistieron a la opresión de Nabucodonosor que pretendía violentar sus creencias religiosas. La fidelidad de los jóvenes los mantuvo firmes en sus posturas y en castigo, fueron arrojados al horno encendido. La narración nos quiere transmitir una firme certeza: Dios acompaña siempre a sus fieles y no los desampara. En el diálogo que nos refiere el evangelio de san Juan, encontramos una cierta similitud con el relato de Daniel. A Jesús, al igual que a los jóvenes, lo quieren matar porque se mantiene firme en la Verdad que el Padre le ha confiado. Esa verdad lo libera y de esa libertad nos quiere hacer partícipes. Sin embargo, quienes no la reconocen, son tan intolerantes que quieren darle muerte.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 17, 48-49)
Tú me libras, Señor, de la ira de mis enemigos, me haces triunfar sobre mis adversarios y me salvas del hombre malvado.
ORACIÓN COLECTA
Ilumina, Señor, el corazón de tus hijos, purificado por las penitencias cuaresmales y concédenos manifestar en nuestra vida el deseo de servirte que nos has inspirado. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Dios mandó a su ángel para liberar a sus siervos.
Lectura del libro del profeta Daniel: 3, 14-20. 49-50. 91-92. 95
En aquellos días
dijo el rey Nabucodonosor: "¿Es cierto, Sedrak, Mesak y Abednegó,
que no quieren servir a mis dioses, ni adorar la estatua de oro que he mandado
levantar? Pues bien, si no es cierto, estén dispuestos para que, al oír
sonar el cuerno, la flauta, la cítara, el salterio, la chirimía
y toda clase de instrumentos, se postren y adoren la estatua que he mandado
hacer. Pero si no la adoran, serán arrojados inmediatamente a un horno
encendido. ¿Y qué dios podrá librarlos entonces de mis
manos?".
Pero Sedrak, Mesak y Abednegó contestaron al rey Nabucodonosor: "No
es necesario responder a tu pregunta, pues el Dios a quien servimos puede librarnos
del horno encendido y nos librará de tus manos; y aunque no lo hiciera,
sábete que de ningún modo serviremos a tus dioses, ni adoraremos
la estatua de oro, que has mandado levantar".
Entonces Nabucodonosor se enfureció y la expresión de su rostro
cambió para Sedrak, Mesak y Abednegó. Mandó encender el
horno y aumentar la fuerza del fuego siete veces más de lo acostumbrado.
Después ordenó que algunos de los hombres más fuertes de
su ejército ataran a Sedrak, Mesak y Abednegó y los arrojaran
al horno encendido. Pero el ángel del Señor bajó del cielo,
se puso junto a ellos, apartó las llamas y produjo en el horno un frescor
como de brisa y de rocío, y el fuego no los atormentó, ni los
hirió, ni siquiera los tocó. El rey Nabucodonosor, estupefacto,
se levantó precipitadamente y dijo a sus consejeros: "¿Acaso
no estaban atados los tres hombres que arrojamos al horno?". Ellos contestaron:
"Sí, señor". El rey replicó: "¿Por
qué, entonces, estoy viendo cuatro hombres sueltos, que se pasean entre
las llamas, sin quemarse? Y el cuarto, parece un ángel".
Nabucodonosor los hizo salir del horno y exclamó: "Bendito sea el
Dios de Sedrak, Mesak y Abednegó, que ha enviado a su ángel para
librar a sus siervos, que confiando en él, desobedecieron la orden del
rey y expusieron su vida, antes que servir y adorar a un dios extraño".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Daniel
3 R/. Bendito seas para siempre, Señor.
Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres. Bendito sea tu nombre santo
y glorioso. R/.
Bendito seas en tu templo santo y glorioso. Bendito seas en el trono de tu reino.
R/.
Bendito eres tú, Señor, que penetras con tu mirada los abismos
y te sientas en un trono rodeado de querubines. Bendito seas, Señor,
en la bóveda del cielo. R/.
ACLAMACIÓN
(cfr. Lc 8, 15) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Dichosos los que cumplen la palabra del Señor con un corazón
bueno y sincero, y perseveran hasta dar fruto. R/.
Si el Hijo les da la libertad, serán realmente libres.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 8, 31-42
En aquel tiempo,
Jesús dijo a los que habían creído en Él: "Si
se mantienen fieles a mi palabra, serán verdaderos discípulos
míos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres".
Ellos replicaron: "Somos hijos de Abraham y nunca hemos sido esclavos de
nadie. ¿Cómo dices tú: 'Serán libres'?". Jesús
les contestó: "Yo les aseguro que todo el que peca es un esclavo
del pecado y el esclavo no se queda en la casa para siempre; el hijo sí
se queda para siempre. Si el Hijo les da la libertad, serán realmente
libres. Ya sé que son hijos de Abraham; sin embargo, tratan de matarme,
porque no aceptan mis palabras. Yo hablo de lo que he visto en casa de mi Padre:
ustedes hacen lo que han oído en casa de su padre".
Ellos le respondieron: "Nuestro padre es Abraham". Jesús les
dijo: "Si fueran hijos de Abraham, harían las obras de Abraham.
Pero tratan de matarme a mí, porque les he dicho la verdad que oí
de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Ustedes hacen las obras de su padre".
Le respondieron: "Nosotros no somos hijos de prostitución. No tenemos
más padre que a Dios".
Jesús les dijo entonces: "Si Dios fuera su Padre me amarían
a mí, porque yo salí de Dios y vengo de Dios; no he venido por
mi cuenta, sino enviado por Él". Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, estos dones que tú has querido que te ofrezcamos para alabanza tuya y salvación nuestra. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de la Pasión del Señor
En verdad es justo
y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque mediante la pasión salvadora de tu Hijo diste a los hombres una
nueva comprensión de tu majestad y una nueva manera de alabarla, al poner
de manifiesto, por la eficacia inefable de la cruz, el poder del crucificado
y el juicio que del mundo has hecho.
Por eso, ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles
y los santos diciendo: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Col 1, 13-14)
Dios nos ha hecho entrar al Reino de su Hijo amado, por cuya sangre recibimos la redención y el perdón de los pecados.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Señor, que este sacramento que hemos recibido, nos purifique de todos nuestros vicios y nos confirme para siempre en tu amistad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTES QUE NACIERA ABRAHÁN, YO SOY
Gn 17, 3-9; Jn 8, 51-59
Abrahán se compromete en un pacto recíproco con Dios. El Señor asume dos compromisos ante el patriarca, le dará una enorme descendencia y una tierra dónde habitar. Sostenido por esa promesa, Abrahán creyó y obedeció la voz del Señor. Como hijo de Abrahán, el Señor Jesús, también se alimentó de la esperanza de ver cumplidas las promesas. En algún momento de su vida, comprendió que la más plena realización de dicha esperanza se estaba cumpliendo en su persona. Cayó en la cuenta que Dios le había enviado para comunicarle a Israel la vida plena y la participación a la patria definitiva.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Hb 9, 15)
Cristo es el mediador de la nueva alianza, porque mediante su muerte, aquellos que han sido llamados, reciben la herencia eterna que les había sido prometida.
ORACIÓN COLECTA
Asiste y protege siempre, Señor, a esta familia tuya, que ha puesto en ti toda su esperanza, a fin de que purificados de nuestros pecados, permanezcamos fieles a nuestro compromiso bautismal y obtengamos la herencia prometida. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Serás padre de una multitud de pueblos.
Lectura del libro del Génesis: 17, 3-9
Cuando Dios se
le apareció, Abram se postró con el rostro en el suelo y Dios
le dijo:
"Aquí estoy. Ésta es la alianza que hago contigo: Serás
padre de una multitud de pueblos. Ya no te llamarás Abram, sino Abraham,
porque te he constituido como padre de muchas naciones.
Te haré fecundo sobremanera; de ti surgirán naciones y de ti nacerán
reyes. Contigo y con tus descendientes, de generación en generación,
establezco una alianza perpetua para ser el Dios tuyo y de tus descendientes.
A ti y a tus descendientes les daré en posesión perpetua toda
la tierra de Canaán, en la que ahora vives como extranjero; y yo seré
el Dios de ustedes".
Después le dijo Dios a Abraham: "Cumple, pues, mi alianza, tú
y tu posteridad, de generación en generación". Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo
104 R/. El Señor nunca olvida sus promesas.
Recurran al Señor y a su poder, búsquenlo sin descanso. Recuerden
los prodigios que Él ha hecho, sus portentos y oráculos. R/.
Descendientes de Abraham, su servidor, estirpe de Jacob, su predilecto, escuchen:
el Señor es nuestro Dios y gobiernan la tierra sus decretos. R/.
Ni aunque transcurran mil generaciones, se olvidará el Señor de
sus promesas, de la alianza pactada con Abraham, del juramento a Isaac, que
un día le hiciera. R/.
ACLAMACIÓN
(cfr. Sal 94, 8) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice: "No endurezcan
su corazón". R/.
Su padre Abraham se regocijaba con el pensamiento de verme.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 8, 51-59
En aquel tiempo,
Jesús dijo a los judíos: "Yo les aseguro: el que es fiel
a mis palabras no morirá para siempre". Los judíos le dijeron:
"Ahora ya no nos cabe duda de que estás endemoniado. Porque Abraham
murió y los profetas también murieron, y tú dices: 'El
que es fiel a mis palabras no morirá para siempre'. ¿Acaso eres
tú más que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas
también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?".
Contestó Jesús: "Si yo me glorificara a mí mismo,
mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, aquel de
quien ustedes dicen: 'Es nuestro Dios', aunque no lo conocen. Yo, en cambio,
sí lo conozco; y si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso
como ustedes. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre
de ustedes, se regocijaba con el pensamiento de verme; me vio y se alegró
por ello".
Los judíos le replicaron: "No tienes ni cincuenta años, ¿y
has visto a Abraham?". Les respondió Jesús: "Yo les
aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy". Entonces recogieron
piedras para arrojárselas, pero Jesús se ocultó y salió
del templo. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor
Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Mira, Señor, con agrado el sacrificio que vamos a ofrecerte y concédenos por él la conversión de nuestra vida y la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de la Pasión del Señor
En verdad es justo
y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque mediante la pasión salvadora de tu Hijo diste a los hombres una
nueva comprensión de tu majestad y una nueva manera de alabarla, al poner
de manifiesto, por la eficacia inefable de la cruz, el poder del crucificado
y el juicio que del mundo has hecho.
Por eso, ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles
y los santos diciendo: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Rm 8, 32)
Dios no escatimó la vida de su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros y con Él nos ha dado todos los bienes.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Por medio de este sacramento que ya desde ahora nos comunica tu fuerza, concédenos, Padre misericordioso, participar de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
CONFÍEN EN MIS OBRAS
Jr 20, 10-13; Jn 10, 31-42
A Jeremías le llovieron las muestras de rechazo por parte de sus oyentes. Parientes, vecinos y autoridades quisieron silenciarlo. A ratos parecían salirse con la suya e hicieron que dudara de seguir cumpliendo su misión profética. Sin embargo, la presencia amorosa de Dios lo fortalecía y lo sacaba adelante. En la confrontación que nos refiere el cuarto evangelio, advertimos algo parecido. Los dirigentes judíos se lanzan enfurecidos contra Jesús porque sus palabras y sus acciones les resultan insoportables. Sin embargo, el Señor no se dejó sorprender y se mantuvo firme en el cumplimiento de la misión que su Padre le había confiado.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 30, 10. 16. 18)
Ten piedad de mí, Señor, porque estoy en peligro, líbrame de los enemigos que me persiguen; Señor, que no me decepcione yo de haberte invocado.
ORACIÓN COLECTA
Perdona, Señor, nuestras culpas y que tu amor y tu bondad nos libren del poder del pecado, al que nos ha sometido nuestra debilidad. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
El Señor está a mi lado como guerrero poderoso.
Lectura del libro del profeta Jeremías: 20, 10-13
En aquel tiempo,
dijo Jeremías: "Yo oía el cuchicheo de la gente que decía:
'Terror por todas partes. Denunciemos a Jeremías, vamos a denunciarlo'.
Todos los que eran mis amigos espiaban mis pasos, esperaban que tropezara y
me cayera, diciendo: 'Si se tropieza y se cae, lo venceremos y podremos vengarnos
de él'.
Pero el Señor, guerrero poderoso, está a mi lado; por eso mis
perseguidores caerán por tierra y no podrán conmigo; quedarán
avergonzados de su fracaso y su ignominia será eterna e inolvidable.
Señor de los ejércitos, que pones a prueba al justo y conoces
lo más profundo de los corazones, haz que yo vea tu venganza contra ellos,
porque a ti he encomendado mi causa.
Canten y alaben al Señor, porque Él ha salvado la vida de su pobre
de la mano de los malvados". Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
Del
salmo 17 R/. Sálvame, Señor, en el peligro.
Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza, el Dios que me protege y
me libera. R/.
Tú eres mi refugio, mi salvación, mi escudo, mi castillo. Cuando
invoqué al Señor de mi esperanza, al punto me libró de
mi enemigo. R/.
Olas mortales me cercaban, torrentes destructores me envolvían; me alcanzaban
las redes del abismo y me ataban los lazos de la muerte. R/.
En el peligro invoqué al Señor, en mi angustia le grité
a mi Dios; desde su templo, Él escuchó mi voz y mi grito llegó
a sus oídos. R/.
ACLAMACIÓN
(cfr. Jn 6, 63. 68) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes
palabras de vida eterna. R/.
Intentaron apoderarse de Él, pero se les escapó de las manos.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 10, 31-42
En aquel tiempo,
cuando Jesús terminó de hablar, los judíos cogieron piedras
para apedrearlo. Jesús les dijo: "He realizado ante ustedes muchas
obras buenas de parte del Padre, ¿por cuál de ellas me quieren
apedrear?".
Le contestaron los judíos: "No te queremos apedrear por ninguna
obra buena, sino por blasfemo, porque tú, no siendo más que un
hombre, pretendes ser Dios". Jesús les replicó: "¿No
está escrito en su ley: Yo les he dicho: Ustedes son dioses? Ahora bien,
si ahí se llama dioses a quienes fue dirigida la palabra de Dios (y la
Escritura no puede equivocarse), ¿cómo es que a mí, a quien
el Padre consagró y envió al mundo, me llaman blasfemo porque
he dicho: 'Soy Hijo de Dios'? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean.
Pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean a las obras, para que
puedan comprender que el Padre está en mí y yo en el Padre".
Trataron entonces de apoderarse de Él, pero se les escapó de las
manos.
Luego regresó Jesús al otro lado del Jordán, al lugar donde
Juan había bautizado en un principio y se quedó allí. Muchos
acudieron a Él y decían: "Juan no hizo ningún signo;
pero todo lo que Juan decía de éste, era verdad". Y muchos
creyeron en Él allí. Palabra del Señor. Gloria
a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que tu ayuda, Padre misericordioso, nos haga dignos de acercarnos a tu altar, a fin de que la asidua participación en este sacrificio nos obtenga la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de la Pasión del Señor
En verdad es justo
y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque mediante la pasión salvadora de tu Hijo diste a los hombres una
nueva comprensión de tu majestad y una nueva manera de alabarla, al poner
de manifiesto, por la eficacia inefable de la cruz, el poder del crucificado
y el juicio que del mundo has hecho.
Por eso, ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles
y los santos diciendo: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 P 2, 24)
En su propio Cuerpo, Cristo subió nuestros pecados a la cruz para que, muertos a nuestros pecados, empecemos una vida santa. En esta forma, por medio de sus heridas, hemos sido curados.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que la fuerza de este sacramento que nos une a ti, Señor, no nos abandone nunca y aleje siempre de nosotros todo mal. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Vísperas l de mañana (rojo): 2a semana del Salterio. Tomo II: pp. 1201 y 381. Para los fieles: pp. 555 y 179. Edición popular: pp. 108 y 437. Feria (Morado)
VOY A CONGREGARLOS DE TODAS PARTES
Ez 37, 21-28; Jn 11, 45-56
El profeta Ezequiel compartió su palabra profética en un momento en que Israel estaba disperso y desorganizado. Mantuvo la esperanza que un día el Señor los volvería a reunificar en un solo pueblo. No volverían jamás a ser dos reinos, sino una sola nación amada por un único Dios. Esa misma misión fue la que Jesús entendió que debería realizar. Durante un tiempo siguió los pasos del Bautista y posteriormente se apartó de él para convocar a Israel a que se alegrara por la inminente aparición del reinado de Dios. Los signos y señales que realizó reavivaron la esperanza de muchos israelitas que se adhirieron a Él. Cuando los dirigentes vieron que Jesús congregaba multitudes en Jerusalén se espantaron y tramaron darle muerte para mantener su poder.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 21, 20. 7)
Señor, no te quedes lejos; tú, que eres mi fuerza, ven aprisa en mi ayuda porque ya no soy un hombre, sino un gusano, despreciado por la gente y rechazado por el pueblo.
ORACIÓN COLECTA
Señor, tú que nunca dejas de procurar nuestra salvación y en estos días de Cuaresma nos otorgas gracias más abundantes, mira con amor a esta familia tuya y concede tu auxilio protector a quienes se preparan para el bautismo y a quienes hemos renacido ya a una vida nueva. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Haré de ellos un solo pueblo.
Lectura del libro del profeta Ezequiel: 37, 21-28
Esto dice el Señor
Dios: "Voy a recoger de las naciones a donde emigraron, a todos los israelitas;
de todas partes los congregaré para llevarlos a su tierra. Haré
de ellos un solo pueblo en mi tierra, en los montes de Israel; habrá
un solo rey para todos ellos y nunca más volverán a ser dos naciones,
ni a dividirse en dos reinos.
Ya no volverán a mancharse con sus ídolos, sus abominaciones y
con todas sus iniquidades; yo los salvaré de las infidelidades que cometieron
y los purificaré; ellos van a ser mi pueblo y yo voy a ser su Dios.
Mi siervo David será su rey y todos ellos no tendrán más
que un pastor; cumplirán mis mandamientos y pondrán por obra mis
preceptos. Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob y en la que
habitaron los padres de ustedes, y ahí vivirán para siempre ellos,
sus hijos y sus nietos; mi siervo David será su rey para siempre.
Voy a hacer con ellos una alianza eterna de paz. Los asentaré, los haré
crecer y pondré mi santuario entre ellos para siempre. En medio de ellos
estará mi templo: yo voy a ser su Dios y ellos van a ser mi pueblo.
Las naciones sabrán que yo soy el Señor que santifica a Israel,
cuando vean mi santuario en medio de ellos para siempre". Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
Jeremías
31 R/. El Señor cuidará a su pueblo como un pastor a su rebaño.
Escuchen, pueblos, la palabra del Señor, anúncienla aun en las
islas más remotas: "El que dispersó a Israel lo reunirá
y lo cuidará como el pastor a su rebaño". R/.
Porque el Señor redimió a Jacob y lo rescató de las manos
del poderoso. Ellos vendrán para aclamarlo al monte Sión y vendrán
a gozar de los bienes del Señor. R/.
Entonces se alegrarán las jóvenes, danzando; se sentirán
felices jóvenes y viejos, porque yo convertiré su tristeza en
alegría, los llenaré de gozo y aliviaré sus penas. R/.
ACLAMACIÓN
(Ez 18, 31) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Purifíquense de todas sus iniquidades; renueven su corazón
y su espíritu, dice el Señor. R/.
Jesús debía morir para congregar a los hijos de Dios, que estaban dispersos.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 11, 45-56
En aquel tiempo,
muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María,
al ver que Jesús había resucitado a Lázaro, creyeron en
Él. Pero algunos de entre ellos fueron a ver a los fariseos y les contaron
lo que había hecho Jesús.
Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron al sanedrín y
decían: "¿Qué será bueno hacer? Ese hombre
está haciendo muchos prodigios. Si lo dejamos seguir así, todos
van a creer en El, van a venir los romanos y destruirán nuestro templo
y nuestra nación".
Pero uno de ellos, llamado Caifás, que era sumo sacerdote aquel año,
les dijo: "Ustedes no saben nada. No comprenden que conviene que un solo
hombre muera por el pueblo y no que toda la nación perezca". Sin
embargo, esto no lo dijo por sí mismo, sino que, siendo sumo sacerdote
aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación,
y no sólo por la nación, sino también para congregar en
la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos. Por lo tanto, desde aquel
día tomaron la decisión de matarlo.
Por esta razón, Jesús ya no andaba públicamente entre los
judíos, sino que se retiró a la ciudad de Efraín, en la
región contigua al desierto y allí se quedó con sus discípulos.
Se acercaba la Pascua de los judíos y muchos de las regiones circunvecinas
llegaron a Jerusalén antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a
Jesús en el templo y se decían unos a otros: "¿Qué
pasará? ¿No irá a venir para la fiesta?". Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dios eterno y todopoderoso, que por medio del sacramento del bautismo haces renacer a quienes confiesan tu nombre, acepta nuestros dones y plegarias para que, cuantos en ti esperan, puedan ver realizados sus deseos y perdonadas sus culpas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio 1 de la Pasión del señor
En verdad es justo
y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque mediante la pasión salvadora de tu Hijo diste a los hombres una
nueva comprensión de tu majestad y una nueva manera de alabarla, al poner
de manifiesto, por la eficacia inefable de la cruz, el poder del crucificado
y el juicio que del mundo has hecho.
Por eso, ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles
y los santos diciendo: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 11, 52)
Cristo fue entregado a la muerte para congregar en la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, tú que nos has hecho partícipes del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, concédenos participar también de su vida divina. Por Jesucristo, nuestro Señor.
DOMINGO DE RAMOS “De la pasión del Señor”
Santos: Aniceto I, Papa y mártir; Beata Catalina Tekakwitha, laica. (Rojo)
TENGO CERCA A MI DEFENSOR
Is 50, 4-7, Flp 2, 6-11; Mt 26, 14-27, 66
El personaje enigmático
que nos presenta Isaías ha sido identificado por los cristianos como
la figura profética que prefigura al Señor Jesús, siervo
obediente que endureció su rostro como pedernal. El himno de la Carta
a los Filipenses confiesa esa misma certeza: Jesús se empequeñeció
y se confió totalmente en el Padre hasta el punto que decidió
afrontar confiadamente su muerte en cruz. Esa experiencia dolorosa fue paulatinamente
reflexionada por los discípulos a la luz de los profetas, y posteriormente,
fue proclamada como el cumplimiento del designio de Dios en los relatos evangélicos
de la pasión del Señor.
En este día la Iglesia recuerda la entrada de Cristo nuestro Señor
en Jerusalén para consumar su misterio pascual. Por lo tanto, en todas
las misas se conmemora esta entrada del Señor por medio de una procesión
(I) o de una entrada solemne (II), antes de la misa principal, y por medio de
una entrada sencilla (III), antes de las demás misas. Pero puede repetirse
la entrada solemne (no la procesión), antes de algunas otras misas que
se celebren con gran asistencia del pueblo.
Conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén
I. Primera forma: Procesión
A la hora
señalada, los fieles se reúnen en una iglesia menor o en algún
otro lugar adecuado, fuera del templo hacia el cual va a dirigirse la procesión.
Los fieles llevan ramos en la mano.
El sacerdote y los ministros, revestidos con los ornamentos rojos requeridos
para la misa, se acercan al lugar donde el pueblo está congregado.
El sacerdote, en lugar de casulla, puede usar la capa pluvial, que dejará
después de la procesión. Entretanto se canta la siguiente antífona
u otro cántico adecuado:
ANTÍFONA (Mt 21 , 9)
¡Hosanna
al Hijo de David! Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de
Israel. ¡Hosanna en el cielo!
Enseguida el sacerdote saluda al pueblo de la manera acostumbrada y hace una
breve exhortación para invitar a los fieles a participar activa y conscientemente
en la celebración de este día. Puede hacerlo con estas o semejantes
palabras:
Queridos hermanos: Después de habernos preparado desde el principio de
la Cuaresma con nuestra penitencia y nuestras obras de caridad, hoy nos reunimos
para iniciar, unidos con toda la Iglesia, la celebración anual de los
misterios de la pasión y resurrección de nuestro Señor
Jesucristo, misterios que empezaron con la entrada de Jesús en Jerusalén.
Acompañemos con fe y devoción a nuestro Salvador en su entrada
triunfal a la ciudad santa, para que, participando ahora de su cruz, podamos
participar un día, de su gloriosa resurrección y de su vida.
Después de esta exhortación, el sacerdote, teniendo juntas las manos, dice una de las dos oraciones siguientes:
Oremos: Dios todopoderoso y eterno, dígnate bendecir estos ramos y concede a cuantos acompañamos ahora jubilosos a Cristo, nuestro rey y Señor, reunirnos con Él en la Jerusalén del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
O bien:
Oremos: Aumenta, Señor, la fe de los que tenemos en ti nuestra esperanza y concede a quienes agitamos estas palmas en honor de Cristo victorioso, permanecer unidos a Él para dar frutos de buenas obras. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
Y, en silencio, rocía los ramos con agua bendita.
Enseguida se dice el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, según san Mateo. Lo lee el diácono o, en su defecto, el sacerdote, de la manera acostumbrada.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Mateo: 21, 1-11
Cuando se aproximaban
ya a Jerusalén, al llegar a Betfagé, junto al monte de los Olivos,
envió Jesús a dos de sus discípulos, diciéndoles:
"Vayan al pueblo que ven allí enfrente; al entrar, encontrarán
amarrada una burra y un burrito con ella; desátenlos y tráiganmelos.
Si alguien les pregunta algo, díganle que el Señor los necesita
y enseguida los devolverá".
Esto sucedió para que se cumplieran las palabras del profeta: Díganle
a la hija de Sión: He aquí que tu rey viene a ti, apacible y montado
en un burro, en un burrito, hijo de animal de yugo.
Fueron, pues, los discípulos e hicieron lo que Jesús les había
encargado y trajeron consigo la burra y el burrito. Luego pusieron sobre ellos
sus mantos y Jesús se sentó encima. La gente, muy numerosa, extendía
sus mantos por el camino; algunos cortaban ramas de los árboles y las
tendían a su paso. Los que iban delante de Él y los que lo seguían
gritaban: "¡Hosanna! ¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito
el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!".
Al entrar Jesús en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió.
Unos decían: "¿Quién es éste?". Y la gente
respondía: "Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Después del Evangelio, si se cree oportuno, puede tenerse una breve homilía. Al iniciar la procesión, el celebrante u otro ministro idóneo puede hacer una exhortación con estas palabras u otras parecidas:
Queridos hermanos: Como la muchedumbre que aclamaba a Jesús, acompañemos también nosotros, con júbilo, al Señor.
Y se inicia la procesión hacia el templo donde va a celebrarse la misa. Si se usa el incienso, el turiferario va adelante con el incensario, en el cual habrá puesto incienso previamente; enseguida, un ministro con la cruz adornada y, a su lado, dos acólitos con velas encendidas. Sigue luego el sacerdote con los ministros y, detrás de ellos, los fieles con ramos en las manos. Al avanzar la procesión, el coro y el pueblo entonan los siguientes cánticos u otros apropiados.
ANTÍFONA I
Los hijos de
Israel, llevando ramos de olivo, salieron al encuentro del Señor, clamando:
"Hosanna en el cielo".
Si se cree conveniente, puede alternarse esta antífona con los versículos
del salmo 23.
SALMO 23
Del Señor
es la tierra y lo que ella tiene, el orbe todo y los que en él habitan,
pues El lo edificó sobre los mares, Él fue quien lo asentó
sobre los ríos.
¿Quién subirá hasta el monte del Señor? ¿Quién
podrá entrar en su recinto santo? El de corazón limpio y manos
puras y que no jura en falso.
Ése obtendrá la bendición de Dios, y Dios, su salvador,
le hará justicia. Ésta es la clase de hombres que te buscan y
vienen ante ti, Dios de Jacob.
¡Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos,
porque va a entrar el rey de la gloria!
Y ¿quién es el rey de la gloria? Es el Señor, fuerte y
poderoso, el Señor, poderoso en la batalla.
¡Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos,
porque va a entrar el rey de la gloria!
Y ¿quién es el rey de la gloria? El Señor, Dios de los
ejércitos, es el rey de la gloria.
ANTÍFONA II
Los hijos de Israel
extendían sus mantos por el camino y clamaban: "Hosanna al Hijo
de David, bendito el que viene en nombre del Señor".
Si se cree conveniente, puede alternarse esta antífona con los versículos
del salmo 46.
SALMO 46
Aplaudan, pueblos
todos; aclamen al Señor, de gozo llenos; que el Señor, el Altísimo,
es terrible y de toda la tierra, rey supremo.
Fue Él quien nos puso por encima de todas las naciones y los pueblos,
al elegirnos como herencia suya, orgullo de Jacob, su predilecto.
Entre voces de júbilo y trompetas, Dios, el Señor, asciende hasta
su trono. Cantemos en honor de nuestro Dios, al rey honremos y cantemos todos.
Porque Dios es el rey del universo, cantemos el mejor de nuestros cantos. Reina
Dios sobre todas las naciones desde su trono santo.
Los jefes de los pueblos se han reunido con el pueblo de Dios, Dios de Abraham,
porque de Dios son los grandes de la tierra. Por encima de todo Dios está.
HIMNO A CRISTO REYHIMNO A CRISTO REY
¡Que viva
mi Cristo,
que viva mi Rey,
que impere doquiera
triunfante su ley! (2)
¡Viva Cristo Rey,
viva Cristo Rey!
1. Mexicanos, un
Padre tenemos
que nos dio de la patria la unión,
a ese Padre gozosos cantemos
empuñando con fe su pendón.
que su Hijo nos dio por la cruz.
2. Demos gracias
al Padre
que ha hecho que tengamos
de herencia la luz
y podamos vivir en el reino
3. Dios le dio
el poder, la
victoria; pueblos todos, venid y
alabad a este Rey de los cielos y
tierra en quien sólo tenemos la paz.
4. Rey eterno,
Rey universal,
en quien todo ya se restauró, te
ogamos que todos los pueblos
sean unidos en un solo amor.
Al entrar la procesión en la iglesia, se canta el siguiente responsorio u otro cántico alusivo a la entrada del Señor en Jerusalén:
RESPONSORIO
R. Al entrar
el Señor en la ciudad santa, los hijos de Israel, anticipándose
a la resurrección del Señor de la vida, con palmas en las manos,
clamaban: Hosanna en el cielo.
V. Al enterarse de que Jesús llegaba a Jerusalén, el pueblo salió
a su encuentro con palmas en las manos, clamando: Hosanna en el cielo.
El sacerdote, al llegar al altar, hace la debida reverencia y, si lo juzga oportuno,
lo inciensa. Luego se dirige a la sede (se quita la capa pluvial, si la usó,
y se pone la casulla) y, omitida toda otra ceremonia, da fin a la procesión
diciendo la oración colecta y prosigue la misa de la manera acostumbrada.
II Segunda forma: Entrada solemne
Donde no se
pueda hacer la procesión fuera de la iglesia, la entrada del Señor
se celebra dentro del templo por medio de una entrada solemne, antes de la misa
principal.
Los fieles se reúnen ante la puerta de la iglesia, o bien, dentro de
la misma iglesia, llevando los ramos en la mano. El sacerdote, los ministros
y algunos de los fieles, van a algún sitio adecuado de la iglesia, fuera
del presbiterio, en donde pueda ser vista fácilmente la ceremonia, al
menos por la mayor parte de la asamblea.
Mientras el sacerdote se dirige al sitio indicado, se canta la antífona
"Hosanna al Hijo de David" o algún otro cántico adecuado.
Después se bendicen los ramos y se lee el Evangelio de la entrada del
Señor en Jerusalén. Después del Evangelio, el sacerdote
va solemnemente hacia el presbiterio a través del templo, acompañado
por los ministros y por algunos fieles, mientras se canta el responsorio "Al
entrar el Señor" u otro cántico apropiado.
Al llegar al altar, el sacerdote hace la debida reverencia. Enseguida va a la
sede y, omitida toda otra ceremonia, dice la colecta de la misa, que prosigue
luego de la manera acostumbrada.
III Tercera forma: Entrada sencilla
En todas las
demás misas de este domingo, en las que no se hace la entrada solemne,
se recuerda la entrada del Señor en Jerusalén por medio de una
entrada sencilla.
Mientras el sacerdote se dirige al altar, se canta la antífona de entrada
con su salmo u otro cántico sobre el mismo tema. El sacerdote, al llegar
al altar, hace la debida reverencia, va a la sede y saluda al pueblo. Luego
sigue la misa de la manera acostumbrada.
En las misas sin pueblo y en las misas en que no es posible cantar la antífona
de entrada, el sacerdote, después de llegar al altar y de haber hecho
la debida reverencia, saluda al pueblo, lee la antífona de entrada y
prosigue la misa de la manera acostumbrada.
ANTÍFONA DE ENTRADA
Seis días
antes de la Pascua, cuando el Señor entró en Jerusalén,
salieron los niños a su encuentro llevando en sus manos hojas de palmera
y gritando: Hosanna en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad
y de misericordia. (Sal 23, 9-10)
Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos,
porque va a entrar el Rey de la gloria. Y ¿quién es ese Rey de
la gloria? El Señor de los ejércitos es el Rey de la gloria. Hosanna
en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia.
Cuando no se puede hacer ni la procesión, ni la entrada solemne, es conveniente
hacer una celebración de la palabra de Dios, acerca de la entrada mesiánica
y de la Pasión del Señor, ya sea el sábado en la tarde,
o bien el domingo, a la hora más oportuna.
LA MISA
Después de la procesión o de la entrada solemne, el sacerdote comienza la misa con la oración colecta.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso
y eterno, que has querido entregarnos como ejemplo de humildad a Cristo, nuestro
salvador, hecho hombre y clavado en una cruz, concédenos vivir según
las enseñanzas de su pasión, para participar con Él, un
día, de su gloriosa resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo...
Dada la importancia de la Pasión del Señor, el sacerdote, en las
misas con el pueblo, y de acuerdo con las características de los fieles
de cada asamblea, puede omitir, una de las dos primeras lecturas, o ambas, y
leer sólo la Pasión del Señor, aun en su forma breve.
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro del profeta Isaías: 50, 4-7
En aquel entonces,
dijo Isaías: "El Señor me ha dado una lengua experta, para
que pueda confortar al abatido con palabras de aliento.
Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído,
para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho
oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia ni me he echado para
atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban
de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos.
Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso
endurecí mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del
salmo 21 R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?
Todos los que me ven, de mí se burlan; me hacen gestos y dicen: "Confiaba
en el Señor, pues que Él lo salve; si de veras lo ama, que lo
libre". R/.
Los malvados me cercan por doquiera como rabiosos perros. Mis manos y mis pies
han taladrado y se pueden contar todos mis huesos. R/.
Reparten entre sí mis vestiduras y se juegan mi túnica a los dados.
Señor, auxilio mío, ven y ayúdame, no te quedes de mí
tan alejado. R/.
A mis hermanos contaré tu gloria y en la asamblea alabaré tu nombre.
Que alaben al Señor los que lo temen. Que el pueblo de Israel siempre
lo adore. R/.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los filipenses: 2, 6-11
Cristo, siendo
Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de
su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a
sí mismo, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante
a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí
mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre
que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos
doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan
públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN
(Flp 2, 8-9) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso
la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las
cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre. R/.
No se llevan
velas ni incienso para la lectura de la Pasión del Señor, ni se
hace al principio el saludos, ni se signa el libro.
La lectura la hace un diácono o, en su defecto, el sacerdote. Puedo también
ser hecho por lectores, reservando al sacerdote, si es posible, la parte correspondiente
a Cristo.
Solamente los diáconos piden la bendición del celebrante antes
del canto de la Pasión, como se hace antes del Evangelio.
PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN MATEO: (26, 14-27, 66)
¿Cuánto
me dan si les entrego a Jesús?
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos
sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me dan si les entrego a
Jesús?”. Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde
ese momento andaba buscando la oportunidad para entregárselo.
¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?
El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los discípulos
se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Dónde quieres
que te preparemos la cena de Pascua?”. Él respondió: “Vayan
a la ciudad, a casa de fulano y díganle: 'El Maestro dice: Mi hora está
ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa' ".
Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la
cena de Pascua.
Uno de ustedes va a entregarme
Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce, y mientras cenaban, les
dijo: "Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme". Ellos se
pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno: "¿Acaso
soy yo, Señor?". Él respondió: "El que moja su
pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del
hombre va a morir, como está escrito de Él; pero ¡ay de
aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera
a ese hombre no haber nacido". Entonces preguntó Judas, el que lo
iba a entregar: "¿Acaso soy yo, Maestro?". Jesús le
respondió: "Tú lo has dicho".
Éste es mi Cuerpo. Ésta es mi Sangre
Durante la cena, Jesús tomó un pan, y pronunciada la bendición,
lo partió y, lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen y
coman. Este es mi Cuerpo". Luego tomó en sus manos una copa de vino,
y pronunciada la acción de gracias, la pasó a sus discípulos,
diciendo: "Beban todos de ella, porque ésta es mi Sangre, Sangre
de la nueva alianza, que será derramada por todos, para el perdón
de los pecados. Les digo que ya no beberé más del fruto de la
vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el Reino de
mi Padre".
Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas
Después de haber cantado el himno, salieron hacia el monte de los Olivos.
Entonces Jesús les dijo: "Todos ustedes se van a escandalizar de
mí esta noche, porque está escrito: Heriré al pastor y
se dispersarán las ovejas del rebaño. Pero después de que
yo resucite, iré delante de ustedes a Galilea". Entonces Pedro le
replicó: "Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré".
Jesús le dijo: "Yo te aseguro que esta misma noche, antes de que
el gallo cante, me habrás negado tres veces". Pedro le replicó:
"Aunque tenga que morir contigo, no te negaré". Y lo mismo
dijeron todos los discípulos.
Comenzó a sentir tristeza y angustia
Entonces Jesús fue con ellos a un lugar llamado Getsemaní y dijo
a los discípulos: "Quédense aquí mientras yo voy a
orar más allá". Se llevó consigo a Pedro y a los dos
hijos de Zebedeo y comenzó a sentir tristeza y angustia. Entonces les
dijo: "Mi alma está llena de una tristeza mortal. Quédense
aquí y velen conmigo". Avanzó unos pasos más, se postró
rostro en tierra y comenzó a orar, diciendo: "Padre mío,
si es posible, que pase de mí este cáliz; pero que no se haga
como yo quiero, sino como quieres tú".
Volvió entonces a donde estaban los discípulos y los encontró
dormidos. Dijo a Pedro: "¿No han podido velar conmigo ni una hora?
Velen y oren, para no caer en la tentación, porque el espíritu
está pronto, pero la carne es débil". Y alejándose
de nuevo, se puso a orar, diciendo: "Padre mío, si este cáliz
no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad". Después
volvió y encontró a sus discípulos otra vez dormidos, porque
tenían los ojos cargados de sueño. Los dejó y se fue a
orar de nuevo, por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. Después
de esto, volvió a donde estaban los discípulos y les dijo: "Duerman
ya y descansen. He aquí que llega la hora y el Hijo del hombre va a ser
entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos!
Ya está aquí el que me va a entregar".
Echaron mano a Jesús y lo aprehendieron
Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegó Judas, uno
de los Doce, seguido de una chusma numerosa con espadas y palos, enviada por
los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El que lo iba a entregar les
había dado esta señal: "Aquel a quien yo le dé un
beso, ése es. Aprehéndanlo". Al instante se acercó
a Jesús y le dijo: "¡Buenas noches, Maestro!". Y lo besó.
Jesús le dijo: "Amigo, ¿es esto a lo que has venido?".
Entonces se acercaron a Jesús, le echaron mano y lo apresaron.
Uno de los que estaban con Jesús, sacó la espada, hirió
a un criado del sumo sacerdote y le cortó una oreja. Le dijo entonces
Jesús: "Vuelve la espada a su lugar, pues quien usa la espada, a
espada morirá. ¿No crees que si yo se lo pidiera a mi Padre, El
pondría ahora mismo a mi disposición más de doce legiones
de ángeles? Pero, ¿cómo se cumplirían entonces las
Escrituras, que dicen que así debe suceder?". Enseguida dijo Jesús
a aquella chusma: "¿Han salido ustedes a apresarme como a un bandido,
con espadas y palos? Todos los días yo enseñaba, sentado en el
templo, y no me aprehendieron. Pero todo esto ha sucedido para que se cumplieran
las predicciones de los profetas". Entonces todos los discípulos
lo abandonaron y huyeron.
Verán al Hijo del hombre sentado a la derecha de Dios
Los que aprehendieron a Jesús lo llevaron a la casa del sumo sacerdote
Caifás, donde los escribas y los ancianos estaban reunidos. Pedro los
fue siguiendo de lejos hasta el palacio del sumo sacerdote. Entró y se
sentó con los criados para ver en qué paraba aquello.
Los sumos sacerdotes y todo el sanedrín andaban buscando un falso testimonio
contra Jesús, con ánimo de darle muerte; pero no lo encontraron,
aunque se presentaron muchos testigos falsos. Al fin que dijeron: “Ése
dijo: ‘Puedo derribar el templo de Dios y reconstruirlo en tres días’”.
Entonces el sumo sacerdote se levantó y le dijo: “¿No respondes
nada a lo que éstos atestiguan en contra tuya?”. Como Jesús
callaba, el sumo sacerdote le dijo: “Te conjuro por el Dios vivo a que
nos digas situ eres el Mesías el Hijo de Dios. Jesús le respondió:
“Tú lo has dicho. Además, yo les declaro que pronto verán
al Hijo del hombre, sentado a la derecha de Dios, venir sobre las nubes del
cielo”.
Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó: “¡Ha
blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes mismos
han oído la blasfemia. ¿Qué les parece?”. Ellos respondieron:
“Es reo de muerte”. Luego comenzaron a escupirle en la cara y a
darle de bofetadas. Otros lo golpeaban, diciendo: “Adivina quién
es el que te ha pegado”.
Antes de que el gallo cante, me habrás negado tres veces
Entretanto, Pedro estaba fuera, sentado en el patio. Una criada se le acercó
y le dijo: "Tú también estabas con Jesús, el galileo".
Pero él lo negó ante todos, diciendo: "No sé de qué
me estás hablando". Ya se iba hacia el zaguán, cuando lo
vio otra criada y dijo a los que estaban ahí: "También ése
andaba con Jesús, el nazareno". Él de nuevo lo negó
con juramento: "No conozco a ese hombre". Poco después se acercaron
a Pedro los que estaban ahí y le dijeron: "No cabe duda de que tú
también eres de ellos, pues hasta tu modo de hablar te delata".
Entonces él comenzó a echar maldiciones y a jurar que no conocía
a aquel hombre. Y en aquel momento cantó el gallo. Entonces se acordó
Pedro de que Jesús había dicho: 'Antes de que cante el gallo,
me habrás negado tres veces'. Y saliendo de ahí se soltó
a llorar amargamente.
Llevaron a Jesús ante el procurador Poncio Pilato
Llegada la mañana, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo
celebraron consejo contra Jesús para darle muerte. Después de
atarlo, lo llevaron ante el procurador, Poncio Pilato, y se lo entregaron.
Entonces Judas, el que lo había entregado, viendo que Jesús había
sido condenado a muerte, devolvió arrepentido las treinta monedas de
plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo: "Pequé,
entregando la sangre de un inocente". Ellos dijeron: "¿Y a
nosotros qué nos importa? Allá tú". Entonces Judas
arrojó las monedas de plata en el templo, se fue y se ahorcó.
No es lícito juntarlas con el dinero de las limosnas
Los sumos sacerdotes tomaron las monedas de plata y dijeron: "No es lícito
juntarlas con el dinero de las limosnas, porque son precio de sangre".
Después de deliberar, compraron con ellas el Campo del alfarero, para
sepultar ahí a los extranjeros. Por eso aquel campo se llama hasta el
día de hoy "Campo de sangre". Así se cumplió
lo que dijo el profeta Jeremías: Tomaron las treinta monedas de plata
en que fue tasado aquel a quien pusieron precio algunos hijos de Israel, y las
dieron por el Campo del alfarero, según lo que me ordenó el Señor.
¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús compareció ante el procurador, Poncio Pilato, quien le preguntó:
"¿Eres tú el rey de los judíos?". Jesús
respondió: "Tú lo has dicho". Pero nada respondió
a las acusaciones que le hacían los sumos sacerdotes y los ancianos.
Entonces le dijo Pilato: "¿No oyes todo lo que dicen contra ti?".
Pero Él nada respondió, hasta el punto de que el procurador se
quedó muy extrañado. Con ocasión de la fiesta de la Pascua,
el procurador solía conceder a la multitud la libertad del preso que
quisieran. Tenían entonces un preso famoso, llamado Barrabás.
Dijo, pues. Pilato a los ahí reunidos:
"¿A quién quieren que les deje en libertad: a Barrabás
o a Jesús, que se dice el Mesías?". Pilato sabía que
se lo habían entregado por envidia.
Estando él sentado en el tribunal, su mujer mandó decirle: "No
te metas con ese hombre justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños
por su causa".
Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la muchedumbre
de que pidieran la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús.
Así, cuando el procurador les preguntó: "¿A cuál
de los dos quieren que les suelte?", ellos respondieron: "A Barrabás".
Pilato les dijo: "¿Y qué voy a hacer con Jesús, que
se dice el Mesías?". Respondieron todos: "Crucifícalo".
Pilato preguntó: "Pero, ¿qué mal ha hecho?".
Mas ellos seguían gritando cada vez con más fuerza: "¡Crucifícalo!".
Entonces Pilato, viendo que nada conseguía y que crecía el tumulto,
pidió agua y se lavó las manos ante el pueblo, diciendo: "Yo
no me hago responsable de la muerte de este hombre justo. Allá ustedes".
Todo el pueblo respondió: "¡Que su sangre caiga sobre nosotros
y sobre nuestros hijos!". Entonces Pilato puso en libertad a Barrabás.
En cambio a Jesús lo hizo azotar y lo entregó para que lo crucificaran.
¡Viva el rey de los judíos!
Los soldados del procurador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron
alrededor de Él a todo el batallón. Lo desnudaron, le echaron
encima un manto de púrpura, trenzaron una corona de espinas y se la pusieron
en la cabeza; le pusieron una caña en su mano derecha, y arrodillándose
ante Él, se burlaban diciendo: "¡Viva el rey de los judíos!",
y le escupían. Luego, quitándole la caña, lo golpeaban
con ella en la cabeza. Después de que se burlaron de Él, le quitaron
el manto, le pusieron sus ropas y lo llevaron a crucificar.
Juntamente con Él crucificaron a dos ladrones
Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo obligaron
a llevar la cruz. Al llegar a un lugar llamado Gólgota, es decir, "Lugar
de la Calavera", le dieron a beber a Jesús vino mezclado con hiel;
Él lo probó, pero no lo quiso beber. Los que lo crucificaron se
repartieron sus vestidos, echando suertes, y se quedaron sentados ahí
para custodiarlo. Sobre su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena:
`Éste es Jesús, el rey de los judíos'. Juntamente con Él,
crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz
Los que pasaban por ahí lo insultaban moviendo la cabeza y gritándole:
"Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reedificas,
sálvate a ti mismo; si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz". También
se burlaban de Él los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos,
diciendo: "Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo. Si
es el rey de Israel, que baje de la cruz y creeremos en Él. Ha puesto
su confianza en Dios, que Dios lo salve ahora, si es que de verdad lo ama, pues
Él ha dicho: 'Soy el Hijo de Dios' ". Hasta los ladrones que estaban
crucificados a su lado lo injuriaban.
Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?
Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, se oscureció toda
aquella tierra. Y alrededor de las tres, Jesús exclamó con fuerte
voz: "Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?",
que quiere decir: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué
me has abandonado?". Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
"Está llamando a Elías".
Enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó en
vinagre y sujetándola a una caña, le ofreció de beber.
Pero los otros le dijeron: "Déjalo. Vamos a ver si viene Elías
a salvarlo". Entonces Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, expiró.
Aquí todos se arrodillan y guardan silencio por unos instantes
Entonces el velo del templo se rasgó en dos partes, de arriba a abajo,
la tierra tembló y las rocas se partieron. Se abrieron los sepulcros
y resucitaron muchos justos que habían muerto, y después de la
resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron
a mucha gente. Por su parte, el oficial y los que estaban con él custodiando
a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que ocurrían, se llenaron
de un gran temor y dijeron: "Verdaderamente éste era Hijo de Dios".
Estaban también allí, mirando desde lejos, muchas de las mujeres
que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo. Entre
ellas estaban María Magdalena, María, la madre de Santiago y de
José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
José tomó el cuerpo de Jesús y lo depositó en un
sepulcro nuevo
Al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que se había
hecho también discípulo de Jesús. Se presentó a
Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, y Pilato dio orden de que
se lo entregaran. José tomó el cuerpo, lo envolvió en una
sábana limpia y lo depositó en un sepulcro nuevo, que había
hecho excavar en la roca para sí mismo. Hizo rodar una gran piedra hasta
la entrada del sepulcro y se retiró. Estaban ahí María
Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro.
Tomen un pelotón de soldados, vayan y aseguren el sepulcro como quieran
Al otro día, el siguiente de la preparación de la Pascua, los
sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilato y le dijeron: "Señor,
nos hemos acordado de que ese impostor, estando aún en vida, dijo: 'A
los tres días resucitaré'. Manda, pues, asegurar el sepulcro hasta
el tercer día; no sea que vengan sus discípulos, lo roben y digan
luego al pueblo: 'Resucitó de entre los muertos', porque esta última
impostura sería peor que la primera". Pilato les dijo: "Tomen
un pelotón de soldados, vayan y aseguren el sepulcro como ustedes quieran".
Ellos fueron y aseguraron el sepulcro, poniendo un sello sobre la puerta y dejaron
ahí la guardia. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor
Jesús.
O bien: Forma breve
PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
SEGÚN SAN MATEO: (27, 11-54)
¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús compareció
ante el procurador, Poncio Pilato, quien le preguntó: "¿Eres
tú el rey de los judíos?". Jesús respondió:
"Tú lo has dicho". Pero nada respondió a las acusaciones
que le hacían los sumos sacerdotes y los ancianos. Entonces le dijo Pilato:
"¿No oyes todo lo que dicen contra ti?". Pero El nada respondió,
hasta el punto de que el procurador se quedó muy extrañado. Con
ocasión de la fiesta de la Pascua, el procurador solía conceder
a la multitud la libertad del preso que quisieran. Tenían entonces un
preso famoso, llamado Barrabás. Dijo, pues, Pilato a los ahí reunidos:
"¿A quién quieren que les deje en libertad: a Barrabás
o a Jesús, que se dice el Mesías?". Pilato sabía que
se lo habían entregado por envidia.
Estando él sentado en el tribunal, su mujer mandó decirle: "No
te metas con ese hombre justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños
por su causa".
Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la muchedumbre
de que pidieran la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús.
Así, cuando el procurador les preguntó: "¿A cuál
de los dos quieren que les suelte?", ellos respondieron: "A Barrabás".
Pilato les dijo: "¿Y qué voy a hacer con Jesús, que
se dice el Mesías?". Respondieron todos: "Crucifícalo".
Pilato preguntó: "Pero, ¿qué mal ha hecho?".
Mas ellos seguían gritando cada vez con más fuerza: "¡Crucifícalo!".
Entonces Pilato, viendo que nada conseguía y que crecía el tumulto,
pidió agua y se lavó las manos ante el pueblo, diciendo: "Yo
no me hago responsable de la muerte de este hombre justo. Allá ustedes".
Todo el pueblo respondió: "¡Que su sangre caiga sobre nosotros
y sobre nuestros hijos!". Entonces Pilato puso en libertad a Barrabás.
En cambio a Jesús lo hizo azotar y lo entregó para que lo crucificaran.
¡Viva el rey de los judíos!
Los soldados del procurador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron
alrededor de Él a todo el batallón. Lo desnudaron, le echaron
encima un manto de púrpura, trenzaron una corona de espinas y se la pusieron
en la cabeza; le pusieron una caña en su mano derecha, y arrodillándose
ante Él, se burlaban diciendo: "¡Viva el rey de los judíos!",
y le escupían. Luego, quitándole la caña, lo golpeaban
con ella en la cabeza. Después de que se burlaron de Él, le quitaron
el manto, le pusieron sus ropas y lo llevaron a crucificar.
Juntamente con Él crucificaron a dos ladrones
Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo obligaron
a llevar la cruz. Al llegar a un lugar llamado Gólgota, es decir, "Lugar
de la Calavera", le dieron a beber a Jesús vino mezclado con hiel;
Él lo probó, pero no lo quiso beber. Los que lo crucificaron se
repartieron sus vestidos, echando suertes, y se quedaron sentados ahí
para custodiarlo. Sobre su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena:
`Éste es Jesús, el rey de los judíos'. Juntamente con Él,
crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz
Los que pasaban por ahí lo insultaban moviendo la cabeza y gritándole:
"Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reedificas,
sálvate a ti mismo; si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz". También
se burlaban de Él los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos,
diciendo: "Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo. Si
es el rey de Israel, que baje de la cruz y creeremos en Él. Ha puesto
su confianza en Dios, que Dios lo salve ahora, si es que de verdad lo ama, pues
Él ha dicho: 'Soy el Hijo de Dios' ". Hasta los ladrones que estaban
crucificados a su lado lo injuriaban.
Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?
Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, se oscureció toda
aquella tierra. Y alrededor de las tres, Jesús exclamó con fuerte
voz: "Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?",
que quiere decir: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué
me has abandonado?". Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
"Está llamando a Elías".
Enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó en
vinagre y sujetándola a una caña, le ofreció de beber.
Pero los otros le dijeron: "Déjalo. Vamos a ver si viene Elías
a salvarlo". Entonces Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, expiró.
Aquí todos se arrodillan y guardan silencio por unos instantes
Entonces el velo del templo se rasgó en dos partes, de arriba a abajo,
la tierra tembló y las rocas se partieron. Se abrieron los sepulcros
y resucitaron muchos justos que habían muerto, y después de la
resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron
a mucha gente. Por su parte, el oficial y los que estaban con él custodiando
a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que ocurrían, se llenaron
de un gran temor y dijeron: "Verdaderamente éste era Hijo de Dios".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Después de la lectura de la Pasión, puede tenerse, si se cree oportuno, una breve homilía.
Credo.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que la pasión de tu Hijo, actualizada en este santo sacrificio que vamos a ofrecerte, nos alcance, Señor, de tu misericordia, el perdón que no podemos merecer por nuestras obras. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
En verdad es justo
y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo,
Señor nuestro.
El cual siendo inocente, se dignó padecer por los pecadores y fue injustamente
condenado por salvar a los culpables; con su muerte borró nuestros delitos
y, resucitando, conquistó nuestra justificación.
Por eso, te alabamos con todos los ángeles y te aclamamos con voces de
júbilo, diciendo: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mt 26, 42)
Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Tú que nos has alimentado con esta Eucaristía, y por medio de la muerte de tu Hijo nos das la esperanza de alcanzar lo que la fe nos promete, concédenos, Señor, llegar, por medio de su resurrección, a la meta de nuestras esperanzas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- La cruz sobrevino implacablemente contra Jesús de Nazaret por la forma como vivió. Los que viven como Jesús vivió, mueren de la misma manera que Él murió: aplastado por los poderosos que construyen símbolos y sistemas idolátricos que exigen mantener ininterrumpido el número de las víctimas. La crucifixión es la ilustración patente de que el orden de acá abajo es intolerante con quien busque desmontarlo. Jesús vivió al servicio del Reinado de su Padre y por lo tanto, realizó las acciones proféticas que manifestaron la oferta de vida plena que Dios ofrecía a todos sus hijos. Ese proyecto de vida fue interrumpido temporalmente por sus verdugos, pero renació con toda su fuerza en su resurrección.
LUNES DE LA SEMANA SANTA
MIREN A MI SIERVO
Is 42, 1-7; Jn 12, 1-11
El Primer Canto del Siervo sirve como carta de presentación. Dios lo acredita como su elegido, lo sostiene con la fuerza de su Espíritu y le encomienda la enorme misión de establecer el derecho sobre la tierra. La escena que nos presenta la unción de Jesús en Betania también cumple una función parecida. La mujer anónima que se anticipó a ungir a Jesús realizó una acción profética importante. No solamente anticipaba la unción que no podría rendirle al momento de su entierro, sino que reconocía que esa muerte próxima lo ungiría como el predilecto de Dios, que en su momento recibiría la gloria del Padre.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 34, 1-2; Sal 139, 8)
Combate, Señor, a los que me combaten, ataca a los que me atacan; ponte la armadura, toma el escudo y ven en mi ayuda. Tú eres mi fortaleza y mi salvación.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Señor, nueva fuerza para no sucumbir a nuestras humanas debilidades, por los méritos de la pasión de tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
No gritará ni hará oír su voz en las plazas.
Lectura del libro del profeta Isaías: 42, 1-7
"Miren a mi siervo, a quien sostengo, a mi elegido, en quien tengo mis complacencias. En él he puesto mi espíritu, para que haga brillar la justicia sobre las naciones. No gritará, ni clamará, no hará oír su voz en las plazas, no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha que aún humea. Proclamará la justicia con firmeza, no titubeará ni se doblegará, hasta haber establecido el derecho sobre la tierra y hasta que las islas escuchen su enseñanza". Esto dice el Señor Dios, el que creó el cielo y lo extendió, el que dio firmeza a la tierra, con lo que en ella brota; el que dio el aliento a la gente que habita la tierra y la respiración a cuanto se mueve en ella: "Yo, el Señor, fiel a mi designio de salvación, te llamé, te tomé de la mano; te he formado y te he constituido alianza de un pueblo, luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del
salmo 26 R/. El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy
a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién
podrá hacerme temblar? R/.
Cuando me asaltan los malvados para devorarme, ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen. R/.
Aunque se lance contra mí un ejército, no temerá mi corazón;
aun cuando hagan la guerra contra mí, tendré plena confianza en
el Señor. R/.
La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Ármate de valor
y fortaleza y en el Señor confía. R/.
ACLAMACIÓN
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Señor Jesús, rey nuestro, sólo tú has tenido
compasión de nuestras faltas. R/.
Déjala. Esto lo tenía guardado para el día de mi sepultura.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 12, 1-11
Seis días
antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro,
a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron
una cena; Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con
Él a la mesa. María tomó entonces una libra de perfume
de nardo auténtico, muy costoso, le ungió a Jesús los pies
con él y se los enjugó con su cabellera, y la casa se llenó
con la fragancia del perfume.
Entonces Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que iba a entregar
a Jesús, exclamó: "¿Por qué no se ha vendido
ese perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?".
Esto lo dijo, no porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón,
y como tenía a su cargo la bolsa, robaba lo que echaban en ella.
Entonces dijo Jesús: "Déjala. Esto lo tenía guardado
para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tendrán siempre
con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán". Mientras tanto,
la multitud de judíos, que se enteró de que Jesús estaba
allí, acudió, no sólo por Jesús, sino también
para ver a Lázaro, a quien el Señor había resucitado de
entre los muertos. Los sumos sacerdotes deliberaban para matar a Lázaro,
porque a causa de él, muchos judíos se separaban y creían
en Jesús. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor
Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Mira, Señor, con bondad, este sacrificio que tú instituiste misericordiosamente para reparar el daño de nuestros pecados, y hazlo producir en nosotros abundantes frutos de vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO II DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
En verdad es justo
y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Porque se acercan ya los días santos de la pasión salvadora y
de la gloriosa resurrección de Jesucristo, nuestro Señor, en los
que celebramos su triunfo sobre la soberbia del demonio y recordamos el misterio
de nuestra redención.
Por eso, los ángeles te cantan con júbilo eterno y nosotros nos
unimos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 101, 3)
No te me ocultes, Señor, el día de mi desgracia. Escúchame con bondad, y, siempre que te invoque, respóndeme enseguida.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Quédate, Señor, con nosotros y protege con tu amor infatigable nuestros corazones santificados por esta Eucaristía, para que podamos conservar siempre las gracias que hemos recibido de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
MARTES DE LA SEMANA SANTA
Santos: Emma de Bremen, viuda; León IX, Papa; Vicente de Colibre, mártir. Feria (Morado)
TE HAGO LUZ DE LAS NACIONES
Is 49, 1-6; Jn 13, 21-33.36-38
En el Segundo Cántico el Señor amplía la misión del Siervo, ya no se dirigirá solamente a los hijos de Israel dispersos, sino que habrá de propagar la luz de la salvación entre las naciones. Israel tendrá que vivir una misión abierta, que alcanzará a toda la humanidad. En el diálogo final que sostiene el Señor Jesús con sus discípulos durante la llamada Última Cena, anticipa la desbandada de los suyos y la traición de Judas Iscariote y Simón Pedro. Esos acontecimientos adversos terminarán inesperadamente en la reivindicación de Jesús, que por la fuerza de su gloriosa resurrección, atraerá a hombres y mujeres de toda raza y condición a participar de la salvación prometida en el pasado a Israel.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 26, 12)
No me entregues, Señor, al odio de mis enemigos, pues han surgido contra mí testigos falsos, que respiran violencia.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, ayúdanos a celebrar los misterios de la pasión del Señor con tal fe y arrepentimiento, que podamos merecer tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Te convertiré en luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los últimos rincones de la tierra.
Lectura del libro del profeta Isaías: 49, 1-6
Escúchenme,
islas; pueblos lejanos, atiéndanme. El Señor me llamó desde
el vientre de mi madre; cuando aún estaba yo en el seno materno, Él
pronunció mi nombre.
Hizo de mi boca una espada filosa, me escondió en la sombra de su mano,
me hizo flecha puntiaguda, me guardó en su aljaba y me dijo: "Tú
eres mi siervo, Israel; en ti manifestaré mi gloria". Entonces yo
pensé: "En vano me he cansado, inútilmente he gastado mis
fuerzas; en realidad mi causa estaba en manos del Señor, mi recompensa
la tenía mi Dios".
Ahora habla el Señor, el que me formó desde el seno materno, para
que fuera su servidor, para hacer que Jacob volviera a Él y congregar
a Israel en torno suyo —tanto así me honró el Señor
y mi Dios fue mi fuerza—. Ahora, pues, dice el Señor: "Es
poco que seas mi siervo sólo para restablecer a las tribus de Jacob y
reunir a los sobrevivientes de Israel; te voy a convertir en luz de las naciones,
para que mi salvación llegue hasta los últimos rincones de la
tierra". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del
salmo 70 R/. En ti, Señor, he puesto mi esperanza.
Señor, tú eres mi esperanza, que no quede yo jamás defraudado.
Tú, que eres justo, ayúdame y defiéndeme; escucha mi oración
y ponme a salvo. R/.
Sé para mí un refugio, ciudad fortificada en que me salves. Y
pues eres mi auxilio y mi defensa, líbrame, Señor, de los malvados.
R/.
Señor, tú eres mi esperanza; desde mi juventud en ti confío.
Desde que estaba en el seno de mi madre, yo me apoyaba en ti y tú me
sostenías. R/.
Yo proclamaré siempre tu justicia y a todas horas, tu misericordia. Me
enseñaste a alabarte desde niño y seguir alabándote es
mi orgullo. R/.
ACLAMACIÓN
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Señor Jesús, rey nuestro, para obedecer al Padre, quisiste
ser llevado a la cruz como manso cordero al sacrificio. R/.
Uno de ustedes me entregará. No cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 13, 21-33. 36-38
En aquel tiempo,
cuando Jesús estaba a la mesa con sus discípulos, se conmovió
profundamente y declaró: "Yo les aseguro que uno de ustedes me va
a entregar". Los discípulos se miraron perplejos unos a otros, porque
no sabían de quién hablaba. Uno de ellos, al que Jesús
tanto amaba, se hallaba reclinado a su derecha. Simón Pedro le hizo una
seña y le preguntó: "¿De quién lo dice?".
Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
"Señor, ¿quién es?". Le contestó Jesús:
"Aquel a quien yo le dé este trozo de pan, que voy a mojar".
Mojó el pan y se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote; y
tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dijo
entonces a Judas: "Lo que tienes que hacer, hazlo pronto". Pero ninguno
de los comensales entendió a qué se refería; algunos supusieron
que, como Judas tenía a su cargo la bolsa, Jesús le había
encomendado comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas,
después de tomar el bocado, salió inmediatamente. Era de noche.
Una vez que Judas se fue, Jesús dijo: "Ahora ha sido glorificado
el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido
glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí
mismo y pronto lo glorificará.
Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Me buscarán,
pero como les dije a los judíos, así se lo digo a ustedes ahora:
'A donde yo voy, ustedes no pueden ir' ". Simón Pedro le dijo: "Señor,
¿a dónde vas?". Jesús le respondió: "A
donde yo voy, no me puedes seguir ahora; me seguirás más tarde".
Pedro replicó: "Señor, ¿por qué no puedo seguirte
ahora? Yo daré mi vida por ti". Jesús le contestó:
"¿Conque darás tu vida por mí? Yo te aseguro que no
cantará el gallo, antes de que me hayas negado tres veces". Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, con bondad este pan y este vino que te presentamos, y concede a cuantos quieres hacernos partícipes del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo, llegar a poseerlo plenamente en tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO II DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
En verdad es justo
y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Porque se acercan ya los días santos de la pasión salvadora y
de la gloriosa resurrección de Jesucristo, nuestro Señor, en los
que celebramos su triunfo sobre la soberbia del demonio y recordamos el misterio
de nuestra redención.
Por eso, los ángeles te cantan con júbilo eterno y nosotros nos
unimos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Rm 8, 32)
Dios no escatimó la vida de su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, y con Él nos ha dado todos los bienes.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Por medio de este sacramento, que ya desde ahora nos comunica tu fuerza, concédenos, Padre misericordioso, participar de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
MIÉRCOLES DE LA SEMANA SANTA
UNO DE USTEDES ME VA A ENTREGAR
Is 50, 4-9; Mt 26, 14-25
La seguridad y la fortaleza que manifiesta este personaje anónimo, desconcierta a los lectores que releemos su enorme declaración de confianza. Ni los ultrajes, ni la violencia física lograron doblegarlo. El secreto de su perseverante fortaleza es sencillo de formular: está cierto y seguro de que no le faltará jamás el auxilio divino. Provisto de esa misma certidumbre el Señor Jesús fue encaminándose a Jerusalén, ahí se dispuso a celebrar una cena de despedida con sus discípulos y de antemano, en ese banquete íntimo, asoció su próxima muerte con la salvación de toda la humanidad.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Flp 2, 10. 8. 11)
Que al nombre de Jesús, todo ser viviente, en el cielo, en la tierra y en el abismo, caiga de rodillas, porque el Señor aceptó por obediencia hasta la misma muerte, y una muerte de cruz. Por esto confesamos, para gloria de Dios Padre, que Jesucristo es el Señor.
ORACIÓN COLECTA
Padre misericordioso, que para librarnos del poder del enemigo quisiste que tu Hijo sufriera por nosotros el suplicio de la cruz, concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
No he sustraído mi rostro a los insultos y salivazos.
Lectura del libro del profeta Isaías: 50, 4-9
En aquel entonces,
dijo Isaías: "El Señor me ha dado una lengua experta, para
que pueda confortar al abatido con palabras de aliento.
Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído,
para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho
oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia, ni me he echado para
atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban
de la barba. No aparté mi rostro a los insultos y salivazos.
Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso
endurecí mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado.
Cercano está de mí el que me hace justicia, ¿quién
luchará contra mí? ¿Quién es mi adversario? ¿Quién
me acusa? Que se me enfrente. El Señor es mi ayuda, ¿quién
se atreverá a condenarme?". Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
Del
salmo 68 R/. Por tu bondad, Señor, socórreme.
Por ti he sufrido injurias y la vergüenza cubre mi semblante. Extraño
soy y advenedizo, aun para aquellos de mi propia sangre; pues me devora el celo
de tu casa, el odio del que te odia, en mí recae. R/.
La afrenta me destroza el corazón y desfallezco. Espero compasión
y no la hallo; busco quien me consuele y no lo encuentro. En mi comida me echaron
hiel, para mi sed me dieron vinagre. R/.
En mi cantar exaltaré tu nombre, proclamaré tu gloria, agradecido.
Se alegrarán al verlo los que sufren, quienes buscan a Dios tendrán
más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre,
ni olvida al que se encuentra encadenado. R/.
ACLAMACIÓN R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Señor Jesús,
rey nuestro, sólo tú has tenido compasión de nuestras faltas.
R/.
¡Ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado!
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Mateo: 26, 14-25
En aquel tiempo,
uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y
les dijo: "¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?".
Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba
buscando una oportunidad para entregárselo.
El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los discípulos
se acercaron a Jesús y le preguntaron: "¿Dónde quieres
que te preparemos la cena de Pascua?". Él respondió: "Vayan
a la ciudad, a casa de fulano y díganle: 'El Maestro dice: Mi hora está
ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa' ".
Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la
cena de Pascua.
Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce, y mientras cenaban, les
dijo: "Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme". Ellos se
pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno: "¿Acaso
soy yo, Señor?". El respondió: "El que moja su pan en
el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre
va a morir, como está escrito de Él; pero ¡ay de aquel por
quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre
no haber nacido". Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
"¿Acaso soy yo, Maestro?". Jesús le respondió:
"Tú lo has dicho". Palabra del Señor. Gloria
a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, los dones que te presentamos y concédenos la gracia de traducir en una vida de amor y de obediencia a tu voluntad, el misterio de la pasión de tu Hijo, que estamos celebrando. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO II DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
En verdad es justo
y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Porque se acercan ya los días santos de la pasión salvadora y
de la gloriosa resurrección de Jesucristo, nuestro Señor, en los
que celebramos su triunfo sobre la soberbia del demonio y recordamos el misterio
de nuestra redención.
Por eso, los ángeles te cantan con júbilo eterno y nosotros nos
unimos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mt 20, 28)
El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida para redención de todos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Señor, Dios nuestro, creer profundamente que por la muerte de tu Hijo, padecida en el Calvario y anunciada en cada Eucaristía, tú nos has dado la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
JUEVES SANTO
PARA QUE HAGAN USTEDES LO MISMO
Ex 12, 1-8.11-14, 1 Co 11, 23-26, Jn 13, 1-15
La vinculación
entre estas tres lecturas es intencionalmente buscada. El relato del Éxodo,
la sección de la Carta a los Corintios y el evangelio de san Juan se
conectan en torno del motivo de la cena del Señor. El relato pascual
antiguo conmemora la acción liberadora del Señor, que pasó
de largo por entre las casas de los hijos de Israel, salvando la vida de los
primogénitos. La tradición antigua que recoge la carta de san
Pablo recupera el gesto particularmente intenso que eligió el Señor
Jesús al identificar el pan y la copa compartidos, con la voluntad de
entregarse por entero para rescatar a los suyos. El relato del cuarto evangelio
pone el énfasis en la misión diaconal del Señor que asumió
su existencia como un servicio permanente al Padre en la persona de los pequeños
y afligidos.
Misa vespertina de la Cena del Señor
Según una antiquísima tradición de la Iglesia, en este
día se prohíben todas las Misas sin asistencia del pueblo.
En la tarde, a la hora más oportuna, se celebra la Misa de la Cena del
Señor, con la participación de toda la comunidad local y con la
intervención, según su propio oficio, de todos los sacerdotes
y ministros.
Los sacerdotes que hayan celebrado ya en la Misa del Santo Crisma o por alguna
razón pastoral, pueden concelebrar en la Misa vespertina. Donde lo pida
el bien de la comunidad, el Ordinario del lugar puede permitir que se celebre
otra Misa en la tarde en templos u oratorios públicos o semipúblicos;
y en caso de verdadera necesidad, aun en la mañana, pero solamente en
favor de los fieles que de ninguna manera puedan asistir a la Misa de la tarde.
Téngase cuidado, sin embargo, de que estas celebraciones no se hagan
en provecho de personas particulares y de que no sean en perjuicio de la asistencia
a la Misa vespertina principal. La sagrada Comunión se puede distribuir
a los fieles sólo dentro de la Misa; pero a los enfermos se les puede
llevar a cualquier hora del día.
Los fieles que hayan comulgado en la mañana en la Misa del Santo Crisma,
pueden comulgar de nuevo en la Misa de la tarde.
RITOS INICIALES Y LITURGIA DE LA PALABRA
El sagrario debe estar completamente vacío. Conságrense en esta misa suficientes hostias, de modo que alcancen para la comunión del clero y del pueblo, hoy y mañana.
ANTÍFONA DE ENTRADA (cfr. Ga 6, 14)
Que nuestro único
orgullo sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, porque en Él
tenemos la salvación, la vida y la resurrección, y por Él
hemos sido salvados y redimidos.
Se dice Gloria. Mientras se canta este himno, se tocan las campanas. Terminado
el canto, las campanas no vuelven a tocarse hasta la vigilia pascual, a no ser
que la conferencia episcopal o el Ordinario dispongan otra cosa.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que nos has reunido para celebrar aquella Cena en la cual tu Hijo único, antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el sacrificio nuevo y eterno, sacramento de su amor, concédenos alcanzar, por la participación en este sacramento, la plenitud del amor y de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro del Éxodo: 12, 1-8. 11-14
En aquellos días,
el Señor les dijo a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto:
"Este mes será para ustedes el primero de todos los meses y el principio
del año. Díganle a toda la comunidad de Israel:
`El día diez de este mes, tomará cada uno un cordero por familia,
uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo,
que se junte con los vecinos y elija un cordero adecuado al número de
personas y a la cantidad que cada cual pueda comer. Será un animal sin
defecto, macho, de un año, cordero o cabrito.
Lo guardarán hasta el día catorce del mes, cuando toda la comunidad
de los hijos de Israel lo inmolará al atardecer. Tomarán la sangre
y rociarán las dos jambas y el dintel de la puerta de la casa donde vayan
a comer el cordero. Esa noche comerán la carne, asada a fuego; comerán
panes sin levadura y hierbas amargas.
Comerán así: con la cintura ceñida, las sandalias en los
pies, un bastón en la mano y a toda prisa, porque es la Pascua, es decir,
el paso del Señor.
Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los
primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados.
Castigaré a todos los dioses de Egipto, yo, el Señor.
La sangre les servirá de señal en las casas donde habitan ustedes.
Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo y no habrá entre ustedes
plaga exterminadora, cuando hiera yo la tierra de Egipto.
Ese día será para ustedes un memorial y lo celebrarán como
fiesta en honor del Señor. De generación en generación
celebrarán esta festividad, como institución perpetua"' Palabra
de Dios. te alabamos. Señor.
Del salmo
115 R/. Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.
¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha
hecho? Levantaré el cáliz de salvación e invocaré
el nombre del Señor. R/.
A los ojos del Señor es muy penoso que mueran sus amigos. De la muerte,
Señor, me has librado, a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava.
R/.
Te ofreceré con gratitud un sacrificio e invocaré tu nombre. Cumpliré
mis promesas al Señor ante todo su pueblo. R/.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 11, 23-26
Hermanos: Yo recibí
del Señor lo mismo que les he trasmitido: que el Señor Jesús,
la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando
la acción de gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo,
que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía".
Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo: "Este
cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria
mía siempre que beban de él". Por eso, cada vez que ustedes
comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor,
hasta que vuelva. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN
(Jn 13, 34) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los
unos a los otros, como yo los he amado. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 13, 1-15
Antes de la fiesta
de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar
de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo,
los amó hasta el extremo.
En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón
de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús,
consciente de que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas
y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó
de la mesa, se quitó el manto, y tomando una toalla, se la ciñó;
luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos
y a secárselos con la toalla que se había ceñido.
Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: "Señor,
¿me vas a lavar tú a mí los pies?". Jesús le
replicó: "Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora,
pero lo comprenderás más tarde". Pedro le dijo: "Tú
no me lavarás los pies jamás". Jesús le contestó:
"Si no te lavo, no tendrás parte conmigo". Entonces le dijo
Simón Pedro: "En ese caso, Señor, no sólo los pies,
sino también las manos y la cabeza". Jesús le dijo: "El
que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque
todo él está limpio. Y ustedes están limpios, aunque no
todos". Como sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo:
"No todos están limpios".
Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió
a la mesa y les dijo: "¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes?
Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues
si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también
ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para
que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan". Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
En la homilía se exponen los grandes hechos que se recuerdan en esta misa, es decir, la institución de la Sagrada Eucaristía y del Orden Sacerdotal y el mandato del Señor sobre la caridad fraterna. Después de la homilía, donde lo aconseje el bien pastoral, se lleva a cabo el lavatorio de los pies.
LAVATORIO DE LOS PIES
Los varones
designados para el rito van, acompañados por los ministros, a ocupar
los asientos preparados para ellos en un lugar visible.
El celebrante, quitada la casulla si es necesario, se acerca a cada una de las
personas designadas y, con la ayuda de los ministros, les lava los pies y se
los seca.
Mientras tanto, se canta alguna de las siguientes antífonas o algún
canto apropiado.
ANTÍFONA PRIMERA (cfr. Jn 13, 4. 5. 15)
El Señor se levantó de la mesa, echó agua en un recipiente y se puso a lavar los pies de sus discípulos para darles ejemplo.
ANTÍFONA SEGUNDA (Jn 13, 6. 7. 8)
Señor,
¿pretendes tú lavarme a mí los pies?
Jesús le respondió:
Si no te lavo los pies, no tendrás nada que ver conmigo.
V. Fue Jesús
hacia Simón Pedro, y éste le dijo: Señor...
V. Lo que yo estoy haciendo, tú no lo entiendes ahora; lo entenderás
más tarde.
Señor...
ANTÍFONA TERCERA (cfr. Jn 13, 14)
Si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, ¡con cuánta mayor razón ustedes deben lavarse los pies unos a otros!
ANTÍFONA CUARTA (Jn 13, 35)
En esto reconocerán todos que ustedes son mis discípulos: en que se amen los unos a los otros.
V. Jesús
dice a sus discípulos:
En esto reconocerán todos...
ANTÍFONA QUINTA (Jn 13, 34)
Este nuevo mandamiento les doy: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado, dice el Señor.
ANTÍFONA SEXTA (1 Co 13, 13)
Que permanezcan en ustedes la fe, la esperanza y el amor; pero la mayor de estas tres virtudes es el amor.
V. Ahora
tenemos la fe, la esperanza y el amor; pero la mayor de estas tres virtudes
es el amor.
Que permanezcan...
Inmediatamente después del lavatorio de los pies o, si éste no
tuvo lugar, después de la homilía, se hace la Oración universal.
No se dice Credo.
LITURGIA EUCARÍSTICA
Al comienzo de la liturgia eucarística, puede organizarse una procesión de los fieles, en la que se lleven dones para los pobres. Mientras tanto, se canta el himno "Ubi cáritas est vera" (a Dios siempre lo encontramos donde hay amor) u otro cántico apropiado.
Ant. A Dios
siempre lo encontramos donde hay amor.
El amor de Jesucristo nos ha unido, ha llenado nuestras almas de alegría.
Abstengámonos, por lo tanto, de ofenderlo y aprendamos a encontrarlo
en nuestro hermano.
Ant. A Dios siempre lo encontramos donde hay amor.
Ya que estamos en Cristo congregados, que ya nada pueda nunca separarnos. Cesen
ya los rencores y las guerras, y que en Cristo nos miremos como hermanos.
Ant. A Dios siempre lo encontramos donde hay amor.
Haz que todos merezcamos en el cielo, con los ángeles y santos, ver tu
rostro. Cumpliremos así todo nuestro anhelo, y darás a nuestras
almas gozo eterno. Amén.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, participar dignamente en esta Eucaristía, porque cada vez que celebramos el memorial de la muerte de tu Hijo, se realiza la obra de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO I DE LA EUCARISTÍA
En verdad es justo
y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
El cual, verdadero y eterno sacerdote, al instituir el sacramento del sacrificio
perdurable, se ofreció a ti como víctima salvadora, y nos mandó
que lo ofreciéramos como memorial suyo.
Cuando comemos su carne, inmolada por nosotros, quedamos fortalecidos; y cuando
bebemos su sangre, derramada por nosotros, quedamos limpios de nuestros pecados.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros
celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 Co 11, 24. 25)
Éste es
mi Cuerpo, que se da por ustedes. Este cáliz es la nueva alianza establecida
por mi Sangre; cuantas veces lo beban, háganlo en memoria mía,
dice el Señor.
Después de distribuir la Comunión, se deja sobre el altar un copón
con hostias para la Comunión del día siguiente, y se termina la
misa con esta oración.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, tú que nos permites disfrutar en esta vida de la Cena instituida por tu Hijo, concédenos participar también del banquete celestial en tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.
TRASLACIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO
Dicha la oración
después de la comunión, el sacerdote, de pie ante el altar, pone
incienso en el incensario y, arrodillado, inciensa tres veces al Santísimo
Sacramento. Enseguida recibe el paño de hombros, toma en sus manos el
copón y lo cubre con las extremidades del paño.
Se forma entonces la procesión para llevar al Santísimo Sacramento
a través del templo, hasta el sitio donde se le va a guardar. Va adelante
un acólito con la cruz alta; otros acólitos acompañan al
Santísimo Sacramento con ciriales e incienso. El lugar de depósito
debe estar preparado en alguna capilla convenientemente adornada. Durante la
procesión, se canta el himno "Pange lingua" (excepto las dos
últimas estrofas) o algún otro canto eucarístico.
Al llegar la procesión al lugar donde va a depositarse el Santísimo
Sacramento, el sacerdote deposita el copón y, poniendo de nuevo incienso
en el incensario, lo inciensa arrodillado, mientras se canta la parte final
del himno "Tantum ergo". Enseguida se cierra el tabernáculo
o la urna del depósito.
Después de unos momentos de adoración en silencio, el sacerdote
y los ministros hacen genuflexión y vuelven a la sacristía.
Enseguida se desnuda el altar y, si es posible, se quitan del templo las cruces.
Si algunas no se pueden quitar, es conveniente que queden cubiertas con un velo.
Quienes asistieron a la misa vespertina no están obligados a rezar vísperas.
Exhórtese a los fieles, según las circunstancias y costumbres
del lugar, a dedicar alguna parte de su tiempo, en la noche, a la adoración
delante del Santísimo Sacramento. Esta adoración, después
de la media noche, hágase sin solemnidad.
VIERNES SANTO “DE LA PASIÓN DEL SEÑOR”
Santos: Agapito I, Papa; Mariább de Persia, obispo. Beato Francisco de Fabriano, presbítero. (Rojo)
NUESTRO SUMO SACERDOTE
Is 52, 13-53,12; Hb 4, 14-16; 5, 7-9; Jn 18, 1-19, 42
Las primeras comunidades
cristianas fueron saliendo del pasmo y el asombro que había dejado en
su vida la muerte de Jesús, cuando se abrieron a la contemplación
creyente de las profecías, y fueron descubriendo que los Cantos del Siervo
de Isaías quedaban llenos de sentido cuando eran leídos a la luz
de la pasión, muerte y resurrección del Señor. La carta
a los Hebreos establece una conclusión contundente: los cristianos reconocemos
a Jesús como nuestro Sumo Sacerdote, semejante a nosotros en todas nuestras
debilidades, excepto el pecado, por esa razón nos entiende y compadece.
El relato de la Pasión culmina con un tono de serena satisfacción:
El Señor ha terminado la obra que el Padre le confió y a sabiendas
de que hizo en todo su voluntad, reclinó la cabeza y entregó el
espíritu
El día de hoy y el de mañana, por una antiquísima tradición,
la Iglesia omite por completo la celebración del sacrificio eucarístico.
LITURGIA DE LA PALABRA
Él fue traspasado por nuestros crímenes.
Lectura del libro del profeta Isaías: 52, 13-53, 12
He aquí
que mi siervo prosperará, será engrandecido y exaltado, será
puesto en alto. Muchos se horrorizaron al verlo, porque estaba desfigurado su
semblante, que no tenía ya aspecto de hombre; pero muchos pueblos se
llenaron de asombro. Ante él los reyes cerrarán la boca, porque
verán lo que nunca se les había contado y comprenderán
lo que nunca se habían imaginado.
¿Quién habrá de creer lo que hemos anunciado? ¿A
quién se le revelará el poder del Señor? Creció
en su presencia como planta débil, como una raíz en el desierto.
No tenía gracia ni belleza. No vimos en él ningún aspecto
atrayente; despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores,
habituado al sufrimiento; como uno del cual se aparta la mirada, despreciado
y desestimado.
Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores;
nosotros lo tuvimos por leproso, herido por Dios y humillado, traspasado por
nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Él soportó
el castigo que nos trae la paz. Por sus llagas hemos sido curados.
Todos andábamos errantes como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y
el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes.
Cuando lo maltrataban, se humillaba y no abría la boca, como un cordero
llevado a degollar; como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría
la boca.
Inicuamente y contra toda justicia se lo llevaron. ¿Quién se preocupó
de su suerte? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, lo hirieron de muerte
por los pecados de mi pueblo, le dieron sepultura con los malhechores a la hora
de su muerte, aunque no había cometido crímenes, ni hubo engaño
en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento. Cuando entregue su vida
como expiación, verá a sus descendientes,
El altar debe estar desnudo por completo: sin cruz, sin candelabros y sin manteles.
Después del mediodía, alrededor de las tres de la tarde, a
no ser que por razón pastoral se elija una hora más avanzada,
se celebra la Pasión del Señor, que consta de tres partes: liturgia
de la Palabra, adoración de la Cruz y Sagrada Comunión.
En este día la sagrada Comunión se distribuye a los fieles únicamente
dentro de la celebración de la Pasión del Señor; pero a
los enfermos que no puedan tomar parte en esta celebración, se les puede
llevar a cualquier hora del día.
El sacerdote y el diácono, revestidos de color rojo, como para la misa,
se dirigen al altar, y hecha la debida reverencia, se postran rostro en tierra
o, si se juzga mejor, se arrodillan, y todos oran en silencio durante algún
espacio de tiempo.
Después el sacerdote, con los ministros, se dirige a la sede, donde,
vuelto hacia el pueblo, con las manos juntas, dice una de las siguientes oraciones:
ORACIÓN
No se dice "Oremos".
Padre nuestro
misericordioso, santifica y protege siempre a esta familia tuya, por cuya salvación
derramó su Sangre y resucitó glorioso Jesucristo, tu Hijo. El
cual vive y reina por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
O bien:
Tú que con la Pasión de Cristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, nos libraste de la muerte, que heredamos todos a consecuencia del primer pecado, concédenos, Señor, a cuantos por nacimiento somos pecadores, asemejamos plenamente, por tu gracia, a Jesucristo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. R/. Amén.
Primera parte
Luego todos se sientan y se hace la primera lectura, tomada del profeta Isaías, con su salmo.
LITURGIA DE LA PALABRA
Él fue traspasado por nuestros crímenes.
Lectura del libro del profeta Isaías: 52, 13-53, 12
He aquí
que mi siervo prosperará, será engrandecido y exaltado, será
puesto en alto. Muchos se horrorizaron al verlo, porque estaba desfigurado su
semblante, que no tenía ya aspecto de hombre; pero muchos pueblos se
llenaron de asombro. Ante él los reyes cerrarán la boca, porque
verán lo que nunca se les había contado y comprenderán
lo que nunca se habían imaginado.
¿Quién habrá de creer lo que hemos anunciado? ¿A
quién se le revelará el poder del Señor? Creció
en su presencia como planta débil, como una raíz en el desierto.
No tenía gracia ni belleza. No vimos en él ningún aspecto
atrayente; despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores,
habituado al sufrimiento; como uno del cual se aparta la mirada, despreciado
y desestimado.
Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores;
nosotros lo tuvimos por leproso, herido por Dios y humillado, traspasado por
nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Él soportó
el castigo que nos trae la paz. Por sus llagas hemos sido curados.
Todos andábamos errantes como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y
el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes.
Cuando lo maltrataban, se humillaba y no abría la boca, como un cordero
llevado a degollar; como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría
la boca.
Inicuamente y contra toda justicia se lo llevaron. ¿Quién se preocupó
de su suerte? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, lo hirieron de muerte
por los pecados de mi pueblo, le dieron sepultura con los malhechores a la hora
de su muerte, aunque no había cometido crímenes, ni hubo engaño
en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento. Cuando entregue su vida
como expiación, verá a sus descendientes, prolongará sus
años y por medio de él prosperarán los designios del Señor.
Por las fatigas de su alma, verá la luz y se saciará; con sus
sufrimientos justificará mi siervo a muchos, cargando con los crímenes
de ellos.
Por eso le daré una parte entre los grandes, y con los fuertes repartirá
despojos, ya que indefenso se entregó a la muerte y fue contado entre
los malhechores, cuando tomó sobre sí las culpas de todos e intercedió
por los pecadores. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del
salmo 30 R/. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
A ti, Señor, me acojo, que no quede yo nunca defraudado. En tus manos
encomiendo mi espíritu, y tú, mi Dios leal, me librarás.
R/.
Se burlan de mí mis enemigos, mis vecinos y parientes de mí se
espantan, los que me ven pasar huyen de mí. Estoy en el olvido, como
un muerto, como un objeto tirado en la basura. R/.
Pero yo, Señor, en ti confío. Tú eres mi Dios, y en tus
manos está mi destino. Líbrame de los enemigos que me persiguen.
R/.
Vuelve, Señor, tus ojos a tu siervo y sálvame, por tu misericordia.
Sean fuertes y valientes de corazón, ustedes, los que esperan en el Señor.
R/.
A continuación
se hace la segunda lectura, tomada de la carta a los hebreos, con el canto antes
del Evangelio.
Aprendió a obedecer y se convirtió en la causa de la salvación
eterna para todos los que lo obedecen.
Lectura de la carta a los hebreos: 4, 14-16; 5, 7-9
Hermanos: Jesús,
el Hijo de Dios, es nuestro sumo sacerdote, que ha entrado en el cielo. Mantengamos
firme la profesión de nuestra fe. En efecto, no tenemos un sumo sacerdote
que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que él
mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado. Acerquémonos,
por lo tanto, con plena confianza al trono de la gracia, para recibir misericordia,
hallar la gracia y obtener ayuda en el momento oportuno.
Precisamente por eso, Cristo, durante su vida mortal, ofreció oraciones
y súplicas con fuertes voces y lágrimas, a aquel que podía
librarlo de la muerte, y fue escuchado por su piedad. A pesar de que era el
Hijo, aprendió a obedecer padeciendo, y llegado a su perfección,
se convirtió en la causa de la salvación eterna para todos los
que lo obedecen. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN
(Flp 2, 8-9) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso
la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las
cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre. R/.
Finalmente se lee la Pasión del Señor según san Juan, del
mismo modo que el domingo precedente.
PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN JUAN (18, 1-19, 42)
Apresaron a Jesús y lo ataron
En aquel tiempo,
Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón,
donde había un huerto, y entraron allí Él y sus discípulos.
Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús
se reunía a menudo allí con sus discípulos.
Entonces Judas tomó un batallón de soldados y guardias de los
sumos sacerdotes y de los fariseos y entró en el huerto con linternas,
antorchas y armas.
Jesús, sabiendo todo lo que iba a suceder, se adelantó y les dijo:
"¿A quién buscan?".
C. Le contestaron:
S. "A Jesús, el nazareno".
C. Les dijo Jesús:
"Yo soy".
C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles 'Yo soy',
retrocedieron y cayeron a tierra. Jesús les volvió a preguntar:
"¿A quién buscan?".
C. Ellos dijeron:
S. "A Jesús, el nazareno".
C. Jesús contestó:
"Les he dicho que soy yo. Si me buscan a mí, dejen que éstos
se vayan".
C. Así se cumplió lo que Jesús había dicho: "No
he perdido a ninguno de los que me diste".
Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió
a un criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Este criado
se llamaba Maleo. Dijo entonces Jesús a Pedro:
"Mete la espada en la vaina. ¿No voy a beber el cáliz que
me ha dado mi Padre?".
Llevaron a Jesús primero ante Anás
C. El batallón, su comandante y los criados de los judíos apresaron
a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero ante Anás, porque era
suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año. Caifás era
el que había dado a los judíos este consejo: "Conviene que
muera un solo hombre por el pueblo".
Simón Pedro y otro discípulo iban siguiendo a Jesús. Este
discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús
en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la
puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote,
habló con la portera e hizo entrar a Pedro. La portera dijo entonces
a Pedro:
S. "¿No eres tú también uno de los discípulos
de ese hombre?".
C. Él dijo:
S. "No lo soy".
C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía
frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie,
calentándose.
El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos
y de su doctrina. Jesús le contestó:
"Yo he hablado abiertamente al mundo y he enseñado continuamente
en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos,
y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí?
Interroga a los que me han oído, sobre lo que les he hablado. Ellos saben
lo que he dicho".
C. Apenas dijo esto, uno de los guardias le dio una bofetada a Jesús,
diciéndole:
S. "¿Así contestas al sumo sacerdote?".
C. Jesús le respondió:
"Si he faltado al hablar, demuestra en qué he faltado; pero si he
hablado como se debe, ¿por qué me pegas?".
C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, el sumo sacerdote.
¿No eres tú también uno de sus discípulos? No lo
soy
C. Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron:
S. "¿No eres tú también uno de sus discípulos?".
C. Él lo negó diciendo:
S. "No lo soy".
C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le
había cortado la oreja, le dijo:
S. "¿Qué no te vi yo con Él en el huerto?".
C. Pedro volvió a negarlo y enseguida cantó un gallo.
Mi Reino no es de este mundo
C. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era muy de
mañana y ellos no entraron en el palacio para no incurrir en impureza
y poder así comer la cena de Pascua. Salió entonces Pilato a donde
estaban ellos y les dijo:
S. "¿De qué acusan a este hombre?".
C. Le contestaron:
S. "Si éste no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos traído".
C. Pilato les dijo:
S. "Pues llévenselo y júzguenlo según su ley".
C. Los judíos le respondieron:
S. "No estamos autorizados para dar muerte a nadie".
C. Así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando
de qué muerte iba a morir.
Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le
dijo:
S. "¿Eres tú el rey de los judíos?".
C. Jesús le contestó:
"¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?".
C. Pilato le respondió:
S. "¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes
te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?".
C. Jesús le contestó:
"Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores
habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos.
Pero mi Reino no es de aquí".
C. Pilato le dijo:
S. "¿Conque tú eres rey?".
C. Jesús le contestó:
"Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser
testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz".
C. Pilato le dijo:
S. "¿Y qué es la verdad?".
C. Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les
dijo:
S. "No encuentro en Él ninguna culpa. Entre ustedes es costumbre
que por Pascua ponga en libertad a un preso. ¿Quieren que les suelte
al rey de los judíos?".
C. Pero todos ellos gritaron: "¡No, a ése no! ¡A Barrabás!"
(el tal Barrabás era un bandido).
¡Viva el rey de los judíos!
C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Los
soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, le echaron
encima un manto color púrpura y, acercándose a Él, le decían:
S. "¡Viva el rey de los judíos!".
C. Y le daban de bofetadas.
Pilato salió otra vez afuera y les dijo:
S. "Aquí lo traigo para que sepan que no encuentro en Él
ninguna culpa".
C. Salió, pues, Jesús, llevando la corona de espinas y el manto
color púrpura. Pilato les dijo:
S. "Aquí está el hombre".
C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y sus servidores, gritaron:
S. "¡Crucifícalo, crucifícalo!".
C. Pilato les dijo:
S. "Llévenselo ustedes y crucifíquenlo, porque yo no encuentro
culpa en Él".
C. Los judíos le contestaron:
S. "Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque
se ha declarado hijo de Dios".
C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más,
y entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:
S. "¿De dónde eres tú?".
C. Pero Jesús no le respondió. Pilato le dijo entonces:
S. "¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad
para soltarte y autoridad para crucificarte?".
C. Jesús le contestó:
"No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran
dado de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor".
¡Fuera, fuera! Crucifícalo
C. Desde ese momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:
S."¡ Si sueltas a ése, no eres amigo del César!; porque
todo el que pretende ser rey, es enemigo del César".
C. Al oír estas palabras, Pilato sacó a Jesús y lo sentó
en el tribunal, en el sitio que llaman "el Enlosado" (en hebreo Gábbata).
Era el día de la preparación de la Pascua, hacia el mediodía.
Y dijo Pilato a los judíos:
S. "Aquí tienen a su rey".
C. Ellos gritaron:
S. "¡Fuera, fuera! ¡Crucifícalo!".
C. Pilato les dijo:
S. "¿A su rey voy a crucificar?".
S. Contestaron los sumos sacerdotes: "No tenemos más rey que el
César".
C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.
Crucificaron a Jesús, y con El a otros dos
C. Tomaron a Jesús, y Él, cargando con la cruz, se dirigió
hacia el sitio llamado "la Calavera" (que en hebreo se dice Gólgota),
donde lo crucificaron, y con Él a otros dos, uno de cada lado, y en medio
Jesús. Pilato mandó escribir un letrero y ponerlo encima de la
cruz; en él estaba escrito: "Jesús el nazareno, el rey de
los judíos". Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba
cerca el lugar donde crucificaron a Jesús y estaba escrito en hebreo,
latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos le
dijeron a Pilato:
S. "No escribas: "El rey de los judíos", sino: "Éste
ha dicho: Soy rey de los judíos".
C. Pilato les contestó: "Lo escrito, escrito está".
Se repartieron mi ropa
C. Cuando crucificaron a Jesús, los soldados cogieron su ropa e hicieron
cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una
túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Por eso
se dijeron:
S. "No la rasguemos, sino echemos suertes para ver a quién le toca".
C. Así se cumplió lo que dice la Escritura: Se repartieron mi
ropa y echaron a suerte mi túnica. Y eso hicieron los soldados.
Ahí está tu hijo-Ahí está tu madre
C. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre,
Maria la de Cleofás, y Maria Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella
al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre:
"Mujer, ahí está tu hijo".
C. Luego dijo al discípulo:
"Ahí está tu madre".
C. Y desde aquella hora el discípulo se la llevó a vivir con él.
Todo está cumplido
C. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado
a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:
"Tengo sed".
C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron
una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron
a la boca. Jesús probó el vinagre y dijo:
"Todo está cumplido".
C. E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Aquí se arrodillan todos y se hace una breve pausa.
Inmediatamente salió sangre y agua
C. Entonces, los judíos, como era el día de la preparación
de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la
cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne,
pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz. Fueron
los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían
sido crucificados con Él. Pero al llegar a Jesús, viendo que ya
había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados
le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre
y agua.
El que vio da testimonio de esto y su testimonio es verdadero y Él sabe
que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió
para que se cumpliera lo que dice la Escritura: No le quebrarán ningún
hueso; y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.
Vendaron el cuerpo de Jesús y lo perfumaron
C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo
de Jesús, pero oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato
que lo dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó.
El fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo,
el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mezcla
de mirra y áloe.
Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con esos aromas,
según se acostumbra enterrar entre los judíos. Había un
huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo,
donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos
era el día de la preparación de la Pascua y el sepulcro estaba
cerca, allí pusieron a Jesús. Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Después de la lectura de la Pasión, se tiene, si parece oportuno, una breve homilía, después de la cual el sacerdote puede exhortar a los fieles a orar durante un breve espacio de tiempo.
ORACIÓN UNIVERSAL
La liturgia de
la Palabra se termina con la oración universal, que se hace de esta manera:
el diácono, junto al ambón, dice el invitatorio, en el cual se
expresa la intención. Enseguida oran todos en silencio durante un breve
espacio de tiempo y luego el sacerdote, de pie junto a la sede o ante el altar,
dice la oración con las manos extendidas. Los fieles pueden permanecer
arrodillados o de pie durante todo el tiempo de las oraciones.
Las conferencias episcopales pueden aprobar algunas aclamaciones del pueblo
antes de cada oración del sacerdote o disponer que se conserve la invitación
tradicional del diácono: "Arrodillémonos, Levantémonos"
y la costumbre de que los fieles se arrodillen en silencio durante la oración.
Cuando hay una grave necesidad pública, el ordinario del lugar puede
permitir o prescribir que se añada alguna intención especial.
De las oraciones que se presentan en el Misal, el sacerdote puede escoger las
que sean más apropiadas para las circunstancias del lugar, cuidando,
sin embargo, de que se conserve la serie de intenciones establecidas para la
oración universal (Instrucción General del Misal Romano, n. 46).
I. Por
la santa Iglesia.
Oremos, hermanos, por la santa Iglesia de Dios, para que el Señor
le conceda la paz y la unidad, la proteja en todo el mundo y nos conceda una
vida serena, para alabar a Dios, Padre todopoderoso.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, que en Cristo revelaste tu gloria a todas las naciones,
conserva la obra de tu amor, para que tu Iglesia, extendida por todo el mundo,
persevere con fe inquebrantable en la confesión de tu nombre. Por Jesucristo,
nuestro Señor. R/. Amén.
II Por
el Papa.
Oremos también por nuestro santo padre el Papa Benedicto XVI, para que
Dios, nuestro Señor, que lo eligió entre los obispos, lo asista
y proteja para bien de su Iglesia, como guía y pastor del pueblo santo
de Dios.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, cuya providencia gobierna todas las cosas, atiende
a nuestras súplicas y protege con tu amor al Papa que nos has elegido,
para que el pueblo cristiano, confiado por ti a su guía pastoral, progrese
siempre en la fe. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
III. Por
el pueblo de Dios y sus ministros.
Sobre la forma de mencionar al obispo, cfr. Instr. Gen. n. 109
Oremos también por nuestro obispo N., por todos los obispos, presbíteros,
diáconos, por todos los que ejercen algún ministerio en la Iglesia
y por todo el pueblo de Dios.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, que con tu Espíritu santificas y gobiernas
a toda tu Iglesia, escucha nuestras súplicas y concédenos tu gracia,
para que todos, según nuestra vocación, podamos servirte con fidelidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
IV. Por
los catecúmenos.
Oremos también por los (nuestros) catecúmenos, para que Dios nuestro
Señor los ilumine interiormente y les comunique su amor; y para que,
mediante el bautismo, se les perdonen todos sus pecados y queden incorporados
a Cristo, nuestro Señor.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, que sin cesar concedes nuevos hijos a tu Iglesia,
aumenta en los (nuestros) catecúmenos el conocimiento de su fe, para
que puedan renacer por el bautismo a la vida nueva de tus hijos de adopción.
Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
V. Por
la unidad de los cristianos.
Oremos también por todos los hermanos que creen en Cristo, para que Dios,
nuestro Señor, les conceda vivir sinceramente lo que profesan y se digne
reunirlos para siempre en un solo rebaño, bajo un solo pastor.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, tú que reúnes a los que están
dispersos y los mantienes en la unidad, mira con amor a todos los cristianos,
a fin de que, cuantos están consagrados por un solo bautismo, formen
una sola familia, unida por el amor y la integridad de la fe. Por Jesucristo,
nuestro Señor. R/. Amén.
VI. Por
los judíos.
Oremos también por el pueblo judío, al que Dios se dignó
hablar por medio de los profetas, para que el Señor le conceda progresar
continuamente en el amor a su nombre y en la fidelidad a su alianza.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, que prometiste llenar de bendiciones a Abraham y
a su descendencia, escucha las súplicas de tu Iglesia, y concede al pueblo
de la primitiva alianza alcanzar la plenitud de la redención. Por Jesucristo,
nuestro Señor. R/. Amén.
VII. Por
los que no creen en Cristo.
Oremos también por los que no creen en Cristo, para que, iluminados por
el Espíritu Santo, puedan encontrar el camino de la salvación.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue d sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, concede a quienes no creen en Cristo buscar sinceramente
agradarte, para que encuentren la verdad; y a nosotros tus fieles, concédenos
progresar en el amor fraterno y en el deseo de conocerte más, para dar
al mundo un testimonio creíble de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
VIII.
Por los que no creen en Dios.
Oremos también por los que no conocen a Dios, para que obren siempre
con bondad y rectitud y puedan llegar así a conocer a Dios.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, que has hecho a los hombres en tal forma que en
todo, aun sin saberlo, te busquen y sólo al encontrarte hallen descanso,
concédenos que, en medio de las adversidades de este mundo, todos reconozcan
las señales de tu amor y, estimulados por el testimonio de nuestra vida,
tengan por fin la alegría de creer en ti, único Dios verdadero
y Padre de todos los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
IX. Por
los gobernantes.
Oremos también por los jefes de Estado y todos los responsables de los
asuntos públicos, para que Dios, nuestro Señor, les inspire decisiones
que promuevan el bien común, en un ambiente de paz y libertad.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, en cuya mano está mover el corazón
de los hombres y defender los derechos de los pueblos, mira con bondad a nuestros
gobernantes, para que, con tu ayuda, promuevan una paz duradera, un auténtico
progreso social y una verdadera libertad religiosa. Por Jesucristo, nuestro
Señor. R/. Amén.
X. Por
los que se encuentran en alguna tribulación.
Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso, para que libre al mundo de todas
sus miserias, dé salud a los enfermos y pan a los que tienen hambre,
libere a los encarcelados y haga justicia a los oprimidos, conceda seguridad
a los que viajan, un pronto retorno a los que se encuentran lejos del hogar
y la vida eterna a los moribundos.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, consuelo de los afligidos y fortaleza de los que
sufren, escucha a los que te invocan en su tribulación, para que experimenten
todos la alegría de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
Segunda parte
ADORACIÓN DE LA SANTA CRUZ
Terminada la oración universal, se hace la adoración solemne de la santa cruz. De las dos formas que se proponen a continuación para el descubrimiento de la cruz, elíjase la que se juzgue más apropiada pastoralmente, de acuerdo con las circunstancias.
Primera forma de mostrar la santa Cruz
Se lleva al
altar la cruz, cubierta con un velo y acompañada por dos acólitos
con velas encendidas.
El sacerdote, de pie ante el altar, recibe la cruz, descubre un poco su extremo
superior, la eleva y comienza a cantar el invitatorio "Mirad el árbol
de la Cruz", cuyo canto prosigue juntamente con los ministros sagrados
o, si es necesario, con el coro. Todos responden: Venid y adoremos.
Terminado el canto, todos se arrodillan y adoran en silencio, durante algunos
instantes, la cruz que el sacerdote, de pie, mantiene en alto.
Enseguida el sacerdote descubre el brazo derecho de la cruz y, elevándola
de nuevo, comienza a cantar (en el mismo tono que antes) el invitatorio "Mirad
el árbol de la cruz", y se prosigue como la primera vez.
Finalmente descubre por completo la cruz y, volviéndola a elevar, comienza
por tercera vez el invitatorio "Mirad el árbol de la cruz",
como la primera vez.
Enseguida, acompañado por dos acólitos con velas encendidas, el
sacerdote lleva la cruz a la entrada del presbiterio o a otro sitio adecuado
y la coloca ahí, o la entrega a los ministros o acólitos para
que la sostengan, y se colocan las dos velas encendidas a los lados de la cruz.
Se hace luego la adoración de la santa cruz.
Segunda forma de mostrar la santa cruz
El sacerdote,
el diácono u otro ministro idóneo va a la puerta del templo juntamente
con los acólitos.
Ahí recibe la cruz ya descubierta. Los acólitos toman los ciriales
encendidos, y todos avanzan en forma de procesión hacia el presbiterio
a través del templo.
Cerca de la puerta del templo, el que lleva la cruz la levanta y canta el invitatorio
"Mirad el árbol de la cruz". Todos responden: Venid y adoremos
y se arrodillan después de la respuesta, adorando un momento en silencio.
Esto mismo se repite a la mitad de la iglesia y a la entrada del presbiterio.
(El invitatorio se canta las tres veces en el mismo tono).
Enseguida se coloca la cruz a la entrada del presbiterio y se ponen a sus lados
los ciriales.
INVITATORIO AL PRESENTAR LA SANTA CRUZ
V. Mirad el
árbol de la cruz donde estuvo clavado Cristo, el Salvador del mundo.
R/. Venid y adoremos.
ADORACIÓN DE LA SANTA CRUZ
El sacerdote,
el clero y los fieles se acercan procesionalmente y adoran la cruz, haciendo
delante de ella una genuflexión simple o algún otro signo de veneración
(como el de besarla), según la costumbre de la región.
Mientras tanto, se canta la antífona "Tu cruz adoramos", los
Improperios u otros cánticos apropiados. Todos, conforme van terminando
de adorar la cruz, regresan a su lugar y se sientan.
Expóngase solamente una cruz a la adoración de los fieles. Si
por el gran número de asistentes no todos pudieren acercarse, el sacerdote,
después de que una parte de los fieles haya hecho la adoración,
toma la cruz y, de pie ante el altar, invita a todo el pueblo, con breves palabras,
a adorar la santa cruz. Luego la levanta en alto por un momento, para que los
fieles la adoren en silencio
Terminada la adoración, la cruz es llevada al altar y puesta en su lugar. Los ciriales encendidos son colocados a los lados del altar o junto a la cruz.
CANTOS PARA LA ADORACIÓN DE LA SANTA CRUZ
Las partes que corresponden al primer coro, se indican con el número 1; las que corresponden al segundo, con el número 2; las que deben cantarse juntamente por los dos coros, con los números 1 y 2.
1 y 2. ANTÍFONA
Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos, pues del árbol de la cruz ha venido la alegría al mundo entero.
1. SALMO 66, 2
Que el Señor se apiade de nosotros y nos bendiga, que nos muestre su rostro radiante y misericordioso.
1 y 2. ANTÍFONA
Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos, pues del árbol de la cruz ha venido la alegría al mundo entero.
IMPROPERIOS I
1 y 2. Pueblo mío, ¿qué mal te he causado, o en qué cosa te he ofendido? Respóndeme.
¿Porque yo te saqué de Egipto, tú le has preparado una cruz a tu Salvador?
Pueblo mío, ¿qué mal te he causado, o en qué cosa te he ofendido? Respóndeme.
1. Sanctus Deus. 2. Santo Dios.
1. Sanctus fortis. 2. Santo fuerte.
1. Sanctus immortalis, 2. Santo inmortal,
miserere nobis. ten piedad de nosotros.
1 y 2. ¿Porque
yo te guié cuarenta años por el desierto, te alimenté con
el maná y te introduje en una tierra fértil, tú le preparaste
una cruz a tu Salvador? Sanctus Deus, etcétera.
1 y 2. ¿Qué más pude hacer, o qué dejé sin
hacer por ti? Yo mismo te elegí y te planté, hermosa viña
mía, pero tú te has vuelto áspera y amarga conmigo, porque
en mi sed me diste de beber vinagre y has plantado una lanza en el costado a
tu Salvador. Sanctus Deus, etcétera.
IMPROPERIOS II
Por ti yo azoté
a Egipto y a sus primogénitos, y tú me has entregado para que
me azoten.
R/. Pueblo mío, ¿qué mal te he causado, o en qué
cosa te he ofendido? Respóndeme.
1. Yo te saqué
de Egipto y te libré del faraón en el mar Rojo, y tú me
has entregado a los sumos sacerdotes. 2. R/.
1. Yo te abrí camino por el mar, y tú me has abierto el costado
con tu lanza. 2. R/.
1. Yo te serví de guía con una columna de nubes, y tú me
has conducido al pretorio de Pilato. 2. R/.
1. Yo te di de comer maná en el desierto, y tú me has dado de
bofetadas y de azotes. 2. R/.
1. Yo te di a beber el agua salvadora que brotó de la peña y tú
me has dado a beber hiel y vinagre. 2. R/.
1. Por ti yo herí a los reyes cananeos, y tú, con una caña,
me has herido en la cabeza. 2. R/.
1. Yo puse en tus manos un cetro real, y tú me has puesto en la cabeza
una corona de espinas. 2. R/.
1. Yo te exalté con mi omnipotencia, y tú me has hecho subir a
la deshonra de la cruz. 2. R/.
HIMNO
Después de cada estrofa, se van diciendo alternados los versos R. 1 y R.2.
R. 1. Cruz amable
y redentora,
árbol noble, espléndido.
Ningún árbol fue tan rico,
ni en sus frutos ni en su flor.
Cuando Adán, movido
a engaño,
comió el fruto del Edén,
el Creador, compadecido,
desde entonces decretó
que un árbol nos devolviera
lo que un árbol nos quitó.
R. 2. Dulce leño,
dulces clavos,
dulce el fruto que nos dio.
Quiso, con sus propias armas,
vencer Dios al seductor,
la sabiduría a la astucia
fiero duelo le aceptó,
para hacer surgir la vida
donde la muerte brotó. R. 1
Cuando el tiempo hubo llegado,
el Eterno nos envió
a su Hijo desde el cielo,
Dios eterno como Él,
que en el seno de una Virgen
carne humana revistió. R. 1
Ya se enfrenta a las injurias,
a los golpes y al rencor,
ya la sangre está brotando
de la fuente de salud.
En qué río tan divino
se ha lavado la creación. R. 1
Árbol santo, cruz
excelsa,
tu dureza ablanda ya,
que tus ramas se dobleguen
al morir el Redentor
y en tu tronco, suavizado,
lo sostengas con piedad. R. 2
Feliz puerto preparaste
para el mundo náufrago
y el rescate presentaste
para nuestra redención,
pues la Sangre del Cordero
en tus brazos se ofrendó. R. 1
Conclusión que nunca
debe omitirse:
Elevemos jubilosos
a la augusta Trinidad
nuestra gratitud inmensa
por su amor y redención,
al eterno Padre, al Hijo,
y al Espíritu de amor. Amén.
Tercera parte
SAGRADA COMUNIÓN
Se extiende un
mantel sobre el altar y se ponen sobre él un corporal y el libro. Enseguida
el diácono o, en su defecto, el mismo sacerdote, trae el Santísimo
Sacramento del lugar del depósito directamente al altar, mientras todos
permanecen de pie y en silencio. Dos acólitos, con candelabros encendidos,
acompañan al Santísimo Sacramento y depositan luego los candelabros
a los lados del altar o sobre él. Después de que el diácono
ha depositado el Santísimo Sacramento sobre el altar y ha descubierto
el copón, se acerca el sacerdote y, previa genuflexión, sube al
altar. Ahí, teniendo las manos juntas, dice con voz clara:
Fieles a la recomendación del Salvador, y siguiendo su divina enseñanza,
nos atrevemos a decir:
El sacerdote, con las manos extendidas, dice junto con el pueblo:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue él solo en voz alta:
Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
Junta las manos. El pueblo concluye la oración, aclamando:
Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.
A continuación el sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto:
Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.
Enseguida hace genuflexión, toma una partícula, la mantiene un poco elevada sobre el pixis y dice en voz alta:
Éste es
el Cordero de Dios
que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Y, juntamente con el pueblo, añade una sola vez:
Señor, no
soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para
sanarme.
Luego, comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo.
Después distribuye la comunión a los fieles. Durante la comunión
se pueden entonar cantos apropiados.
Acabada la comunión, un ministro idóneo lleva el pixis a algún
lugar especialmente preparado fuera de la iglesia, o bien, si lo exigen las
circunstancias, lo reserva en el sagrario.
Después el sacerdote, guardado si lo cree oportuno un breve silencio, dice la siguiente oración:
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Oremos
Dios todopoderoso y eterno, que nos has redimido con la gloriosa muerte y resurrección de Jesucristo, por medio de nuestra participación en este sacramento prosigue en nosotros la obra de tu amor y ayúdanos a vivir entregados siempre a tu servicio. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
Como despedida, el sacerdote, de pie y vuelto hacia el pueblo, extendiendo las manos sobre él, dice la siguiente oración:
ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO
Envía, Señor, tu bendición sobre estos fieles tuyos que han conmemorado la muerte de tu Hijo y esperan resucitar con Él; concédeles tu perdón y tu consuelo, fortalece su fe y condúcelos a su eterna salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
Y todos se retiran
en silencio. A su debido tiempo se desnuda el altar.
Los que asistieron a esta solemne acción litúrgica de la tarde
no están obligados a rezar vísperas.
VIGILIA PASCUAL (RESURRECCIÓN)
LA CONFIANZA DE ABRAHÁN
Gn 1, 1-2, 1; Gn 22, 1-18; Ex 14, 15-15, 1; Is 55, 1-11
El relato de la creación nos presenta un mundo armoniosamente bello y bueno. En dicho relato destaca la convicción de que el hombre y la mujer, que fueron creados a imagen de Dios, habrán de pastorear como administradores responsables sobre el conjunto de las creaturas. Abrahán camina hacia la tierra de Canaán, Dios lo bendice a través del nacimiento de su hijo Isaac, a quien posteriormente se dispondrá a entregar en sacrificio, mostrando su enorme confianza en la palabra del Señor. El paso del Mar Rojo es la acción culminante que libera a Israel. A partir de entonces Él se revela ante su pueblo como un Dios cercano, que escucha siempre el clamor de las víctimas. El profeta Isaías nos instruye finalmente acerca de la incomparable fuerza de la palabra del Señor que realiza acciones fecundas y transformadoras en el corazón de las personas.
VIDA NUEVA ANTE DIOS
Ba 3, 9-15.32-4, 4; Ez 36, 16-28; Rm 6, 3-11; Mt 28, 1-10
El profeta Baruc
entona un hermoso elogio de la sabiduría divina. Israel es un pueblo
bienaventurado porque conoce y entiende los caminos que son gratos al Señor
Dios. El pueblo escogido está custodiado por la luz incomparable de la
sabiduría que el Señor le regaló. En la pedagogía
divina no hay lugar para el fatalismo. El Señor conduce la historia e
invita a su pueblo a participar de forma responsable; cuando Israel se aparta
del camino y se entrega a los ídolos, el Señor lo entrega en manos
de los babilonios. Cuando llegue el momento oportuno volverá a congregarlos
de entre las naciones para honrar su nombre y mostrar su señorío.
En las lecturas del Nuevo Testamento, la carta a los Romanos sintetiza magistralmente
la existencia cristiana, como una muerte al pecado y un renacimiento ante Dios.
De esa vida nueva que Dios ha hecho partícipe a Cristo resucitado, serán
testigos los discípulos que volverán a congregarse como hermanos
de Jesús en los caminos de Galilea.
Durante el Sábado Santo, la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor,
meditando en su pasión y muerte, y se abstiene de celebrar el sacrificio
de la misa (por lo que conserva el altar enteramente desnudo) hasta que, después
de la vigilia solemne o espera nocturna de la Resurrección, se desborda
la alegría pascual, cuya exuberancia inunda los cincuenta días
subsiguientes. Hoy no puede darse la Sagrada Comunión más que
a modo de viático.
VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA
OMINGO 24
DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
Según
una tradición muy antigua, ésta es una noche de vigilia en honor
del Señor (Ex 12, 42). Los fieles, llevando en la mano —según
la exhortación evangélica (Lc 12, 35 ss)— lámparas
encendidas, se asemejan a quienes esperan el regreso de su Señor para
que, cuando Él vuelva, los encuentre vigilantes y los haga sentar a su
mesa.
La celebración de la vigilia se desarrolla de la siguiente manera: después
de la breve liturgia de la luz o "lucernario" (primera parte de la
vigilia), la santa Iglesia, llena de fe en las palabras y promesas del Señor,
medita los portentos que Él obró desde el principio en favor de
su pueblo (segunda parte o liturgia de la palabra) y cuando el día de
la Resurrección está por llegar, encontrándose ya acompañada
de sus nuevos hijos, renacidos en el bautismo (tercera parte), es invitada a
la mesa que el Señor ha preparado para su pueblo, por medio de su muerte
y resurrección (cuarta parte).
Toda la celebración de la vigilia pascual se hace en la noche, de modo
que no debe comenzar antes del principio de la noche del sábado, ni terminar
después del alba del domingo.
La misa de la vigilia, aunque se celebre antes de la medianoche, es ya la misa
pascual del Domingo de Resurrección. Los fieles que participan en la
misa de la vigilia pueden comulgar también en la misa diurna de la Pascua.
El sacerdote que celebra o concelebra la misa de la vigilia puede también
celebrar o concelebrar la misa diurna de la Pascua.
El sacerdote y los ministros se revisten desde el principio con los ornamentos
blancos de la misa.
Prepárense suficientes velas para todos los fieles que participen en
la vigilia.
Primera parte
LUCERNARIO O SOLEMNE COMIENZO DE LA VIGILIA
BENDICIÓN DEL FUEGO
Se apagan todas las luces de la iglesia.
En un lugar
adecuado, fuera de la iglesia, se enciende el fuego. Congregado allí
el pueblo, llega el sacerdote con los ministros. Uno de los ministros lleva
el cirio pascual.
Si las circunstancias no permiten encender el fuego fuera de la iglesia, todo
este rito se desarrolla como se indica.
El sacerdote saluda, como de costumbre, al pueblo congregado y le hace una breve
exhortación, con estas palabras u otras semejantes:
Hermanos: En esta noche santa, en que nuestro Señor Jesucristo pasó
de la muerte a la vida, la Iglesia invita a todos sus hijos, diseminados por
el mundo, a que se reúnan para velar en oración. Conmemoremos,
pues, juntos, la Pascua del Señor, escuchando su palabra y participando
en sus sacramentos, con la esperanza cierta de participar también en
su triunfo sobre la muerte y de vivir con Él para siempre en Dios.
Enseguida bendice el fuego.
Oremos. Dios nuestro, que por medio de tu Hijo nos has comunicado el fuego de tu vida divina, bendice este fuego nuevo y haz que estas fiestas pascuales enciendan en nosotros el deseo del cielo, para que podamos llegar con un espíritu renovado a la fiesta gloriosa de tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
Con el fuego nuevo se enciende el cirio pascual.
Si, por razones pastorales, parece oportuno hacer resaltar con algunos símbolos la dignidad y la significación del cirio pascual, puede hacerse de este modo: una vez bendecido el fuego nuevo, un acólito o uno de los ministros lleva el cirio pascual ante el celebrante. Éste, con un punzón, graba una cruz en el cirio. Después, traza sobre él la letra griega alfa y, debajo, la letra omega; entre los brazos de la cruz traza los cuatro números del año en curso, mientras dice:
1. Cristo
ayer y hoy
Traza la línea vertical;
2. principio
y fin
traza la línea horizontal;
3. Alfa,
traza la letra alfa
arriba de la línea vertical;
4. y Omega.
traza la letra omega, abajo de la línea vertical;
5. Suyo
es el tiempo,
traza el primer número del año en curso, en el ángulo
superior izquierdo de la cruz;
6. y la
eternidad.
traza el segundo número del año, en el ángulo superior
derecho;
7. A Él
la gloria y el poder
traza el tercer número del año en el ángulo inferior
izquierdo;
8. por
los siglos de los siglos. Amén.
traza el cuarto número del año en el ángulo inferior
derecho.
Después de haber trazado la cruz y los demás signos, el sacerdote puede incrustar en el cirio cinco granos de incienso, en forma de cruz, diciendo al mismo tiempo:
1. Por
sus santas llagas 1
2. gloriosas
3. nos proteja 4 2 5
4. y nos guarde
5. Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 3
El celebrante enciende el cirio pascual con el fuego nuevo, diciendo:
Que la luz de
Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro corazón
y de nuestro espíritu.
El trazado de la cruz y el encendido del cirio pueden realizarse total o parcialmente,
según las circunstancias pastorales del ambiente y del lugar. Las conferencias
episcopales pueden establecer también otros ritos más acomodados
a la idiosincrasia de cada pueblo en concreto.
Cuando por alguna razón no se puede encender el fuego fuera de la iglesia,
el rito se acomoda a las circunstancias. Reunido, como de costumbre el pueblo
en la iglesia, el celebrante con los ministros, uno de los cuales lleva el cirio
pascual, se dirige a la puerta de la iglesia. El pueblo, en cuanto sea posible,
se vuelve hacia el celebrante. Se hace el saludo y la exhortación, como
se indicó, después se bendice el fuego y, si se quiere, se prepara
y enciende el cirio, como se indica.
PROCESIÓN
A continuación
el diácono, o en su defecto, el sacerdote, toma el cirio pascual y, manteniéndolo
elevado, canta él solo:
Cristo, luz del mundo. Y todos responden:
Demos gracias
a Dios.
Todos entran en la iglesia; precedidos por el diácono (o el sacerdote)
que lleva el cirio pascual. Si se emplea el incienso, el turiferario precederá
al diácono.
En la puerta de la iglesia, el diácono se detiene y elevando el cirio,
canta por segunda vez:
Cristo, luz del mundo. Y todos responden:
Demos gracias a Dios.
En este momento todos encienden sus velas en la llama del cirio y avanzan de
nuevo.
Al llegar ante el altar, el diácono, vuelto hacia el pueblo, canta por
tercera vez:
Cristo, luz del mundo. Y todos responden:
Demos gracias a Dios.
Entonces se encienden las luces del templo.
PREGÓN PASCUAL
El sacerdote se dirige a la sede. El diácono pone el cirio pascual en el candelabro, que está preparado en medio del presbiterio o junto al ambón. Después de poner incienso en el incensario, si éste se ha utilizado, el diácono pide y recibe, como lo hace en la misa antes del Evangelio, la bendición del sacerdote, el cual dice en voz baja:
El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que proclames dignamente su pregón pascual; en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. R/. Amén.
Esta bendición
se omite si el pregón pascual es proclamado por otro que no sea el diácono.
Si se usa el incienso, el diácono o, en su defecto, el sacerdote, inciensa
el libro y el cirio. Luego proclama el pregón pascual desde el ambón
o desde el púlpito. Todos permanecen de pie, teniendo en sus ir manos
las velas encendidas.
El pregón pascual puede ser proclamado, en caso de necesidad, por un
cantor que no sea diácono. En este caso, el cantor omite desde las palabras
"Por eso, queridos hermanos", hasta el final del invitatorio "El
resplandor de su luz", así como el saludo "El Señor
esté con ustedes".
Las conferencias episcopales pueden adaptar el pregón intercalando en
él alguna aclamación del pueblo.
PREGÓN PASCUAL
Alégrense,
por fin, los coros de los ángeles, alégrense las jerarquías
del cielo y, por la victoria de rey tan poderoso, que las trompetas anuncien
la salvación.
Goce también la tierra, inundada de tanta claridad, y que, radiante con
el fulgor del rey eterno, se sienta libre de la tiniebla que cubría el
orbe entero.
Alégrese también nuestra madre la Iglesia, revestida de luz tan
brillante; resuene este templo con las aclamaciones del pueblo.
(Por eso, queridos hermanos, que asisten a la admirable claridad de esta luz
santa, invoquen conmigo la misericordia de Dios omnipotente, para que aquel
que, sin mérito mío, me agregó al número de los
diáconos, complete mi alabanza a este cirio, infundiendo el resplandor
de su luz).
(V. El Señor
esté con ustedes.
R/. Y con tu espíritu).
V. Levantemos el corazón.
R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R/. Es justo y necesario.
En verdad es justo
y necesario aclamar con nuestras voces y con todo el afecto del corazón
a Dios invisible, el Padre todopoderoso, y a su único Hijo, nuestro Señor
Jesucristo.
Porque Él ha pagado por nosotros al eterno Padre la deuda de Adán,
y ha borrado con su sangre inmaculada la condena del antiguo pecado. Porque
éstas son las fiestas de Pascua, en las que se inmola el verdadero Cordero,
cuya sangre consagra las puertas de los fieles.
Ésta es la noche en que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros
padres, y los hiciste pasar a pie el mar Rojo.
Ésta es la noche en que la columna de fuego esclareció las tinieblas
del pecado.
Ésta es la noche que a todos los que creen en Cristo, por toda la tierra,
los arranca de los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado, los restituye
a la gracia y los agrega a los santos.
Ésta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende
victorioso del abismo. ¿De qué nos serviría haber nacido
si no hubiéramos sido rescatados? ¡Qué asombroso beneficio
de tu amor por nosotros! ¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Para
rescatar al esclavo entregaste al Hijo!
Necesario fue el pecado de Adán, que ha sido borrado por la muerte de
Cristo. ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!
¡Qué noche tan dichosa! Sólo ella conoció el momento
en que Cristo resucitó del abismo. Ésta es la noche de la que
estaba escrito: "Será la noche clara como el día, la noche
iluminada por mi gozo".
Y así, esta noche santa ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve
la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el
odio, trae la concordia, doblega a los poderosos.
En esta noche de gracia, acepta, Padre santo, el sacrificio vespertino de alabanza,
que la santa Iglesia te ofrece en la solemne ofrenda de este cirio, obra de
las abejas.
Sabemos ya lo que anuncia esta columna de fuego, que arde en llama viva para
la gloria de Dios. Y aunque distribuye su luz, no mengua al repartirla, porque
se alimenta de cera fundida que elaboró la abeja fecunda para hacer esta
lámpara preciosa.
¡Qué noche tan dichosa, en que se une el cielo con la tierra, lo
humano con lo divino!
Te rogamos, Señor, que este cirio consagrado a tu nombre para destruir
la oscuridad de esta noche, arda sin apagarse y, aceptado como perfume, se asocie
a las lumbreras del cielo.
Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo, ese lucero que no conoce ocaso,
Jesucristo, tu Hijo, que volviendo del abismo, brilla sereno para el linaje
humano y vive y reina por los siglos de los siglos. R/. Amén.
Segunda parte
LITURGIA DE LA PALABRA
En esta
vigilia, "madre de todas las vigilias" (san Agustín, Serm.
219), se proponen nueve lecturas, siete del Antiguo Testamento y dos del Nuevo
(la Epístola y el Evangelio).
Si las circunstancias pastorales lo piden, puede reducirse el número
de lecturas del Antiguo Testamento; pero téngase siempre en cuenta que
la lectura de la Palabra de Dios es parte fundamental de esta vigilia de Pascua.
Deben leerse, por lo menos, tres lecturas del Antiguo Testamento y, en casos
muy urgentes, por lo menos dos. Pero nunca se omita la tercera lectura, tomada
del capítulo 14 del Éxodo.
Terminado el pregón, todos apagan sus velas y se sientan. Antes de comenzar
las lecturas, el sacerdote exhorta a la asamblea con estas palabras u otras
semejantes.
Hermanos, con el pregón solemne de la Pascua, hemos entrado ya en la
noche santa de la resurrección del Señor. Escuchemos con recogimiento
la palabra de Dios. Meditemos cómo, en la Antigua Alianza, Dios salvó
a su pueblo y, en la plenitud de los tiempos, envió al mundo a su Hijo
para que nos redimiera.
Oremos para que Dios, nuestro Padre, conduzca a su plenitud esta obra de salvación,
iniciada con la muerte y resurrección de Jesucristo.
Siguen luego las lecturas. Un lector va al ambón y lee la primera lectura.
Después el salmista o cantor dice el salmo, alternando con las respuestas
del pueblo. Enseguida todos se levantan, el sacerdote dice "Oremos",
y después de que todos han orado en silencio durante unos momentos, dice
la oración colecta. Lo mismo se hace en cada lectura.
En lugar de decir el salmo responsorial, se puede guardar un breve espacio de
silencio para hacer oración. En este caso, se omite la pausa después
del "Oremos".
PRIMERA LECTURA**
Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno.
Lectura del libro del Génesis: 1, 1-2, 2
En el principio
creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era soledad y caos; y las tinieblas
cubrían la faz del abismo. El espíritu de Dios se movía
sobre la superficie de las aguas.
Dijo Dios: "Que exista la luz", y la luz existió. Vio Dios
que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas. Llamó
a la luz "día" y a las tinieblas, "noche". Fue la
tarde y la mañana del primer día.
Dijo Dios: "Que haya una bóveda entre las aguas, que separe unas
aguas de otras". E hizo Dios una bóveda y separó con ella
las aguas de arriba de las aguas de abajo. Y así fue. Llamó Dios
a la bóveda "cielo". Fue la tarde y la mañana del segundo
día.
Dijo Dios: "Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo lugar
y que aparezca el suelo seco". Y así fue. Llamó Dios "tierra"
al suelo seco y "mar" a la masa de las aguas. Y vio Dios que era bueno.
Dijo Dios: "Verdee la tierra con plantas que den semilla y árboles
que den fruto y semilla, según su especie, sobre la tierra". Y así
fue. Brotó de la tierra hierba verde, que producía semilla, según
su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla, según
su especie. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del tercer
día.
Dijo Dios: "Que haya lumbreras en la bóveda del cielo, que separen
el día de la noche, señalen las estaciones, los días y
los años, y luzcan en la bóveda del cielo para iluminar la tierra".
Y así fue. Hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para
regir el día y la menor para regir la noche; y también hizo las
estrellas. Dios puso las lumbreras en la bóveda del cielo para iluminar
la tierra, para regir el día y la noche, y separar la luz de las tinieblas.
Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del cuarto día.
Dijo Dios: "Agítense las aguas con un hervidero de seres vivientes
y revoloteen sobre la tierra las aves, bajo la bóveda del cielo".
Creó Dios los grandes animales marinos y los vivientes que en el agua
se deslizan y la pueblan, según su especie. Creó también
el mundo de las aves, según sus especies. Vio Dios que era bueno y los
bendijo, diciendo: "Sean fecundos y multiplíquense; llenen las aguas
del mar; que las aves se multipliquen en la tierra". Fue la tarde y la
mañana del quinto día.
Dijo Dios: "Produzca la tierra vivientes, según sus especies: animales
domésticos, reptiles y fieras, según sus especies". Y así
fue. Hizo Dios las fieras, los animales domésticos y los reptiles, cada
uno según su especie. Y vio Dios que era bueno.
Dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine
a los peces del mar, a las aves del cielo, a los animales domésticos
y a todo animal que se arrastra sobre la tierra".
Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen suya lo creó; hombre
y mujer los creó.
Y los bendijo Dios y les dijo: "Sean fecundos y multiplíquense,
llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves
del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra".
Y dijo Dios: "He aquí que les entrego todas las plantas de semilla
que hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen fruto
y semilla, para que les sirvan de alimento. Y a todas las fieras de la tierra,
a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres
que respiran, también les doy por alimento las verdes plantas".
Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró
muy bueno. Fue la tarde y la mañana del sexto día. Así
quedaron concluidos el cielo y la tierra con todos sus ornamentos, y terminada
su obra, descansó Dios el séptimo día de todo cuanto había
hecho. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
O bien, forma breve: La creación del hombre.
Lectura del libro del Génesis: 1, 1. 26-31
En el principio
creó Dios el cielo y la tierra. Y dijo Dios: "Hagamos al hombre
a nuestra imagen y semejanza; que domine a los peces del mar, a las aves del
cielo, a los animales domésticos y a todo animal que se arrastra sobre
la tierra".
Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen suya lo creó; hombre
y mujer los creó.
Y los bendijo Dios y les dijo: "Sean fecundos y multiplíquense,
llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves
del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra".
Y dijo Dios: "He aquí que les entrego todas las plantas de semilla
que hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen fruto
y semilla, para que les sirvan de alimento. Y a todas las fieras de la tierra,
a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres
que respiran, también les doy por alimento las verdes plantas".
Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró
muy bueno. Palabra de Dios. T. Te alabamos, Señor.
Después de la lectura se canta uno de los salmos siguientes:
Del
salmo 103 R/. Bendice al Señor, alma mía.
Bendice al Señor, alma mía; Señor y Dios mío, inmensa
es tu grandeza. Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un
manto. R/.
Sobre bases inconmovibles asentaste la tierra para siempre. Con un vestido de
mares la cubriste y las aguas en los montes concentraste. R/.
En los valles haces brotar las fuentes, que van corriendo entre montañas;
junto al arroyo vienen a vivir las aves, que cantan entre las ramas. R/.
Desde tu cielo riegas los montes y sacias la tierra del fruto de tus manos;
haces brotar hierba para los ganados y pasto para los que sirven al hombre.
R/.
¡Qué numerosas son tus obras, Señor, y todas las hiciste
con maestría! La tierra está llena de tus creaturas. Bendice al
Señor, alma mía. R/.
O bien:
Del
salmo 32 R/. La tierra llena está de tus bondades.
Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. Él
ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades. R/.
La palabra del Señor hizo los cielos, y su aliento, los astros. Los mares
encerró como en un odre, y como en una presa, los océanos. R/.
Feliz la nación cuyo Dios es el Señor; dichoso el pueblo que escogió
por suyo. Desde el cielo el Señor, atentamente, mira a todos los hombres.
R/.
En el Señor está nuestra esperanza, pues Él es nuestra
ayuda y nuestro amparo. Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que
en ti, Señor, hemos confiado. R/.
ORACIÓN
Oremos: Dios todopoderoso
y eterno, que en todas las obras de tu amor te muestras admirable, concédenos
comprender que la redención realizada por Cristo, nuestra pascua, es
una obra más maravillosa todavía que la misma creación
del universo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
Esta oración se puede sustituir por la siguiente, si se hace la lectura
breve: creación del hombre.
Oremos: Dios nuestro, que de un modo admirable nos creaste a tu imagen y semejanza
y de un modo más admirable todavía nos redimiste, concédenos
sabiduría de espíritu, para resistir los atractivos del pecado
y poder llegar así a los gozos del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
SEGUNDA LECTURA**
El sacrificio de nuestro patriarca Abraham.
Lectura del libro del Génesis: 22, 1-18
En aquel tiempo,
Dios le puso una prueba a Abraham y le dijo: "¡Abraham, Abraham!".
Él respondió: "Aquí estoy". Y Dios le dijo: "Toma
a tu hijo único, Isaac, a quien tanto amas; vete a la región de
Moria y ofrécemelo en sacrificio, en el monte que yo te indicaré".
Abraham madrugó, aparejó su burro, tomó consigo a dos de
sus criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y
se encaminó al lugar que Dios le había indicado. Al tercer día
divisó a lo lejos el lugar. Les dijo entonces a sus criados: "Quédense
aquí con el burro; yo iré con el muchacho hasta allá, para
adorar a Dios y después regresaremos".
Abraham tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a
su hijo Isaac y tomó en su mano el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban
juntos. Isaac dijo a su padre Abraham: "¡Padre!". Él
respondió: "¿Qué quieres, hijo?". El muchacho
contestó: "Ya tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde
está el cordero para el sacrificio?". Abraham le contestó:
"Dios nos dará el cordero para el sacrificio, hijo mío".
Y siguieron caminando juntos.
Cuando llegaron al sitio que Dios le había señalado, Abraham levantó
un altar y acomodó la leña. Luego ató a su hijo Isaac,
lo puso sobre el altar, encima de la leña, y tomó el cuchillo
para degollarlo.
Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo y le dijo:
"¡Abraham, Abraham!". Él contestó: "Aquí
estoy". El ángel le dijo: "No descargues la mano contra tu
hijo ni le hagas daño. Ya veo que temes a Dios, porque no le has negado
a tu hijo único". Abraham levantó los ojos y vio un carnero,
enredado por los cuernos en la maleza. Atrapó el carnero y lo ofreció
en sacrificio, en lugar de su hijo. Abraham puso por nombre a aquel sitio "el
Señor provee", por lo que aun el día de hoy se dice: "el
monte donde el Señor provee".
El ángel del Señor volvió a llamar a Abraham desde el cielo
y le dijo: "Juro por mí mismo, dice el Señor, que por haber
hecho esto y no haberme negado a tu hijo único, yo te bendeciré
y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y las arenas
del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades enemigas. En tu
descendencia serán bendecidos todos los pueblos de la tierra, porque
obedeciste a mis palabras. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
O bien: forma breve
Lectura del libro del Génesis: 22, 1-2. 9-13. 15-18
En aquel tiempo,
Dios le puso una prueba a Abraham y le dijo: "¡Abraham, Abraham!".
Él respondió: "Aquí estoy". Y Dios le dijo: "Toma
a tu hijo único, Isaac, a quien tanto amas; vete a la región de
Moria y ofrécemelo en sacrificio, en el monte que yo te indicaré".
Cuando llegaron al sitio que Dios le había señalado, Abraham levantó
un altar y acomodó la leña. Luego ató a su hijo Isaac,
lo puso sobre el altar, encima de la leña, y tomó el cuchillo
para degollarlo.
Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo y le dijo:
"¡Abraham, Abraham!". Él contestó: "Aquí
estoy". El ángel le dijo: "No descargues la mano contra tu
hijo ni le hagas daño. Ya veo que temes a Dios, porque no le has negado
a tu hijo único". Abraham levantó los ojos y vio un carnero,
enredado por los cuernos en la maleza. Atrapó el carnero y lo ofreció
en sacrificio en lugar de su hijo. El ángel del Señor volvió
a llamar a Abraham desde el cielo y le dijo: "Juro por mí mismo,
dice el Señor, que por haber hecho esto y no haberme negado a tu hijo
único, yo te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como
las estrellas del cielo y las arenas del mar. Tus descendientes conquistarán
las ciudades enemigas. En tu descendencia serán bendecidos todos los
pueblos de la tierra, porque obedeciste a mis palabras". Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
Del
salmo 15 R/. Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.
El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está
en sus manos. Tengo siempre presente al Señor, y con Él a mi lado,
jamás tropezaré. R/.
Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá
tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás
que sufra yo la corrupción. R/.
Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia
y de alegría perpetua junto a ti. R/.
ORACIÓN
Oremos: Señor Dios, Padre de los creyentes, que por medio del sacramento pascual del bautismo sigues cumpliendo la promesa hecha a Abraham de multiplicar su descendencia por toda la tierra y de hacerlo el padre de todas las naciones, concede a tu pueblo responder dignamente a la gracia de tu llamado. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
TERCERA LECTURA
Los israelitas entraron en el mar sin mojarse.
Lectura del libro del Éxodo: 14, 15-15, 1
En aquellos días,
dijo el Señor a Moisés: "¿Por qué sigues clamando
a mí? Diles a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza
tu bastón, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que
los israelitas entren en el mar sin mojarse. Yo voy a endurecer el corazón
de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a expensas
del faraón y de todo su ejército, de sus carros y jinetes. Cuando
me haya cubierto de gloria a expensas del faraón, de sus carros y jinetes,
los egipcios sabrán que yo soy el Señor".
El ángel del Señor, que iba al frente de las huestes de Israel,
se colocó tras ellas. Y la columna de nubes que iba adelante, también
se desplazó y se puso a sus espalda los egipcios. La nube era tinieblas
para unos y claridad para otros, y así los ejércitos no trabaron
contacto durante toda la noche.
Moisés extendió la mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar
durante toda la noche un fuerte viento del este, que secó el mar, y dividió
las aguas. Los israelitas entraron en el mar y no se mojaban, mientras las aguas
formaban una muralla a su derecha y a su izquierda. Los egipcios se lanzaron
en su persecución y toda la caballería del faraón, sus
carros y jinetes, entraron tras ellos en el mar.
Hacia el amanecer, el Señor miró desde la columna de fuego y humo
al ejército de los egipcios y sembró entre ellos el pánico.
Trabó las ruedas de sus carros, de suerte que no avanzaban sino pesadamente.
Dijeron entonces los egipcios: "Huyamos de Israel, porque el Señor
lucha en su favor contra Egipto".
Entonces el Señor le dijo a Moisés: "Extiende tu mano sobre
el mar, para que vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes".
Y extendió Moisés su mano sobre el mar, y al amanecer, las aguas
volvieron a su sitio, de suerte que, al huir, los egipcios se encontraron con
ellas, y el Señor los derribó en medio del mar. Volvieron las
aguas y cubrieron los carros, a los jinetes y a todo el ejército del
faraón, que se había metido en el mar para perseguir a Israel.
Ni uno solo se salvó.
Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar. Las aguas les
hacían muralla a derecha e izquierda. Aquel día salvó el
Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios, muertos
en la orilla del mar. Israel vio la mano fuerte del Señor sobre los egipcios,
y el pueblo temió al Señor y creyó en el Señor y
en Moisés, su siervo. Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron
este cántico al Señor:
Éxodo
15 R/. Alabemos al Señor por su victoria.
Cantemos al Señor, sublime es su victoria: caballos y jinetes arrojó
en el mar. Mi fortaleza y mi canto es el Señor, Él es mi salvación;
Él es mi Dios, y yo lo alabaré, es el Dios de mis padres, y yo
le cantaré.
El Señor es un guerrero, su nombre es el Señor. Precipitó
en el mar los carros del faraón y a sus guerreros; ahogó en el
mar Rojo a sus mejores capitanes. R/.
Las olas los cubrieron, cayeron hasta el fondo, como piedras. Señor,
tu diestra brilla por su fuerza, tu diestra, Señor, tritura al enemigo.
R/.
Tú llevas a tu pueblo para plantarlo en el monte que le diste en herencia,
en el lugar que convertiste en tu morada, en el santuario que construyeron tus
manos. Tú, Señor, reinarás para siempre. R/.
ORACIÓN**
Oremos: Tus antiguos prodigios se renuevan, Señor, también en nuestros tiempos, pues lo que tu poder hizo con las aguas para librar a un solo pueblo de la esclavitud del faraón, lo repites ahora, por medio del agua del bautismo, para salvar a todas las naciones. Concede a todos los hombres del mundo entero contarse entre los hijos de Abraham y participar de la dignidad del pueblo elegido. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
O bien:
Oremos: Señor, que con el Evangelio nos has hecho comprender el sentido profundo del Antiguo Testamento, dejándonos ver en el paso del mar Rojo una imagen del bautismo y en el pueblo liberado de la esclavitud, un símbolo del pueblo cristiano, haz que todos los hombres, mediante la fe, participen del privilegio del pueblo elegido y sean regenerados por la acción santificadora de tu Espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
CUARTA LECTURA
Con amor eterno se ha apiadado de ti tu redentor.
Lectura del libro del profeta Isaías: 54, 5-14
"El que te
creó, te tomará por esposa; su nombre es `Señor de los
ejércitos'. Tu redentor es el Santo de Israel; será llamado 'Dios
de toda la tierra'. Como a una mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar
el Señor. ¿Acaso repudia uno a la esposa de la juventud?, dice
tu Dios.
Por un instante te abandoné, pero con inmensa misericordia te volveré
a tomar. En un arrebato de ira te oculté un instante mi rostro, pero
con amor eterno me he apiadado de ti, dice el Señor, tu redentor.
Me pasa ahora como en los días de Noé: entonces juré que
las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra; ahora juro no
enojarme ya contra ti ni volver a amenazarte. Podrán desaparecer los
montes y hundirse las colinas, pero mi amor por ti no desaparecerá y
mi alianza de paz quedará firme para siempre. Lo dice el Señor,
el que se apiada de ti.
Tú, la afligida, la zarandeada por la tempestad, la no consolada: He
aquí que yo mismo coloco tus piedras sobre piedras finas, tus cimientos
sobre zafiros; te pondré almenas de rubí y puertas de esmeralda
y murallas de piedras preciosas.
Todos tus hijos serán discípulos del Señor, y será
grande su prosperidad. Serás consolidada en la justicia. Destierra la
angustia, pues ya nada tienes que temer; olvida tu miedo, porque ya no se acercará
a ti". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo
29 R/. Te alabaré, Señor, eternamente.
Te alabaré, Señor, pues no dejaste que se rieran de mí
mis enemigos. Tú, Señor, me salvaste de la muerte y a punto de
morir, me reviviste. R/.
Alaben al Señor quienes lo aman, den gracias a su nombre, porque su ira
dura un solo instante, y su bondad, toda la vida. El llanto nos visita por la
tarde; por la mañana, el júbilo. R/.
Escúchame, Señor, y compadécete; Señor, ven en mi
ayuda. Convertiste mi duelo en alegría, te alabaré por eso eternamente.
R/.
ORACIÓN
Oremos: Señor
Dios, siempre fiel a tus promesas, aumenta, por medio del bautismo, el número
de tus hijos y multiplica la descendencia prometida a la fe de los patriarcas,
para que tu Iglesia vea que se va cumpliendo tu voluntad de salvar a todos los
hombres, como los patriarcas lo creyeron y esperaron. Por Jesucristo, nuestro
Señor. R/. Amén.
La oración anterior puede sustituirse por alguna de las que siguen, cuando
sus lecturas correspondientes vayan a omitirse.
QUINTA LECTURA
Vengan a mí y vivirán. Sellaré con ustedes una alianza perpetua.
Lectura del libro del profeta Isaías: 55, 1-11
Esto dice el Señor:
"Todos ustedes, los que tienen sed, vengan por agua; y los que no tienen
dinero, vengan, tomen trigo y coman; tomen vino y leche sin pagar. ¿Por
qué gastar el dinero en lo que no es pan y el salario en lo que no alimenta?
Escúchenme atentos y comerán bien, saborearán platillos
sustanciosos. Préstenme atención, vengan a mí, escúchenme
y vivirán.
Sellaré con ustedes una alianza perpetua, cumpliré las promesas
que hice a David. Como a él lo puse por testigo ante los pueblos, como
príncipe y soberano de las naciones, así tú reunirás
a un pueblo desconocido, y las naciones que no te conocían acudirán
a ti, por amor del Señor, tu Dios, por el Santo de Israel, que te ha
honrado.
Busquen al Señor mientras lo pueden encontrar, invóquenlo mientras
está cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal, sus planes;
que regrese al Señor, y Él tendrá piedad; a nuestro Dios,
que es rico en perdón. Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes,
sus caminos no son mis caminos. Porque así como aventajan los cielos
a la tierra, así aventajan mis caminos a los de ustedes y mis pensamientos
a sus pensamientos. Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá,
sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar a
fin de que dé semilla para sembrar y pan para comer, así será
la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado,
sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión". Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
Isaías
12 R/. El Señor es mi Dios y salvador.
El Señor es mi Dios y salvador: con Él estoy seguro y nada temo.
El Señor es mi protección y mi fuerza, y ha sido mi salvación.
Sacarán agua con gozo de la fuente de salvación. R/.
Den gracias al Señor, invoquen su nombre, cuenten a los pueblos sus hazañas,
proclamen que su nombre es sublime. R/.
Alaben al Señor por sus proezas, anúncienlas a toda la tierra.
Griten jubilosos, habitantes de Sión, porque el Dios de Israel ha sido
grande con ustedes. R/.
ORACIÓN
Oremos: Dios todopoderoso y eterno, única esperanza del mundo, tú que anunciaste por la voz de tus profetas los misterios que estamos celebrando esta noche, infunde en nuestros corazones la gracia de tu Espíritu, para que podamos vivir una vida digna de tu redención. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
SEXTA LECTURA
Sigue el camino que te conduce a la luz del Señor.
Lectura del libro del profeta Baruc: 3, 9-15. 32-4, 4
Escucha, Israel,
los mandatos de vida, presta oído para que adquieras prudencia. ¿A
qué se debe, Israel, que estés aún en país enemigo,
que envejezcas en tierra extranjera, que te hayas contaminado por el trato con
los muertos, que te veas contado entre los que descienden al abismo?
Es que abandonaste la fuente de la sabiduría. Si hubieras seguido los
senderos de Dios, habitarías en paz eternamente.
Aprende dónde están la prudencia, la inteligencia y la energía,
así aprenderás dónde se encuentra el secreto de vivir larga
vida, y dónde la luz de los ojos y la paz. ¿Quién es el
que halló el lugar de la sabiduría y tuvo acceso a sus tesoros?
El que todo lo sabe, la conoce; con su inteligencia la ha escudriñado.
El que cimentó la tierra para todos los tiempos, y la pobló de
animales cuadrúpedos; el que envía la luz, y ella va, la llama,
y temblorosa le obedece; llama a los astros, que brillan jubilosos en sus puestos
de guardia, y ellos le responden: "Aquí estamos", y refulgen
gozosos para aquel que los hizo. Él es nuestro Dios y no hay otro como
Él; Él ha escudriñado los caminos de la sabiduría
y se la dio a su hijo Jacob, a Israel, su predilecto. Después de esto,
ella apareció en el mundo y convivió con los hombres.
La sabiduría es el libro de los mandatos de Dios, la ley de validez eterna;
los que la guardan, vivirán, los que la abandonan, morirán.
Vuélvete a ella, Jacob, y abrázala; camina hacia la claridad de
su luz; no entregues a otros tu gloria, ni tu dignidad a un pueblo extranjero.
Bienaventurados nosotros, Israel, porque lo que agrada al Señor nos ha
sido revelado. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo
18 R/. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables
son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo. R/.
En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón;
son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino. R/.
La voluntad de Dios es santa y para siempre estable; los mandatos del Señor
son verdaderos y enteramente justos. R/.
Más deseables que el oro y las piedras preciosas son las normas del Señor,
y más dulces que la miel de un panal que gotea. R/.
ORACIÓN
Oremos: Dios nuestro, que haces crecer continuamente a tu Iglesia con hijos llamados de todos los pueblos, dígnate proteger siempre con tu gracia a quienes has hecho renacer en el bautismo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
SÉPTIMA LECTURA
Los rociaré con agua pura y les daré un corazón nuevo.
Lectura del libro del profeta Ezequiel: 36, 16-28
En aquel tiempo,
me fue dirigida la palabra del Señor en estos términos: "Hijo
de hombre, cuando los de la casa de Israel habitaban en su tierra, la mancharon
con su conducta y con sus obras; como inmundicia fue su proceder ante mis ojos.
Entonces descargué mi furor contra ellos, por la sangre que habían
derramado en el país y por haberlo profanado con sus idolatrías.
Los dispersé entre las naciones y anduvieron errantes por todas las tierras.
Los juzgué según su conducta, según sus acciones los sentencié.
Y en las naciones a las que se fueron, desacreditaron mi santo nombre, haciendo
que de ellos se dijera: 'Éste es el pueblo del Señor, y ha tenido
que salir de su tierra'.
Pero, por mi santo nombre, que la casa de Israel profanó entre las naciones
adonde llegó, me he compadecido. Por eso, dile a la casa de Israel: 'Esto
dice el Señor: no lo hago por ustedes, casa de Israel. Yo mismo mostraré
la santidad de mi nombre excelso, que ustedes profanaron entre las naciones.
Entonces ellas reconocerán que yo soy el Señor, cuando, por medio
de ustedes les haga ver mi santidad.
Los sacaré a ustedes de entre las naciones, los reuniré de todos
los países y los llevaré a su tierra. Los rociaré con agua
pura y quedarán purificados; los purificaré de todas sus inmundicias
e idolatrías.
Les daré un corazón nuevo y les infundiré un espíritu
nuevo; arrancaré de ustedes el corazón de piedra y les daré
un corazón de carne. Les infundiré mi espíritu y los haré
vivir según mis preceptos y guardar y cumplir mis mandamientos. Habitarán
en la tierra que di a sus padres; ustedes serán mi pueblo y yo seré
su Dios' ". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
De
los salmos 41 y 42 R/. Estoy sediento del Dios que da la vida.
Como el venado busca el agua de los ríos, así, cansada,
mi alma te busca a ti, Dios mío. R/.
Del Dios que da la vida está mi ser sediento. ¿Cuándo será
posible ver de nuevo su templo? R/.
Recuerdo cuando íbamos a casa del Señor, cantando, jubilosos,
alabanzas a Dios. R/.
Envíame, Señor, tu luz y tu verdad; que ellas se conviertan en
mi guía y hasta tu monte santo me conduzcan, allí donde tú
habitas. R/.
Al altar del Señor me acercaré, al Dios que es mi alegría,
y a mi Dios, el Señor, le daré gracias al compás de la
cítara. R/.
O bien, cuando hay bautizos:
Isaías
12 R/. El Señor es mi Dios y salvador.
El Señor es mi Dios y salvador, con Él estoy seguro
y nada temo. El Señor es mi protección y mi fuerza y ha sido mi
salvación. Sacarán agua con gozo de la fuente de salvación.
R/.
Den gracias al Señor, invoquen su nombre, cuenten a los pueblos sus hazañas,
proclamen que su nombre es sublime. R/.
Alaben al Señor por sus proezas, anúncienlas a toda la tierra.
Griten jubilosos, habitantes de Sión, porque el Dios de Israel ha sido
grande con ustedes. R/.
O bien:
Del
salmo 50 R/. Crea en mí, Señor, un corazón puro.
Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu
nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti,
ni retires de mí tu santo espíritu. R/.
Devuélveme tu salvación, que regocija, y mantén en mí
un alma generosa. Enseñaré a los descarriados tus caminos y volverán
a ti los pecadores. R/.
Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios, y si te ofreciera
un holocausto, no te agradaría. Un corazón contrito te presento,
y a un corazón contrito tú nunca lo desprecias. R/.
ORACIÓN**
Oremos: Señor Dios nuestro, poder inmutable y luz sin ocaso, prosigue bondadoso a través de tu Iglesia, sacramento de salvación, la obra que tu amor dispuso desde la eternidad; que todo el mundo vea y reconozca que los caídos se levantan, que se renueva lo que había envejecido y que todo se integra en aquel que es el principio de todo, Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. R/. Amén.
O bien esta oración:
Oremos: Señor Dios nuestro, que con las enseñanzas del Antiguo y del Nuevo Testamento nos has preparado a celebrar el misterio de la Pascua, haz que comprendamos tu amor, para que los dones que hoy recibimos confirmen en nosotros la esperanza de los bienes futuros. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
Terminada
la oración de la última lectura del Antiguo Testamento, con el
responsorio y la oración correspondiente, se encienden las velas del
altar. El sacerdote entona solemnemente el Gloria, que todos prosiguen. Se tocan
las campanas, de acuerdo con las costumbres de cada lugar.
Después del Gloria, el sacerdote dice la oración colecta, como
de ordinario.
Oremos: Dios nuestro, que haces resplandecer esta noche santa con la gloria del Señor resucitado, aviva en tu Iglesia el espíritu filial, para que, renovados en cuerpo y alma, nos entreguemos plenamente a tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo...
Enseguida un lector lee la epístola de san Pablo.
EPÍSTOLA
Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no morirá nunca.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 6, 3-11
Hermanos: ¿no
saben ustedes que todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús
por medio del bautismo hemos sido incorporados a Él en su muerte? En
efecto, por el bautismo fuimos sepultados con Él en su muerte, para que,
así como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del
Padre, así también nosotros llevemos una vida nueva.
Porque, si hemos estado íntimamente unidos a Él por una muerte
semejante a la suya, también lo estaremos en su resurrección.
Sabemos que nuestro hombre viejo fue crucificado con Cristo, para que el cuerpo
del pecado quedara destruido, a fin de que ya no sirvamos al pecado, pues el
que ha muerto queda libre del pecado.
Por lo tanto, si hemos muerto con Cristo, estamos seguros de que también
viviremos con Él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre
los muertos, ya no morirá nunca. La muerte ya no tiene dominio sobre
Él, porque, al morir, murió al pecado de una vez para siempre;
y al resucitar, vive ahora para Dios. Lo mismo ustedes, considérense
muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Terminada la epístola, todos se ponen de pie y el sacerdote entona solemnemente el Aleluya, que todos repiten. Luego un salmista o un cantor dice el salmo, al que el pueblo responde: Aleluya. Si hace falta, el mismo salmista canta el Aleluya.
Del
salmo 117 R/. Aleluya, aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia
es eterna. Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". R/.
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro
orgullo. No moriré, continuaré viviendo, para contar lo que el
Señor ha hecho. R/.
La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto
es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R/.
Para el Evangelio no se llevan velas. Puede emplearse el incienso. Ha resucitado
e irá delante de ustedes a Galilea.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Mateo: 28, 1-10 .
Transcurrido el
sábado, al amanecer del primer día de la semana, María
Magdalena y la otra María
fueron a ver el sepulcro. De pronto se produjo un gran temblor, porque el ángel
del Señor bajó del cielo y acercándose al sepulcro, hizo
rodar la piedra que lo tapaba y se sentó encima de ella. Su rostro brillaba
como el relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Los guardias,
atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se quedaron como muertos.
El ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: "No teman Ya
sé que buscan a Jesús, el crucificado. No está aquí;
ha resucitado, como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde lo habían
puesto. Y ahora, vayan de prisa a decir a sus discípulos: 'Ha resucitado
de entre los muertos e irá delante de ustedes a Galilea; allá
lo verán'. Eso es todo".
Ellas se alejaron a toda prisa del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría,
corrieron a dar la noticia a los discípulos. Pero de repente Jesús
les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le
abrazaron los pies y lo adoraron. Entonces les dijo Jesús: "No tengan
miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me
verán". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor
Jesús.
Después del Evangelio se tiene la Homilía y luego se pasa a la Liturgia Bautismal.
Tercera parte
LITURGIA BAUTISMAL
El sacerdote, con
los ministros, se dirige a la fuente bautismal, si es que ésta se encuentra
a la vista de los fieles. De lo contrario, se pone un recipiente con agua en
el presbiterio. Si hay catecúmenos adultos, son llamados por su nombre
y presentados por los padrinos o, si son niños, llevados por los padres
y padrinos frente a toda la asamblea.
Después, el sacerdote exhorta a los presentes, con éstas u otras
palabras semejantes. Si están presentes los que se van a bautizar:
Hermanos, acompañemos con nuestra oración a estos catecúmenos
que anhelan renacer a una nueva vida en la fuente del bautismo, para que Dios,
nuestro Padre, les otorgue su protección y su amor.
Si se bendice la fuente, pero no va a haber bautizos:
Hermanos, pidamos a Dios todopoderoso que con su poder santifique esta fuente
bautismal, para que cuantos en el bautismo van a ser regenerados en Cristo,
sean acogidos en la familia de Dios.
Dos cantores entonan las letanías, a las que todos responden estando
en pie (por razón del tiempo pascual).
Si la procesión hasta el bautisterio es larga, se cantan las letanías
durante la procesión; en este caso se llama a los catecúmenos,
antes de comenzar la procesión.
Abre la procesión el diácono, con el cirio pascual; siguen los
catecúmenos, con los padrinos; después, el sacerdote con los ministros.
En este caso, la exhortación precedente se hace antes de la bendición
del agua.
Si no hay bautizos ni bendición de la fuente, omitidas las letanías,
se procede inmediatamente a la bendición del agua.
LETANÍAS DE LOS SANTOS
En las letanías se pueden añadir algunos nombres de santos,
especialmente el del titular de la iglesia, el de los patronos del lugar y el
de los que van a ser bautizados.
Señor, ten
piedad de nosotros Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, ten piedad de nosotros Cristo, ten piedad de nosotros,
Señor, ten piedad de nosotros Señor, ten piedad de nosotros.
Santa María, Madre de Dios ruega por nosotros
San Miguel ruega por nosotros
Santos Ángeles de Dios rueguen por nosotros
San Juan Bautista ruega por nosotros
San José ruega por nosotros
Santos Pedro y Pablo rueguen por nosotros
San Andrés ruega por nosotros
San Juan ruega por nosotros
Santa Maria Magdalena ruega por nosotros
San Esteban ruega por nosotros
San Ignacio de Antioquía ruega por nosotros
San Lorenzo ruega por nosotros
Santas Perpetua y Felicitas rueguen por nosotros
Santa Inés ruega por nosotros
San Gregorio ruega por nosotros
San Agustín ruega por nosotros
San Atanasio ruega por nosotros
San Basilio ruega por nosotros
San Martín ruega por nosotros
San Benito ruega por nosotros
Santos Francisco y Domingo rueguen por nosotros
San Francisco Javier ruega por nosotros
San Juan María Vianney ruega por nosotros
Santa Catalina de Siena ruega por nosotros
Santa Teresa de Jesús ruega por nosotros
Santos y santas de Dios rueguen por nosotros
Muéstrate propicio ruega por nosotros
De todo mal líbranos, Señor.
De todo pecado líbranos, Señor.
De la muerte eterna líbranos, Señor.
Por tu encamación líbranos, Señor.
A Por tu muerte y resurrección líbranos, Señor.
Por el don del Espíritu Santo líbranos, Señor.
Nosotros, que somos pecadores te rogamos óyenos.
Si hay bautizos.
Para que te dignes comunicar
tu propia vida a quienes has
llamado al bautismo te rogamos óyenos
Si no hay bautizos:
Para que santifiques esta
agua
por la que renacerán tus
nuevos hijos te rogamos, óyenos
Jesús, Hijo de Dios vivo te rogamos, óyenos
Si hay bautizos. el sacerdote, con las manos juntas, dice la siguiente oración:
Derrama, Señor, tu infinita bondad en este sacramento del bautismo y envía a tu santo Espíritu, para que haga renacer de la fuente bautismal a estos nuevos hijos tuyos, que van a ser santificados por tu gracia, mediante la colaboración de nuestro ministerio. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
BENDICIÓN DEL AGUA BAUTISMAL
Enseguida el sacerdote bendice el agua bautismal, diciendo con las manos juntas, la siguiente oración:
Dios nuestro, que con tu
poder invisible realizas obras admirables por medio de los signos de los sacramentos
y has hecho que tu creatura, el agua, signifique de muchas maneras la gracia
del bautismo.
Dios nuestro, cuyo Espíritu aleteaba sobre la superficie de las aguas
en los mismos principios del mundo, para que ya desde entonces el agua recibiera
el poder de dar la vida.
Dios nuestro, que incluso en las aguas torrenciales del diluvio prefiguraste
el nuevo nacimiento de los hombres, al hacer que de una manera misteriosa, un
mismo elemento diera fin al pecado y origen a la virtud. Dios nuestro, que hiciste
pasar a pie enjuto por el mar Rojo a los hijos de Abraham, a fin de que el pueblo
liberado de la esclavitud del faraón prefigurara al pueblo de los bautizados.
Dios nuestro, cuyo Hijo, al ser bautizado por el precursor en el agua del Jordán,
fue ungido por el Espíritu Santo; suspendido en la cruz, quiso que brotaran
de su costado sangre y agua; y después de su resurrección mandó
a sus apóstoles: "Vayan y enseñen a todas las naciones, bautizándolas
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo".
Mira ahora a tu Iglesia en oración y abre para ella la fuente del bautismo.
Que por la obra del Espíritu Santo esta agua adquiera la gracia de tu
Unigénito, para que el hombre, creado a tu imagen, limpio de su antiguo
pecado por el sacramento del bautismo, renazca a la vida nueva por el agua y
el Espíritu Santo.
Si lo cree oportuno, introduce el cirio pascual en el agua una o tres veces,
diciendo:
Te pedimos, Señor, que el poder del Espíritu Santo, por tu Hijo,
descienda sobre el agua de esta fuente,
Manteniendo el cirio dentro del agua, prosigue:
Para que todos los que en ella reciban el bautismo, sepultados con Cristo en
su muerte, resuciten también con Él a la vida. Por Jesucristo,
nuestro Señor. R/. Amén.
Enseguida saca el cirio del agua y el pueblo dice la siguiente aclamación
o alguna otra adecuada:
Fuentes del Señor, bendigan al Señor, alábenlo y glorifíquenlo
por los siglos.
Cada catecúmeno hace la renuncia a Satanás y la profesión
de fe, y recibe el bautismo.
Si está presente el obispo, los catecúmenos adultos reciben inmediatamente la confirmación; en caso contrario, el presbítero que ha administrado el bautismo puede también confirmar a los catecúmenos adultos (cfr. Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, nn. 228 y 362).
BENDICIÓN DEL AGUA
Si no hay bautizos ni bendición de la fuente bautismal, el sacerdote invita al pueblo a orar diciendo:
Pidamos, queridos
hermanos, a Dios Padre todopoderoso, que bendiga esta agua, con la cual seremos
rociados en memoria de nuestro bautismo, y que nos renueve interiormente, para
que permanezcamos fieles al Espíritu que hemos recibido.
Y después de una breve oración en silencio, prosigue con las manos
juntas:
Señor, Dios nuestro, mira con bondad a este pueblo tuyo, que vela en
oración en esta noche santísima, recordando la obra admirable
de nuestra creación y la obra más admirable todavía, de
nuestra redención. Dígnate bendecir esta agua, que tú creaste
para dar fertilidad a la tierra, frescura y limpieza a nuestros cuerpos.
Tú, además, has convertido el agua en un instrumento de tu misericordia:
a través de las aguas del mar Rojo liberaste a tu pueblo de la esclavitud;
en el desierto hiciste brotar un manantial para saciar su sed; con la imagen
del agua viva los profetas anunciaron la Nueva Alianza que deseabas establecer
con los hombres; finalmente, en el agua del Jordán, santificada por Cristo,
inauguraste el sacramento de una vida nueva, que nos libra de la corrupción
del pecado.
Que esta agua nos recuerde ahora nuestro bautismo y nos haga participar en la
alegría de nuestros hermanos, que han sido bautizados en esta Pascua
del Señor, el cual vive y reina por los siglos de los siglos. R/. Amén.
RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS DEL BAUTISMO
Terminada la
ceremonia del bautismo (y de la confirmación) o. si no hubo bautizos,
después de la bendición del agua, todos, de pie y teniendo en
sus manos las velas encendidas, hacen la renovación de las promesas del
bautismo.
El sacerdote se dirige a la comunidad con estas palabras u otras parecidas:
Hermanos, por medio del bautismo, hemos sido hechos partícipes del misterio pascual de Cristo; es decir, por medio del bautismo, hemos sido sepultados con Él en su muerte para resucitar con Él a una vida nueva. Por eso, después de haber terminado el tiempo de Cuaresma, que nos preparó a la Pascua, es muy conveniente que renovemos las promesas de nuestro bautismo, con las cuales un día renunciamos a Satanás y a sus obras y nos comprometimos a servir a Dios, en la santa Iglesia católica.
Para hacer la renuncia, se puede tomar una de las dos fórmulas que se proponen a continuación:
Primera fórmula
Sacerdote: ¿Renuncian
ustedes a Satanás?
Todos: Sí, renuncio.
Sacerdote: ¿Renuncian a todas sus obras?
Todos: Sí, renuncio.
Sacerdote: ¿Renuncian a todas sus seducciones?
Todos: Sí, renuncio.
Segunda fórmula
Sacerdote: ¿Renuncian ustedes al pecado para vivir en la libertad de
los hijos de Dios?
Todos: Si, renuncio.
Sacerdote: ¿Renuncian a todas las seducciones del mal para que el pecado
no los esclavice?
Todos: Si, renuncio.
Sacerdote: ¿Renuncian a Satanás, padre y autor de todo pecado?
Todos: Sí, renuncio.
Prosigue el sacerdote: ¿Creen ustedes en Dios, Padre todopoderoso, creador
del cielo y de la tierra?
Todos: Sí, creo.
Sacerdote: ¿Creen en Jesucristo, su Hijo único y Señor
nuestro, que nació de la Virgen María, padeció y murió
por nosotros, resucitó y está sentado a la derecha del Padre?
Todos: Sí, creo.
Sacerdote: ¿Creen en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica,
en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en
la resurrección de los muertos y en la vida eterna?
Todos: Si, creo.
Y el sacerdote concluye:
Que Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos liberó del pecado y nos ha hecho renacer por el agua y el Espíritu Santo, nos conserve con su gracia unidos a Jesucristo, nuestro Señor, hasta la vida eterna. R/. Amén.
El sacerdote rocía
al pueblo con el agua bendita, mientras todos cantan la siguiente antífona
o algún otro canto bautismal:
Vi brotar agua del lado derecho del templo, aleluya. Vi que en todos aquellos
que recibían el agua surgía una vida nueva y cantaban con gozo:
Aleluya, aleluya.
Mientras tanto, los neófitos son conducidos a su lugar entre los fieles.
Si la bendición del agua bautismal se hizo en el presbiterio, los ministros
llevan a la fuente, con toda reverencia, el recipiente del agua. Si no hubo
bendición de la frente, el agua bendita se coloca en un lugar apropiado.
Hecha la aspersión, el sacerdote vuelve a la sede, en donde dirige la
y oración universal, en la cual toman parte los neófitos por primera
vez.
No se dice Credo.
Cuarta parte
LITURGIA EUCARÍSTICA
El sacerdote va al altar
y comienza la liturgia eucarística, en la forma acostumbrada.
Es conveniente que el pan y el vino sean presentados por los neófitos,
si los hay.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, los dones que te presentamos y concédenos que el memorial de la muerte y resurrección de Jesucristo, que estamos celebrando, nos obtenga la fuerza para llegar a la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO DE PASCUA I
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y fuente de salvación, glorificarte siempre, Señor,
pero más que nunca en esta noche en que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado.
Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo:
muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la
vida.
Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda
de alegría y también los coros celestiales, los ángeles
y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo,
Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 Co 5, 7-8)
Cristo, nuestro Cordero pascual, ha sido inmolado. Celebremos, pues, la Pascua, con una vida de rectitud y santidad. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Infúndenos, Señor,
tu espíritu de caridad, para que vivamos siempre unidos en tu amor los
que hemos participado en este sacramento de la muerte y resurrección
de Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Para la despedida, el diácono o el mismo sacerdote dice:
Pueden ir en paz. Aleluya, aleluya.
R/. Demos gracias a Dios. Aleluya, aleluya.
DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR”
Santos: Fidel de Sigmaringen, mártir; María Eufrasia Pelletier, fundadora. Solemnidad (Blanco)
EL SEÑOR DE LA VIDA LO RESUCITÓ
Hch 10, 34.37-43; Col 3, 1-4; Jn 20, 1-9
El primer anuncio cristiano gira en torno de dos acontecimientos fundamentales, la muerte y resurrección del Señor. Los dirigentes judíos lo rechazaron y planearon quitarlo de en medio colgándole del madero, pero Dios, Señor de la vida, lo reivindicó resucitándolo de la muerte. De ese evento fundamental de nuestra fe, deriva el autor de la Carta a los Colosenses la espiritualidad cristiana que nos urge a buscar las cosas de arriba. El cuarto evangelio nos testimonia la noticia que sustenta nuestra esperanza cristiana: Cristo resucitado ha vencido a la muerte y de esa certidumbre ha constituido mensajeros a Pedro, Juan y Magdalena.
Misa del día
ANTÍFONA DE ENTRADA (Lc 24, 34; cfr. Ap 1, 6)
El Señor ha resucitado. Aleluya. A Él la gloria y el poder por toda la eternidad.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que por medio de tu Hijo venciste a la muerte y nos has abierto las puertas de la vida eterna, concede a quienes celebramos hoy la Pascua de Resurrección, resucitar también a una nueva vida, renovados por la gracia del Espíritu Santo. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Hemos comido y bebido con Cristo resucitado.
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 10, 34. 37-43
En aquellos días,
Pedro tomó la palabra y dijo: "Ya saben ustedes lo sucedido en toda
Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado
por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo
a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el
bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él.
Nosotros somos testigos de cuanto Él hizo en Judea y en Jerusalén.
Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer
día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente
a los testigos que Él, de antemano, había escogido: a nosotros,
que hemos comido y bebido con Él después de que resucitó
de entre los muertos.
Él nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo
ha constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime:
que cuantos creen en Él reciben, por su medio, el perdón de los
pecados". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo
117 R/. Éste es el día del triunfo del Señor. Aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es
eterna. Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". R/.
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro
orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el
Señor ha hecho. R/.
La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto
es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R/.
SEGUNDA LECTURA **
Busquen los bienes del cielo, donde está Cristo.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los colosenses: 3, 1-4
Hermanos: Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes se manifestarán gloriosos, juntamente con Él. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
O bien:
Tiren la antigua levadura, pues Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 5, 6-8
Hermanos: ¿No saben ustedes que un poco de levadura hace fermentar toda la masa? Tiren la antigua levadura, para que sean ustedes una masa nueva, ya que son pan sin levadura, pues Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado. Celebremos, pues, la fiesta de la Pascua, no con la antigua levadura, que es de vicio y maldad, sino con el pan sin levadura, que es de sinceridad y verdad. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SECUENCIA
(Sólo el día de hoy es obligatoria: durante la octava es opcional)
Ofrezcan los cristianos | los ángeles testigos, | |
ofrendas de alabanza | sudarios y mortaja. | |
a gloria de la víctima | ¡Resucitó de veras | |
propicia de la Pascua. | mi amor y mi esperanza! | |
Cordero sin pecado, | Venid a Galilea, | |
que a las ovejas salva, | allí el Señor aguarda; | |
a Dios y a los culpables | allí veréis los suyos | |
unió con nueva alianza. | la gloria de la Pascua. | |
Lucharon vida y muerte | Primicia de los muertos, | |
en singular batalla, | sabemos por tu gracia | |
y, muerto el que es la vida, | que estás resucitado; | |
triunfante se levanta. | la muerte en ti no manda. | |
"¿Qué has visto de camino, | Rey vencedor, apiádate | |
María, en la mañana?". | de la miseria humana | |
A mi Señor glorioso, | y da a tus fieles parte | |
la tumba abandonada, | en tu victoria santa |
ACLAMACIÓN
(cfr. 1 Co 5, 7-8) R/. Aleluya, aleluya.
Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado; celebremos, pues, la Pascua.
R/.
EVANGELIO
Él debía resucitar de entre los muertos.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 20, 1-9
El primer día
después del sábado, estando todavía oscuro, fue María
Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a
correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo,
a quien Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al
Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto".
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban
corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa
que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró
los lienzos puestos en el suelo, pero no entró. En eso llegó también
Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro.
Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había
estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo,
sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo,
el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque
hasta entonces no habían entendido ti las Escrituras, según las
cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos. Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
O bien:
Ha resucitado e irá delante de ustedes a Galilea.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Mateo: 28, 1-10
Transcurrido el
sábado, al amanecer del primer día de la semana, María
Magdalena y la otra María
fueron a ver el sepulcro. De pronto se produjo un gran temblor, porque el ángel
del Señor bajó del cielo y acercándose al sepulcro, hizo
rodar la piedra que lo tapaba y se sentó encima de ella. Su rostro brillaba
como el relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Los guardias,
atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se quedaron como muertos.
El ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: "No teman.
Ya sé que buscan a Jesús, el crucificado. No está aquí;
ha resucitado, como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde lo habían
puesto. Y ahora, vayan de prisa a decir a sus discípulos: 'Ha resucitado
de entre los muertos e irá delante de ustedes a Galilea; allá
lo verán'. Eso es todo".
Ellas se alejaron a toda prisa del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría,
corrieron a dar la noticia a los discípulos. Pero de repente Jesús
les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le
abrazaron los pies y lo adoraron. Entonces les dijo Jesús: "No tengan
miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me
verán". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor
Jesús.
O bien, en las misas vespertinas del domingo:
Quédate con nosotros, porque ya es tarde.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Lucas: 24, 13-35
El mismo día
de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo
llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén,
y comentaban todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían,
Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero
los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron.
Él les preguntó: "¿De qué cosas vienen hablando,
tan llenos de tristeza?".
Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres
tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días
en Jerusalén?". Él les preguntó: "¿Qué
cosa?". Ellos le respondieron: "Lo de Jesús, el nazareno, que
era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo.
Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo
condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que Él
seria el libertador de Israel, y, sin embargo, han pasado ya tres días
desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo
nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron
el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles,
que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron
al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a Él
no lo vieron”.
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué insensatos son ustedes
y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas!
¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así
entrara en su gloria?". Y comenzando por Moisés y siguiendo con
todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que
se referían a Él.
Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, Él hizo como que iba
más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: "Quédate
con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer". Y entró
para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció
la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron
los ojos y lo reconocieron, pero Él se les desapareció. Y ellos
se decían el uno al otro: "¡Con razón nuestro corazón
ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!".
Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron
reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: "De
veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón".
Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo
lo habían reconocido al partir el pan. Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Credo
ORACIÓN UNIVERSAL
A Jesús
resucitado, vida y esperanza para la humanidad entera, orémosle.
A cada petición diremos: Jesús resucitado, escúchanos.
1.
Por la Iglesia: por el Papa, por los obispos, sacerdotes y diáconos,
por los religiosos y religiosas, por todos los fieles. Que en todos crezca la
fe y la esperanza que nos trae la resurrección del Señor. Oremos:
2.Por nuestro país, y por todos los países del
mundo. Que a todos alcance la paz y libertad. Oremos:
3.Por los que durante este tiempo de Pascua recibirán
el Bautismo, la Confirmación o la primera Eucaristía. Que vivan
llenos de la gracia del Espíritu Santo. Oremos:
4. Por todos nosotros. Que esta Pascua renueve nuestra adhesión
a Jesús resucitado. Oremos:
Jesús resucitado, escúchanos y danos la fuerza de tu Espíritu. Tú, que vives y reinas...
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Regocijados con la alegría de la Pascua, te ofrecemos, Señor, esta Eucaristía, mediante la cual tu Iglesia se renueva y alimenta de un modo admirable. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO DE PASCUA I
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado. Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida. Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 Co 5, 7-8)
Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado; celebremos, pues, la Pascua con una vida de rectitud y santidad. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, protege
siempre a tu Iglesia con amor paterno, para que renovada ya por los sacramentos
de Pascua, pueda llegar a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
Para despedir al pueblo, durante toda la octava se dice:
Pueden ir en paz, aleluya, aleluya.
R/. Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- Las buenas noticias escasean o por lo menos, no hacen tanto estruendo en los medios como las noticias negativas. A fuerza de escuchar cotidianamente el anuncio fundamental de la muerte y la victoriosa resurrección de Jesús, nos hemos acostumbrado a oírla como si fuese una noticia intrascendente. Si nos detenemos a contemplar con fe dicho acontecimiento salvador, nos damos cuenta que la victoria de Jesús sobre la muerte nos da la perspectiva necesaria para enfrentar la vida de otra manera. Si miramos toda nuestra vida, con sus problemas y desafíos, a la luz de la victoria del Señor resucitado, experimentamos una fortaleza y una confianza que nos permite vivir en libertad, como hijos amados del Padre que nos invita a participar de la plenitud de su vida.
LUNES DE PASCUA
LOS CAMINOS DE DIOS, LOS CAMINOS DE LOS HOMBRES
Hch 2, 14. 22-33; Mt 28, 8-15
La primera predicación postpascual es precisa y contundente. El apóstol Pedro habla con la claridad del testigo de primera mano. Los dirigentes judíos entregaron a Jesús en manos de los romanos, para que lo ejecutaran como un sedicioso y quedara desprestigiado ante su pueblo. Pero, los caminos de Dios no son los caminos de los hombres y Dios lo reivindicó resucitándolo de la muerte. Mientras que de la ejecución de Jesús había numerosos testigos, de su victoriosa resurrección no pasaban de haber unas decenas. Sin embargo, el entusiasmo que el Espíritu del resucitado suscitó en ellos, los llenó de fortaleza para testimoniar la buena noticia de su resurrección a todo Israel.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Ex 13, 5. 9)
Que la alabanza del Señor esté siempre en nuestros labios, porque el Señor nos ha introducido en la tierra prometida, tierra que mana leche y miel. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que por medio del bautismo das nuevos hijos a tu Iglesia y la haces crecer continuamente, concédenos vivir siempre de acuerdo con la fe que recibimos en el bautismo. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
A este Jesús, Dios lo ha resucitado, y de ello somos testigos.
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 2, 14. 22-33
El día de Pentecostés,
se presentó Pedro, junto con los Once, ante la multitud, y levantando
la voz, dijo: "Israelitas, escúchenme. Jesús de Nazaret fue
un hombre acreditado por Dios ante ustedes, mediante los milagros, prodigios
y señales que Dios realizó por medio de Él y que ustedes
bien conocen. Conforme al plan previsto y sancionado por Dios, Jesús
fue entregado, y ustedes utilizaron a los paganos para clavarlo en la cruz.
Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte, ya que no
era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio. En efecto, David dice,
refiriéndose a Él: Yo veía constantemente al Señor
delante de mí, puesto que Él está a mi lado para que yo
no tropiece. Por eso se alegra mi corazón y mi lengua se alboroza; por
eso también mi cuerpo vivirá en la esperanza, porque tú,
Señor, no me abandonarás a la muerte, ni dejarás que tu
santo sufra la corrupción. Me has enseñado el sendero de la vida
y me saciarás de gozo en tu presencia.
Hermanos, que me sea permitido hablarles con toda claridad. El patriarca David
murió y lo enterraron, y su sepulcro se conserva entre nosotros hasta
el día de hoy. Pero como era profeta y sabía que Dios le había
prometido con juramento que un descendiente suyo ocuparía su trono, con
visión profética habló de la resurrección de Cristo,
el cual no fue abandonado a la muerte ni sufrió la corrupción.
Pues bien, a este Jesús Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros
somos testigos. Llevado a los cielos por el poder de Dios, recibió del
Padre el Espíritu Santo prometido a Él y lo ha comunicado, como
ustedes lo están viendo y oyendo". Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
Del salmo 15
R/. Protege, Señor, a los que esperamos en ti. Aleluya.
Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho
que tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado
en herencia; mi vida está en sus manos. R/.
Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye
internamente. Tengo siempre presente al Señor y con Él a mi lado,
jamás tropezaré. R/.
Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá
tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás
que sufra yo la corrupción. R/.
Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia
y de alegría perpetua junto a ti. R/.
SECUENCIA opcional
ACLAMACIÓN (Sal 117, 24) R/. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R/.
Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Mateo: 28, 8-15
Después
de escuchar las palabras del ángel, las mujeres se alejaron a toda prisa
del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría, corrieron a dar la
noticia a los discípulos. Pero de repente Jesús les salió
al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies
y lo adoraron. Entonces les dijo Jesús: "No tengan miedo. Vayan
a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán".
Mientras las mujeres iban de camino, algunos soldados de la guardia fueron a
la ciudad y dieron parte a los sumos sacerdotes de todo lo ocurrido. Éstos
se reunieron con los ancianos, y juntos acordaron dar una fuerte suma de dinero
a los soldados, con estas instrucciones: "Digan: 'Durante la noche, estando
nosotros dormidos, llegaron sus discípulos y se robaron el cuerpo'. Y
si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos arreglaremos con él
y les evitaremos cualquier complicación".
Ellos tomaron el dinero y actuaron conforme a las instrucciones recibidas. Esta
versión de los soldados se ha ido difundiendo entre los judíos
hasta el día de hoy. Palabra del Señor. Gloria a ti,
Señor Jesús.
No se dice Credo.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, con
bondad, nuestras ofrendas, y tú, que nos llamaste a la fe y nos has hecho
renacer
por el bautismo, guíanos a la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
PREFACIO DE PASCUA I
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado. Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida. Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Rm 6, 9)
Cristo resucitado, ya no puede morir; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que la gracia de este sacramento, memorial de la Pascua de tu Hijo, fructifique, Señor, en nuestros corazones para que podamos corresponder a los dones de tu amor, que nos abrió el camino de la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
MARTES DE PASCUA
HE VISTO AL SEÑOR
Hch 2, 36-41; Jn 20, 11-18
No basta con hacer el recuento de los sucesos pascuales. Es necesario obrar con congruencia asumiendo las consecuencias del mismo. El apóstol Pedro las expone con claridad ante sus hermanos. La resurrección ha constituido a Jesús como Señor y Mesías, quienes den crédito a ese mensaje podrán reorientar su vida apoyados en la promesa del Espíritu que les otorgará el Padre. María Magdalena está desconcertada por la aparente victoria de la muerte. Jesús parece haber quedado sumergido en un pasado distante. Por eso llora y se lamenta. Sin embargo, el Dios de la vida ha resucitado a Jesús, admitiéndolo a la plenitud de la vida y dándole una forma de existir que María y los suyos aprenderán a descubrir.
ANTÍFONA DE ENTRADA (cfr. Si 15, 3-4)
El Señor les dará a beber el agua de la sabiduría; se apoyarán en Él y no vacilarán. Él los llenará de gloria eternamente. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Señor, tú que nos has librado del pecado por medio de la muerte y resurrección de tu Hijo, prosigue en nosotros la obra liberadora de tu gracia y concédenos el gozo de celebrar la Pascua eterna, que ya desde ahora nos llena de esperanza y alegría. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Conviértanse y bautícense en el nombre de Jesucristo.
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 2, 36-41
El día de Pentecostés,
dijo Pedro a los judíos: "Sepa todo Israel, con absoluta certeza,
que Dios ha constituido Señor y Mesías al mismo Jesús,
a quien ustedes han crucificado".
Estas palabras les llegaron al corazón y preguntaron a Pedro y a los
demás apóstoles: "¿Qué tenemos que hacer, hermanos?".
Pedro les contestó: "Conviértanse y bautícense en
el nombre de Jesucristo, para el perdón de sus pecados y recibirán
el Espíritu Santo. Porque las promesas de Dios valen para ustedes y para
sus hijos y también para todos los paganos que el Señor, Dios
nuestro, quiera llamar, aunque estén lejos".
Con éstas y otras muchas razones los instaba y exhortaba, diciéndoles:
"Pónganse a salvo de este mundo corrompido". Los que aceptaron
sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unas tres mil
personas. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo
32 R/. En el Señor está nuestra esperanza. Aleluya.
Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. Él
ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades. R/.
Cuida el Señor de aquellos que lo temen y en su bondad confían;
los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida. R/.
En el Señor está nuestra esperanza, pues Él es nuestra
ayuda y nuestro amparo. Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que
en ti, Señor, hemos confiado. R/.
SECUENCIA opcional
ACLAMACIÓN
(Sal 117, 24) R/. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo
y de gozo. R/.
He visto al Señor y me ha dado este mensaje.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 20, 11-18
El
día de la resurrección, María se había quedado llorando
junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro
y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había
estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabecera y el otro junto a los pies.
Los ángeles le preguntaron: "¿Por qué estás
llorando, mujer?". Ella les contestó: "Porque se han llevado
a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto".
Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero
no sabía que era Jesús. Entonces Él le dijo: "Mujer,
¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?".
Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió: "Señor,
si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto". Jesús
le dijo: "¡María!". Ella se volvió y exclamó:
"¡Rabuní!", que en hebreo significa 'maestro'. Jesús
le dijo: "Déjame ya, porque todavía no he subido al Padre.
Ve a decir a mis hermanos: 'Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios'
".
María Magdalena se fue a ver a los discípulos para decirles que
había visto al Señor y para darles su mensaje. Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
No se dice Credo.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, en tu bondad, los dones que te presentamos, y concédenos tu protección para conservar tu gracia y conseguir la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO DE PASCUA I
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado. Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida. Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Col 3, 1-2)
Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen las cosas del cielo, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aficiónense a los bienes del cielo, no a los de la tierra. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Tú que nos has concedido la gracia inmerecida del bautismo, purifica, Señor, y fortalece nuestros corazones, para que podamos alcanzar un día la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
MIÉRCOLES DE PASCUA
LO RECONOCIERON AL PARTIR EL PAN
Hch 3, 1-10; Lc 24, 13-35
Pedro y Juan siguen visitando el templo como israelitas fieles que son. Al ingresar al pórtico descubren a un paralítico y sin dudarlo, invocan el nombre de Jesús, sabedores de que ése es su mayor tesoro. El Señor responde a su llamado y devuelve la movilidad al hombre que pedía limosna. La fuerza del resucitado empieza a dar vida a quienes lo invocan con fe. Los peregrinos de Emaús marchan bajo el peso del desconsuelo que la ejecución de Jesús dejó en muchos discípulos. Su capacidad contemplativa estaba bloqueada por el trauma de la cruz. Fue necesario que Jesús se acercara discretamente a ellos, fraccionara el pan y les abriera los ojos para que comprendieran la novedad de su resurrección.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Mt 25, 34)
Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que en la liturgia pascual nos concedes cada año la alegría de revivir la resurrección del Señor, haz que el júbilo de estos días alcance su plenitud en la Pascua del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Te voy a dar lo que tengo: En el nombre de Jesús, camina.
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 3, 1-10
En aquel tiempo, Pedro y
Juan subieron al templo para la oración vespertina, a eso de las tres
de la tarde. Había allí un hombre lisiado de nacimiento, a quien
diariamente llevaban y ponían ante la puerta llamada la "Hermosa",
para que pidiera limosna a los que entraban en el templo.
Aquel hombre, al ver a Pedro y a Juan cuando iban a entrar, les pidió
limosna. Pedro y Juan fijaron en él los ojos, y Pedro le dijo: "Míranos".
El hombre se quedó mirándolos en espera de que le dieran algo.
Entonces Pedro le dijo: "No tengo ni oro ni plata, pero te voy a dar lo
que tengo: En el nombre de Jesucristo nazareno, levántate y camina".
Y, tomándolo de la mano, lo incorporó. Al instante sus pies y
sus tobillos adquirieron firmeza. De un salto se puso de pie, empezó
a andar y entró con ellos al templo caminando, saltando y alabando a
Dios. Todo el pueblo lo vio caminar y alabar a Dios, y al darse cuenta de que
era el mismo que pedía limosna sentado junto a la puerta "Hermosa"
del templo, quedaron llenos de miedo y no salían de su asombro por lo
que había sucedido. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 104
R/. Cantemos al Señor con alegría. Aleluya.
Aclamen al Señor y denle gracias, relaten sus prodigios a los pueblos.
Entonen en su honor himnos y cantos, celebren sus portentos. R/.
Del nombre del Señor enorgullézcanse y siéntase feliz el
que lo busca. Recurran al Señor y a su poder y a su presencia acudan.
R/.
Descendientes de Abraham, su servidor, estirpe de Jacob, su predilecto, escuchen:
el Señor es nuestro Dios y gobiernan la tierra sus decretos. R/.
Ni aunque transcurran mil generaciones, se olvidará el Señor de
sus promesas, de la alianza pactada con Abraham, del juramento a Isaac, que
un día le hiciera. R/.
SECUENCIA opcional
ACLAMACIÓN (Sal 117, 24) R/. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R/.
Lo reconocieron al partir el pan.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Lucas: 24, 13-35
El
mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos
hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros
de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.
Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y
comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos
estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: "¿De
qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?".
Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres
tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días
en Jerusalén?". Él les preguntó: "¿Qué
cosa?". Ellos le respondieron: "Lo de Jesús el nazareno, que
era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo.
Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo
condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que Él
sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días
desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo
nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron
el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles,
que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron
al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a Él
no lo vieron".
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué insensatos son ustedes
y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas!
¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así
entrara en su gloria?". Y comenzando por Moisés y siguiendo con
todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que
se referían a Él.
Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, Él hizo como que iba
más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: "Quédate
con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer". Y entró
para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció
la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron
los ojos y lo reconocieron, pero Él se les desapareció. Y ellos
se decían el uno al otro: "¡Con razón nuestro corazón
ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!".
Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron
reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: "De
veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón".
Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo
lo habían reconocido al partir el pan. Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
No se dice Credo.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, este sacrificio con el que has redimido a todos los hombres, y concédenos, por medio de él, la salvación del cuerpo y del espíritu. Por Jesucristo nuestro Señor.
PREFACIO DE PASCUA I
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado. Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida. Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Lc 24, 35)
Al atardecer del día de la resurrección, los discípulos reconocieron al Señor cuando partió el pan. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te rogamos, Señor, que, purificados ya de nuestras pasadas culpas, la participación en este sacramento de tu Hijo nos transforme en hombres nuevos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
JUEVES DE PASCUA.
LA NUEVA PRESENCIA DEL RESUCITADO
Hch 3, 11-26; Lc 24, 35-48
Los discípulos no habían experimentado anteriormente la presencia del resucitado. Al recibir la noticia de su resurrección imaginaron que Jesús regresaría a su existencia corporal anterior, por eso anhelaban tocar su carne y sentir su piel. El Señor Jesús se adaptó de alguna manera a su capacidad de comprensión y les habló en el lenguaje que podían entender. No era fácil testimoniar ante todo mundo la experiencia de la resurrección, no solamente por la incredulidad de la multitud, sino por la dificultad misma de hablar de una experiencia nueva para la cual no eran adecuadas las palabras e imágenes convencionales. Los que vieron al resucitado tuvieron que hacer acopio de creatividad, a la par de la riqueza de la vivencia, para compartir esa poderosa experiencia con quienes no la habían vivido.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sb 10, 20-21)
Todos alabamos, Señor, tu poder y tu sabiduría, porque has abierto la boca de los mudos y has hecho elocuentes las lenguas de los niños. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que has reunido pueblos de toda la tierra para alabar tu nombre, concede a todos tus hijos, nacidos a una vida nueva por medio del bautismo, tener una misma fe y manifestarla en la vida con un mismo amor. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Ustedes le dieron muerte al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos.
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 3, 11-26
Como el paralítico
curado por Pedro y Juan no se les despegaba, todo el pueblo, asombrado, corrió
hacia ellos al pórtico de Salomón. Al ver a la muchedumbre, Pedro
les dirigió la palabra:
"Israelitas: ¿Por qué les causa admiración esto y
por qué nos miran de ese modo, como si por nuestro poder o nuestra virtud
hubiéramos hecho andar a este hombre? El Dios de Abraham, de Isaac y
de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús,
a quien ustedes entregaron a Pilato, y a quien rechazaron en su presencia, cuando
él ya había decidido ponerlo en libertad.
Rechazaron al santo, al justo, y pidieron el indulto de un asesino; han dado
muerte al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos
y de ello nosotros somos testigos. El nombre de Jesús y la fe en Él
es lo que ha robustecido los miembros de este hombre al que están viendo
y todos conocen. Esta fe es la que le ha restituido completamente la salud,
como pueden observar.
Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes han obrado por ignorancia, de
la misma manera que sus jefes; pero Dios cumplió así lo que había
predicho por boca de los profetas: que su Mesías tenía que padecer.
Por lo tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que se les perdonen
sus pecados y el Señor les mande el tiempo de la consolación y
les envíe de nuevo a Jesús, el Mesías que les estaba destinado;
aunque Él tiene que quedarse en el cielo hasta la restauración
universal, de la que habló Dios por boca de su profeta desde muy antiguo.
En efecto, Moisés dijo: El Señor Dios hará surgir de entre
sus hermanos un profeta como yo. Escuchen todo cuanto les diga; quien no escuche
al profeta, será expulsado del pueblo. Todos los profetas, a partir de
Samuel, anunciaron igualmente estos días. Ustedes son herederos de los
profetas y beneficiarios de la alianza que Dios hizo con sus padres, cuando
le dijo a Abraham: Tu descendencia será fuente de bendición para
toda la humanidad. Para ustedes, en primer lugar, ha resucitado Dios a su siervo
y lo ha enviado para bendecirlos y ayudarlos a que cada uno se aparte de sus
iniquidades". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 8
R/. ¡Qué admirable, Señor, es tu poder! Aleluya.
¡Qué admirable es, Señor y Dios nuestro, tu poder en toda
la tierra! ¿Qué es el hombre, para que de él te acuerdes;
ese pobre ser humano, para que de él te preocupes? R/.
Sin embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles, lo coronaste
de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos y todo
lo sometiste bajo sus pies. R/.
Pusiste a su servicio los rebaños y las manadas, todos los animales salvajes,
las aves del cielo y los peces del mar, que recorren los caminos de las aguas.
R/.
SECUENCIA opcional
ACLAMACIÓN
(Sal 117, 24) R/. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo
y de gozo. R/.
Está escrito que Cristo tenía que padecer y tenía que resucitar
de entre los muertos al tercer día.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Lucas: 24, 35-48
Cuando los dos discípulos
regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles,
les contaron lo que les había pasado en el camino y cómo habían
reconocido a Jesús al partir el pan.
Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de
ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Ellos, desconcertados
y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero Él les dijo: "No
teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen
dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona, tóquenme
y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que
tengo yo". Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no
acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les
dijo: "¿Tienen aquí algo de comer?". Le ofrecieron un
trozo de pescado asado; Él lo tomó y se puso a comer delante de
ellos.
Después les dijo: "Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba
yo, cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo
lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas
y en los salmos".
Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras
y les dijo: "Está escrito que el Mesías tenía que
padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día,
y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando
por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón
de los pecados. Ustedes son testigos de esto". Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
No se dice Credo.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, con bondad, el sacrificio que vamos a ofrecerte, para darte gracias por los nuevos bautizados y pedirte para ellos tu constante ayuda. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO DE PASCUA I
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado. Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida. Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 P 2, 9)
Nosotros somos el pueblo redimido por Dios; anunciemos las maravillas del Señor, que nos ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, precio de nuestra redención, nos ayuden, Señor, a cumplir tus mandamientos y a obtener, así, nuestra felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
VIERNES DE PASCUA
NO PODEMOS DEJAR DE CONTAR LO QUE HEMOS VISTO
Hch 4, 1-12; Jn 21, 1-14
Los apóstoles Pedro y Juan son sometidos a un interrogatorio por parte de los senadores de Israel. La principal cuestión que habrán de responder versa sobre el origen de su autoridad para realizar curaciones. Los discípulos no se envanecen presentándose como protagonistas del milagro, sino que reconocen que fue el poder del Mesías, Jesús, quien curó al enfermo. En el relato del evangelio asistimos a uno de los encuentros que tuvieron los discípulos en las riberas del lago de Tiberíades con Jesús resucitado. Gracias a esos encuentros, los discípulos volvieron a integrarse como tales y paulatinamente fueron comprendiéndose como lo que eran: testigos de Jesús muerto y resucitado.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 77, 53)
El Señor liberó a su pueblo y lo llenó de esperanza, y a sus enemigos los sumergió en el mar. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que en el sacramento de la muerte y resurrección de tu Hijo ofreces a los hombres el pacto de la reconciliación y de la paz, concédenos realizar en nuestra vida este misterio que proclamamos con la fe. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Fuera de Jesús no hay salvación.
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 4, 1-12
En aquellos días,
mientras Pedro y Juan hablaban al pueblo, se presentaron los sacerdotes, el
jefe de la guardia del templo los saduceos indignados porque los apóstoles
enseñaban al pueblo y anunciaban que la resurrección de los muertos
se había verificado en la persona de Jesús. Los aprehendieron,
y como ya era tarde, los encerraron en la cárcel hasta el día
siguiente. Pero ya muchos de los que habían escuchado sus palabras, unos
cinco mil hombres, habían abrazado la fe.
Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo,
los ancianos y los escribas, el sumo sacerdote Anás, Caifás, Juan,
Alejandro y cuantos pertenecían a las familias de los sumos sacerdotes.
Hicieron comparecer ante ellos a Pedro y a Juan y les preguntaron: "¿Con
qué poder o en nombre de quién han hecho todo esto?". Pedro,
lleno del Espíritu Santo, dijo: "Jefes del pueblo y ancianos: Puesto
que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, para
saber cómo fue curado, sépanlo ustedes y sépalo todo el
pueblo de Israel: este hombre ha quedado sano en el nombre de Jesús de
Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre
los muertos. Este mismo Jesús es la piedra que ustedes, los constructores,
han desechado y que ahora es la piedra angular. Ningún otro puede salvarnos,
porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros
debamos salvarnos". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 117 R/.
La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es
eterna. Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". Digan
los que temen al Señor: "Su misericordia es eterna". R/.
La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto
es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. Éste es el
día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo.
R/.
Libéranos, Señor, y danos tu victoria. Bendito el que viene en
nombre del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga. Que el Señor,
nuestro Dios, nos ilumine R/.
SECUENCIA opcional
ACLAMACIÓN (Sal 117, 24) R/. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R/.
Se acercó Jesús, tomó el pan y se lo dio a sus discípulos y también el pescado.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 21, 1-14
En aquel tiempo, Jesús
se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades.
Se les apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás
(llamado el Gemelo), Natanael (el de Caná de Galilea), los hijos de Zebedeo
y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar".
Ellos le respondieron: "También nosotros vamos contigo". Salieron
y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada.
Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orilla, pero
los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: "Muchachos,
¿han pescado algo?". Ellos contestaron: "No". Entonces
Él les dijo: "Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán
peces". Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red
por tantos pecados.
Entonces el discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: "Es
el Señor". Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que
era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se
la había quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos
llegaron en la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban
de tierra más de cien metros.
brasas y sobre ellas un pescado y pan. Jesús les dijo: "Traigan
algunos pescados de los que acaban de pescar". Entonces Simón Pedro
subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de
pescados grandes. Eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de que eran tantos,
no se rompió la red. Luego les dijo Jesús: "Vengan a almorzar".
Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: `¿,Quién
eres?', porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó,
tomó el pan y se lo dio y también el pescado.
Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos
después de resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
No se dice Credo.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, estos dones que te presentamos, para que nos los conviertas en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo resucitado, y transfórmanos a nosotros, para que, de las alegrías y trabajos de la tierra, podamos elevarnos al deseo de ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO DE PASCUA I
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado. Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida. Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (cfr. Jn 21, 12-13)
Dijo Jesús a sus discípulos: Vengan y coman. Y tomó un pan y lo repartió entre ellos. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, que tu amor paterno proteja siempre a quienes has salvado por medio de la pasión de tu Hijo, y que Cristo resucitado sea la fuente de todas nuestras alegrías. Por Jesucristo, nuestro Señor.
SÁBADO DE PASCUA
DESPUÉS SE LES APARECIÓ POR EL CAMINO
Hch 4, 13-21; Mc 16, 9-15
Los antiguos pescadores están revestidos de una autoridad y una fortaleza inusuales. No se acobardan, ni se atemorizan ante las órdenes terminantes del Sanedrín. La resurrección de Jesús les permitió afianzar su libertad interior, al punto que aprendieron a descubrir que conviene obedecer primero a Dios que a los hombres que dicen representarlo. El sumario final del evangelio de san Marcos nos refiere de forma concisa los nombres de los hombres y mujeres que con altibajos e incertidumbres, fueron accediendo a la nueva y consoladora certeza: Jesús resucitado estaba acompañando de nuevo a los suyos, para constituirlos en testigos de su resurrección.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 104, 43)
El Señor liberó a su pueblo y lo llenó de alegría; al pueblo elegido lo colmó de júbilo. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que en tu bondad sin límites aumentas cada día el número de los que creen en ti, mira con amor a tus elegidos, que han nacido a una nueva vida por medio del bautismo y concédeles alcanzar la resurrección gloriosa. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
No podemos callar lo que hemos visto y oído.
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 4, 13-21
En aquellos días,
los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas, se quedaron sorprendidos
al ver el aplomo con que Pedro y Juan hablaban, pues sabían que eran
hombres del pueblo sin ninguna instrucción. Ya los habían reconocido
como pertenecientes al grupo que andaba con Jesús, pero no se atrevían
a refutarlos, porque ahí estaba de pie, entre ellos, el hombre paralítico
que había sido curado. Por consiguiente, les mandaron que salieran del
sanedrín, y ellos comenzaron a deliberar entre sí:
"¿Qué vamos a hacer con estos hombres? Han hecho un milagro
evidente, que todo Jerusalén conoce y que no podemos negar; pero a fin
de que todo esto no se divulgue más entre el pueblo, hay que prohibirles
con amenazas hablar en nombre de Jesús".
Entonces mandaron llamar a Pedro y a Juan y les ordenaron que por ningún
motivo hablaran ni enseñaran en nombre de Jesús. Ellos replicaron:
"Digan ustedes mismos si es justo delante de Dios obedecerlos a ustedes
antes que a Dios. Nosotros no podemos dejar de contar lo que hemos visto y oído".
Los miembros del sanedrín repitieron las amenazas y los soltaron, porque
no encontraron la manera de castigarlos, ya que el pueblo entero glorificaba
a Dios por lo sucedido. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 117
R/. La diestra del Señor ha hecho maravillas. Aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es
eterna. El Señor es mi fuerza y mi alegría; en el Señor
está mi salvación. Escuchemos el canto de victoria que sale de
la casa de los justos: R/.
"La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es
nuestro orgullo". No moriré, continuaré viviendo para contar
lo que el Señor ha hecho. Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me abandonó a la muerte. R/.
Ábranme las puertas del templo, que quiero entrar a dar gracias a Dios.
Ésta es la puerta del Señor y por ella entrarán los que
le viven fieles. Te doy gracias, Señor, pues me escuchaste y fuiste para
mí la salvación. R/.
SECUENCIA opcional
ACLAMACIÓN
(Sal 117, 24) R/. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo
y de gozo. R/.
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Marcos: 16, 9-15
Habiendo
resucitado al amanecer del primer día de la semana, Jesús se apareció
primero a María Magdalena, de la que había arrojado siete demonios.
Ella fue a llevar la noticia a los discípulos, los cuales estaban llorando,
agobiados por la tristeza; pero cuando la oyeron decir que estaba vivo y que
lo había visto, no le creyeron.
Después de esto, se apareció en otra forma a dos discípulos,
que iban de camino hacia una aldea. También ellos fueron a anunciarlo
a los demás; pero tampoco a ellos les creyeron.
Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban
a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón,
porque no les habían creído a los que lo habían visto resucitado.
Jesús les dijo entonces: "Vayan por todo el mundo y prediquen el
Evangelio a toda creatura". Palabra del Señor. Gloria
a ti, Señor Jesús.
No se dice Credo.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, que este sacrificio pascual que vamos a ofrecerte, nos llene siempre de alegría, prosiga en nosotros tu obra redentora y nos obtenga de ti la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO DE PASCUA I
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado. Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida. Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Ga 3, 27)
Todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Mira, Señor, con bondad, a estos hijos tuyos que has renovado por medio de los sacramentos, y condúcelos al gozo eterno de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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