Oraciones para la Sagrada Comunión

Ya explicamos que la mejor manera de hacer nuestra Acción de Gracias es hablando con Nuestro Señor Jesucristo y propusimos algunas ideas para saber hablar con El.

Pero como a pesar de todas estas explicaciones a muchas personas se les dificulta hablar así con Nuestro Señor Jesucristo, vamos a presentar en este folleto algunas oraciones, tanto para antes como para después de la Comunión, con la intención de que puedan ser leídas con este objeto, mejor aún, aprendidas de memoria y dichas a N. Señor y, todavía mejor aún, el que sean aprovechadas nada más como una ayuda, para que cada fiel las arregle según las disposiciones de su alma, lo que mucho recomendamos, para evitar la rutina, que es una de las peores démoras para nuestro adelanto espiritual, y en la que tan fácilmente se cae cuando se rezan oraciones aprendidas al pie de la letra

Seguimos en este folleto las ideas que el Rvdo P. Gustavo Villefranche, S. J., expone en sus obras "La Acción de Gracias con el Sagrado Corazón de Jesús" y "Jesús en mí". Los apuntes que a continuación presentamos están destinados, sobre todo a sugerir pensamientos y sentimientos propios, mucho más agradables a N. S. Jesucristo por sencillos y torpes que parezcan, que los más hermosos pensamientos tomados de otras fuentes.

Valgámonos de un ejemplo para hacer comprender mejor lo que queremos decir:

El Delfín, hijo del Rey Luis XVI, cultivaba un pequeño jardín en el Parque de Versalles. Un día, cuando tenía 9 años, salió de él con un ramillete de flores para su madre la Reina María Antonieta; el jardinero del Castillo le dijo: Monseñor, venid conmigo y yo os daré flores aún más bellas. - Señor, respondió el delfín a mi madre le gustarán más las mías, porque han crecido en mi jardín y yo las he cultivado con mis propias manos.

Pues de igual manera, N. S. Jesucristo, cuando lo tenemos en nosotros después de la Comunión. prefiere nuestras palabras ingenuas y sinceras a las fórmulas complicadas y profundas compuestas por las grandes personas.

Ojalá se utilizaran, pues, las oraciones que aquí presentamos, simplemente como se utiliza un andamiaje para construir un edificio y que, del mismo modo que una vez construido éste, no es necesario ya el andamiaje, tampoco sean necesarias estas oraciones cuando se haya aprendido ya a hablar con N. Señor.

En los casos de sequedad espiritual, bien estará recurrir de nueva cuenta a oraciones como las que aquí presentamos, pero sin olvidar que hay que procurar, ante todo, tener un momento de conversación muy personal con el buen Amo.

El Santo Cura de Ars, recomendaba esto a todo el mundo, y Mons. Bonnefoy, Arzobispo d'Aix, se ha dignado escribir al P. Villafranche: "Cuánta razón tiene Ud. para decir que lo poco que un alma saca de su fondo, vale mucho más que los más bellos sentimientos prestados"

Diremos para terminar este preámbulo, que el Rvdo. P. Alonso Rodríguez, S. J., juzga que claramente es signo cierto de estar en amistad con Dios, de estar en estado de gracia, el querer mejorar nuestras acciones y ¡qué acción debemos procurar mejorar más que nuestras Comuniones!

Así, pues, nunca nos conformemos con la forma en que las hacemos; tratemos siempre de mejorarlas y para esto, instruyámonos en la manera de hacerlo, preferentemente teniendo un rato de lectura espiritual, una vez terminada la Acción de Gracias después de la Comunión, recomendamos para esto el folleto E. V. C No. 288 "Nueve visitas a N. Señor Sacramentado".

 

BREVES ORACIONES PARA LA CONFESION.

Para antes del examen.

"Jesús mío, quiero hacer una buena confesión, ayúdame a hacerla. Ayúdame a recordar los pecados que he cometido desde mi última confesión, ayúdame a dolerme con todo mi corazón de ellos y decirlos bien al Sacerdote. Virgen Santísima, Madre mía, Santo Angel de mi Guarda y todos los Santos del Cielo, rueguen por mí para que haga yo una buena confesión".

Para pedir el dolor de los pecados.

"Dame, Jesús mío, verdadero dolor de todos estos pecados y de los que no me acuerdo; Virgen María, Madre de Dios y Madre mía y todos los Angeles del Cielo rueguen por mi para que de veras me duela de mis pecados".

Para ofrecer a Dios el dolor de los pecados.

"Dios mío, siento mucho haber pecado contra Ti porque Tú eres tan bueno y porque me amas tanto y con tu divina ayuda te prometo procurar nunca más ofenderte".

A la hora de la Confesión.

Antes de decir los pecados se reza el "Yo Peca doy y después de confesarse el "Señor mío Jesucristo".

Para dar gracias después de la Confesión.

"Te doy gracias, Jesús mío, con todo mi corazón, por haberme perdonado mis pecados; te prometo con tu divina ayuda, no volverlos a cometer; corregirme, especialmente de los pecados que más hago y que más te ofenden, como..."

 

COMUNION ESPIRITUAL E. Y. C.

(Postrados, al menos en espíritu, ante Jesús Sacramentado, digámosle profundamente arrepentidos de nuestros pecados.)

¡Divino Redentor de mi alma, Señor mío Dios mío! Yo creo firmemente porque Tú lo dijiste, que estás real y verdaderamente presente en la Forma Consagrada. Mira a tus plantas a un pobre pecador que arrepentido de sus pecados te pide perdón de haberte ofendido. Te amo y te adoro con toda el alma y ardientemente deseo recibirte sacramentado en mi corazón; pero ya que de esta manera no me es posible recibirte en estos momentos, Tú que eres el Pan vivo que bajó del Cielo para amos vida eterna, ven al menos espiritualmente a mi alma que por ti suspira.

El cuerpo de N. S. Jesucristo guarde mi alma para la vida eterna.

¡Gracias, Jesús mío, por haber venido a mí! Tú, la luz del mundo; Tú, la fuente de agua viva que apaga el ardor de las pasiones; Tú el Médico divino que puede sanar todas mis llagas; Tú, mi única esperanza, mi Consuelo, mi solo Bien, ilumíname, atráeme, protégeme, para que nada ni nadie pueda nunca separarme de Ti que tanto me amas y que anhelas tanto hacerme eternamente feliz. Así sea.

 

ORACION PARA PEDIR LA GRACIA DE LA COMUNION DIARIA.

¡Qué felicidad tan grande, Señor, ser del número de aquellos dichosos cristianos a Quienes un verdadero amor hacia Ti y un sincero deseo de verse libres de sus debilidades y defectos, y de emplear toda su vida en tu santo servicio, los lleva todos los días a tu sagrada Mesa!

Qué ventajoso sería para mí recibirte Sacramentado todos los días en mi corazón, y teniéndote en él, rendirte mis obsequios, exponerte mis necesidades y participar de las gracias que concedes a los que diariamente te reciben.

Yo sé bien, Señor, que no soy digno de ello, pero también sé que Tú, en tu infinita misericordia instituiste la Sagrada Eucaristía no solamente como un premio a los buenos, sino también como un auxilio a los pecadores arrepentidos. Es bajo este último concepto como me atrevo a acercarme a Tu Sagrada Mesa, en la que espero encontrar el auxilio para ser bueno y para llegar a ser santo, para lo que te pido me concedas el mayor de todos los bienes que puedo alcanzar sobre la tierra: la Gracia de recibirte diariamente.

 

BREVES ORACIONES PARA LA COMUNION.

ANTES DE LA COMUNION

Dios mío, ayúdame a hacer una buena Comunión; María, Madre mía, Santo Angel de mi Guarda, preparen mi corazón para recibir a Dios.

Yo CREO firmemente, Jesús mío, porque Tú lo has dicho, que estás realmente presente en la Hostia Consagrada y que, al comulgar, voy a recibir tu Cuerpo, tu Sangre. tu Alma y tu Divinidad.

¡Cómo es posible, Señor, que Tú, el Rey de los Cielos y tierra, quieras venir a esta POBRE CRIATURA, más despreciable aún por haber pecado!

Pero Yo ME ARREPIENTO, Jesús mío, de todo corazón de mis pecados, porque te han ofendido a ti, que eres tan bueno y digno de ser amado; y propongo firmemente con tu divina ayuda, no volverlos a cometer y amarte cada día más y recibirte cada vez con más devoción y más frecuentemente; pues sé bien, Dios mío, que sólo en la Comunión encontraré la ayuda que necesito para ser bueno y aumentar en santidad como Tú lo quieres.

Ahora, Jesús mío, ven a mi corazón que ardientemente DESEA recibirte, unirse íntimamente contigo y ya nunca más separarse de Ti.

 

A LA HORA DE LA COMUNION

Al abrir el Sacerdote el Sagrario.

REZAR: El yo Pecador.

 

Al levantar el Sacerdote la Forma.

"Señor mío y Dios mio".

Señor, yo no soy digno de que vengas a mi, pero una palabra tuya bastará para sanar mi alma.

 

Antes que llegue la Comunión.

(Si hay tiempo para ello, puede repetirse el "Señor mío Jesucristo" y la oración para antes de la Comunión).

 

En el momento de comulgar.

"El Cuerpo de N.; S. J. guarde mi alma para la vida eterna".

 

Acabando de comulgar.

(Profundo acto de adoración en el que desde lo íntimo del corazón se adora a Dios).

 

DESPUES DE LA COMUNION.

"Yo te ADORO, Señor mío Jesucristo, presente en mi corazón y en mi alma; en este momento soy como un relicario viviente tuyo y así quiero conservarme siempre.

Te AMO sobre todas las cosas; si algún día he de ofenderte y apartarme de Ti, prefiero que en este mismo momento me mandes la muerte.

Te doy GRACIAS con todo mi corazón porque te hayas dignado venir hoy a mí sin que yo lo merezca.

Sé que Tú has venido a mi corazón para darme fuerzas para no caer en pecado, para ser bueno, para volverme Santo si yo así lo quiero; sí lo quiero, Señor, sí lo quiero; hazme Santo, hazme Santo; y como para ello necesito comulgar frecuentemente y bien, te PIDO, Señor, que me des hambre de este Pan, que yo te PROMETO recibir frecuentemente y cada día con más devoción.

 

ACTOS BREVES PARA ANTES Y DESPUES DE LA COMUNION.

ACTOS PARA ANTES DE LA COMUNION

Nota. (Como hemos explicado en el folleto E. V. C. N9 213, estos actos lógicamente se desprenden de meditar quién viene a nosotros; a quién viene y para qué viene).

 

(Quién viene.-) Acto de Fe.

Jesucristo, Hijo de Dios vivo; yo creo firmemente, por que Tú lo dijiste, que estás realmente en la Forma Consagrada, y que al comulgar voy a recibirte todo entero; tu Cuerpo, tu Sangre, tu Alma y tu Divinidad.

(A quién viene.-) Acto de Humildad.

Dios infinitamente Santo, reconozco que mis pecados me han hecho indigno de recibirte. Los detesto de todo corazón y te pido que me purifiques de ellos más y más con tu divina gracia.

(Para qué viene:) Acto de Esperanza.

Tú vienes a mí, Señor, a remediar todas mis necesidades. Yo espero encontrar en Ti el remedio a todos mis males, la gracia para serie fiel y la prenda segura de la felicidad eterna.

Acto de Amor.

Dios de Bondad. Tú quieres alimentarme con tu Carne adorable, después de haberme rescatado con el precio de tu Sangre. ¡Qué digno eres de ser amado! Así, Dios mío, te amo con todo mi corazón. ¿Cómo es posible que no te haya amado así siempre?

Acto de Deseo.

Dios mío, mi único Bien, Tú me invitas a ir a Ti. ¿No es para mí el colmo de la felicidad el recibirte? Mi alma languidece por Ti, suspira por Ti desea unirse a Ti para nunca más separarse de Ti.

 

ACTOS PARA DESPUES DE LA COMUNION.

Acto de Adoración.

Yo te adoro, Dios de majestad, en este profundo anonadamiento al que estás reducido en medio de mi corazón. Reconozco que Tú eres el soberano Rey del universo. Reina para siempre en mí.

Acto de Agradecimiento.

¿Cómo te daré gracias, buen Jesús por haber muerto por mí y por venir a darte hoy a mí? Yo no soy capaz de expresarse mi reconocimiento, pero uno mis acciones de gracias a las de las almas fervientes en la tierra y a las de los bienaventurados en el Cielo.

Acto de Ofrecimiento.

Salvador del mundo: puesto que Tú te has dado enteramente a mí, justo es que yo me dé enteramente a TI; y puesto que lo que Tú deseas, es mi corazón, te lo doy todo entero; te lo consagro y para siempre.

Acto de Petición.

Mi buen Jesús. Tú conoces las necesidades de mi alma y has venido a mí para socorrerlas. Ilumina mi espíritu, fortifica mi voluntad, ayúdame a dominar mis pasiones,, a fin de que no viva más que para Ti, escucha las oraciones que te hago por la Iglesia, por mis padres, mis parientes, mis amigos y mis enemigos y por las almas del Purgatorio.

 

Acto de Amor.

Dios de mi corazón, Tú me amas, por indigno que sea de tu amor, y quieres que yo te amo y te sirva. Renuncio, pues, Señor, a todo lo que te desagrada. Quiero armarte y servirte siempre. Haz que todo cuanto ame lo ame en ti.

 

ORACIONES PARA LA SAGRADA COMUNION.

PARA ANTES DE COMULGAR.

Acto de Fe.

Divino Salvador Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, Hijo del Eterno Padre y de la Virgen María. Yo creo firmemente, porque Tú lo dijiste, que estás realmente presente en la Sagrada Eucaristía y que aunque estás en ella oculta tu gloria, estás en la Hostia consagrada lleno de Vida y de majestad, y adoro en la. Sagrada Forma que voy a recibir, al mismo Jesús que nació en Belén, al mismo que nos trajo el Pan del Cielo, que da la vida al alma y del que nos dijo que: quien lo comiera viviría de tu propia vida como Tú vives de la vida del Padre, al mismo, en fin, que murió por mí en la cruz y que vendrá el último día a juzgarme.

Acto de humildad y de confianza.

¡Señor! Tu divina presencia me llena de alegría, pero al mismo tiempo me infunde temor. Eres Tú tan grande y yo tan pequeño. ¡Eres Tú tan Santo y yo tan pecador! que estoy tentado de decirte como San Pedro: Señor, apártate de mí, que soy un pobre pecador... pero si me tomas la palabra, ¿qué será de mí, Señor?, ¿A dónde ir si me aparto de Ti?, ¿En qué brazos refugiarme?... Tú solo eres el perdón y la Vida. Yo me refugiaré Señor, en tus brazos, o mejor aún en tu corazón, recibiéndote en la Sagrada Eucaristía.

Sé bien que no soy digno de ello, pero también Sé que tu Eucaristía no es solamente un premio concedido a los buenos, sino un auxilio ofrecido al pecador arrepentido; y si tengo la conciencia de haber pecado, también tengo la seguridad de estar arrepentido. Es mi arrepentimiento el que me postra a tus pies Vengo a tu sagrada Mesa a buscar en ella la ayuda para corregirme de mis pecados, para ser bueno, para conservarme santo y estoy cierto que en Ti la encontraré.

Acto de contrición.

Dios infinitamente Santo: yo siento vivamente que sería preciso para recibirte, un corazón sin mancha. ¡Ay de mí! Mi vida ha sido sólo malicia desde mi infancia. ¡Qué de malos pensamientos, de deseos mal reprimidos! ¡Qué de palabras poco medidas, malas, frívolas! ¡Qué de acciones culpables, y sobre todo, cuántas omisiones por ignorancia, por pereza por cobardía! ¡Cuántas faltas hacia Dios, hacia el prójimo y hacia los deberes de mi estado! Estaría yo humillado en la desesperación, Señor, si Tú no fueras el Dios de misericordia, el Dios de la Magdalena, el Dios del perdón.

Detesto mis pecados y no tanto por el castigo que merecen cuanto porque te ofenden a Ti. Que tu Cuerpo santísimo me purifique más y más de ellos; y por la virtud de la Comunión yo evitaré en lo sucesivo toda falta deliberada y aún las menores manchas de pecado.

Acto de deseo y de amor.

Mi buen Jesús; vengo a Ti porque te amo, pero también porque tengo una inmensa necesidad de Ti. Mi alma está árida, Tú la regarás con tu divina Gracia; está estéril, Tú la fecundarás; está enferma, Tú la curarás; está débil, Tú la fortificarás.

Y sobre todo, mi buen Jesús, yo siento vivamente la impotencia en que me encuentro de cumplir con los deberes que tengo con Dios. El es soberanamente adorable; Tú lo adorarás en mí y por mí. Él es la Majestad infinita ofendida, Tú me ayudarás a apaciguarla. El es la fuente de todo bien; Tú me obtendrás de El todo lo que me falta y le darás las gracias en mí de todos sus beneficios.

Ven, Corazón de Jesús, ven y suple mi incapacidad para adorar a Dios y para amarlo como conviene. Corazón ardiente de amor, ven a unirte a mi corazón. Ven a abrasarlo con tu fuego divino. Yo digo ya sinceramente: ¡Dios mío, te amo con todo mi corazón! pero esto no es bastante, es preciso que pueda decir: ¡"DIOS MIO, PADRE MIO, TE AMO CON TODO EL CORAZON DE JESUS"!

 

CUANDO SE ACERCA EL MOMENTO DE COMULGAR.

(Hay que elegir de las oraciones siguientes, las que se alcancen a rezar mientras llega la Sagrada Comunión. Al abrir el Sacerdote el Sagrario, se debe rezar el yo pecador...).

Señor mío Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre y con la cooperación del Espíritu Santo, diste la vida al mundo con tu muerte, líbrame de todos mis pecados y de todos los demás males; por tu sacrosanto Cuerpo y Sangre, haz que esté yo unido inviolablemente a tu ley y no permitas que me separe jamás de Ti, que vives y reinas con el mismo Dios Padre y el Espíritu Santo, por todos los siglos de les siglos. Amén.

La participación de tu sagrado Cuerpo, Señor mío Jesucristo, que intento sin merecerlo, no me sea motivo de juicio y condenación, sino que me sirva por tu misericordia infinita, de defensa para el alma y para el cuerpo y de un remedio saludable. Tú, que siendo Dios vives y reinas con Dios Padre en unión de Dios Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

Yo pecador...

¡Señor mio y Dios mío!

¡Señor, yo no soy digno de que vengas a mí, pero una palabra tuya bastará para sanar mi alma!

Este es el Pan que ha bajado del Cielo a fin de quien coma de él no muera

Quien come mi Carne y bebe mi Sangre tiene la Vida Eterna y Yo le resucitaré en el último dia.

Mi Carne es verdaderamente comida y Sangre es verdaderamente bebida.

Si no coméis la Carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros.

Quien come mi Carne y bebe mi Sangre, en mí mora y Yo en él.

Así como el Padre que me ha enviado vive y Yo vivo por el Padre, así quien me come también él vivirá por mi y de mi propia vida.

Quien como este Pan vivirá eternamente.

 

AL MOMENTO DE COMULGAR.

El Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo guarde mi alma para la Vida Eterna.

¡Oh Sagrado banquete en que se recibe a Cristo, se hace memoria de su pasión, el espíritu se llena de Gracia y se nos da una prenda de la eterna gloria!

Haced, Señor, que recibamos con alma pura lo que hemos tomado por la boca y que este don temporal se convierta para nosotros en remedio sempiterno.

Tu Cuerpo, Señor, que he recibido y tu Sangre que he bebido, se adhieran a mis entrañas y por tu Santa Gracia no permitas que permanezca mancha alguna de pecado en mí, después de haberme alimentado con Sacramento tan puro y tan Santo, Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

 

PARA DESPUES DE LA COMUNION.

Acto de Adoración.

¿Qué Puedo hacer, Señor, en este momento supremo, el más bello, el más amado, el más santo de mi vida, sino enmudecer y adorarte en el más profundo anonadamiento de mi ser?

En este momento mi cuerpo es el Templo vivo en que Tú moras; mi corazón es como una custodia viviente mucho mas privilegiada que las de tus santos altares, pues éstas, aunque sean de oro macizo, estén cubiertas de las piedras más preciosas y hayan sido ungidas por el óleo sagrado, no pueden darse cuenta de la riqueza inefable que contienen y yo, Señor, gracias a tu bondad infinita, puedo conocerte y amarte y servirte y adorarte; por tu bondad infinita sé que está en mí, en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, el Rey de cielos y tierra, el Soberano Señor de todas las cosas y con El la Santísima Trinidad entera ¡Además, Señor, por muy cerca que dé Ti estén las custodias de tus altares. Tú permaneces extraño a ellas y en cambio, en la Sagrada Comunión, te unes a mí tan íntimamente como se une el alimento a quien lo asimila; vienes a penetrar mi ser de tu divinidad, como se penetra un algodón de un suavísimo perfume. Vienes, en fin, a hacerme vivir de tu Vida, del mismo modo que Tú vives de la Vida del Padre.

¡Bienvenido seas, Señor a mi corazón! Toma posesión del trono que en él he preparado para Ti. Reina en él como Señor absoluto y déjame que postrado ante Ti, como estoy en estos momentos, te adore profundamente...

A mi alrededor veo postrados en profunda adoración hacia el Señor que tengo en mi corazón, a todos los ángeles del cielo, a todos los santos del ciclo y de la tierra y a la Santísima Virgen María. Uniendo mis imperfectas adoraciones a las suyas, te reconozco por el Supremo Señor de Cielos y Tierra, por el Rey de Reyes, cuya Ley quiero cumplir, cuyos consejos quiero seguir y al que quiero tomar por modelo en todas mis acciones.

Acto de Agradecimiento.

¡Cómo podré darte debidamente las gracias, Señor, por tus innumerables favores! y no solamente por haberme creado y por haberme redimido como a los demás hombres, sino por todo lo que individualmente me has concedido, como haberme hecho católico, darme mi familia...

(menciónense aquí algunos de los dones que se hayan recibido de Dios y por los que debemos estarle agradecidos, especialmente los que últimamente hayamos recibido, por ejemplo, haber recuperado la salud, uno o algún miembro de nuestra familia, por haber conseguido trabajo, haber hecho algún buen negocio, haber salido bien de un examen, etc. y hasta de haber estado contento en un paseo sin haber ofendido a Dios; démosle gracias, aún por las cosas más insignificantes. ¿No quiere El acaso, que seamos como niños?).

Y si no tengo palabras para darte debidamente las gracias por todos estos beneficios, ¿cómo podré dártelas porque te hayas dignado instituir la Sagrada Eucaristía, este divino sacramento que vuelve buenos a los que son malos y que hace santos a los que son buenos?, ¿Cómo podré dártelas por haberte dignado venir hoy una vez más a mi corazón para santificarme?

En verdad, Señor, que no tendría yo manera de darte las gracias por esto, no tendría palabras ni acciones para ello si Tú no me hubieras dado la Sagrada Eucaristía.

Gracias a ella sí puedo darte debidamente las gracias por todos tus beneficios. Bien sé que todo cuanto haga yo no es digno de parecer ante tu divina preencia pero también sé, Señor, que acabando de comulgar, no estoy solo, que tú estás conmigo; que si lloro mis pecados, Tú los lloras conmigo; que si oro, Tú oras conmigo y que si doy gracias, Tú las das conmigo.

A Ella pues, recurro, Señor, para darte las gracias por todos tus beneficios; a Ella, que no solamente ilumina nuestra fe para conocerte y fortalece nuestra alma para no caer en pecado, sino que es también ACCION DE GRACIAS, la Acción de Gracias por excelencia. Con razón, Señor, Tú la llamaste EUCARISTIA, es decir, Acción de Gracias.

Dígnate, pues, Señor, recibir la Comunión de hoy, como mi Acción de Gracias por todos tus beneficios, especialmente por haberte dignado venir hoy una vez más a mí.

Acto de Amor.

Yo te amo, Señor, te amo con todo mi corazón y quiero amarte sobre todas las cosas. ¿Cómo no he de querer amarte así cuando Tú me has amado tanto y bien sé que amor con amor se paga?

¿Qué mayor prueba quiero de tu amor, que el que me hayas sacado de la nada y me hayas traído a la vida para darme la oportunidad de poder compartir tu gloria contigo y en la medida que yo mismo quisiera?

Como un Padre amorosísimo, poseedor de inmensas riquezas, anhela compartirlas con su hijo, así tu, Señor, quisiste ponerme en la posibilidad de poder participar contigo en el Ciclo de tu bondad, inteligencia, sabiduría y todas tus perfecciones, que hacen tu felicidad infinita, y para que pudiera lograrlo me dotaste de inteligencia para conocerte, de voluntad para amarte, de libertad para servirte y de todas las facultades necesarias para poder alcanzar el nobilísinio fin para el que me criaste.

Y no satisfecho aún tu amor Con esto, él te llevó, Señor, hasta a hacerte hombre, para enseñarme no solamente con la palabra, sino también con el ejemplo, el camino que conduce al Ciclo. Te llevó hasta sufrir el más ignominioso y doloroso de los suplicios, para librarme del castigo que merecen mis pecados, y como si no fueran bastantes estas pruebas de tu infinito amor por mi, quisiste dejarme, Señor, otra más, prodigiosa, anonadadora, que hasta a los mismos Cielos llenó de asombro: tu mismo Cuerpo hecho con tu Alma y tu Divinidad, Pan Eucarístico, para que pudiera alimentar con él mi alma y tuviera ésta, vida sobrenatural y más abundante y alcanzar la santidad y con ella más alto grado de gloria, mayor participación en tu felicidad infinita. ¡Qué pruebas tan palpables, Señor, del infinito amor de todo un Dios para una miserable criatura! ...

Yo quiero corresponder a tanto amor amándote, Señor, con todos mis sentidos, con todas mis potencias, con todas mis fuerzas y no por cierto simplemente con un amor solamente AFECTIVO que tan sólo se traduzca en palabras, sino con un amor EFECTIVO que se revele por hechos, prescindiendo de cualquier cosa que pueda ofenderte y procurando hacer cuanto pueda agradarte.

Acto de Petición.

Sé bien que has venido a mi corazón, Señor, como a un trono de misericordia; que has venido a mí como el amigo inmensamente rico que quiere remediar las necesidades del amigo que está en la miseria.

Estás en mi corazón con las manos llenas de dones, deseando derramarlos en mi alma y en mi cuerpo. Derrámalos, pues, con profusión, Señor, sé bien que Tú mejor que yo conoces mis necesidades, que no tengo necesidad de decírtelas para que las conozcas; pero también sé que para concedernos tus dones, te agrada que te los pidamos; por eso, Señor, voy a presentarte mis necesidades tal como yo las veo, para que me las remedies si es para tu mayor gloria, bien de mi alma y provecho del prójimo, de acuerdo con tu santa voluntad.

Te pido, Señor, en primer lugar el mayor de todos los dones: la Santidad. ¡Hazme santo, Señor, hazme santo! Y como para ser santo necesito comulgar diariamente y bien, concédeme la mayor de todas las gracias, la gracia de la COMUNION DIARIA, y de que cada día haga mis comuniones mejor, y que ellas dejen en mi alma todo el bien que deben dejar.

Haz, Dios mío, que iluminando mi fe me hagan conocerte cada día más; que fortalezcan mi esperanza descubriéndome la hermosura y felicidad del cielo y que inflamando mi caridad, me hagan amarte como a Padre y a mi prójimo como hermano.

Que el amor hacia Ti me infunda gran horror al pecado y un gran deseo de agradarte, y que el amor hacia el prójimo me dé gran celo por procurar su bien temporal y más aún su bien espiritual.

Que mis comuniones me hagan ver la vanidad de las cosas de la tierra y me liberten de todo amor desordenado a los honores, las diversiones y las riquezas, y de los vicios capitales que de ese amor dimanan, y me hagan humilde, casto, paciente y diligente para tu santo servicio.

Y en fin, Señor, que te tome a ti por modelo de todas mis acciones: que mis Comuniones me traigan la costumbre de preguntarme en los momentos difíciles de mi vida: ¿que haría Cristo si estuviera en mi lugar?

Además de estos bienes espirituales, te pido, Señor, remedies mis necesidades temporales. (Pídase a Nuestro Señor todo lo que necesitemos, aunque sean cosas insignificantes; ¿no lo hacen así los niños?).

Y no solamente te pido por mí, Señor, sino también por las personas de mi familia y mis amigos... (pídase el remedio de sus necesidades). Sobre todo te pido, Señor, que los hagas santos.

Te pido también por la libertad y exaltación de nuestra Madre la Santa Iglesia, especialmente en México y Rusia, por las intenciones de S. S. el Papa - por la santificación de nuestros VV. Prelados, de nuestros Sacerdotes y de todos los miembros y socios de la Sociedad E. V. C.

Te pido, en fin, Señor por el eterno descanso de todas las almas del purgatorio, especialmente por...

Acto de Resolución.

Sé, Dios mío, que vienes a mí en la Eucaristía especialmente a santificarme, y que tanto más que santificarás, cuanto mayor sea el cuidado que ponga para evitar las menores manchas de pecado, seguir tus consejos e imitar tus virtudes.

Pero ¿cómo voy a seguir tus consejos sin conocerlos?, ¿Cómo podré imitar tus virtudes si no tengo un conocimiento claro de ellas?

Bien veo, Señor, que para santificarme no solamente necesito comulgar frecuentemente y bien, sino que también tengo la necesidad indispensable de aplicarme a conocer tu Santa Doctrina y así Dios mío, yo hago formalmente ante Ti en este momento supremo, dos resoluciones:

- La de comulgar con más frecuencia y cada vez mejor.

- La de instruirme en mi Santa Religión. La Instrucción Religiosa me enseñará a distinguir las menores manchas de pecado, me descubrirá mis malas inclinaciones, me dará a conocer tus consejos, me mostrará tus virtudes y me sugerirá las mortificaciones que deba hacer para dominar mis malas inclinaciones, evitar el pecado y santificarme.

Y en la Eucaristía, encontraré la fuerza necesaria para llevar a la práctica estas enseñanzas.

Quiero desde luego aplicarme a ello y te prometo así apartarme de las ocasiones de pecado y mortificarme cada día una vez siquiera en mi pasión dominante.

Prométase a N. S. Jesucristo apartarse de las ocasiones de pecado y hacer al día alguna mortificación bien determinada, una siguiera, contrariando nuestro defecto dominante; por ejemplo, - si se es impaciente, hacer un acto de paciencia; si se es indiscreto, hacer un acto de discreción; si se tiene afecto desordenado a los buenos platillos, dejar un resto del mejor plato por amor de Dios, etc. Estúdiese al efecto el Folleto E. V C. No. 208. "El Sacrificio Propio como medio de Santificación".

Termínese la Acción de Gracias haciendo la intención de ganar las indulgencias que se pueda.

Récense después las oraciones que se desee y ojalá se dedicaran unos minutos para leer algunos de los folletos eucarísticos E.V.C.

"INSTRUCCION RELIGIOSA Y EUCARISTIA". A. M. D. G.